25.
Neville Longbottom
Cuando una carta llegó desde Noruega para mí, me sentí muy contento. Jamás pensé que aquellos chicos a los que había conocido hace unos años atrás en el torneo de los tres magos me seguirían recordando.
Leí la carta con mucho sentimiento pues aquellos chicos de Durmstrang realmente me caían muy bien.
... Neville
Siempre recuerdo el tiempo en que coincidimos en Hogwarts y en lo aplicado que solías ser en las artes de la herbolaria y la botánica mágica. Te escribo primeramente porque me gustaría saber cómo estás y también quiero hacerte llegar la información de que aquí se está haciendo un curso de aquellas materias en el Instituto de magia pagana de Suecia.
Asumo que sabes a qué me refiero, no es precisamente un curso para niños, tú más que nadie debiese tomarlo, con Wladimir nos vamos a apuntar y de verdad desearíamos que estuvieses aquí, es algo costoso pero bueno; creo que a veces hay que hacer esfuerzos.
Tienes tiempo hasta fines de Octubre para hacer llegar la lechuza con tu inscripción, pues el dinero debe cancelarse aquí. Espero que nos podamos ver ¿Cómo sabes si es que después te animas y te quedas a vivir aquí ?
Te envío saludos.
Afectuosamente.
Stanley Petrovij.
—¿ Quién te escribió? —me preguntó Garret con curiosidad.
—Oh, los chicos de Durmstrang.
—¿Qué novedades tienen?
—Querían saber sobre mí y también comentarme que van a impartir un curso sobre botánica mágica algo. . . peculiar y querían que me apuntara con ellos.
Garret se sentó en el sillón de su apartamento y me observó con esa mueca de diversión que solía usar, después de la guerra él se había dedicado a escribir libros relevantes sobre el ocultismo mágico y le estaba yendo bastante bien, yo había aceptado un puesto como maestro en Hogwarts, me gustaba enseñar y disfrutaba de aquello, pues ahora todo mi tiempo era dedicado a especializarme cada vez más en la materia que me apasionaba.
—Creo que deberíamos ir, siempre te he dicho que aquí en Londres no hay mucho futuro para las artes que nosotros disfrutamos de saber —señaló.
Tenía que admitir que con Garret seguimos leyendo y buscando material sobre artes oscuras, él sobre algunos encantamientos y yo sobre la herbolaria para realizar pociones; no me privaría de leer los contenidos que me agradaban sólo por el hecho de que hubiera terminado la guerra.
Como decía en su tiempo el profesor Slughorn.
Todo era con fines académicos.
— Tienes razón, pero es demasiado costoso —terminé por decir.
Enarcó una ceja y después hizo una mueca con la lengua.
—¿De cuánto estamos hablando, Nev?
—Pues de cuatro mil galeones.
Abrió los ojos de manera exagerada y algo teatral, eso me gustaba mucho de él.
—Por Merlín ¿Acaso Salazar Slytherin saldrá de la tumba para enseñarles? Ni la cabeza de Potter era tan valiosa como ese curso.
—Eso te da a entender los contenidos que se van a tocar, están haciendo un colador desde el inicio, segregando a los que no pueden con ello.
—Pero eres totalmente capaz, lo sabes.
—Garret, soy maestro inicial de un laboratorio; la única manera en que conseguiría ese dinero sería saqueando Gringotts.
—¿No podemos hacerlo?
Negué con la cabeza y él se acercó para colocarse delante de mí.
—Sabes que tú mejor que nadie debería poder tener la oportunidad de ir a aquel curso, eres inteligente, aplicado y muy curioso. De verdad que tienes un talento enorme y no debe desperdiciarse, Nev.
— ¿Tienes alguna sugerencia que no sea vender mi cuerpo o alguno de mis órganos en el mercado negro?
—Lo pensaré, estoy seguro de que algo se me ocurrirá, todavía queda tiempo para que envíes tu inscripción y sé que podremos conseguir ese dinero.
Garret había sido una persona sumamente valiosa a pesar de su cuestionable moral, él solía ser sarcástico, cínico y usar las ironías en los momentos menos adecuados.
Pero estaba feliz.
A pesar de que habían habido muchos comentarios con respecto a mí y a él, sobre nuestra relación, no nos había importado, menos que las personas hablaran de nuestros supuestos propósitos; a pesar de que luego de la guerra todo era más relajado y menos prejuicioso, al parecer en pleno siglo veintiuno todavía sacaba ronchas el hecho de que te decidieras a amar a quien querías realmente y no a quien la sociedad te imponía.
Y si a mi no me importaba, pues a él mucho menos.
Pasaron los días y llegó a buscarme a la salida de las clases el día viernes. Él no solía ser sumamente demostrativo en público, por lo que me sorprendió que me tomara de la mano de inmediato apenas caminamos hacia las Tres Escobas.
— ¿Algo pasa?
—Nada ¿No me digas que ahora te da vergüenza que te tome de la mano en público?
—Pues no, sólo que no lo haces casi nunca.
—Pues tengo buenas noticias para nosotros, Nev.
Cuando Garret decía esas cosas era porque por lo general se había metido en problemas. Había indagado cosas que no debía, había ido más allá de lo permitido o cualquiera de sus derivados, por eso mis ojos en un comienzo fueron recelosos cuando comenzó a hablar.
—Sé lo que eso significa Swanson, no soy un imbécil.
—Pues lo sé, Longbottom—afirmó —Estuve buscando de donde poder sacar financiamiento para que puedas realizar tu curso, no estuve metido en ningún lío; te lo juro.
—¿Sigues con eso?
—Pues por supuesto, dudo que no quieras conocer Suecia.
En eso tenía razón, me moría de ganas de ir y poder aprender más, no obstante no quería hacerme falsas ilusiones o crear expectativas que quizás no se iban a cumplir.
—No sé qué es lo que intentas hacer.
—Calla y déjame hablar —me interrumpió —Estuve haciendo algunas averiguaciones sobre el dinero que tu familia tiene en las bóvedas de Gringotts —comentó sin sentir ningún pudor.
—¿Qué hiciste qué, Garrett?
—Pues lo que oíste, fui a investigar a tu familia.
Eso era algo muy propio del chico al que tenía por novio. No le importaba detenerse o los obstáculos que iban apareciendo en el camino, él lo solucionaba todo sobre la marcha si es que había que hacerlo o de lo contrario seguía avanzando y dejaba el desastre a su paso.
—¡Qué haré contigo!
—Pues no te enfades Nev, mira veamos la situación por el lado positivo; hay mucha información que puede servirnos y sé que te va a interesar saber —confesó levantando una de sus cejas.
—La verdad es que después de tanto tiempo juntos ya debería de estar acontumbrado a tus arrebatos, pero creo que aún eso no sucede.
Resopló y rodó los ojos.
—¿Quieres saber lo que investigué sí o no?
Asentí antes de que perdiera la paciencia y me limité a escuchar con atención la averiguación tan exorbitante que tenía en su poder.
—Pues sí, habla ya y deja de dramatizar.
Entramos en el bar y nos sentamos en una de las mesas; pedimos dos whiskys de fuego y esperé paciente a que le diera un sorbo a su trago.
—Bien, sabes que esto necesitaba de algo fuerte —murmuró —Pero vamos a lo importante, estuve haciendo mis investigaciones con mis conocidos en las bóvedas de Gringotts, hablé con Daphne Greengrass que lleva un tiempo trabajando allí y pudo decirme cosas de las que no estábamos enterados.
El misterio que le daba a la plática me hacía desesperarme, si fuera algo sencillo lo diría sin más; el que se diera tantas vueltas había comenzado a ponerme nervioso. Me observó con detención y luego de eso se aclaró la garganta.
— Bueno, tu familia es parte de los sagrados veintiocho, Nev—comenzó —Eso ha generado intereses vitalicios a las bóvedas de las familias bajo dichos apellidos y si consideramos que la lista fue hecha hace años, pues imagínate.
No pensé que había ese tipo de corrupción a estas alturas, creía que ese tipo de riquezas ya se había regulado a estas alturas.
—Prosigo, cuando tu familia se emparentó con los Black, aumentó sus arcas adquisitivas de manera considerable; hace años atrás estar ligados a ellos traía demasiados beneficios a cualquier persona—señaló — Y bien, ese dinero fue pasando de generación en generación hasta que nació tu padre, quien era el heredero natural de todo hasta que tuviera herederos mayores de edad.
Ahí hubo un silencio de expectación.
— ¿Y qué pasó después?
—Pues Daphne averiguó, que tu padre hizo un testamento hace muchos años en caso de que a él le sucediera algo.
—¿Por qué hizo eso?
— La verdad es que no lo sé, asumo que lo hizo porque sabía que tenía un trabajo de riesgo y no quería dejarte desamparado —acotó.
La verdad es que me hizo sentido, solían decir que mi padre era una muy buena persona, sin embargo no lograba hilar hacia donde iba el tema.
—¿Osea que puedo sacar parte del dinero? —pregunté sin entender.
—Nev ¿Alguna vez tu abuela te habló de la existencia de aquel testamento?
—Pues, no —respondí dubitativo.
—Eso es porque ella es quien tiene el poder de todo ese dinero ahora, al enfermar tu padre y tu ser apenas un bebé, nadie podía hacerse cargo de esa fortuna; pues porque por razones evidentes tu madre no podía hacerlo —farfulló —Cuando cumpliste dieciocho, ella no hizo el traspaso a tu nombre.
—¿Osea?
—Osea que ella no quiere que sepas de la existencia de ese dinero, ella quiere quedarse con lo que te corresponde, Neville.
Esa información no supe como procesarla, ella jamás me tuvo mucho aprecio; jamás fue una abuela cariñosa, por ende no era que me sorprendiera del todo sus accionar. Sin embargo prácticamente toda la vida estuve usando la varita de mi padre, ella no tuvo ni la sutileza de comprarme una varita nueva y eso me enervó.
Me hizo sentir que no fui lo suficientemente digno como para siquiera gastar un miserable knutt del dinero de los Longbottom.
—¿Y qué puedo hacer?
—Pues no creo que ella generosamente te vaya a ceder los poderes después de la última vez.
Hice una mueca, la última vez que ví a mi abuela, ella me dijo que no quería verme nunca más y prácticamente me expulsó de su familia, no entendía de mi relación con Garret y la verdad es que yo tampoco hice mucho por restablecer la comunicación, no me interesaba tener contacto con una vieja cascarrabias y déspota, por ende aquella pelea me sirvió para cortar el vínculo definitivamente.
— Esta algo difícil, Augustta es una mujer horrenda.
—Lo sé, pero tú eres muy hábil con la varita —señaló con un tono pícaro que me hizo captar el doble sentido.
—Eres un pervertido.
—Lo asumo, pero tú sabes usar las artes oscuras de muy buena forma; ha llegado la hora que las utilices para irnos a Suecia, cariño.
Entendí perfectamente a qué se refería Garret; no obstante no sabía si quería hacer algo en contra de una adulto mayor, no diría que indefensa, pero claramente era más hábil que ella y eso la dejaba en una clara posición de desventaja.
Durante varias semanas me debatí entre hacerlo o no y finalmente me decidí por ir a verla y hablar del tema en forma civilizada, después de todo era mi abuela y no quería hacerle nada malo a pesar de que ella no fue del todo buena conmigo cuando era un niño y ahora tampoco.
El día que puse un pie en el gran parcelamiento donde solía vivir, fui con la mejor disposición, hasta de reconciliarme con ella. No pasaron ni dos segundos de que me vió y empezó a insultarme.
—No sé a qué viniste, no quiero saber de tí; siempre fuiste un fracaso y me alegro de que Frank y Alice no estén bien como para verte —comentó sin ninguna pizca de humanidad —Tuve que criarte y deberías agradecer que no te dejé en un orfanato cuando eras un bebé, siempre supe que serías un bueno para nada.
—Veo que no has cambiado nada, si es así iré al grano —dije con el tono más duro que en mi vida había hablado—Quiero mi dinero, sé que mi padre me dejó la herencia a mí y jamás te pronunciaste, no te des el tiempo de negarlo porque ya lo averigüé.
Su rostro se crispó en una mueca de ironía y gritó.
—Ningún fracasado como tú tocará el dinero que a los Longbottom nos costó años, menos un marica como tú.
Eso me hizo hervir la sangre, hubiera querido asesinarla pero estaban los jardineros y todos los elfos domésticos que allí trabajaban.
No lo pensé dos, veces; nunca más verían a esta vieja arpía.
—Imperio —susurré y un halo morado salió de mi varita.
Sus ojos se perdieron y fue como si la voluntad la hubiera perdido.
Caminamos hacia el coche en el que andaba y la metí para dirigirnos al banco. Iba sentada en el asiento trasero en silencio y eso me hizo sentir libertad.
—Cuando llegues donde el elfo le dirás que quieres retirar hasta la última moneda de la bóveda, pues te irás a vivir al extranjero —hablé con rabia.
Todo lo que le indiqué lo hizo, hicieron falta unas diez maletas con hechizos indetectables de extensión para hacer caer todo, mi abuela era una mujer gruñona y con temperamento hostil, nadie la cuestiomaría si quiera.
No pensé que sería tan fácil.
Luego de eso la llevé a casa y la hice despedirse de sus elfos, ellos creyeron que se iría conmigo a otro país, claramente no diría a donde porque querrían buscarla. Le dí una generosa suma a todos por sus extensos años de servicio y los liberé.
Hasta que al final dí mi golpe de gracia.
— Obliviate —conjuré, tomándome el tiempo suficiente como para dejarla completamente vacía —Ahora eres Mirna Cameron, no tienes familia e hijos o eso es lo que dices, pues en realidad eres una maldita mujer a la que nadie quiere.
La dejé con unas pocas pertenencias fuera de un asilo.
Me deshice de sus cosas.
La casa no tardaron en comprarla.
Nunca más supe de Augustta.
Ahora estaba con Garret en Suecia y a punto de convertirme en un prestigioso profesor.
Ah, el curso claramente pude pagarlo.
Todo gracias a mi dulce abuela.
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