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23.

George Weasley.

. .  . Ver el pañuelo manchado de sangre no fue un buen indicio.

Lástima que me tardé mucho en darme cuenta y hacerme cargo de mi mismo. . .

Luego de la muerte de Fred nada fue lo mismo.

Él era parte de mi y la vida lo había arrebatado de mi lado, me lo había quitado de la forma más abrupta y repentina. Sabíamos que ese tipo de cosas en la guerra podrían pasar, pero jamás habíamos asimilado que eso podría pasarnos a uno de nosotros, nunca pensé que sería alguien de mi familia, uno de mis hermanos, menos Fred.

Lo siento, pero hubiera preferido que fuera cualquiera menos él.

Es raro sentir que pierdes a tu otra mitad en el mundo, eso suele manifestarse por el lado romántico; sin embargo seguir en la vida sin mi gemelo se hizo asfixiante, se hizo una carga muy pesada y no pude hallar una vía de escape para poder seguir sin arruinarme la existencia.

Creí que con el tiempo todo iría mejorando, abrir la tienda sin mi hermano fue la peor experiencia que viví luego de la guerra. Entrar en Sortilegios sin Fred no fue lo mismo, ya no me gustaba tanto, ya no era tan divertido, ya no era tan genial hacer las bromas.

No era lo mismo reírnos del resto y comernos el mundo.

Mi hermano no era ningún santo o algo parecido, pero siempre estuvimos el uno para el otro cuando nos necesitamos, siempre estuvimos para darnos una palabra de aliento o para ser el bastón del otro cuando nos necesitábamos. Él había actuado mal en muchas ocasiones, pero yo también lo había hecho; por ende no era quien para juzgar cualquiera de las cosas que había tranzado.

Todos los espejos comenzaron a ser espejos de Oesed para mí. Aquel espejo mágico fue guardado en casa de mi hermana Ginevra, pude verme con las dos orejas. Al principio no entendía porqué esa ridícula reliquia creía que lo que yo quería era volver a tener los dos oídos; hasta que después lo supuse.

Ese no era mi reflejo en el espejo.

Podía ver a Fred.

Y eso comenzó a replicarse en todos lados, en todas partes veía a Fred, en los escaparates, en las ventanas del tren subterráneo, en los vidrios de las botellas y hasta en las pozas que la lluvia dejaba en la acera.

Un día por uno de los callejones en el centro de Londres muggle caí sobre mis rodillas, observando la cara de Fred en un charco frente a una de las tiendas.

Lloré, lloré como nunca había llorado y no me importaba estar montando un espectáculo en la calle, la tristeza de no tenerlo conmigo me había podido y mi estado emocional pendía de un hilo.

—¿George, Merlín; eres tú? ¿Te ha sucedido algo?

La voz familiar fue reconocida de inmediato por mi cerebro y observé a la chica que estaba agachada encluquillas a mi lado.

—No estás bien, deja que te ayude.

—Angelina, no sabía que estabas en Londres, pensé que te habías ido a Holanda —susurré conmocionado.

—He vuelto por temas familiares, pero anda ven conmigo; levántate.

Actué por inercia ante la figura conocida, quizás era eso lo que necesitaba y era compañía, cosa que durante todos esos meses me esmeré en denegar. Angelina fue la ex novia de Fred, antes de que él estuviera con Nina; ella se alejó completamente de nosotros luego de que mi hermano le terminara sin mayor explicación.

Caminamos hasta Sortilegios y allí nos quedamos conversando sobre lo que había sido de nuestra vida luego de todos los acontecimientos. Sabía que no era necesario que le contara que mi vida había sido una real mierda, ella era mi amiga de la escuela y no hacía falta mencionar lo obvio,pues ella tenía más que claro que lo estaba pasando pésimo.

—¿Cómo lo estás llevando?

Le observé, después de todo al parecer era inevitable para las personas preguntar cosas obvias.

—Pues he tratado de estar. . . bueno de estar —comenté sin convicción alguna.

—Creo que a Fred le gustaría que estuvieras tranquilo, que intentases salir adelante y no que sufras de esta manera.

Oh, no se me había ocurrido.

Como si  fuera tan fácil como que alguien me dijera que deje de sufrir y por arte de magia sucediera.

La maldita vida no era así, pero no quería ofender a nadie con mis palabras.

—La verdad es que aún no estoy listo, quizás en un tiempo podré sobrellevarlo, pero superarlo es imposible; no porque ahora esté muerto él dejará de existir en mi memoria.

Ella me observó y asintió, seguimos conversando sobre algunas cosas en particular y acordamos que nos veríamos en alguna ocasión para beber una cerveza de mantequilla en honor a mi hermano. Obviamente que yo no le buscaría para la reunión, ahora no solía socializar como antes y eso era porque estaba dolido.

La vida siguió y sentí que me iba quedando abajo de la ruleta, me estaba quedando abajo de la vida y eso no me causaba ninguna impotencia.
Volví a hallar a Angelina una noche en un bar muggle, ella estaba junto a algunas amigas que no supe donde había conocido, pues la verdad es que ambos necesitábamos de un espacio para que el dolor se paleara. Aquella noche la pasamos juntos, ninguno porque sintiera algo por el otro, yo quería olvidarme de la vida misma y ella necesitaba recordar a mi hermano.

No me sentí mal por haberme acostado con ella, después de todo mi hermano la había dejado hace años y ya no estaba. Ese fue el primer día en que hice sinapsis con mis neuronas en ese sentido y procesé de que él ya no estaba, además estaba seguro de que a él no le hubiera molestado.

Sin embargo a ella la ví tan conflictuada por el asunto que no volví a reunirme con ella, no necesitaba lamentaciones extras además de las que ya tenía por mí mismo.

No obstante aquello que había menguado en mí interior salió nuevamente a la superficie. Hace tanto que no estaba con una mujer que el haber tenido sexo con ella había despertado mi apetito otra vez, por lo que empecé a salir todas las noches y vez que podía metía a una chica en mi cama.

Necesitaba tener una vida miserable y escapar aunque fuera una noche de todo aquello que me tenía atrapado y no me dejaba avanzar, aunque fuera yo mismo el que se estuviera autoboicoteando. Las mujeres siempre habían tenido ese efecto en mí y había estado bastante alejado de las pistas, pues no había tenido ganas de estar con ninguna, se supone que el sexo era par disfrutarlo y no para hacerlo con alguien que parecía alma en pena como era mi caso.

De cierta manera eso me había logrado hacer centrarme de una u otra forma y todo estaba bien luego de casi un año después de la muerte de mi hermano, salía mucho más que antes, tenía mujeres guapas cerca de mí y la tienda estaba yendo bien; como siempre.

Lo único malo fue que comencé a decaer un poco en la salud, aunque nada que fuera para alarmarse, estaba pasando con gripe en reiteradas ocasiones y algunas veces estas duraban varias semanas. Pensé en un principio que se trataba de que toda esta situación había conseguido que mis defensas de cayeran, por lo que no tomé ninguna medida, los magos somos fuertes por naturaleza y no solemos asistir a ningún tipo de hospital a menos que sea estrictamente necesario.

Disfruté de la vida a concho, no me preocupaba por el día siguiente; vivir el día a día era la mejor calidad de vida que había tenido hasta ahora. Me alejé un poco de mi familia, pues no soportaba ver a mi madre en un estado tan deplorable como el mío.

Sí, en parte la había dejado a la deriva.

Pero no era posible que yo sanara si estaba siendo testigo del dolor que la partida de Fred le provocaba y lamentablemente uno tiene que ser egoísta a modo de supervivencia en ciertas ocasiones si no quieres hundirte con todo el resto.

Además que no toleraba que en cada visita viera a mi hermano únicamente por nuestra exacta imagen, no quería ser yo quien le causara más dolor. No éramos hijos ejemplares de nada pero si en algo me caracterizaba era en mi sensibilidad para tratar con mi madre, no podía verla llorar ni concebir la idea de que ella llorara un extra sólo por verme.

Luego de unos meses mi garganta dolía.

Me incomodaba cuando tosía, pues estos estados gripales jamás dejaron de aquejarme desde que habían comenzado, siempre estaba estornudando y sintiéndome algo débil.

Una mañana desperté sumamente congestionado y cogí papel.

Ver el pañuelo manchado de sangre no fue un buen indicio.

Lástima que me tardé mucho en darme cuenta y hacerme cargo de mi mismo.

Eso claramente no era normal, no era normal toser ni escupir pequeñas gotitas de sangre, algo estaba mal conmigo y tenía que averiguarlo pero fui cuidadoso, sabía que si iba a San Mungo cualquier persona conocida de mi familia o algún antiguo amigo me vería y le diría a mis padres que me habían visto y eso les generaría una preocupación extra, debido a eso visité un centro médico muggle en la parte principal de Londres.

La doctora que me atendió fue muy detallada en su atención y aparte de hacerme algunas pruebas de rutina, me sugirió ir a un profesional que los muggles llamaban psicólogo.

—La verdad es que no creo que hablar de mis problemas con alguien vaya a solucionarlos.

—Pues tener todo este peso dentro de ti no te ha traído ningún provecho, entiendo tu dolor y tu pérdida; pero es hora de que te hagas cargo de tu vida ahora —me habló —En una semana quiero que vengas a ver los resultados de tus análisis y en base a eso tomaremos una decisión en base a tu tratamiento, pues no podemos decir nada a ciegas y espero que pongas de tu parte para que estés mejor, debes hacerlo por tí mismo.

Ella me había hablado sin ningún tapujo y la verdad es que era necesario para que pudiera aterrizar, me había descuidado de tal manera que fue irreversible.

Sí.

El día en que fui en la búsqueda de los resultados de mis pruebas, ella me observó de manera seria y me entregó un sobre con todos los papeles.

—Hemos descubierto George, que la causa del decaimiento en tu estado de salud, es que estás enfermo.

Escuché sus palabras de manera agónica y tratando de asimilar el tono de voz suave pero severo de la doctora, es más, podía sentir su reproche.

—Te contagiaste de VIH, George —declaró —En base a lo que me comentaste en la sesión pasada, no tuviste un estilo de vida cuidadoso y a lo largo de tu vida mantuviste actitudes promiscuas que no son malas siempre y cuando te cuides con responsabilidad.

—¿Qué quiere decir? —pregunté con un hilo de voz.

—Si quieres sobrevivir, debes ser responsable, lamentablemente también demoraste demasiado tiempo en tomar cartas en el asunto, tu enfermedad ha evolucionado a SIDA, por lo que cualquier resfrío va a complicar tu estado, pues tu sistema inminologico está demasiado debilitado, debemos de iniciar el tratamiento ahora.

En ese instante mi mente dejó de oírla y se fue haciendo memoria de todas las chicas con las que me había acostado.

¿Con cuál me habría contagiado?

O es que yo las habría contagiado a todas ellas.

Pues eso lamentablemente jamás lo sabría y tampoco tenía la oportunidad de avisarle a todas ellas que un día se acostaron con un pelirrojo sin protección y que ahora lo más probable era que estuvieran enfermas por mí culpa.

Antes mis actitudes jamás habían removido mi conciencia.

Ahora que mi vida pendía de un hilo por mi culpa, tampoco estaba viendo su real valor.

Lo que sí sabía era que no sería capaz de darle otro dolor a mi madre o a mi familia.

Lo mejor sería irme.

Y que jamás volvieran a saber de mí.


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