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21.

Frederick Weasley.


Y nadie se percató pero la guerra llegó y con ello todo lo que creímos que teníamos seguro se esfumó. No se podía decir que estabamos esperanzados o que teníamos grandes oportunidades de supervivencia, todos estaban en la incertidumbre.

Sin embargo no era algo que fuera a importarme, Voldemort no era significativo en mi vida, no me era relevante si ganaba o si perdía. No me había unido a la órden por el bien común, me había unido para intentar hallarla, para dar con ella; pues nada tenía sentido en mi vida si no estaba ella presente.

Ella tenía la culpa de todos mis miedos, mis desgracias y mis desventurada vida, desde que se esfumó y no tuvo consideración conmigo.

Nina era una perra que no tenía sentimientos y que durante todo el tiempo que estuvo conmigo me usó a su antojo y me manipuló sabiendo lo enamorado que estaba de ella. Todo lo hizo con el fin de fastifiarme, porque era una persona egoísta y calculadora; tal como su amigo, tal como todos los Slytherin.

Por eso cuando la ví llegar aquel día entre la horda de mortífagos en el castillo no iba a perderla de vista.

Tenía que saber que me pertenecía y no tenía ningún derecho a hacer lo que hizo conmigo.

Por eso cuando la ví, recordé los meses anteriores a este fatídico encuentro, a ese que estaba sucediendo en este instante en medio de cristales rotos, maldiciones imperdonables y cadáveres que caían de ambos bandos.

Ella me sumió en un espiral de ira y de sufrimiento.

Ella me convirtió en el moustro que me convertí.

Si ella no me hubiera abandonado no tendría estos pensamientos de odio a cada momento.

Fue su culpa.

Mis pensamientos se fueron a unos meses atrás, junto a George decidimos cerrar Sortilegios Weasley debido a la gran cantidad de mortífagos que solían andar por el Callejón Diagon y que siempre iban a molestar a la tienda, lo hacían a propósito; sabían que ella había tenido algo conmigo y me lo enrostraban, veía sus miradas de burla sobre mí.

—Los odio, te juro que deseo que mueran todos.

—Tranquilo Fred, no debieras tener ese tipo de pensamiento, sabes que de un momento a otro sucederá lo inevitable y se dará la batalla donde de una vez por todas volveremos a estar en paz.

—No me interesa la batalla, George —solté —No me interesa quien tu sabes y su estúpido ejército, tampoco me interesa el maldito propósito de la Orden porque lo más probable es que todos moriremos por tratar de salvar a Harry.

— ¿Te estás escuchando, de qué hablas?

—Pues no me interesa lo que suceda con el mundo mágico, sabes a quién estoy buscando.

Mi hermano miró mi rostro con fastidio e incredulidad.

— ¿Es enserio, Fred? ¿Otra vez lo mismo? De verdad tienes que superarlo, ella se fue hace meses y no va a volver, hay carteles de «se busca» de ella por todo el Londres mágico, sabes que ha hecho cosas horrendas y que no está interesada, no sé porqué te empeñas en querer seguir metido allí.

— ¡Pues porque ella me ama y debe volver conmigo!

George no entendía lo que era estar enamorado, él sólo se acostaba con las mujeres por diversión, no era mi caso, no podría estar con otra mujer que no fuera ella.

—¡Maldición Fred, estás enloqueciendo! Ella te dejó y se unió a las filas del señor tenebroso ¿Es tan difícil de comprender? De verdad que estoy empezando a entender a mamá cuando dice que necesitas ayuda y que estás obsecionado con la situación.

— ¡No estoy enloqueciendo! Lo que pasa es que ustedes no lo entienden, ella jamás me dejaría así como así —lr grité —Jamás huiría de mí, no; no lo haría.

—Sabes, piensa lo que quieras; yo no querría estar con una persona como ella, enserio no sé cómo puedes. . .

En ese momento me estresó la manera de pensar que tenía, se estaba portando sumamente intransigente y sabía que mi gemelo no era la mejor persona de la Tierra, es más, tenía muchos secretos ocultos que no compartía con nadie, ni siquiera conmigo.

—De verdad creo que no te sienta hablar así de ella.

— ¿No puedo creerlo, le estás defendiendo? Ayer estabas hablando de ella como si fuese lo peor que te había pasado en la vida.

—Sí, eso puedo mencionarlo yo, pero no tú.

— ¿Y porqué? ¿Acaso la reputación de Nina Illich podría mancharse si es que hablo mal de ella?

Eso fue una dura puñalada de parte de mi gemelo, la persona a la que más quería.

—No, pero lo dices como si fueras una buena persona.

Ví como su cara se ensombreció y sus facciones cambiaron repentinamente.

— ¿Qué quieres decir?

—Que tienes una vida oculta que te esmeras por esconder, hablas de ella como si fuera lo peor del mundo cuando tu tienes un kilo de polvo bajo la alfombra, tienes un montón secretos oscuros de los que no quieres que nadie se entere.

— ¿Qué insinúas, Fred?

—No hables de ella, pues también tienes cosas de las cuáles tu mismo deberías reprocharte, es más, diría que ella tiene menos crímenes sobre los hombros que tú.

Esa fue una de las tantas conversaciones tensas que tuvimos con George a cerca de Nina, él no podía entender el porqué quería hallarla, él no entendía nuestro amor, no entendía que esta sólo era una mala etapa en nuestra relación. Pero sabía que cuando nos volviéramos a encontrar todo sería como antes.

Detestaba que mi familia me tratara como a un loco obsesivo, mi madre un día habló de internarme un tiempo en el ala psiquiatrica de San Mungo después que un día tomara del brazo a una chica creyendo que era mi hermosa chica.

¿Un error lo comete cualquiera no es así? ¿Por qué me juzgaban tanto?

—¡Le gritaste en la calle a una chica muggle, Fred! —chilló mi madre mientras yo le restaba la importancia que según ella el asunto tenía.

—No exageres, ya no recuerda nada.

—Deberías agradecer que tu padre se hallaba junto a tí, ¡De lo contrario quizás qué habría pasado! Maldito el día en que conociste a esa chica ¡Arthur, dile algo!

—Tu madre tiene razón hijo, creo que deberías buscar ayuda. . .

— ¿Tratan de decirme qué? ¿Qué estoy loco? Pues no es así.

— ¡Mira cómo estás hablando Fred, esto no debería ser tema, deberías haberlo superado! Pero no fue así y no voy a juzgarte, sólo creo que debieses hacer algo al respecto.

— ¿Algo como qué?

—Como hacer un tratamiento con un psiquiatra.

— ¿Osea si estás diciendo que estoy loco?

—No hijo, solamente tus reacciones me preocupan demasiado.

—Pues te diré algo madre, deja de meterte en la vida de todos, por si mo te has dado cuenta ya estamos bien crecidos y no queremos tener a ninguna mujer odiosa tras de nosotros ¿O no te ha quedado claro todavía? Has fastidiado a Bill con su relación con Fleur, a mi con Nina, ahora puedo entender porqué Percy se ha alejado.

— ¡Basta jovencito, no vendrás a ofender a tu madre en mi presencia!¡Te largas de inmediato!

Sí, admito que eso no fue correcto.

Siempre detesté a Percy por lo que hizo pero de verdad que Molly lograba sacarme de mis casillas cuando se lo proponía, de verdad que se comportaba como si tuviera hijos de seis años y hasta Ginny ya sabía qué era lo que quería de la vida.

Pero aún así me disculpé y le dije que olvidaría el tema; no quería más discusiones en casa y quería tranquilidad.

En todas partes estaba Nina, la veía en los escaparates, en los reflejos de los vidrios e incluso a veces pasaba caminando junto a mí, burlándose de que no podía tocarla o agarrarla para que no se fuera.

— ¿Me extrañas, Freddie? —me dijo un día desde los pies de mi cama.

—Eres una maldita, sólo vienes a burlarte de mí.

—No, no soy una maldita; tú eres quien me dió ese poder sobre tí, asqueroso traidor a la sangre, tú y tu familia serán los primeros en caer.

—¡Cállate!

En ese momento George entró en mi habitación.

— ¡Eh! ¿Con quién discutes?

En ese momento observé y ya no estaba, se había ido.

—Nada, fue una pesadilla; perdón por despertarte —mencioné —Vuelve a dormir.

¿Qué había sido eso?

La había visto y sentí un puñado de ira y de odio, tenía ganas de acabar con ella y con su existencia. Durante las noches tenía pesadillas con su imagen y durante el día las ojeras en mi cara eran tan notorias como mi errático comportamiento.

Los meses pasaron y cada vez se hacían más frecuentes los episodios en donde la veía aparecer de la nada y desvanecerse de inmediato, la veía, la escuchaba, la oía reírse de mí y mencionar palabras que no lograba entender.

Hasta que un día la divisé entre un mar de personas y la seguí. Iba junto a una chica rubia que lo más probable es que fuera Lovegood, fui acortando las distancias entre ellas y de pronto se quedaron frente a una florería.

— ¡Nina! —grité y se volvió, observándome desconcertada.

Mis manos actuaron por si solas y se fueron directamente a su cuello, lanzandola al suelo.

— ¡Maldita, por qué me abandonaste! ¡Arruinaste mi vida, maldita perra!

— ¡Suéltala, demente! —habló una voz desconocida.

Pero mis manos no querían dejarla ir, hasta que sentí un golpe seco en mi cabeza y no supe más hasta que desperté atado en una camilla en una habitación con una mini ventana pude escuchar a una médico hablar con mis padres.

Frederick durante mucho tiempo fue desarrollando un cuadro agresivo obsesivo por una figura que ha visto como de su propiedad, debemos hacerle estudios pero lo que sí es certero es que debe de estar en observación.

— ¿Qué sucede con él? —oí a mi padre.

—Sufrió de un cuadro de psicosis, lo más probable desarrollado por cuadros depresivos no tratados, que condicen con la configuración de su personalidad posesiva, no quiero atreverme a decir nada todavía, pero creo que Fred tiene un trastorno límite de personalidad y en el peor de los casos puede que tenga esquizofrenia paranoide debido a los cuadros severos de alucinaciones que presenta.

Patrañas, estaba perfectamente; sabía que si volvía a hablar realmente con mi princesa todo estaría bien, de eso podía estar seguro.

Pero fingiría que les hacía caso para salir lo antes posible de ese agujero al que por equivocación había caído.

Por eso que el día de la batalla de Hogwarts nadie esperó verme allí, todos se asombraron cuando aparecí en medio de todos, pero debía buscarla y arreglar las cosas con Nina.

Debía verla y decirle cuanto la amaba.

Cuando realmente me aseguré de que ella estaba frente a mí, sólo ví una chica que la suplantaba.

—Expelliarmus —Mi varita salió por los aires.

¿Cómo me hacía eso?

La amaba.

—¿Qué haces? ¡Por qué me tratas de esa forma!

— ¡Deja de actuar como si hubiera algo entre nosotros! ¡Eso se terminó!¡Hace mucho y no te quiero ver! Es más, deseo que te mueras.

Esas palabras activaron algo en mi cerebro, quizás era su manera de decirme la única manera que teníamos de estar juntos.

—Te entiendo, cariño.

Todo sucedió muy rápido, ella no tuvo tiempo de lanzarme otro hechizo, pues la tomé por los brazos e intenté que ella tuviera el último gesto cariñoso conmigo.

—Dime que me amas, pues yo lo hago; te amo a pesar de todas las cosas malas que me has hecho.

—Ya te lo dije, deseo que mueras.

Con todas mis fuerzas mis brazos azotaron su cuerpo contra uno de los muros y sentí como el hueso de su cabeza sonó al quebrarse, la sangre comenzó a fluir cuando su cuerpo cayó y sus ojos sin vida quedaron abiertos y sin brillo.

—No te preocupes, cariño; estaremos juntos muy pronto.

Claro que haría lo que ella quería, iba a cumplir su deseo.

Por lo que cuando un mortífago lanzó un hechizo que provocó una explosión no hice nada por salir de allí, una enorme viga cayó del techo justo donde estaba parado.

Lo último que ví fue el cuerpo del amor de mo vida y tuve la certeza de que nos encontraríamos nuevamente.

Quizás en el infierno, pero estaríamos juntos.

—¡Freddie!

Escuché a George tratar de advertirme, pero seré honesto, entre estar vivo o muerto, prefería lo segundo para estar con ella.

Y nadie me lo impediría.

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