14.
Hermione Granger.
Al inicio de mi sexto año todos estaban paranoicos por el regreso de Lord Voldemort; Hogwarts había puesto aurores en cada entrada a la escuela, los viajes a Hogsmeade eran totalmente supervisados y el clima estudiantil no era el más relajado.
Sin embargo las actividades extraordinarias no podían posponerse o eliminarse ya que nadie sabía a ciencia cierta donde estaba el señor tenebroso o qué era lo que tenía en mente, por lo que en el colegio todo trató de desarrollarse con una normalidad algo acontecida.
La segunda semana de Octubre la profesora McGonagall me llamó a su oficina, según ella necesitaba hablar de un tema importante conmigo. No supe en ese momento cuál podía ser el tema a tratar, puesto que mis notas eran las mejores hasta el momento y mis labores de prefecta no dejaban nada que desear.
— Señorita Granger, la he llamado puesto que se ha abierto una posibilidad de que los mejores alumnos de Hogwarts sean enviados a conocer las dependencias de un Instituto de Magia Privado en la península Escandinava.
Las palabras de mi jefa de casa captaron de inmediato mi atención. Esa sin duda era una oportunidad que pocos tendrían; sabía que nadie dentro de la escuela podría hacerme el peso académicamente hablando, y si la profesora estaba hablando conmigo era porque confiaba en mí completamente.
— ¡Profesora, qué emoción! — exclamé— ¡Me encantaría poder asistir! De verdad que si me escoge no voy a decepcionarla.
Minerva sonrió y se acomodó en el asiento de su despacho.
— Siéntese, señorita Granger — indicó —Usted sin duda es una de nuestras mejores estudiantes, podría llegar a decir que es la mejor de la generación— me halagó —Sin embargo hay algunas cosas que debe saber.
Fruncí el ceño porque no entendía cuál era la preocupación de la bruja.
— No estoy entendiendo mucho profesora ¿De qué se trata la estadía allá?
— Verás Granger, no quiero que pienses que como escuela dudamos de tus capacidades mágicas y mucho menos de tus habilidades como bruja —aclaró —Sin embargo debes saber que Trofalistir es una escuela basada en el prejuicio y el elitismo.
Comprendí de inmediato lo que McGonagall quería decirme.
— Aquí en Hogwarts sabemos que no te has dejado abatir ni intimidar por los comentarios de algunos de tus compañeros, me refiero en relación a tus orígenes—comentó —No obstante, todos los que asisten allí comparten estas creencias, no malinterpretes lo que digo, sólo quería que supieras que como colegio mereces el reconocimiento, pero deberás asumir que quizás las cosas no sean tan pacíficas como aquí.
Las palabras de la profesora me abrumaron por un momento; no porque no confiara en mis dotes y en mi aprendizaje, detestaba que creyeran que no era capaz de soportar a un grupo de imbéciles que se creían superiores, de cierta forma aquí también creían que era débil de una y otra manera.
— Profesora, quiero asistir — declaré —No se preocupe, usted misma ha dicho que me merezco la oportunidad así que la tomaré.
— Bien Granger, hablaré con los maestros y los pondré al tanto de tu situación — me sonrió —Debes saber que estarás fuera un mes y también quiero agregar que debes ser cuidadosa — me miró con sus ojos penetrantes —No quiero ser majadera, pero con todo esto del regreso de Voldemort, el ambiente allá podría ser algo hostil; no debes bajar la guardia.
Agradecí los consejos de la profesora y después de eso corrí a contarles a Harry y a Ron, quienes se mostraron bastante preocupados. Al parecer todos conocían la fama y reputación de dicho lugar y no creían que fuera capaz de manejarlo.
El tiempo pasó y el día que partiría llegó al fin, estaba sumamente emocionada por todas las vivencias que a partir de ese momento viviría, toda la magia que aprendería y la oportunidad que se abría para mí.
— Vamos a extrañarte—murmuró Harry abrazándome antes de que subiera a la carroza que nos llevaría al norte —Escribe en cuanto llegues y no omitas detalles, queremos saberlo todo.
Ronald me sonrió y yo me acerqué a despedirme de él.
— Si Hermione, debes escribirnos — dijo uniéndose a las palabras de Harry — Cualquier cosa que necesites, espero que puedas sobrevivir sin nosotros —bromeó.
Sonreí ante el sarcasmo y les dí un beso en la mejilla.
— No necesitaré nada, recuerden que ustedes son quienes podrían necesitar de mí — reí —Por favor cuídense y no se metan en problemas, Ron cuida de Harry.
— No exageres Hermione, sólo estaremos sin tí un mes ¿Qué podría pasarle?
— Pues que lo ataque el señor tenebroso — comenté y los tres sonreímos para emitir una carcajada —No olviden averiguar sobre lo que vimos de Malfoy, denme novedades — susurré — Les quiero.
El señor Filch tomó mis cosas y después de eso me subí al carruaje, no iba sola; éramos cinco en total Sophie Thompson de séptimo de Hufflepuff, Gabriel Johnson de quinto de Ravenclaw, Rose Abott también de Ravenclaw pero de séptimo y Daphne Greengrass de mi año de Slytherin. Con ninguno hablaba más que de saludo y con Greengrass ni si quiera eso, pero confiaba en que una vez allá podría establecer amistad con otros alumnos extranjeros.
Daphne se sentó frente a mí y me sonrió de manera cínica.
— ¿Qué ? — pregunté extrañada.
— Nada, sólo me preguntaba qué es lo que estaban pensando aquí en la escuela para enviarte allá — rió con desprecio — ¿Estás consciente de que vamos a unos lugares donde repudian como diversión a los sangre sucia como tú?
— Mira Greengrass, ya tengo suficiente con ustedes todo el año, créeme que nada me mata.
— Eso es porque tienes a tu dúo de guardaespaldas, entiende que si no estuvieras con Potter y Weasley no serías nada aquí y eso será siempre así — comentó con desprecio —No lo digo para molestarte, sólo para que te prepares.
Lo que quedó de trayecto, que fue un día completo; lo pasé leyendo e ignorando a mis compañeros, cada uno estaba concentrado en sus propios asuntos, debido a eso no intercambiamos muchas palabras.
Cuando arribamos a Trofalistir pude maravillarme con su infraestructura, sus planicies cubiertas de césped, las mostañas nevadas en el horizonte y la belleza glaciar del lugar. Era mucho más grande que Hogwarts y no entendía el por qué, ya que una cantidad muy reducida de alumnos eran seleccionados para asistir.
Me quedé cerca del grupo y una mujer alta con un elegante traje de dos piezas color azul y unos tacones inmensos fue a recibirnos, su piel era muy pálida y tenía unos ojos felinos que daban miedo.
— Bienvenidos a Trofalistir, soy la subdirectora Petra Zokharova, espero que la estancia que vivan aquí sea satisfactoria y que amplíen su conocimiento en todas las ramas de la magia, a todos se les comentó que tenemos reglas muy estrictas, una infracción y serán de vueltos a su escuela de inmediato — aclaró — Cada escuela tiene un tutor asignado que será el encargado de resolver todas sus dudas.
Hizo ademán de llamar a alguien y un chico guapísimo apareció ante nosotros, me hizo recordar a Gellert Grindelwald, pues tenía un aspecto albino y unos rasgos totalmente finos.
— Él es Alistair Hummels — le presentó la mujer — Estará a cargo de Hogwarts, así que todo lo que necesiten deben pedírselo a él.
La mujer desapareció y el muchacho que no debía de tener más de diecinueve años habló.
— Seré su encargado durante su estancia, ya saben mi nombre —habló de manera algo fría —Las clases partirán el miércoles, estos días son para que se habitúen y conozcan las reglas del lugar, las instalaciones pueden ser usadas libremente por ustedes siempre que respeten las normas, no existe horario para estar en las habitaciones, pues eso es muy de escuela sosa.
Caminó guiándonos a los que asumí que serían nuestras habitaciones, lo seguimos por caminos de piedra y enredaderas de hiedra.
— No se usa uniforme aquí, pueden vestir libremente, sólo deben respetar la disciplina y las clases obligatorias, lo demás es explotación personal — posó de pronto su mirada en mí —Estos son sus aposentos, cada uno tiene una habitación individual en esta torre, están junto a Ilvermorny — frunció los labios y sacudió su cabello de manera encantadora —Cuídense ustedes mismos, aquí nadie va a protegerlos, así que sin más que decir les dejo para que se instalen, a las ocho se sirve la cena en el comedor principal y por favor honren la memoria del fundador.
— Te lo dije, deberás tener ojos en la espalda Granger; aquí nadie va a cuidarte. — susurró Greengrass.
Mi mente era un torbellino de ideas y de ansias de aprender. Al día siguiente cada uno tuvo una reunión personal con Petra; ella nos asignó un horario y clases por igual, era una mujer bastante impersonal que no entregaba mayor contención. Mis clases eran extensas, pues pedí el horario más completo que pude.
Dentro de la torre me hice cercana a Danielle Morgan de Ilvermorny, ella era agradable y no se veía engreída como la mayoría de los estudiantes que las escuelas habían enviado que se relacionaban muy poco con todos.
Jamás había conocido a personas tan arrogantes como los alumnos de Beauxbatons o Durmstrang, los japoneses eran demasiado apáticos y los brasileños tenían un grupo cerrado al igual que los que venían de Uagadou –la escuela africana– En esa ocasión los rusos no habían asistido.
— Hogwarts debe ser increíble — murmuró Danielle mientras fuimos camino a la primera clase, las dos teníamos el mismo horario.
— Lo es, extraño a mis amigos y a los profesores la verdad.
— Bueno, esta es una oportunidad que no podíamos desaprovechar — sonrió para infundarme ánimo —En un mes estarás en Londres otra vez.
El aula sólo tenía quince alumnos por clase, haciendo todo más personalizado. Mi primera materia era Estudio de la magia negra, no me convencía del todo estudiar eso, pero si estaba en el horario no me quedaba de otra.
— ¿Te pasan esta clase de materia en Norteamérica? — susurré a mi compañera.
Ella negó con la cabeza
— Está prohibida, no tenemos formación que inculque las artes oscuras.
— En Hogwarts tampoco, sólo para evitarla.
El salón se fue llenando y esperamos la llegada del profesor.
— No sé por qué creo que será un anciano aburrido y con ansias de ser mortífago — murmuró Danielle.
Yo reí por su comentario pues pensaba lo mismo.
Luego de unos minutos entró una bruja bastante joven con un vestido negro apegado a su figura y unos tacones con los que me habría caído tan sólo pararme, tenía el cabello lacio y liso; no había que aclarar que emanaba un aura oscura como la mayoría de las personas en el Instituto. No emitió palabra y no se presentó, sólo se sentó atrás del laboratorio en un mesón y cruzó sus piernas de manera sensual, haciendo babear a la mayoría de la población masculina del salón.
— Buenos días, estudiantes — por estar pendiente de la bruja no me dí cuenta de la llegada del profesor—Soy Ezra Chejovik su maestro en esta clase, quiero que todos puedan abrir su mente e intentar quitar sus limitantes, así que quiero que abran la primera página en los libros que la señorita Rothbart va a entregarles — siseó su apellido casi con devoción — y lean el primer capítulo para que después lo conversemos.
— No era cómo me lo imaginé — susurró Danielle — Es guapísimo.
Al parecer todos en el instituto eran prácticamente esculpidos en granito y pulidos con una piedra marítima; todos tenían una elegancia sin igual y una esencia que te hacía dudar si acercarte o no, el maestro no era la excepción, tenía unos veintisiete años, cabello oscuro, tez avellana, ojos preciosos y una complexión fibrosa.
Percibí como sus ojos escrutaban a todos en la sala, sobre todo a la que debía de ser la ayudante de laboratorio. Ella nos entregó el libro y nos saludó educadamente; de inmediato me enterré en la lectura, no obstante no esperaba hallar algo tan denso, el primer capítulo era sobre objetos malditos y cómo crearlos.
¿Esto era enserio?
¿De verdad te enseñaban cómo crearlos y usarlos en contra de alguien, habían libros sobre eso?
Terminé de leer completamente anonadada y el profesor con un simple movimiento de varita organizó la sala en un círculo, quedando él a la vista de todos.
— Cuéntenme sus experiencias — musitó con una voz angelical — ¿Abrumador?
Algunos de mis compañeros nuevos hablaron maravillas, siendo aduladores y cínicos, estaba segura de que la mayoría no tenía idea del tema. Por lo que levanté la mano para dar mi punto de vista.
— Dime ¿Cuál es tu nombre? — susurró, dejándome algo perdida.
— Hermione Granger, Hogwarts — contesté y sentí algunas risas en la sala pero los ignoré.
— ¿Qué le ha parecido, señorita Granger? Según sé, en su escuela las artes oscuras están restringidas.
— La verdad esto es nuevo para mí, jamás había leído materias tan explícitas en lo que magia oscura refiere, me parece algo innecesario — confesé — Siento que existe magia elemental sumamente poderosa, esto es como cruzar la línea.
Escuché susurros y el profesor agudizó su mirada sobre mí, interesado al parecer.
— Dígame Granger ¿Por qué ha querido venir a Trofalistir? — preguntó de manera insisiva y directa.
— Quiero aprender más sobre el arte de la magia.
— ¿Y no es eso lo que haces ahora?
Enmudecí, no sabía que contestar pues tenía razón.
— Sí, pero. . .
— Le sugiero señorita Granger, que abra su mente y piense realmente si quiere estar aquí — habló en tono imponente — Creo que si no se siente cómoda aún puede volver a la amistosa y tierna Hogwarts.
El salón rió por lo bajo, él se estaba burlando de mí.
— Podemos avanzar con los contenidos por favor — preguntó uno de los alumnos de Durmstrang —¿O dejaremos que una nacida de muggles miedosa no nos deje avanzar?
Eso me golpeó el ego y me metí en el libro por lo que quedó de la clase.
— ¿Estás bien? — me preguntó Danielle al final de la cátedra —Eso no estuvo bien.
— No te preocupes, estoy acostumbrada, en Hogwarts también me molestan por tener padres muggles, así que no es ninguna novedad.
Y eso sólo sería el comienzo, no había ocasión en la que alguno no hiciera notar mi origen; todos se sorprendían de mi conocimiento, que era asombroso viniendo de alguien como yo, que era insólito.
Insólito sus pelotas, todos eran unos elitistas de mierda que no eran capaces de decir de frente que no querían que estuviera allí. Más no les daría en el gusto.
— Supe que has tenido un inicio algo acontecido, Granger — Alistair no solía hablar demasiado conmigo ni con nadie, pero sí le había visto muy cerca de Merlina Rothbart –la asistente de laboratorio de Chejovik –
— Estoy bien, gracias.
— Voy a darte un consejo, creo que si mal no recuerdo por lo que supe, Rothbart ya habló contigo ; hazte fuerte y mantén tu temple, aquí de nada sirve hacerse el sabelotodo, menos ahora que viene tu primer examen en las materias.
— Sí, ella también me dijo que ignorara al resto y me concentrara en mí — contesté, tratando de evitar el episodio en el que ella me halló casi al borde de las lágrimas hacía unos días atrás.
— Eso es lo que hacen todos aquí, pensar en sí mismos — concluyó y antes de que se volviera, me atreví a tomarlo del brazo.
— Alistair — susurré — ¿Tú podrías ayudarme a repasar algunas materias en las que tengo algunas dudas? Eres nuestro guía y dijiste que podíamos hacerte las consultas.
Él al principio pareció no entender y después emitió una carcajada sonora.
— ¿Es enserio? ¿Crees que alguien aquí te ayudará a estudiar? Mira te voy a hacer un favor y no le mencionaré a nadie que me pediste esto — rió —¿Dónde crees que estás? ¿En Sosowarts?
Dicho esto dió media vuelta para retirarse.
Entendí que en este sitio estaba totalmente sola y que nadie le ofrecía ayuda a nadie.
¿Dónde estaba la buena voluntad?
En Trofalistir no existía, ese era el espíritu que plasmó el fundador –Vultirus Fedwalisfur –un elistista, purista e imbécil islandés.
Lo peor no fue eso, lo peor fueron los exámenes.
Conseguí varios extraordinarios, sin embargo en las materias que el instituto menos consideraba. No podía creerlo, había reprobado en estudio de la magia negra.
Imposible.
Esperé al profesor Erza afuera de su despacho luego de la entrega de las primeras calificaciones para poder hablarle y que volviera a revisar mi examen.
— Granger — la voz de Merlina me sacó del estrés en el que me hallaba—Espero que no estés a la espera de Ezra para lo que creo que estás.
—Si me disculpas quiero hablar con el maestro.
—Mira, tu examen fue calificado por mí, al igual que el de todos tus compañeros ¿Quién te crees que eres, que te hace pensar que alguien se equivocó al calificarte? Bájate de la nube rosa en la que vives y asume que reprobaste, debes estudiar más y punto. — rebatió— Ten amor propio y vete antes de que Chejovik se ría en tu cara al igual que en las clases.
Maldita sea, tenía razón.
Lamentablemente no era buena en eso, las artes oscuras jamás habían estado en mi lista de temas favoritos a estudiar, iban contra mis principios pero me golpeaba el orgullo no aplicar de la misma manera en la que todos lo hacían, todos estudiaban magia tenebrosa como si nada, sin ningún escrúpulo y no podía ser como ellos.
Sin embargo prefería lanzarme de la torre antes de reprobar.
Comencé a estudiar a cada momento, pues en el segundo examen mejoré en todas mis materias, algo que me regocijó, no obstante en aquella seguía sin ser suficiente para mí.
Un supera las expectativas no era para mí, debía ser un extraordinario.
No podía pedirle ayuda a nadie, Danielle no estaba ni un mísero knut en la materia, por lo que ella no solía estudiarla tan seguido. Supuse que tendría que pensar como todos lo hacían en ese agujero oscuro que se hacía llamar escuela.
Comencé a visualizar a Ezra y dí con su punto débil.
Le gustaban las estudiantes.
Asqueroso por cierto, sin embargo saber esa información era útil.
Lo primero que pensé fue en reportarlo, pero no lograría más que todos volvieran a decir que era una nena que andaba por la vida siendo una chismosa. Así que rápidamente mis pensamientos fueron ir un paso más allá.
Como mujer me percaté que le gustaba el estilo salvaje de Clara Riveira de Castelobruxco y le solía hacer cumplidos por su cabello, también se quedaba mirando como idiota la cara fina de Greengrass, lo descubrí con su mano en la cintura de Emma Gustavson de Beauxbatons y que observaba con deseo o la señorita Rothbart.
Con más interés del que lo hacía con las demás.
Quizás tenían una aventura y podría chantajearla a ella para que me ayudara con los contenidos, se suponía que en la escuela había una regla de que los maestros no podían inmiscuirse con los demás funcionarios. Mi plan cayó por tierra cuando la ví con Alistair, besándose de manera bastante fogosa en uno de los salones cerca del prado.
¿Qué estaba dispuesta a hacer por aprobar ese ramo?
Todo.
Y si era necesario llamar su atención de una forma vil como la que pensaba en ese momento lo haría, después de todo jamás volvería a verle.
Un día que salí al centro de la cuidad compré un vestido negro y unos zapatos elegantes, supuse que tendría que cambiar algo mi estilo para llamar su atención. Comencé a vestirme de manera más formal y varios se dieron cuenta, en las clases me observaban e incluso algunos chicos que jamás me habían saludado comenzaron a hacerlo, pero les ignoré; iba por el pez gordo.
Un día al acabar la clase me acerqué al profesor y traté de usar un tono sutil.
— Me gustaría que me explicara algo de la clase que no comprendí del todo.
Él ni siquiera me miró.
— Hablalo con Rothbart, ella es la asistente de laboratorio Granger.
— Profesor, por favor. Necesito de su ayuda. — siseé colocando una de mis manos en su hombro y acaricié un poco.
Eso de inmediato lo hizo mirarme y dejó la pluma, me observó de arriba a abajo de forma abusivamente exagerada y se puso de pie.
— Me gusta tu nuevo estilo, va mucho mejor con el Instituto; sin embargo sólo es la fachada, siento tus dudas Granger.
Eso me hizo tiritar, pues lo dijo en mi oído.
— Sé perfectamente lo que tratas de hacer, no necesito preguntarte — alardeó — Pero has tenido valor y eso me gusta, te queda sexy.
— Profesor. . .
— Deja las formalidades, no has venido aquí vestida así para decirme profesor.
Me tomó del brazo y me acorraló contra la pared, juntó su boca con la mía y allí me besó, dejé que él llenara mi cavidad con su lengua; creando un beso fogoso y nada cauteloso, me apretó contra él y pude sentir cómo se excitaba con el beso que estábamos dándonos. Debo admitir que jamás había dado un beso así, de tal intensidad y menos con alguien tan mayor.
Paseó sus manos por mis caderas y bajó hasta mi trasero, apretandolo sin pudor.
— Quiero que vengas a la noche a mi despacho — susurró agitado —Y no te hagas la que no sabe para qué.
No fue necesario hacer mucho más, desde esa noche solía acostarme con él. Fue algo de lo que ambos sacamos provecho, él de acostarse con una chica más jóven, yo con el fin de mejorar mis notas.
Era un trato justo.
Me gustaba pasar las noches en su cama, era viril, fogoso, pasional y estaba segura de que jamás tendría sexo con alguien como lo hacía con él. No se limitaba y eso me agradó.
No mencionaré detalles ni nada por el estilo.
Hubo un momento en el que debo admitir que todo sería en vano, puesto que traté de obtener más y quedarme en la escuela. Lamentablemente Merlina sabía de nuestra aventura y me hizo una encrucijada.
Tuve que conformarme con mis excelentes notas al final de la pasantía.
— Sabes que esto no puede saberlo nadie — dijo mientras teníamos una sesión de sexo de despedida —Yo arreglaré las cosas con Rothbart, es algo amenazadora pero creo que me estima — soltó mientras lo hacíamos en su cuarto.
— No me importa, no diré nada; me voy mañana — contesté entre gemidos.
— Espero que no me olvides — sonrió de manera maliciosa.
Honestamente olvidarle no me importaba, por lo que esa noche cuando se quedó dormido, tomé su varita y le modifiqué la memoria.
En caso de que Merlina quisiera hablar de algo o acusarme en Hogwarts no habrían pruebas en la mente de Erza Chejovik.
No me arrepiento para nada de lo que hice.
Era primera vez que les daba la razón a los Slytherin.
El fin justifica los medios.
Y si tuviera que repetir lo que hice.
Volvería a acostarme con Erza Chejovik para ser la mejor de la pasantía.
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