10.
Draco Malfoy.
Todavía puedo escuchar sus gritos en mis pesadillas.
Y creo que ese es mi castigo.
Ya que si hay algo que mis padres no pudieron borrar con el dinero que repleta nuestra bóveda en Gringotts, son los gritos de desesperación de Gabrielle Rathbone de mi mente.
No es secreto para nadie que sólo me rodeo de personas que sean como yo.
Y al decir «como yo» me refiero a que tengan los mismos principios que con mi familia compartimos, la misma clase social, la misma pureza de sangre y que sean preferiblemente dueños de una gran fortuna. Se me olvidaba que también tenían que haber cursado en Slytherin, tener intereses en las artes oscuras claramente o llevar los mismos ideales que los Malfoy llevamos.
En Hogwarts no me costó ser popular, todos querían estar cerca mío y no tardé de hacerme de un grupito de chicos que harían todo por estar a mi lado. Zabini, Goyle, Crabbe y Parkinson. No se podía decir que éramos amigos o que forjamos una relación de cercanía genuina. Ellos eran como mis súbditos, pero demasiado idiotas como para ir a la par conmigo.
En Slytherin las cosas no son como en las otras casas de Hogwarts. En Slytherin desde el principio tienes que aprender a sobrevivir, de lo contrario cualquiera querrá meterse en tu camino. Eso lo sabía muy bien, por lo que ser un patán resultó ser muy útil para mi persona. Estaba a mi favor tener un apellido influyente con el que nadie querría enfrentarse, ser guapo y además ser asquerosamente rico.
Eran cosas necesarias para imponer el respeto.
Los hombres de Slytherin querían demostrar cuál era el más poderoso, el más capaz de realizar magia complicada. En muchos casos cuál era el más hábil de llegar más lejos en la magia oscura.
Las chicas de Slytherin se preocupaban de otras cosas, de destacar en belleza, cuál tenía más arrastre entre los chicos. En pocas palabras competían entre ellas por saber e imponerse como la más perra de todas. Quizás sea duro, pero así era.
En Slytherin las chicas eran así.
Y si teníamos que hablar de una chica que cumpliera con las características, esa era Gabrielle Rathbone.
La pesadilla sucedió cuando yo iba en quinto y Gabrielle era un año mayor que nosotros.
Juro que no tuve nada que ver directamente.
Gabrielle solía proclamarse la más maldita entre todas las serpientes. Gozaba de una belleza cautivadora y un buen cuerpo. La mayoría de los Slytherin tuvieron más de una fantasía con ella, me incluyo. Pero como describí anteriormente, era una perra. Rathbone tenía una obsesión con el hecho de jugar con los chicos y desecharlos de un minuto a otro.
Jamás fui cercano a ella, por lo que nunca intenté nada para hablarle o ser cordial. No compartíamos más que el saludo en la sala común o una que otra palabra sobre los libros que estaban en la sala de estar. A diferencia de Crabbe y Goyle que babeaban por ella como unos animales. Bueno, la mayoría de los estudiantes querían estar cerca de ella, no para ser sus amigos, si no para meterse en su cama.
Gabrielle era una de las pocas chicas liberales que disfrutaba de su vida sexual abiertamente y toda la escuela estaba en pleno conocimiento de aquello. Era una zorra para las chicas, pero dentro de Slytherin era la protegida de los chicos.
¿Cómo no? Si por lo que tenía entendido, Gabrielle hacía unos favores bastante sugerentes.
No puedo formarme otra imagen de ella más allá de lo que veía superficialmente. Ella se entregaba a los chicos de manera sexual y al parecer no dejaba entrar a nadie en su corazón. Además asumí que nadie sería tan tonto como para intentarlo.
Ya tenía una mala fama en la escuela, por lo que cualquier chico inteligente no querría hacerse el bueno para querer ofrecerle la luna. Gabrielle no quería eso. Ella se daba a respetar y todos aceptaban sus límites.
Todos excepto Blaise Zabini.
Blaise tenía mucho dinero y venía de una familia muy antigua de magos. Por lo que era un tipo que sentía que tenía el mundo a sus pies. También quería tener a Gabrielle, pero más allá de una noche no consiguió, al igual que todos los demás. Algo que hirió su ego de manera considerable.
Superar que Rathbone no quisiera tener una relación exclusiva con Zabini provocó que él estuviera molesto por mucho tiempo y le costó mucho superarlo. No es que yo lo supiera, pero era bueno observando y fijándome en lo que el resto ocultaba.
Nuestro grupo que a esas alturas ya estaba consolidado, éramos amigos por así decirlo, tambaleó.
La razón fue Gregory Goyle y su impensada cercanía con Gabrielle.
A Goyle le conocía desde antes de entrar a la escuela. Su padre era un conocido mortífago igual que el mío. No era secreto para nadie, por lo que ambos nos llevábamos desde mucho antes. Gregory no era un genio, pero tampoco era un imbécil. No era un az en la magia, pero tampoco tan malo para creer que era un squib.
Era un estudiante regular hasta que Gabrielle metió su presencia en su vida.
Goyle jamás fue el más perseguido por las chicas ya que era bastante idiota a la hora de la conquista. Pero tocó la coincidencia de que tenían una relación bastante amistosa con Gabrielle. Risitas en los pasillos, sonrisas sugerentes. Se lanzaban frases subidas de tono en la sala común, hasta que un día sin previo aviso, Goyle llegó sonriente en la mañana al Gran Comedor.
— Anoche me acosté con Rathbone y fue la mejor noche de mi vida. — señaló con una sonrisa triunfal.
Zabini, Crabbe y yo nos quedamos analizando lo que había dicho. Eso era imposible. Era imposible que Gabrielle hubiese querido tener algo con él. No es que yo lo estuviera desmereciendo, pero el historial de ella eran los más populares y sobre todo mayores que ella, por lo que de verdad lo único que atinamos a hacer fue a reirnos de él.
— ¿Amaneciste gracioso? — señaló Zabini de manera envidiosa — Rathbone no se acercaría a tí jamás.
No emití palabras, ya que por lo que recordaba Goyle había llegado tarde a la habitación y se quedó dormido de inmediato.
— Es verdad ¿Por qué estaría mintiendo? — dijo encogiendose de hombros.
Fruncí el ceño y sonreí, ya que de cierta forma estaba contento porque mi amigo dejase de ser un virginal. Y además que hubiese burlado las guardias de Umbridge hacía la hazaña mucho más honorable.
—Pues ahí viene Gabrielle. — murmuró Parkinson a un lado de nosotros — Podemos preguntarle de inmediato.
Gabrielle venía tan sexy como siempre. Había que admitirlo, ella era una mujer muy atractiva. Eso explicaba porque toda la población masculina de Slytherin estaba a sus pies.
— Rathbone, ven aquí. — le llamó Pansy, señalando con su mano que se acercara. — nos acabamos de enterar de algo que no somos capaces de creer — señaló.
Pero Zabini le interrumpió.
— ¿Es verdad que te acostaste con Goyle, Gabrielle? — todos pudimos percibir el tono posesivo de su voz, no pasó desapercibido para nadie.
Goyle le miró con extrañeza, pude sentir la tensión repentina en nuestro grupo. Blaise estaba actuando diferente.
— Pues eso no te importa a tí, Blaise. — contestó ella sin molestarse en mirarlo, se sentó en junto a Goyle y comenzó a comer.
— ¿Pero cuéntanos, es verdad o no? — insistió Zabini, ya bastante cabreado.
Ella clavó sus ojos azules en los de negros de él con gesto burlón.
— Mira Zabini, si tu curiosidad va dirigida para saber si lo hizo mejor que tú. — recalcó en un tono bastante alto como para que toda la mesa oyera— Sí, anoche tuvimos una noche bastante intensa con Goyle y claramente lo hizo mejor que tú, bueno cualquiera que dure mas de cinco minutos sería mejor.
Todos los que estaban sentados al rededor de nosotros rieron, ella se paró de la mesa. Antes de irse tomó a Gregory de la corbata y muy cerca de sus labios pronunció.
— Cuando quieras repetimos Greg, anoche me hiciste gritar como nunca lo había hecho. — dicho eso lo besó rápidamente en los labios y se fue.
Dejando a Goyle más caliente que un horno y a Zabini más enojado que al señor Filch.
Desde ese momento que las cosas comenzaron a cambiar entre nosotros. Pude darme cuenta de que Blaise no llevaba bien la situación de que Gregory y Gabrielle estuvieran particularmente cercanos. No sabía a ciencia cierta que clase de relación tenían, pero de que follaban cada vez y en cualquier sitio lo hacían. Muchas veces ambos se saltaban clases y se quedaban en la sala común para tener sexo. Hace tiempo que no oía que ella se estuviera involucrando con otros estudiantes, por lo que si no tenían una relación como tal, al menos mantenían exclusividad.
El tiempo pasó durante el año y todos nos inscribimos en la brigada Inquisitorial. Eso pareció provocar que de nuevo nos mantuviesemos unidos, pero cuando aparecía Gabrielle todo cambiaba. Realmente no sentía que ella le sacara celos a Zabini, ella no estaba interesada en él. Pero realmente me incomodaba ver como ella y Goyle se comenzaban a besar y manosear delante de él.
Podía ver real desprecio y odio en Blaise.
Pero él no decía nada, sólo observaba.
Como si se estuviera preparando para dar un golpe. De verdad su mirada me inquietaba y cuando tuve la oportunidad de preguntarle a sobre el tema él sólo rió.
¿Qué podía esperar de eso?
Nada bueno, evidentemente.
Durante una clase de vuelo casi al término de año, Gregory cayó de la escoba y se rompió una pierna y dos costillas. Honestamente dudo que haya caído por que sí. No puedo asegurarlo pero nadie me saca de la cabeza de que Blaise había hechizado su escoba, todo para realizar lo que su perversa mente había urdido.
Goyle si era bueno para algo que no fuera follar con Gabrielle, era para volar, por lo que era muy raro que tuviera un accidente así. Consecuencia de esto fue que tuvo que permanecer bastante tiempo sin salir de la enfermería y sus visitas en un comienzo eran restringidas ya que el tema de sus costillas fue muy delicado.
Nos hacía falta en el grupo a pensar de todo, de verdad que hace falta.
Ya que después de esa noche todo cambió.
Al ser parte de la brigada Inquisitorial teníamos ciertas regalías. Una era que podíamos vagar de noche sin restricciones durante las guardias que nos había delegado Dolores Umbridge. Blaise y yo custodiabamos la zona cercana al bosque prohibido y para mala suerte mía nos habíamos tomado un whisky de fuego que Zabini había robado de las cocinas. Yo no solía beber mucho porque a mi madre no le parecía, según ella era menor todavía.
Esa noche estaba siendo un cuerpo inerte haciendo la guardia. De verdad que estaba muy ebrio y en un momento entramos con Blaise al bosque prohibido, yo me senté en una roca y mi cabeza giraba, me acuerdo que me hinque para vomitar y mi cabeza se apagó por un momento.
Dentro de mi poca lucidez, recuerdo haber comenzado a oír la voz de Gabrielle Rathbone.
¿Por qué mierda estaba allí?
Traté de entornar mis ojos, pero había bebido demasiado. Pude percatarme que discutió algo con Zabini y este la abofeteó. El era fuerte, por lo que su golpe la lanzó al suelo. Quise incorporarme de inmediato, pero no pude, mis piernas y mis brazos no me respondían.
¿Qué demonios tenía esa cosa que había bebido?
Estaba como si me hubiera tomado diez botellas y sólo había aceptado una cantimplora que mi amigo me había dado.
¿Acaso le había echado algo?
— Zabini ¿Que mierda haces? — intenté gritar, pero mi voz no salió con la potencia que quería. — ¿Gabrielle?
Allí comenzó mi maldición. Pude oír los gritos de Gabrielle, mi vista era borrosa pero pude percibir claramente que Zabini la había lanzado al suelo y él la había aprisionado contra su cuerpo y le había hecho un hechizo de amarre.
— ¡Draco, ayudame! ¡Ayudame por favor! — sentí entre mi inconsciencia sus sollozos.
— ¡No te gustó abrirte de piernas con todos, pues ahora lo harás conmigo!
Zabini abusó de Gabrielle y yo no podía pararme para hacer algo, Zabini violó a Gabrielle y yo estaba demasiado ebrio como para ayudarla. Sentí durante minutos sus gritos de ayuda y su llanto inconsolable. Y lo más repugnante era sentir los gemidos que él soltaba mientras abusaba de ella.
Todo se calmó y mi cerebro se desconectó. Hubieron unos instantes en los que pensé que todo había sido un sueño, en lo que pensé que lo había imaginado. Pero de pronto abrí mis ojos y Blaise me llevaba a rastras de vuelta al castillo.
Lo aparté de un tirón y le pegué un puñetazo que provocó que me desestabilizara.
— ¡Eres una mierda Zabini! ¡Te voy a denunciar! — yo recordaba todo lo que pasaba. — Ya verás.— amenacé, pero mi cuerpo era incapaz de mantenerse.
Él sonrió irónicamente.
— Pues hazlo, te he salvado porque ye aprecio la verdad. — dijo restándole importancia a la situación. — Si quieres vuelve a ayudar a la zorra y cuéntale a Goyle, le he modificado la memoria, si se te ocurre hablar, el cerebro de Gabrielle tiene una historia diferente.
— ¿Qué mierda dices?
— Según el cerebro de Gabrielle, la violaste tú, no yo.
Hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta.
Todo lo había planeado y yo había sido parte de su delirio.
Yo era un maldito, pero jamás se me había pasado por la mente hacer algo así, dañar a tanta gente por que si.
Al día siguiente todos conocían el rumor. No sabían quien era, pero sabían que había sucedido con Gabrielle. Yo les había mandado un vociferador a mis padres con extrema urgencia.
Mis padres no tardaron en llegar a hablar con Dolores Umbridge y como ella era demasiado influyente en ese momento fue la única que estuvo consciente de la situación. El señor filch había hallado a Gabrielle.
Mis padres le pagaron muchos galeones a Umbridge porque fuera a la enfermería y le borrara la memoria antes de que llegaran sus padres y antes de que dieran aviso a los aurores.
Un simple Obliviate de la suma Inquisidora acabó con esa incomodidad.
Incomodidad.
Que hayan violado a una chica era una incomodidad, como había dicho ella y mi padre.
Me prohibieron decir la verdad ya que no querían verse implicados en ese escándalo. Si lo hacía, debía de afrontar un juicio que destrozaría la reputación Malfoy.
Yo ni si quiera había sido el culpable y ahora era prácticamente un violador.
Gabrielle fue retirada de la escuela, si recordar que sucedió, pero en estado de shock. Agravándolo más aún el hecho de que no tendrían pistas concretas para hacer justicia.
Gregory no sabe qué sucedió.
Yo no puedo mirarle a la cara.
Zabini quedó impune y ahora es feliz con una chica de Slytherin de cuarto año con la que se pasea por la escuela.
Tengo un enorme peso en la conciencia.
Mis padres pudieron pagarle a Umbridge por borrar la memoria de Gabrielle, por borrar los recuerdos que Blaise había puesto en ella.
Pero a mí nadie me borraría los gritos de sufrimiento que salieron de su boca esa noche.
Nadie haría nada para que dejara de sentirme como un cómplice.
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