07.
Ronald Weasley.
Ni un sólo átomo de mi cuerpo se siente mal por lo que le sucedió a Alyssa Stone.
Ella era una perra y se lo merecía.
Cada cosa que le pasó.
En algunas ocasiones las cosas no se las puedes dejar a la vida, al destino o a eso que los muggles llaman «Karma» En ocasiones tienes que tomar la justicia por tí mismo y salvar tu honor que muchas personas a veces quieren pisotear.
Alyssa Stone era una de esas personas, de aquellas que creen que por tener padres ricos y nadar en galeones, podían hacer lo que querían sin recibir ningún tipo de consecuencia. Desde que ella llegó a la escuela fue así, ya que tenía una familia rica que la respaldara, sus padres eran jugadores de Quidditch en la liga profesional y eran mundialmente conocidos por ser unos cazadores hábiles y unos engreídos de primer nivel. Claramente Alyssa seguiría sus pasos y copiaría todas las acciones de sus padres.
Para desagrado de ella el sombrero la envió a Ravenclaw –obviamente quería ser una serpiente– aunque no tardó en hacerse de un grupito de títeres que hacían todo lo que quería y todo lo que su caprichosa personalidad quería. Se convirtió en la abeja reina de todo su grupo desagradable de amigas, que en realidad no eran sus amigas, solamente no querían que Alyssa hiciera cosas en su contra, ya que en cuanto ella les daba la espalda, todas comentaban cosas malas sobre su persona.
Yo jamás fui cercano con ella, honestamente siempre traté de evitar a ese tipo de personas. No porque quisiera, si no porque estar cerca era como atraer problemas aunque no quisiera, las mujeres como Alyssa eran una bomba de tiempo y nadie quería estar cerca cuando explotaban .
Si bien realmente no la conocía, ni Alyssa a mí, ella realmente me llamaba la atención, la manera que tenía de manejar las situaciones a su antojo. Tenía la capacidad natural de manipular las emociones de los demás para conseguir que hicieran las cosas que ella quería que hicieran, que realizaran las cosas que ella necesitaba pero que le daba pereza hacer por sí misma. Conseguía que hicieran sus trabajos, que realizaran su mantenimiento de los invernaderos, que llevaran por ella su ropa a la lavandería, que recogieran su correo, conseguía quedarse con la blusa que usaba una chica, por el simple hecho de que a ella le gustaba.
Y ahí estaban todos para cumplir sus órdenes.
Era como la reina y todos los demás eran sus peones.
Obviamente cuando creció aprendió otras maneras de conseguir sus ideas. Por lo general quienes cumplían sus caprichos, era la población masculina de la escuela. Alyssa tuvo el beneficio de ser hermosa y atractiva físicamente, cosa que generó la envidia de sus compañeras y el odio de otras a las que les quitó el novio, o cuando se involucraba con los chicos populares. Ella era así, no tenía tapujos a la hora de estar con alguien, era bastante «liberal»
Ella jamás puso sus ojos sobre mí durante los primeros años de la escuela. Yo no era del tipo de persona con la que Alyssa solía juntarse o frecuentar. Me faltaba popularidad, dinero y prejuicios para ser parte del selecto grupo «Stone». Y honestamente como antes ya había mencionado, no me interesaba conformar parte de él.
¿Qué fue lo que sucedió conmigo?
Tuve la mala idea de estar en el lugar y a la hora equivocada en el suceso que provocó el inicio del caos.
Alyssa se había hecho novia del capitán del equipo de Quidditch de Ravenclaw, equipo del que ella era la buscadora oficial, no por talento, si no porque se había acostado con Ian McGregor que llevaba en la capitanía dos años. Su noviazgo claramente no sorprendió a nadie, ellos eran el uno para el otro literalmente; estaban juntos por interés, ya que tanto ella como él, no tenían en sus venas el valor de la fidelidad, Ian cambiaba de novias tan fácil como si cambiar de pergaminos se tratase y Alyssa se acostaba con un chico nuevo todas las noches, o eso era lo que todos decían sobre ella.
Un día entré al baño de hombres y un grupo de tres chicos de Ravenclaw y Slytherin estaban allí escondidos en uno de los cubículos sin cerrar la puerta. Veían algo a través de una cámara antigua que habían reparado claramente con magia, de lo contrario no tendrían la oportunidad de reproducir imágenes.
Yo en primer momento no tomé en cuenta lo que hacían, ya que no era de mi incumbencia, pero cuando me vieron, se sintieron merviosos, pero yo les ignoré. En el grupo estaba Ian McGregor, Arthur Montgomery y Maurice Shafiq.
— ¿Qué haces, Weasley? — me dijeron cuando me vieron.
Yo les miré con desconcierto, no entendía porqué se colocaban así.
— ¿Pues he venido al baño? ¿A mear? Es a lo que las personas normales entran al sanitario. — respondí con sarcasmo.
Ellos se miraron algo preocupados y salieron de inmediato del sanitario. Algo que a mí me dejó totalmente intrigado. No pude saber qué era lo que miraban y tampoco le dí la importancia que requería, ya que ellos no eran mis amigos y mucho menos personas cercanas, solamente en el Quidditch ya que McGregor y Montgomery eran parte del equipo de Ravenclaw.
Y aquí es donde todo se comienza a poner negro.
Durante sexto año todos estábamos angustiados por los exámenes y porque nos dejaban demasiada tarea en todas las asignaturas. Yo prefería priorizar los entrenamientos de Quidditch en vez de dedicarle más tiempo a mis estudios, pero cuando los trabajos eran en pareja, debía concentrarme ya que tanto como Harry como yo necesitábamos las calificaciones para pasar. No llevábamos ni dos meses en clase y ya no dábamos más de ajetreo.
Precisamente estábamos junto a Hermione haciendo unos pergaminos de pociones, Slughorn era mucho más permisivo pero no por eso no daba tarea. Recuerdo que me levanté por un libro para buscar sobre los bezoars, por lo que caminé a la sección correspondiente. Entre los pasillos nadie estaba emitiendo ruido, salvo por algunas parejas que iban a besarse o algunos conversando, pero prácticamente la sección de pociones estaba vacía. Hasta que de repente oí sollozos.
Era Alyssa, que estaba escondida entre las estanterías y lloraba sentada en el piso.
Por un momento quise darme media vuelta y dejarla llorar en paz. Al menos cuando yo me sentía triste me gustaba alejarme de todos, que nadie me viera, ni que me molestaran. Por lo que esa fue mi intención, pero luego ví que lloraba tan amargamente que me fue imposible hacerme a un lado, caminé despacio en dirección a ella y me detuve a unos metros de distancia.
— ¿Stone? ¿Necesitas algo? ¿Te ocurrió algo malo? ¿Quieres ayuda? — pregunté en tono suave, ya que no quería hacerla sentir peor.
Ella levantó la vista y no dijo nada, volviendo su cara al lado contrario, para no tener que verme. Me acerqué aprovechando que no me había mandado al demonio, y acorté la distancia que había entre nosotros, me senté a su lado y saqué de mi túnica un pañuelo y se lo ofrecí.
— Entiendo si no quieres hablar, no me conoces. — le dije. — pero ten esto al menos, para que te limpies la cara.
Ella se volvió lentamente y asintió, cogiendo el pañuelo. Se limpió el rostro y arregló su cabello un poco. Realmente estaba hecha un desastre.
— Gracias. — dijo en un tono seco. — No deberías molestarte. — murmuró.
— ¿Necesitas algo más? — pregunté con calma.
— No te ofendas Weasley, pero a verdad quiero estar sola y hundirme en mi mierda.
Eso me sobresaltó un poco, ya que las chicas por lo general no se expresaban así, no eran tan duras. Me puse de pie y la dejé tranquila, de cierta forma mi presencia no estaba ayudando tampoco. Al volver donde los chicos, les conté lo que había sucedido y también que me parecía muy rara la situación, ya que en todo el tiempo que conocía a la Ravenclaw, jamás la había visto triste o mostrarse débil ante ninguna persona.
— Debe de haberla dejado alguno de sus noviecitos. — murmuró Hermione, totalmente molesta por lo que yo había hecho. Ella odiaba a todas las chicas que eran del prototipo de Alyssa, en personalidad, en desplante, en todo aspecto. — Te aseguro que mañana se andará riendo por los pasillos y sobajeandose con McGregor en las escaleras.
Pasaron los días y sólo la había divisado en los pasillos, aunque no tenía por qué acercarme a ella, mi interior me decía que tenía que saber qué era lo que la había tenido tan mal. Mi respuesta no tuvo que esperar mucho, un día bajando las escaleras de la clase de Astronomía, ella me alcanzó.
— Quería agradecerte por lo que hiciste el otro día. — mencionó. — no tenías porqué, gracias. — dijo y de paso entregó mi pañuelo.
Yo le sonreí y guardé lo que me entregó en la capa.
— ¿Y ya te sientes mejor? ¿Pudiste solucionar tu problema? — le pregunté sin sonar invasivo.
Ella puso la mirada inexpresiva y asintió.
— Sí, tampoco voy a colocarme tan sensible por algo así, de cierta forma yo permití que sucediera.
Eso me descolocó y ella pareció captar esa situación.
— Lo que pasa es que terminé con Ian. — aclaró. — me di cuenta que le mostró a sus mejores amigos, un video que nosotros habíamos hecho y era privado.
Yo seguía sin entender.
— No logro entender Alyssa, con qué, cómo.
Ella tragó saliva y tenía cara de fastidio, no sé si por el hecho de que no la entendiera o porque estaba molesta con Ian.
— Ian tiene una cámara antigua y la acondicionó con magia para poder grabar vídeos para reproducir en los proyectores y hacer fotos en movimiento. — asentí. — un día hicimos un vídeo... íntimo y el lo mostró a sus amigos pensando que por el hecho de haberlo realizado no me enfadaría.
En ese momento recién comprendí.
¿Realmente la gente se grababa teniendo sexo? ¿Qué clase de fetichistas eran?
— Oh, Alyssa lo lamento. — le comenté mientras estábamos parados en las escaleras. — ¿Tú, le denunciaste? ¿Terminaron?
— Sí terminamos, pero no quise denunciarlo, ya que no quiero que mis padres se vean implicados.
— ¿Por qué? — indagué. Ya que no me calzaba que una situación tan grave no quisiera que fuera tratada con mayor delicadeza.
— Ellos son estrictos, no saben que ya no soy virgen, eso sería un problema para mí.
Guardé silencio por unos momentos, ahora entendía lo que hacían los tres metidos en el baño, lo más probable es que estuviesen viendo el video en ese instante. No se lo comenté, ya que al parecer ella no quería hacer algo más por el asunto y eso sólo sería empeorarlo.
— De verdad lo lamento Alyssa, McGregor es un idiota, pero que te hiciera eso, siendo su novia es despreciable. — le respondí, tratando se darle ánimo, ya que sabía que debía de sentirse pésimo. — ¿Te parece si bajamos y vamos por un té al comedor?
Ella asintió y desde ese día solíamos conversar y nos hicimos bastante cercanos. Mi visión sobre ella cambió al ver que tenía sentimientos verdaderos y no sólo era la más perra del grupo. Solamente era la chica que no mostraba quien era para no salir lastimada. Era divertida, hábil en las pociones y le gustaban las bromas de mis hermanos. Me solía dar consejos sobre Lavender y también me apoyó cuando nuestra relación terminó y sin duda que estuvo cuando casi muero envenenado.
Podría decirse que me había comenzado a gustar Alyssa, y pude confirmarlo cuando un día me dió un cálido beso cerca del campo de Quidditch después del entrenamiento. Podía llegar a pensar que ella tenía un sentimiento por mí que había comenzado a surgir igual que el mío.
Pero las cosas flaquearon, iba saliendo de la lechucería cuando un día Cho Chang, de séptimo me alcanzó. Ella había sido del grupo de amigas de Alyssa cuando iban en quinto año.
— Ron, me gustaría hablar contigo. — señaló, haciendo que yo parara en mi trayecto.
Eso me pareció extraño, ya que con Chang no éramos amigos, sólo era la chica que había besado a Harry el año pasado y que nada había prosperado.
— ¿Sucede algo? — pregunté sin ser grosero.
— Sé que estás siendo cercano con Alyssa, o al menos los veo conversar en los pasillos. — me comentó.
— Eh, sí. No somos tan cercanos mentí, solamente hablamos de vez en cuando, cosas del Quidditch.
Ella me observó y frunció los labios.
— Pues me alegra saber eso, pensé que Alyssa estaba usandote. — declaró.
Eso provocó un leve enojo por mi parte.
— ¿Por qué dices eso? — le cuestioné.
— Ayer la oí decir que quería volver con McGregor y que haría lo que fuera para conseguirlo. — contestó de una manera tan honesta que me causó molestia. — por un momento pensé que tenían una relación y que te usaba para sacarle celos.
Después de eso se fue y no dijo nada más, dejándome en el más profundo de los fastidios. Caminé instintivamente hacia los camerinos, ya que a veces ella solía estar allí y platicabamos antes o después de las prácticas.
Al entrar sentí ruidos, risas.
Ví las cosas de Alyssa en el camerino de los varones y su uniforme sobre la mochila. Dentro habían dos personas que obviamente estabam cogiendo.
— ¿Te gusta Alyssa? ¿Te gusta cómo te follo? — era la voz de McGregor.
Ella no era capaz de contestar.
— Weasley jamás te follará cómo yo te lo hago. — dijo con la respiración agitada. — Dímelo, dilo.
En ese momento ella habló.
— Él era sólo una distracción, sólo contigo quiero hacerlo.
—Así me gusta. — murmuró.
Ya no pude seguir oyendo más, la ira y el rencor fueron más fuertes y obviamente idearía algo para que ambos tuvieran lo que merecían.
Yo siempre tuve razón.
Ellos eran el uno para el otro.
Y además las personas no cambiaban.
Mi plan lo urdí con calma, sólo bastó coger unas cosas del casillero de McGregor para hacerlo efectivo.
Me las pagarían, ambos.
Nadie más diría que Ron era un tonto, o el idiota amigo de Potter, nadie más se reiría de mí. Tuve que contener mi ira cuando ella llegó un día a explicarme que había vuelto con Ian con la excusa de que lo amaba y que lo había perdonado. Yo sólo asentí y le sonreí, diciéndole además que todo estaba bien.
No se imaginaba lo que «su Ian» iba a hacerle.
Dos semanas después de que ella volviera con él, toda la escuela estaba tapizada con sus fotografías sexuales, en el gran comedor se estaba reproduciendo con un proyector que mo podía ser destruido el video donde ella aparecía cogiendo con Ian a todo volumen. Ningún salón quedó excento de las fotos. Eso gracias a que su novio guardaba todo el material de Alyssa desnuda, de sus tetas, de su trasero y de ella mostrando el coño.
Yo devolví todo a su lugar. Y me sorprendí en vez de reirme como toda la escuela lo estaba haciendo.
Me recuerdo que sentí la mayor de las satisfacciones cuando la ví llorar nuevamente delante de todos, tratando de quitar las miles de fotos que habían en las paredes.
Lo último que hizo fue intercambiar una mirada de vergüenza conmigo. Yo le devolví una mirada de lástima fingida.
Digo que fue lo último que hizo porque literalmente fue así.
Al otro día al atardecer Alyssa se lanzó de la torre de astronomía.
La perra no pudo soportarlo y se suicidó.
Revisaron el casillero de Ian y los padres de Alyssa comenzaron un sumario en su contra por lo que fue expulsado.
McGregor fue uno más de los títeres de Alyssa Stone.
Quizás yo también.
Pero ahora ardía en el infierno, de donde ella nunca debió salir.
¿Qué si me arrepiento de lo que hice?
Pues no, ni un poco.
Todo lo que le sucedió a esa perra lo tenía más que merecido.
Y sé que todos agradecen que ella haya dejado de respirar el oxígeno de este mundo.
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