Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

05.

Frederick Weasley.

Ella era hermosa.

Jamás había visto una chica más bella en toda mi vida.

Era una lástima todo lo que había de por medio.

La conocí en Hogwarts.

Si Hogwarts tenía magia, yo estaba seguro de que en ella había más magia que toda la que había en ese puto castillo.
No me malentiendan, no es que yo le diga así porque odie el lugar, no no es así. Pero por culpa de todos los prejuicios en este sitio nada es sencillo.

Y obviamente aquí nadie hace nada por hacerlos desaparecer, los profesores no hacen nada –es más – es como si les gustara generar rivalidad entre las casas. Es como si se sintieran felices y satisfechos que sus estudiantes prácticamente se saquen los ojos los unos a los otros. Lo disfrutan ¿Cómo no van a hacerlo? Gozan colocando a Gryffindor y a Slytherin en un salón de clases.

Y sí, todo partió allí.

Quizás debería agradecer en algún instante.

Si ella no hubiera sido de Slytherin no se hubiera metido así en mi interior.

Porque tengo que reconocer que soy amante de lo prohibido. Me encanta cruzar la línea, me encanta causar problemas, me encanta causar caos y explosiones.

Y ella era generó una explosión de emociones en mi interior.

Nina Illich, amante de las artes oscuras, Slytherin. Mejor amiga de Draco Malfollado.

No podía tener peor suerte.

Antes de contar cómo sucedió todo, debo decir que esto no ha sido ni fue fácil para mí. Para mí ni para ella.

Porque sí, hemos logrado estar juntos, a escondidas claro.

Mi familia jamás me permitiría mantener tranquilo mi relación con ella si se llegasen a enterar, sobre todo Molly. Mi madre.

Todo comenzó cuando Ronald entró a Hogwarts, ella era de su generación y a mí me pareció la niña más dulce que había visto en mi vida, con sus dos coletas sobre el resto del cabello largo.
Con todas mis fuerzas rogué para que quedara en Gryffindor, así podría estar más cerca de ella, conocerla, decirle a mi hermano que se hiciera su amiga. Incluso Hufflepuff o Ravenclaw hubieran sido una mejor opción.

Slytherin. — gritó el sombrero seleccionador cuando Minerva McGonagall puso el objeto sobre su cabeza.

Mi mundo se rompió en ese instante. Quizás si contara esta historia dirían que es una tontería, que era un niño y que no podía estar así por una cosa así. Pero de verdad, yo sentía en mí interior que ella sería una persona especial para mí.

Y así lo fue.

Poco a poco fui viéndola en Hogwarts y se hizo amiga del chico más ruin y despreciable de todas las serpientes. Malfoy. Ahí comencé a decepcionarme –debo ser sincero– ya que si pasaba la mayoría de su tiempo junto a él fuera porque lo más probable es que tuviera sus mismos ideales y creyera en esa tontería de la pureza de la sangre.

Mis expectativas y ganas de conocerla bajaron de repente, ya que la verdad es que yo no creía ni tenía esos pensamientos. La supremacía de la sangre pura era una tontería y si ella tenía ese modo de ver la vida, yo no me sentiría cómodo. Mi hermano comenzó a mencionar que ella ganaba muchos puntos para las serpientes durante las clases, que ella y Draco tenían una amistad muy estrecha y que parecía ser que ignoraban a todos los demás.

Engreída, eso fue lo primero que pensé.

Que equivocado estaba.

Pasó el tiempo y mi hermano y yo siempre estábamos pendientes de las bromas que solíamos hacer. Queríamos arrasar en el imperio de las bromas. Cuando fuéramos mayores e independientes pondríamos nuestra propia tienda de chascos y ridiculeces como mamá solía decir.

Pero no voy a desviarme del tema, ella iba en tercer año y yo en quinto cuando comenzamos a cruzar palabras más seguido. Antes habíamos intercambiado un par de saludos corteses o frases de ética en los pasillos.

Permisos y gracias.

Pero en tercer año nos solíamos topar a la entrada del bosque prohibido, yo porque siempre intentaba meterme y ella porque solía sentarse con un gran libro en una roca bajo un pino enorme que había casi en la entrada. Era un lugar solitario y con una sombra increíble, además casi nadie iba a ese sitio.

La primera vez que la ví, me devolví de inmediato, no pensaba hallarla allí y eso me hizo sentir muy nervioso. Si llegaba a hablar con ella debía verme genial y seguro.

Como solía ser Fred Weasley.

Además yo tenía más edad que ella. Debía de dar el ejemplo de una conversación interesante. Más si ella era como las dichosas serpientes, ni me daría la palabra.

Después solía verla leer.

Claro sí, acosador detectado.

Pero se veía demasiado bella, fruncía el ceño cuando miraba las páginas de los libros. Reía, ponía cara de preocupación y también una que otra vez lloraba.

Sí, la había visto muchas veces desde la frondosidad de los arbustos.

Sin ninguna mala intención, sólo quería admirarla, ella me parecía demasiado interesante y no podía apartar la atención de su persona. Era mucho más interesante que Angelina Johnson, que era con quien actualmente salía.

Nina tenía un aura y una expresión muy melancólica, a pesar de que debía de tener a penas unos catorce años.

Era una personificación en presente de Morgana LeFay, la primera hechicera oscura. Obviamente iba a asociarlo por el hecho de que fuera de Slytherin. Honestamente el uniforme esmeralda y gris le sentaba increíble, contrastaba con su cabellera negra y su pálida piel.

Todo iba bien hasta que me descubrió y quedé como un estúpido.

— ¿Weasley? — preguntó, teniendo su vista fija en mí. — ¿Qué haces allí?

Yo claramente estaba espiandola, no podía negarlo, si estaba entre las hojas.
Salí de la espesura de las ramas con una sonrisa nerviosa y rojo de la vergüenza que sentía.

— Illich ¿Cómo estás? — le saludé, colocando mi sonrisa encantadora, que obvio no sirvió con ella.

— ¿Acaso tú me seguías? ¿Estabas espiándome? — me increpó.

Eso me dejó sin palabras, porque por lo general las chicas no solían ser tan directas a la hora de enfrentar las situaciones, al menos no con las que yo me había relacionado.

No podía negarlo.

— Sí, la verdad es que estaba mirando como leías, lo siento. No vayas a pensar que soy un pervertido. — me disculpé — haces unas expresiones muy divertidas cuando lees, te sumerges en la historia.

Ella pareció suavizarse un poco, pero no dejó de observarme así. Tan insiciva.

— ¿Qué hace Fred Weasley observando a Nina Illich, una Slytherin? — me molestó, haciendo mella en que mi familia era una prejuiciosa.

Porque así era, no podía decir otra cosa.

Los Weasley parecían ser buenos, pero en realidad estaban llenos de prejuicios en contra de todos los que tuvieran relación con las artes oscuras, con los que fueron de Slytherin o todo eso. Si ellos eran puristas, nosotros éramos lo contrario y también caíamos en el prejuzgar.

— Me intrigas, pero lo siento, no volverá a suceder.

— Puedes sentarte aquí, no muerdo. — comentó sonriendo.

Le pregunté sobre el contenido de lo que leía, de porqué leía en este lugar, porqué le gustaba leer.

Sus respuestas y su desplante me parecieron adorables.

Y desde ese día siempre nos mantuvimos en contacto, solía hablar con ella todos los días. Esa roca era nuestro lugar de reunión. Nos hicimos amigos, pero todo en secreto.

Si mis hermanos supieran me harían un escándalo, si sus amigos de Slytherin se enteraban le dirían traidora, costumbres demasiado arraigadas en este maldito colegio. Por lo que mantenernos reunidos en ese lugar lo hacía más perfecto, poco a poco la fui conociendo y me llevé grandes sorpresas.

Era inteligente.

Sus padres eran aurores.

No era nada purista.

Pero le agradaba demasiado la magia oscura.

Eso a mí no me incomodaba, a la larga estaba conociendo a una chica sin igual. Era brillante y sumamente adictiva. No la conocía de mucho y toda mi atención giraba en torno a ella.
Pasó su cumpleaños y en Slytherin la celebraron, yo le llevé un pequeño ramito de flores e hicimos un picnic en nuestro sitio. Estaba tan contenta con eso, genuinamente agradecida del cariño que yo le estaba dando.

De verdad que estaba gustandome mucho.

Mi hermano ya estaba comenzando a sospechar sobre mis desapariciones. Jamás le había guardado secretos, más esto no podía contárselo. Quería que fuera mío y de ella, de nadie más. De hecho, tenía que admitir que odiaba a Draco, lo detestaba, detestaba que pasara su tiempo con él.

Yo quería ser el único para ella y así lo sería.

Ella no necesitaría a nadie más que a mí.

Sólo habían cosas que nos dividían, varias cosas por desgracia.

Pero tenía que empezar por cortar lo que me estaba estorbando.

La primera fue Angelina, no podía seguir con ella si quería que Nina fuera mi novia definitivamente. Con ella solamente salíamos, nada serio. Para mi acostarse con alguien no era nada comprometedor, tener sexo no era serio. Y si ella había querido hacerlo no era mi responsabilidad, no le había engañado.

Cuando corté con ella pataleó como una loca, alegando que ella me había entregado su virginidad y un montón de cursilerías más. Pero eso no me detendría, la dejaría de igual manera. Todas las chicas con las que yo coqueteaba no me interesaban.

A mí me interesaba la princesa de Slytherin.

Y tenía que ganarme au confianza, a como dé lugar.

Y también me encargaría de hacer que Draco desapareciera de su vida.

Era un obstáculo entre nosotros y lo que estábamos formando.

A medida que pasó el tiempo, todos comenzaron a pensar y darse cuenta de porqué yo había dejado de merodear chicas y porqué había dejado de coquetear con ellas.
Mi hermano y yo eramos mujeriegos por naturaleza y todos lo sabían.

Yo sólo tenía ojos para mi serpiente, no quería a ninguna otra, sólo a ella.

Me encantaba su forma de ser, su humor negro, la manera en que besaba, sus atenciones conmigo y lo bonito que se reía.

Nuestro romance era idílico, único.

Después de un tiempo de novios, yo quería avanzar al siguiente nivel. Cuando Nina pasó a quinto año yo ya iba en séptimo. Pero a pesar de que ella sólo tenía quince tenía un cuerpo de infarto, gran trasero y unos senos que yo quería masajear. La deseaba demasiado y quería que estuviéramos juntos.

— Preciosa. —comencé un día que estabamos fuera de Hogwarts, habíamos tenido un salida a Hogmeade y estábamos en unas callecitas besándonos. Ella me había excitado demasiado y yo no tardé en pasear mis manos por su cuerpo. — ¿Te gustaría que fuéramos a un lugar donde podamos estar solos?

— Freddie —dijo en una sonrisita, con la voz claramente entrecortada por nuestras caricias. — Yo quiero, más nunca lo he hecho con nadie.

No podía dar más de mi felicidad, mi princesa era virgen.

Y sería mía, solamente mía.

Yo sería el primero y el último hombre de su vida.

Nadie más pondría un dedo sobre ella.

No sería de nadie más.

Sólo mía.

Yo me encargaría de eso.

Pero en ese momento sólo me centré en buscar un cuarto para poder estar con ella.

Fue un momento muy especial para mí y para mi novia, eso lo sé.
Nina se entregó a mí y eso me hizo sentir pleno, era completamente mía desde ahora.
El sexo era demasiado importante en una relación y ella no tardó en volverse bastante receptiva al tema, cada vez que queríamos íbamos a la sala de menesteres y lo hacíamos, ella aprendió muy bien, se movía como una real serpiente, era muy atrevida en la cama y eso me volvía loco.

Era agradecido de que yo fuera quien se metía en su cama.

¡Cómo deseaba que pronto saliera de Hogwarts para que tuviésemos un hijo, que nos uniría de por vida!

Sabía que si comentaba eso me tacharían de chiflado y cuando se lo dije, Nina no parecía feliz.

Quizás era apresurado.

Nina lo era todo para mí y yo era todo para ella de eso no tenía dudas.

Seríamos una familia.

Solamente era Malfoy quien me atormentaba, estaba seguro de que él la pretendía. Que quería separarnos.
Cada vez que yo se lo insinuaba ella se ponía enojada y le defendía.

— Le prefieres a él, no me quieres tanto. Si lo hicieras no lo preferirías ante mí. — le echaba en cara — ¿Acaso te gusta el oxigenado?

—No seas ridículo Fred, él es mi amigo.

— ¿Para qué tienes amigo si tienes novio? No necesitas nada más, quiero que estés todo el tiempo conmigo.

Yo no entendía cómo ella podía querer pasar su tiempo con alguien más que no fuera yo.

Yo la amaba y al parecer ella no sentía lo mismo por mí.

Cuando tuve que salir de Hogwarts fue horrible, ya que no podría verla todos los días. Eso me desesperaba, ya que no podía saber si estaba bien, odiaba que sus mugrosos compañeros se acercaran, yo veía cómo observaban su cuerpo, lo hacían de la misma manera que yo le observaba cuando hacíamos el amor.

Y eso me enfermaba.

Por lo que ella debía escribirme todos los días, dos veces si tenía tiempo. Debía hacerse el tiempo, después de todo era su novio. Tenía el deber de hacerlo y de hacerme sentir especial de la manera que yo quisiera. Cuando podía salir a Hogsmeade yo salía para allá y nos íbamos a la habitación que yo solía rentar, ya que ella no podía alejarse del pueblo.

Pasábamos tiempo juntos, paseabamos e íbamos a comer. Hasta que me dí cuenta de que ella estaba distante.

—Fred, en cada salida a Hogmeade vienes aquí. Quiero pasar tiempo com mis amigos también. —me dijo— no quiero que vengas tan seguido.

Eso fue como si me estrujaran el corazón.

Cogí su cara y comencé a besarla con violencia y la empujé contra la pared, sin hacerle daño.

— ¿Qué acaso ya no me quieres? ¿No me amas? ¿Tienes a otro?

— No seas ridículo — respondió enojada y zafándose de mí — No te pongas obsesivo, puedo hacer lo que quiera, sólo te estoy informando. El próximo fin de semana no vengas.

Volví a tomarla.

—Eres mía Nina, mía. Eso que te quede claro ¿Entiendes?

Ahí ví cuando todo cambió, ví algo diferente en su mirada, sólo se alejó y salió de la habitación. Ella se había enojado conmigo.

— ¡No te vayas! — grité y le dí un puñetazo a la pared.

Mi corazón no lo soportó.

Le escribí todos los días para enmendar mi error, le envié regalos y todo tipo de cosas para que ella se sintiera nuevamente bien a mi lado.
Hasta que ella fue a visitarme a la tienda para que arreglaramos todo.

Fue tan tierna, todo iba perfecto.

Yo la amaba, no podía vivir sin ella, por lo que me sentí aliviado de que arreglaramos ese ridículo malentendido.

— No vuelvas a hacerme enojar, no puedo estar sin tí, moriría si ya no me amaras. — mencioné mientras nos besabamos.

Hasta que todo fue peor.

Un día llegaron a Sortilegios unos alumnos de séptimo año de Slytherin, al último año se le permitía salir durante el fin de semana para donde estimaran conveniente. Y ese grupo llegó allí a comprar chucherías.

— Es obvio que ellos salen.

—Es evidente, pasa desde mucho tiempo. Deben ser amigos con ventaja, se ve que ella es una perra a la que no le gusta el compromiso.

—Pero de que está buena, está buena ¿Le has visto las tetas? Un día estaba cambiándose después de la clase de vuelo y  nosotros nos colamos en el camerino. Me corrí de una manera pensando en ella en la ducha.

Unos chicos hablaban de una estudiante y puse atención.

— Pero es obvio que Malfoy se la tira, es evidente, estoy seguro de que él está pegadisimo con ella y ella es la que no le da importancia.

— Illich y Malfoy deben salir, es obvio que se acuestan de hace mucho tiempo o de lo contrario porqué siempre salen de la habitación del otro. —señaló el chico.

Eso me hizo enloquecer, de verdad que me salí de control. Me dirigí al chico y lo golpeé tan fuerte que estoy al decir que le desvié el tabique.

Mi princesa no haría esas cosas, ella era solamente mía.

Ella me era fiel.

Desaparecí y aparecí en las afueras de Hogwarts y para suerte mía estaba Hagrid y le pedí que la llamara. El guardabosques tan amable lo hizo y luego de unos veinte minutos ella bajó.
Me percaté en su blusa y en su falda, demasiado corta para mi gusto.

— Cariño, que bueno verte. — me sonrió y quiso abrazarme.

— ¿Es necesario que uses esa ropa de puta? — indiqué su falda. — Te fascina provocar a los hombres.

— ¿Qué te crees Weasley? —me encaró — ¡No te atrevas!

Con la varita abrí la reja y la cogí del brazo.

— No me hables así. ¡Tú tienes la culpa! ¡Te encanta hacerme enojar, Nina!

—Me lastimas ¡Sueltame! — me gritó.

— ¡Claro! Ahora quieres que te toque Malfoy ¡Eres una puta! ¡Te acuestas con ese maldito! ¿Te gusta su dinero acaso?

— ¡Esto se acabó Fred Weasley! ¡Jamás debió haber sido! —gritó y me abofeteó— No te quiero ver nunca más.

Dió media vuelta y se encaminó de nuevo dentro del castillo.

— ¡Tú no vas a dejarme! — grité y la cogí del hombro— ¡Eres mía!

Me descontrolé y le dí un puñetazo en el ojo.

Ella cayó al suelo cubierto de nieve, atónita.

— Amor, lo siento — supliqué e intenté ayudarla.

— Eres un hijo de puta, espero que te mueras. — siseó—Asqueroso traidor a la sangre. Me das asco. —susurró.

— Disculpa, te juro que no sé que pasó.

Pero ella no volteó y lo más probable es que lo dijera en el castillo o a mis hermanos.

Entré en pánico y huí.

No supe más de ella.

En meses, en mucho tiempo.

Estaba desesperado, conseguí su dirección, más nunca nadie salió.

Vino la guerra y ella desapareció.

Al igual que Draco.

Habían rumores de que eran mortífagos.

¡Mi princesa una Mortifaga!

No era posible.

Yo la hallaría, si tenía que barrer el mundo para encontrarla lo haría.

Porque ella era mía y si no lo era, no sería de nadie más.

Sólo tuvimos un traspié, hablaríamos.

Estaba seguro.

Volveríamos a ser tan felices como siempre.

Yo la amaba y ella a mí.

Y nada ni nadie cambiaría eso.

________________________

Queridos lectores.
Fue muy difícil escribir esto para mí. Pero en el marco de lo que es el día de la mujer quise hacerlo. Así es como se comporta un hombre violento, obsesivo y maltratador.
Si están pasando por esto ¡Huyan! No se dejen embaucar por un manipulador, por un controlador. Porque eso no es amor bajo ningún punto. Un hombre que no te ofrece algo sincero, que te obliga o manipula para tener sexo, que te prohíbe juntarte con tu círculo y que te hace creer que él debe ser tu mundo, es un psicópata. ¡Huye!
Por favor, no permitamos que esto siga pasándole a mujeres y pidamos ayuda. Nadie que te ame te tratará de esta forma. Esto es una historia, pero pasa todos los días en la vida real.
Pidan ayuda, griten, peleen, maldigan.
Pero no se callen.
Porque vivas nos queremos.
Las quiero mucho.
Merlina.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro