Capítulo 5.
—No cariño, soy yo Ariana, necesitamos de tu ayuda, al igual que tú necesitas la mía —ella se giró y la pude ver.
—No, yo no quiero tu ayuda, gracias.
Deseaba mucho que fuera Ana, o mis amigos, hace ya más de una semana que no viene ninguno.
—Ok, entonces quédate aquí —dijo ella comenzando a caminar a la puerta, pero luego regreso. —Y prepárate, porque nosotros nos encargaremos de que estés toda tu vida encerrado.
Ariana tiene razón, necesito la ayuda, si ellos pudieron sacar a Candice de aquí, también a mí.
—¡Espera! —grité. Ariana regreso hasta donde estaba yo, me miró fijamente esperando que dijera alguna cosa más. —Está bien, lo admito, si necesito la ayuda.
—Ok, tu tranquilo Pablo, pronto saldrás de aquí, en cuanto eso pase, tu vida será solo para servirnos a nosotros.
***
POV Ana.
Me desperté muy temprano, ayer que le dije a Diego lo de Manuel, él se puso muy feliz, yo también, eso significa que podremos encontrar a Jessica y a Selena.
—¡Ana! —exclamó Rosa sacándome de mis pensamientos.
—¿Qué pasa?
—No lo hagas, Ana, no quiero que te vayas a ilusionar, puede que el juego lo administre otra persona, no creo que Manuel sea tan estúpido pata hacerlo de nuevo.
Creo que es muy tarde, tengo todas las esperanzas de encontrar a Jessica ahora.
Danna llegó al cuarto, ella se miraba muy mal, solo dejo sus cosas y rápido salió de la habitación.
—Pobre de ella, debe estar deshecha —dije un poco cabizbaja.
Me levanté de mi cama, aún sigo con lo de la muerte de Kate, pobre de ella.
—Ayer ya no me contaste bien lo que paso con Kate —mencionó Rosa.
—Pues no hay nada más que decir, Hanna la encontró muerta, su garganta estaba cortada.
—Pobre, Hanna.
Nos pusimos de acuerdo para ir a contarle a los demás lo del nuevo juego de los 50 días, nos veríamos en el hermoso jardín.
—Entonces, Ana, ¿Qué querías decirnos? —pregunto Grace.
—Isaac encontró el link al juego, el maldito juego que nos atormento por días.
—¿Él es jugador ahora? —preguntó Valeria.
—¡No, ni siquiera lo piensen! —Rosa estaba muy preocupada de solo escuchar eso.
—Esto es excelente, eso significa que Manuel no las saco del país —mencionó Diego.
—Diego, pero puede que el del juego no sea Manuel, por favor, dejen de ilusionarse —Rosa nos miró con lastima a ambos.
Tiene razón al preocuparse por nosotros, pero en verdad quiero estar positiva y creer que la voy a encontrar.
—¿Y que hay con lo de la chica que murió? —preguntó Saúl.
—Es cierto, yo solo supe que Hanna la encontró —mencionó Melanie.
—Si, eso es verdad —Hanna mantenía su cabeza agachada. —Fue horrible.
—Ella tenía la garganta cortada.
—Pobre, chica —dijo Ian.
—No es lo único que ha pasado, otras chicas se han suicidado en esta escuela, es por eso por lo que hay algunos carteles en las paredes —mencionó Saúl.
Pobres chicas, tal vez sus problemas eran muy grandes, mucho más grandes que los que yo llegué a tener, a mi nunca me pasó por la cabeza el suicidio.
—Si, supe de una chica llamada Jazmín, se suicidó en medio jardín de la escuela, muchos dicen que porque corto con su novio —Melanie rio un poco.
Miré que el celular de Gaby comenzó a sonar, por lo cual ella se alejó un poco.
Después de unos momentos de estar platicando, Gaby regreso a nosotros con una cara de felicidad.
—¡Chicos! ¡Pablo salió de la cárcel! —exclamó ella con mucha felicidad.
Oh por Dios, eso es fantástico, me alegra mucho, todo está yendo bien, estoy segura de que encontrare a Jessica.
—¡Eso es increíble! —Emily gritó emocionada. —Ahora si estaremos todos juntos, bueno eso si Pablo entra a nuestra universidad, aún hay tiempo.
—Pues de eso no tengan dudas, Pablo estudiara en nuestra escuela —gritó Gaby de felicidad. —Él vendrá mañana.
Excelentes noticias rondan mi vida, eso es una señal, estoy segura. Rosa y yo nos fuimos a nuestro dormitorio, aún faltaban cosas que teníamos que desempacar.
Al llegar al dormitorio, Danna, Sidney y Camila estaban ahí.
—Te lo digo en serio Danna, esto está pasando por lo del juego —Sidney se escuchaba muy nerviosa.
—¡No seas estúpida! —gritó Danna.
—¡Kate está muerta por nuestra culpa! —Camila comenzó a llorar.
Lo que estaba pasando en la habitación me daba un poco de risa, pobres, todo por andar jugando con juegos endemoniados.
—No chicas, ustedes no tienen la culpa de nada —mencionó Rosa sonriendo.
—Claro que si —dijo Sidney. —Lo mejor sería que también nosotras estemos muertas.
—No digas eso —me acerqué a ella y le palmeé el hombro.
—Pues sí, eso es verdad, Sídney, nos harías un favor a todas —Danna comenzó a reírse.
Sídney la miró mal y solo se fue sin decir ninguna palabra.
—Son unas perras —mencionó Rosa molesta.
—Tal vez se dirige a su muerte —Camila rio, observando como su amiga se iba.
Pobre Sidney, decidí ir tras ella, pero fue en vano, no la alcance, a la salida del dormitorio me encontré con Eduardo, el chico de ayer.
—¡Hola! —me saludo amablemente.
—Eduardo, que gusto verte.
—Lo mismo digo, Ana —él me sonrió. —Bueno, hablamos después, tengo algo que hacer.
Asentí y se fue. Yo seguí caminando, quiero encontrar a Sidney, ella no está sola, Danna y Camila son unas personas sin corazón.
Creo que esto es inútil, decidí mejor regresar a mi dormitorio, ya no estaban Danna y Camila, solo estaba Rosa.
—¿La encontraste? —preguntó Rosa.
Negué cabizbaja, pobrecita chica.
Al anochecer, decidimos salir a comer algo a la cafetería, tal vez hay encontremos a alguien de nuestros amigos.
Estuvimos platicando y comiendo algo rico, después de un rato miré a Sidney y a Camila, ellas se dirigían detrás de la cafetería.
—Rosa, allá esta Sidney y Camila —la señalé discretamente.
—No se ve que se vaya a suicidar, se ve nerviosa —Rosa me miró confundida.
Me levanté de mi mesa, tengo que ver qué es lo que van hacer.
—¡Ana no! —exclamó Rosa jalándome del brazo.
—Algo me da mala espina, Rosa, tengo que ver a donde van.
Rosa se levantó de la mesa también, comenzamos a caminar hacia donde Sidney y Camila se dirigían.
Ellas comenzaron a caminar hacia el bosque que estaba justo detrás de la cafetería de la escuela.
—Creo que se van a encontrar con alguien —Rosa me tomó de la mano, estaba nerviosa, podía sentir su sudor en mi piel.
Nos detuvimos detrás de unos arbustos, miramos que estaban hablando con alguien.
—Manuel, he cumplido todos los retos que has hecho, ya quiero salirme de esto.
Oh por Dios. ¡Manuel!
No puede ser él, moví un poco las hojas y ahí lo vi, parado frente a Sidney y Camila, justo a un lado de él estaba Carlos, los malditos que se llevaron a mi hermana.
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Espero y les haya gustado.
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