Capítulo 30.
POV Silvia.
Rosa no ha despertado desde que la trajeron aquí, ha pasado ya mucho tiempo, seguramente un día, pero eso no lo sabemos, ahora ni siquiera podemos ver la luz que antes entraba por la ventana, eso gracias a Jessica.
Jessica sigue muy mal, ha tenido temperatura, temo por su vida, hace unas horas grité, pero nadie vino, no quiero que ella muera.
Me puse de pie, quería ir a la ventana, al menos quiero intentar quitar algo, quiero saber si es de día o de noche.
—¿Qué haces? —preguntó Jessica.
—Intento quitar las tablas —dije sonriendo, pero eso no lo notara ella, no vemos nada, todo está en oscuridad profunda.
—¿Quieres que te ayude? —preguntó Danna.
Maldita no la soporto, si ella no hubiera cerrado la puerta, nosotras pudimos haber salido.
—¡Solo quédate callada!
La puerta se abrió, pude ver al doctor y al hombre que me trajo aquí.
—Siguiente —dijo el doctor.
Mi corazón comenzó a latir deseaba con todas mis fuerzas que se llevarán a la perra de Danna, la odio.
El doctor entró en la habitación, se dirigió hasta Jessica.
—¡No, por favor déjenme! —exclamó Jessica tratando de golpear al doctor con las manos.
—No se la lleven —dije muy nerviosa.
—Entonces tú —el doctor se levantó para caminar hasta mí.
—¡No, a mí llévame! —Jessica comenzó a gritar.
El falso doctor se regresó hasta ella, la tomó por las manos y la cargó, miré que sangre comenzó a caer por la bata del doctor.
Jessica está mal, está muy mal, ellos salieron de la habitación, la puerta topó en el pie de Rosa, por lo cual no se cerró.
Miré a Danna rápidamente, pero no creo que ella piense lo mismo que yo, tengo que salir y ayudar a Jessica.
—¿Vienes? —pregunté.
—No quiero, ella de igual forma iba a morir aquí —mencionó Danna.
Siempre de negativa, la ignoré y salí de la pequeña habitación, tenía que ayudarla de alguna forma.
Aunque creo que de alguna forma Danna tiene razón, la herida de Jessica es muy profunda, y ella ya perdió mucha sangre.
Comencé a caminar lentamente, al llegar a la puerta principal esta estaba cerrada, obvio como era de esperarse después de lo que pasó.
Llegué a donde tenían a Rosa el otro día, la puerta estaba abierta, silenciosamente caminé hasta ahí, me asomé, tenían a Jessica recostada en una camilla, de esas que ahí en los hospitales.
—Aun no quiero morir, quiero ver a Ana, quiero verla por última vez —escuché que Jessica decía.
—No volverás a verla, hazte a la idea —dijo el hombre, traté de reconocer la voz, solo que no, no sabía quién era, pero de algo estoy segura, es alguien de la escuela.
—Por favor no —exclamó Jessica moviendo sus manos.
Fue ahí cuando me di cuenta lo que Jessica trataba de hacer, su mano quedó encima de un pequeño banco que tenía herramientas de operación.
Miré que tomó un bisturí, luego se lo llevó hasta debajo de su pierna.
—¿Le pongo el sedante? —preguntó el doctor.
—No, déjala así, ya está medio muerta —el hombre rio, maldito estúpido.
Me llene de una rabia inmensa, quería correr y cachetearlo, su risa me causaba enojo, maldito, solo que no puedo hacer nada, así que me toca esperar a lo que Jessica tiene planeado.
—Créeme, esto te va a doler —dijo el doctor tomando un bisturí. —¡Aquí falta algo!
Mire que el hombre se acercó a Jessica, tomó sus manos y comenzó a revisarla.
—Ella no tiene nada, no seas idiota.
El doctor se agachó, miré que Jessica levantó la mano, cuando el doctor estaba por ponerse de pie, Jessica lo apuñaló en la cabeza repetidas veces.
—¡Maldita, perra! —gritó el hombre caminando hasta Jessica, el doctor había caído al suelo, parecía que estaba muerto, rápido un gran charco de sangre se formó debajo de su cabeza.
Es ahora, tomé nuevamente el coraje para correr hasta ellos, al llegar ahí, salte en la espalda del hombre.
—¡Déjala, puto! —grité repetidas veces mientras golpeaba su cabeza.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntaron desde la puerta.
Al girarme para ver, vi que era Ángel, él tenía un bat en sus manos.
—¡Ayúdame, idiota! —gritó el hombre tratando de tirarme.
Miré que Jessica levantó nuevamente la mano, ahora para apuñalar al hombre sobre el cual está encima.
Él le detuvo la mano a Jessica, impidiéndole apuñalarlo.
Ángel llegó hasta mí, me tomó del cabello, haciendo que cayera al suelo de espalda.
Rápido me puse de pie, no sabía qué hacer, estaba muy asustada.
—Ya encontraré a alguien —dijo el hombre con un cuchillo en sus manos, él intentaba matarla.
Comencé a correr hasta él, no podía permitirlo, no puedo hacerlo.
Cuando estaba por correr, sentí que Ángel me tomó del brazo, solo alcance a mirar cuando el cuchillo entró en el pecho de Jessica, ella solo soltó el bisturí, el cual mire mientras caí al suelo.
Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, no podía creerlo, no pude ayudarla, sentí un gran golpe en la cabeza, me giré para ver a Ángel, él tenía el bat en las manos.
—Jessica está muerta —fue lo último que escuche antes de desmayarme.
***
POV Henry.
—Es en serio, Manuel quiere verte en la azotea del edificio de las chicas.
—Pero ¿Por qué? —preguntó Nancy confundida. —Yo he cumplido mis retos, además él me da miedo.
—Te seré sincero, no tengo la menor idea, solo me dijo eso, muy tu problema si no quieres ir —me alejé de ella.
Comencé a caminar, este estúpido plan tiene que funcionar, ahora que Manuel sabe que yo fui el del cuerpo de Andrea, tengo que deshacerme de él, pondré su estúpido nombre en la nota, ya no me interesa ese estúpido.
—¡Henry, espera! —gritó Nancy.
Me giré y ella se dirigía hasta mí.
—Iré.
Comenzamos a caminar hasta la azotea, allá Carlos estará esperándome, no quiero hacer esto solo.
—¿Dónde está? —preguntó Nancy mirando a todos lados.
—Tranquila, no seas estúpida, ya llegará.
—Henry —dijo Carlos extendiendo su mano para entregarme el papel.
Lo tomé, este solo decía, "Por no querer jugar los 50 días"
Me acerque al borde de la azotea, estaba muy alto, si ella cae, seguro no sobrevive para contarlo.
—¿Tardará mucho? —preguntó Nancy otra vez.
—No, solo espera un poco más —dije acercándome a ella.
Ella ya estaba muy pegada en el borde, era ahora o nunca.
Tomé la hoja sin que ella se diera cuenta, la hoja tenía algo de pegamento encima, por lo cual, cuando la empuje, esta hoja se quedará pegada a ella.
—Salúdame a Manuel allá abajo —dije empujando a Nancy al vacío.
—¡Ahhhhhhhh! —gritó ella.
Ella cayó al vacío, mire que la gente comenzó a acercarse a ver lo que pasaba.
—¡Jóvenes! —gritaron desde la puerta a la azotea.
Miré y era el profesor Hugo.
El comenzó a caminar hasta nosotros, me agaché a ver abajo, miré a Manuel, Ana, Pablo, Hanna, Ariana y a los demás mirando hacia acá, ahora si estoy muerto, ellos me vieron.
—Iván, Daniel, ¿Qué están haciendo aquí? —preguntó él.
Había olvidado el nombre tan estúpido que me eligió Manuel.
El profesor se acercó al borde y comenzó a mirar abajo.
—¡Dios mío! ¿Lo hicieron ustedes? —preguntó el profesor.
—Si, y usted es el siguiente —Carlos caminó de manera amenazante hasta el profesor.
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Espero y les haya gustado.
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