Capítulo 19.
POV Ángel.
Me da tanta risa que nadie se haya dado cuenta, pobres idiotas, metí mis manos en mis bolsillos y me dispuse a irme, él no querrá esperar mucho.
Me despedí de los estúpidos y me fui directo a mi auto, cuando estaba por llegar miré al profesor Víctor, mi agitación comenzó a acelerarse pues él se estaba acercando demasiado a mi auto.
—¿Hola? —exclamó cuando estaba llegando a mi auto.
—Joven, ¿Que hace aquí? —preguntó el profesor.
—Tengo que ir a comprar algunos medicamentos, vuelvo muy rápido.
—No entiendo a la juventud de ahora, tan solo con tener auto ya quieren andar en el todo el santo día.
Solo sonreí y comencé a caminar a la puerta.
—Oiga, ¿Qué es eso? —preguntó el profesor señalando mi cajuela.
Mi corazón comenzó a latir muy rápido, me dirigí hasta él, miré que estaba señalando la jeringa con la que había dormido a Rosa.
—Debió caer de mi mochila, lo uso para mí medicamento —dije muy nervioso.
—¡Vaya, Vaya! ¿Medicamento? —preguntó el profesor.
Sonreí mientras asentía con la cabeza.
—Quiero que asista a unas platicas de drogadicción, ¿Cuál es su nombre?
—Esteban Huerta —traté de no reír.
Que estúpido, no iré a ninguna estúpidas platicas, no soy un drogadicto, que diablos se cree ese estúpido.
—Lo espero mañana —dijo y luego se fue.
¡Por Dios! Esta escuela si está jodida con profesores como ese.
Caminé a la puerta y me subí, comencé a conducir, después de unos minutos llegué a la casa.
Bajé, me dirigí al maletero, vende los ojos de Rosa y amarre sus manos y sus pies.
La cargué y me dirigí hasta la puerta, por fuera parece una simple casa, pero nadie se imagina lo que pasa adentro.
La puerta se abrió.
—¿La tienes?
—Es obvio.
Se la entregué, rápido la puso en una silla, la ato muy bien a ella.
—Esos estúpidos quieren descubrir quién eres.
—¿Como lo sabes? —preguntó.
—Hoy, ellos estaban poniendo una carnada, creyeron que irías por Ana, pero se quedaron esperando como idiotas.
—Pues quiero que tú los guíes a mí, quiero a Ana, ella es muy hermosa, muchas personas querrán sus órganos a un muy buen precio.
—No entiendo como las personas pueden comprar eso, ¿No les importa que no sea legal?
—¡Vamos, Ángel! No hables de legalidad, lo que tú haces tampoco es legal, tú me traes a las chicas, aunque muy pronto comenzaremos con los chicos, en el mercado negro también quieren órganos de hombres, no solo de mujeres, nuestros días de secuestrar y simular suicidios terminaron, ahora recibiremos un buen pago por nuestro trabajo.
—Me alegra escuchar eso —dije sonriendo.
Solo esperaré mis primeros pagos, luego me largare de aquí, no necesito estudiar, me iré a viajar por el mundo empezaré por Europa.
—¿Como han estado los estúpidos del juego?
—Con lo mismo, hasta ahora todos han completado sus retos, pero cuando no lo hagan comenzarán los homicidios, eso no será bueno para nosotros.
—Tranquilo, me encargaré de eso, puedes irte, Ángel.
Caminé hasta la cocina, me preparé algo para cenar, luego me fui a mi habitación que solo uso algunos días por semana.
Pronto podré largarme de aquí.
***
POV Manuel.
—Recuerden lo principal de los retos, pedirles dinero, pedirles que roben.
El dinero que tenemos ahora es mucho, pero sí quiero darme una vida de rey, no es suficiente, menos porque tengo que compartirlo con estos idiotas.
Candice quería deshacerse de ellos al terminar de juntar un buen dinero, aún lo pensaré.
—Si, Manuel, no lo tienes que estar repitiendo todos los días —dijo Ariana molesta.
—Me caía bien, Elena, aunque era más educada, hacia todo lo que Candice y yo le decíamos.
—¿Le llevo de comer a Selena y a los niños? No entiendo para que los quieres, Manuel, solo nos hacen gastar más —se quejó Henry.
—No lo he pensado aún, pero he logrado que Rosa haga lo que yo quiero, por ahora ella está ignorando a Ana, eso me resulta muy divertido.
Igual he pensando en obligarla a hacer otras cosas, pero por ahora con eso está bien.
—Yo solo ando detrás de Ariana, ¿Que haré yo aparte de ir a mis clases? —preguntó Pablo.
—¿En verdad eres leal a mí? —pregunté.
La verdad no sé si confiar en él, la última vez que lo hice, él ayudó a Ana, nos traicionó.
—Tengo algo muy bueno para él Manuel —mencionó Carlos. —Tal vez deba averiguar porque rayos todo el dinero de Marcos está a nombre de la que siempre no está muerta.
Casi lo había olvidado, cuando fuimos a casa de Marcos y robamos sus tarjetas, nos percatamos de que no había nada de dinero, todo estaba a nombre de Lizbeth, sí que estaba obsesionado con ella, puso todas sus cuentas a nombre de Lizbeth, y la verdad que es mucho dinero y lo quiero.
—Buena idea, Carlos, ¿Podrás hacerlo Pablo?
—Resumido, ¿Qué es los que tengo que hacer?
—Lo más seguro es que ella no sepa de la existencia de ese dinero, pero tú tienes que contárselo y convencerla que renuncie a los derechos, yo haré el resto.
—¿Solo eso? —preguntó Pablo.
—Si, solo convencerla.
—Suena fácil.
Henry se fue a llevarles comida a mis prisioneros, suena divertida esa palabra.
—¡Manuel! —comenzó a gritar Henry desde el sótano.
Aceleré el paso, al llegar al sótano, solo estaba Isaac y la niña ahí, no había rastro de Selena.
—¿Dónde demonios está Selena?
—No sabemos Manuel, cuando despertamos no estaba —Isaac se miraba mal.
—No me creo sus palabras, habría que matarlos —dijo Henry.
—A todo mundo quieres matar Henry, no podemos hacer eso aún —miré a Henry molesto. —Aunque a ella sí, ella no me sirve para nada.
Señale a la pequeña amiga de Isaac, Andrea.
—¡No, por favor, yo también puedo ser de ayuda, lo juro! —suplicó Andrea.
—No lo creo —dije metiendo mi mano a mi bolsillo, de ella saqué una navaja.
—¡Isaac, ayúdame! ¡No quiero morir! —gritó Andrea, pude notar en sus pequeños ojos que estaba asustada.
—¿Es necesario matarla? —preguntó Pablo.
—Si, Henry tiene razón, solo estorba.
Me acerqué a ella, delicadamente deslice la navaja por su cuello, sentí que su tibia sangre resbalaba por mis manos, mientras Isaac gritaba que la dejara en paz.
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Espero y les haya gustado.
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