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Capítulo 8. Conveniencia


Damien Westermann

Habían pasado casi dos semanas desde que llegue a Nueva York, traté de no hacer mucho escándalo en la familia para que nadie me pidiera ir a alguna reunión familiar, no tenía ánimos, estaba un poco ocupado con el asunto de ese detective que me seguía los pasos, pese a contestar las preguntas del fraude no pareció convencido de mi nula actividad en el caso, hubo ocasiones en que lo vi merodear fuera de la empresa y en otra ocasión volví a presentarse en mi oficina para más preguntas, no pude hacerlo porque estaba ocupado eso seguramente le dio más motivos para seguir sospechando de mí.

Toda mi familia estaba en Europa, la única que permanecía aquí era la de mi primo, ellos siempre aclamaban por mí cada vez que yo andaba en la ciudad y no fue la excepción, Veronica, su hermana me pidió que me reuniera con ella y Joseph, no pude negarme, estaba harto de que no me dejara de llamar al celular para pedírmelo, quería quitármela de encima de una buena vez.

Conduje unos quince minutos hasta llegar a una zona exclusiva de la ciudad, ellos me esperaban en un bar, me precipite a llegar porque de verdad quería acabar con esta estupidez. Le di mis llaves al Ballet Parking y entré, me perdí por segundos porque el lugar era enorme y escaso de luz, Veronica agitó una mano y me señalo la mesa, camine con grandes zancadas y los salude con media sonrisa.

—Vaya, vaya —canturreo ella con esa voz chillona de adolescente a pesar de tener más de veintitantos —Por fin el señor se digna a pasar un tiempo con su única familia, ni siquiera porque no tienes hermanos nos puedes considerar un poco más.

Gruñí, sus chistes nunca me parecieron graciosos y solo lograban irritarme, ella lo sabía y me provocaba cuanto podía.

—Yo pedí ser hijo único —le reclamé con mi coraje contenido, mis ojos se clavaron en ella al punto perfecto de hacerla bajar la mirada —No me gusta competir con nadie.

—¿Entonces prefieres la atención solo para ti? —preguntó con cierta precaución, aun con la cabeza agachada.

Sonreí solo para mí.

—Algunas veces —confesé casi en un murmuro.

Los tres nos mantuvimos en silencio hasta que nos trajeron la comida, las pláticas entre nosotros no eran comunes y a veces yo las considera sin sentido pero como eran mi familia más cercana por estos rumbos no había otra opción que convivir con ellos.

—Espero que te puedas quedar un poco más en Nueva York —comentó Joseph en lo que comíamos sin parecer darle importancia a nada —Necesito que puedas ver unos cuantos números.

Después de la recomendación que le di de bajar sueldos y costos de la empresa seguía sin parecer satisfecho del todo, ya había platicado con él muchas veces que su inversión nunca iba a funcionar y ahora esperaba que yo lo sacara del estúpido fondo del que se metió. Yo tenía mis problemas, el mal parido del detective McGrath me seguía todavía, podía estar seguro de que andaba a cada paso que daba o atento a mis negocios, no podía intervenir a cómo el quisiera pero no me convenía.

—No se cuándo me vaya de Nueva York —le respondí con rapidez.

Me clavó los ojos, confundido, dudoso, yo casi siempre me iba de la ciudad a cada momento que podía, sabía que resultaría extraño y que las sospechas iban a hacer descomunales.

—¿No lo sabes? —preguntó suspicaz, entrecerrando los ojos, me leía la expresión con mucho interés —Tú casi no te quedas más que una semana y eso que te lo pido cuando es emergencia. ¿Ahora te gusto la ciudad que piensas dar una vuelta?

—Por dios —le rogué con voz insoportable y una sonrisa desganada —Yo tengo el negocio en la ciudad, ¿Qué te resulta imposible? Tengo que quedarme, no le veo nada de ilógico.

—Si, bueno —se tapó la cara bañada en sudor tomando de la copa de vino y habló con más cautela—Lo que pasa es que a ti no te molesta llevar el negocio a Europa, ya lo has hecho.

Me encogí de hombros sin dejar de mirarlo con cierta exasperación.

—Puedo cambiar de idea si quiero, no tengo que pedir permiso.

Joseph y Veronica se echaron una mirada, no iban a refutar en nada, ni siquiera se atrevían, para ellos yo era un socio más y no un primo o familia, yo así lo veía, sin mi, Joseph tendría problemas de estabilidad, me debía muchos favores, los suficientes que después me cobraría, aunque, no estaba de más tenerlos de mi lado.

Rebusque en el bolsillo de mi abrigo la cajita turquesa de Tiffany's y la deslice sobre la mesa a la dirección de Veronica, ella levantó la mirada consumida en sorpresa que de inmediato fue remplazada por asombro y regocijo en todo su esplendor, sus ojos se alumbraron y dio una sonrisa de oreja a oreja.

—Te prometí un collar de perlas a mi siguiente visita, aquí lo tienes.

Ella apenas me escucho, le arrancó el listón a la cajita y dio grititos internos, mostrándome a mi y a Joseph el collar

—¡Es el que quería! —chilló con su voz aguda insoportable a un nivel caótico —¡Es hermoso, Damien!

Casi creí que entraría en colapso, sonreí a medias al verla efusiva, me hacía recordar la misma reacción de todas ellas, esa emoción al primer obsequio, al primer viaje que les daba, ese toque de romance que disfrutaban, ver en ellas esa plenitud que descansaba muy cómodamente en su cuerpo y que pronto desaparecería, eso era lo que disfruta, el poder de hacerlo desaparecer.

—Por nada, me alegra que te haya gustado. —acepté con voz sosegada, gozándolo cuanto podía.

Katherine Weber

—¿Cuánto nos queda para la semana, mamá?

Habíamos estado haciendo los cálculos casi todos los días para ver con cuanto sobreviviríamos, era nefasto, era cansado y frustrante, no podía creer que nos estuviera pasando a nosotras, no había nada que pudiéramos hacer, estábamos en quiebra. A mi madre le habían despedido de su puesto ya que apenas podía hacer su trabajo con la agilidad que necesitaba, le estaba fallando la memoria y la vista, le dieron una excelente liquidación pero la mayoría se fueron en deudas de la casa y del auto cachara que tenia.

Y para colmo de todo esto a mí me habían bajado el sueldo, el señor Donovan nos avisó que eran cosas de la empresa que no se podían dar a conocer, nadie se pudo quejar. Cuando mi madre me dijo la cifra que nos quedaba para nuestras necesidades se me hizo un nudo en el estómago que no me permitió estar de pie, me deje caer sobre la silla de nuestra pequeña sala.

Hundí la cabeza entre las manos y mi madre me acariciaba la espalda, maldije tan fuerte que aunque ella escuchara no le molesto que de una forma u otra descargara toda la frustración que se acumulaba en mi cuerpo, en mi espalda y mi nuca.

—Esto nunca va a mejorar —mascullé, me apreté los ojos evitando imaginar cómo acabaríamos en un mes más. —Ya van dos semanas de esto y no hemos mejorado.

Mi madre seguía acariciándome la espalda pero su consuelo no surgía efecto, necesitábamos quien pudiera sacarnos de este pobreza que nos estaba consumiendo. Mi madre prometió buscar otro empleo pero sabía que no sería pronto, tenía citas con el doctor que la estaba revisando y yo era la única que daba los ingresos para eso.

—Va a mejorar, hija —me dijo una y otra vez, perdiendo tanto sentido que ni siquiera me importa en escuchar —Va a mejorar, ya verás.

Me preparé para irme a trabajar, no quería llegar tarde porque ahora más que nunca necesitaba aferrarme a mi único trabajo. Me preparé lo más rápido que pude y tome las llaves del auto de mi madre para no gastar en el tren, las tome de la mesita de noche junto con la tarjeta de Damien Westermann, sin querer la tiré y fue ahí cuando tuve la revelación que más necesitaba.

Él me quería en su empresa, me había dicho que estaba suficientemente capacitada para un puesto más grande y con más ingreso pero siendo sincera yo sabía que no me había perseguido por aquella razón en el bar esa noche, lo presentía y estaba a punto de confirmarlo ahora.

Marque desde mi teléfono celular el número grabado, inspiré con fuerza cuando escuche los primeros timbrazos, las rodillas se me sacudían, mi corazón repentinamente latió con irregularidad, podía sentir la adrenalina desintegrándose en mi boca, la saboree, era gloriosa.

—Oficina del señor Damien Westermann, ¿En qué puedo ayudarle?

Era la voz de una mujer joven, suspiré, dios mío que idea tan idiota el pensar que podía contestarme personalmente.

—Sí, habla Katherine Weber —le dije con un imperceptible tartamudeo, me seque las gotas de sudor que apenas emanaron de mi frente —Hablo por una entrevista de trabajo, ¿Sabe en que momento podría ir o con quien debo acudir?

La mujer tardó unos momentos, tecleo algo en su computadora y hablo con fluidez que me esforcé en retener la información.

—Por el momento el señor Westermann está en una llamada importante, para una entrevista necesitaría venir con su curricular pero podría entrevistarla alguien más si desea venir esta mañana.

Estaba a punto de decirle que no era necesario pero ella me interrumpió a mi primero después de que escuche que alguien la llamaba por un intercomunicador.

—Esperé un momento por favor...—me pidió acelerada, con esa urgencia de no perder la llamada.

Hubo un corto silencio hasta que la mujer volvió a mi llamada, la noté nerviosa, quizá le habían llamado la atención o pudo haber recibido a alguien en la oficina de Damien.

—¿Su nombre era...? —me preguntó con nerviosismo, reiterando mi nombre con cuidado —¿Karly...?

—Katherine —le hice énfasis con voz lenta —Katherine Weber.

—Le voy a comunicar con el señor Westermann —me avisó con unas risitas leves —Permítame.

Me lleve la mano a la boca, contuve mi aliento una fracción de segundos, noté el temblor de mi respiración cuando no hubo más que un silencio muerto del otro lado de la llamada, no sabía cuánto tiempo tardaría en responderme pero me tenía ansiosa a un nivel insoportable. Comencé a sentir la sensación de arrepentimiento por aquella llamada pero no podía echarme para atrás, saldría de esto a como diera lugar.

Logré aspirar suficiente aire a tiempo de que su voz resonó por el auricular, el escuchar su voz grave y esa seductora manera de saludarme con ese acento que noté más concentrado pude sentirme en fuego total, en llamaradas completas que me rodearon en remolinos así mismo consumiéndome a lento paso, frenando mis pensamientos con ímpetu.

—¿Señorita Weber? —habló con una euforia que lo hizo reír complacido —No creí que fuese a recibir su llamada, perdone que no haya sido yo el que le respondiera personalmente. Pasaron dos semanas desde que le ofrecí el puesto. ¿Ya tomo una decisión? ¿O en que puedo servirle?

Carraspee y recobré compostura a la fuerza.

—Podría decirse que sí, señor Westermann —acepté indecisa —Lo que sucede es que lo llamé para saber si el puesto todavía estaba vigente.

Podía jurar que sonreía al otro lado de la llamada.

—Claro que lo está —afirmó con suavidad, acariciando las palabras, bajando el nivel de su voz con exactitud para lograr ser tan melodiosa y seductora —¿Va a pasar por la empresa? Dígame a qué hora para estar preparado.

—Ahora no puedo, voy al trabajo pero me preguntaba si...—vacilé, me volví a la puerta de mi habitación para confirmar si mi madre no estaba cerca —Podría ser a las cinco, solo estoy disponible a esa hora. ¿Le molesta?

—Ya veo —meditó unos segundos —Entonces podría ser en otro lugar, yo pensaba en algún restaurante, sobre todo para que nadie se percaté de esto. ¿Me entiende?

—Sí claro.

—¿Le parece en el bar donde nos encontramos aquella vez? Es un buen lugar y supongo que le queda muy cerca.

No pude evitar sonreír con fuerza, claro que tramaba algo, no por nada me había seguido esa vez, no iba a dejarlo pasar esta vez.

—Me parece bien, entonces a las cinco, señor Westermann.

—Hasta entonces, señorita Weber. Que tenga buen día.

Colgué de inmediato, me llevé la mano al pecho, sintiendo con más constancia mi corazonada, Damien Westermann buscaba algo de mí, si eso quería lo tendría y si me convenía estaba dispuesta a darlo todo.


¡Hola Espero que todas se encuentren muy bien, espero que les guste el capítulo aunque sea muy corto, prometo subir más rápido porque tengo varios capítulos ya revisados y corregidos. A partir de este capítulo habrá más conexión entre Katherine y Damien

No se olviden de comentar y dar estrellita, gracias por apoyar la historia, será un capítulo corto pero les compenso en el siguiente :)

Les gustara mucho. Nos seguimos leyendo, un abrazo enorme xx.


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