Capítulo 7. Encrucijada
Katherine Weber
Llegue al trabajo a la hora exacta, no sabía que clase de urgencia tenía por llegar temprano pero lo hice, no quería ganarme más problemas con el señor Donovan , inclusive se sorprendió de mi llegada y pareció complacido de que finalmente considerara el trabajo con más seriedad. No le mencione nada a Lauren, no quería que me bombardeara con todas sus preguntas al respecto de lo que paso después de que deje el bar, tampoco surgió el tema por lo tanto quedó todo aclarado y sin misterio.
Agradecí que el señor Donovan me mantuviera ocupada recién llegué, eso me ayudó a no pensar en la propuesta de Damien Westermann sobre todo porque conservaba la tarjeta de presentación en mi bolsa de mano, no lo pude evitar, estaba ofreciéndome un verdadero empleo, uno con un salario mucho más decente que el mío, uno que de verdad merecía, ¿Debía averiguar de que se trataba? ¿De verdad debía considerar trabajar para él? No me gustaba esa manera suya de distraerme con sus ojos intrigantes, insistentes y profundos que me sujetaban como en una enredadera mortal, era lo que a veces no soportaba y de todas formas lograba gustarme.
No iba a considerarlo ahora o tal vez nunca, quien sabe, quizá podría tomarlo en un momento de desesperación extrema cuando no hubiera una salida que tomar. Trabajé durante el día sin parar, me levanté para llevar café, sacar copias y mandando algunos recados, el señor Donovan me tenía con muchas cosas que hacer y me gustaba, empezaba a agradarme el tener trabajo y la cabeza concentrada solo en mis tareas.
Al estar en su oficina me dio más tareas que hacer, era la primera vez que se lo agradecía.
—Tome este y mándelo por fax al número que le acabo de mandar al Email y por favor mande estos documentos al correo del señor Joseph Daley, es urgente.
Reconocí el nombre, no dije nada y salí de la oficina dispuesta a cumplir con la tarea, sin duda sería un día ocupado y con muchas cosas por delante que llevar a cabo.
Damien Westermann
Tuve que ingeniármelas para estar al tanto del trabajo, Sasha mi secretaria una mujer de la misma edad que Katherine pero en absoluto nada atractiva que ella me llamaba a cada segundo por el intercomunicador para darme la noticia de que uno de mis socios se había metido en un escándalo de fraudes y que un detective andaba investigando el caso y uno de sus principales sospechosos era yo.
Gruñí por lo bajo, logrando convertir las manos que estaban sobre el escritorio en puños que hicieron retumbar mi escritorio, era lo que menos necesitaba ahora, un detective que anduviera detrás de mí, estudiando mis movimientos cuando tenía una verdadera misión importante que cumplir. Mi cuerpo se embargó en una completa frustración, las venas podían sentirse marcarse con rudeza en las sienes y mi garganta irritarse por no contener mi ira con eficacia.
—¿¡Quién demonios es, Sasha!? ¡El nombre! —le grité con los dientes apretados, forzando mi mandíbula, podía oír el rechinido de estos al chocar.
Escuche que titilaba al querer hablarme con claridad.
—Robert McGrath, señor —me respondió con voz temblorosa, cayéndosele en pedazos.
Desquiciado agache la cabeza y me lleve las manos a la nuca, realmente no tenía tiempo de lidiar con preguntas estúpidas, yo solo era responsable de darle cierto capital al estúpido hijo de puta de Larry para sus negocios y era seguro que me había metido a mí por querer librarse.
Mantuve presionado el botón del intercomunicador con tanta fuerza que los tendones de mis dedos estaban acalambrando mi mano entera.
—Que pase —le ordene con aplomo, dejando fluir mi gruñido —Y que sea rápido, no tengo tiempo que perder en estas idioteces.
Colgué, ignoré el ardor de mi mano, agité la cabeza con desaprobación, quería contener mi coraje hacia el hombre que estaba a punto de entrar por esa puerta a robarme el tiempo que era valioso para mí, no iba a conseguir nada de todos modos, no sería fácil y no me importaba ninguna amenaza que fuera a lanzarme para obtener lo que quería
Escuche que abría la puerta y asomaba la cabeza, me desagrado que todavía se tomara el tiempo tan lento para entrar a mi oficina.
—Adelante —le dije evidenciando un poco mi violencia, intenté no gritárselo pero a cómo iba sería difícil no hacerlo.
Era un novato, un infante comparado conmigo, era seguro que ni siquiera podía tener una larga experiencia en este trabajo, no le calculaba ni siquiera los treinta, era alto, podía ver esa ventaja pero no parecía que tuviera suficiente masa corporal para este tipo de trabajo, no iba ser difícil quitármelo de encima, eso pareció satisfacerme un poco.
—¿Señor Westermann? —preguntó con voz neutral, adentrándose a mi oficina, se puso en medio de la habitación. Llevaba un abrigo y el cabello café claro mojado, su apariencia de cerca era para mí la de un pobre inexperto infante queriendo jugar el papel del héroe, el clásico caso de atrapar al malo de la historia.
Lo estudie con desdén, no me intimidaba, de eso estaba seguro, sería presa fácil.
—Soy yo, ¿En que puedo ayudarlo, señor McGrath? —de mala gana le ofrecí una silla haciendo un ademan con la mano.
Tomó asiento sin quitarme la mirada de encima, no se que trataba de hacer conmigo pero esto comenzaba a molestarme de veras.
—Necesito hablar con usted de su cliente Larry Wilson, no se si leyó está mañana el periódico pero lo detuvieron esta madrugada de fraude, declaró a primera hora del día y lo vinculo a usted de ofrecerle la idea y también de quedarse con una parte de la ganancia.
Reí con poca gracia, su rostro se ensombreció ante mi poca seriedad e interés en el caso, era claro que nada de aquello era cierto, era una difamación para mi sorpresa bien planeada.
—¿Sería muy obvio decirle que es una total y estúpida mentira? No necesito hacer ese tipo de fraudes, de él no me extraña, por eso me pidió el capital.
—¿Y cómo lo pensaba recuperar, señor Westermann? Puede que haya considerado mejor cobrarlo del dinero que hizo el señor Wilson.
—No es así señor McGrath —disentí con tono mordaz, me mantuve lo más erguido y sujeto sobre mi asiento, no quería apresurarme a cometer una estupidez, mi exabrupto estaba a pocos límites de salir. —Yo no cobro las deudas con dinero, lo hago con acciones inmobiliarias, si no iba a pagarme entonces lo demandaría y le quitaría cualquier propiedad que pudiera soldar su cuenta.
Sacó de su abrigo una libreta y un bolígrafo, fue como advertirme que tomaba cada una de mis palabras en papel y que debía tener cuidado con lo que decía, otra jugada de miedo que me era indiferente.
—¿Le molesta que le haga unas cuantas preguntas?
—De acuerdo —me precipite a contestar —Aunque debe darse cuenta que tengo cosas que hacer así que podría ser conciso y rápido si no es problema.
Antes de que me pudiera responder sonó el intercomunicador, apreté el botón con tanta fuerza otra vez que el ardor de la yema de mi dedo fue lo que menos fui consciente.
—¿Quién es ahora? —me quejé en voz baja, apretando mi garganta para de nueva cuenta no gritar.
Sasha tembló otra vez.
—Es Joseph Daley, dice que necesita hablar con usted de inmediato —su voz se quebró del terror que seguro mi primo le provoco al haberle exigido mi contestación, nunca intimida a mis secretarias a menos que yo esté en un dilema con la empresa.
Suspiré y le pedí que me entregara la llamada.
—Necesito contestar esta llamada, señor McGrath, es urgente, no me tomara tiempo.
Asintió y garabateo en su libreta, matando tiempo que me quitaba su presencia. Me prepararé para la discusión inútil que me haría por algo que seguro no debía ser tan importante, era escandaloso, su único problema es que siempre quería tener todo igual desde un principio cosa que jamás pasa si tienes una empresa donde cae y sube la cifra todo el tiempo.
—Habla Damien —respondí con voz seca, levantándome para ir hacia el ventanal y darle la espalda al detective.
—¡¿Qué demonios esta pasando con la empresa, Damien?! —explotó como a mi me hubiera gustado hacerlo desde hace varios minutos atrás —Donovan me acaba de mandar unas cifras y no me gusta para nada lo que veo ¡Para nada! Quedamos que arreglarías las imperfecciones que habían quedado con la deuda de hace cinco años. ¡La cifra esta muy baja! ¿Y mis ganancias?
Me tragué la gran masa de bilis que se me atascó en la garganta, cerré los ojos y eche la cabeza hacia atrás, analizando todo y dándome auto control para no ir en ese instante a terminar con esta discusión a la única manera que conocía y que se convertiría en una de mis favoritas en estos últimos años.
—Te lo había advertido Joseph —murmure con voz áspera, violenta y sumamente baja para que se convirtiera en otro gruñido más —No debiste haber gastado cinco por ciento del capital en la empresa de tu estúpido amigo, te dije que no habría ingresos fijos hasta dentro de siete años. ¡No me vengas con tu estúpido drama! Estoy demasiado ocupado y tendrás que arreglártelas.
—¿De que hablas? No puedo dejar que me dejes solo, eres de toda mi confianza, no dejaría a nadie más que tocara mis cifras ¡Acaso quieres que todos vean como esta decayendo! Esos ingresos los necesito ahora. ¿Qué puedo hacer? Hable con algunos abogados, no quiero gastar más dinero.
Y entonces vi mi partida limpia tocando a la vuelta de la esquina, la manera perfecta de atraer a Katherine a mis garras, no tardaría en caer si su vida también caería en pedazos.
—Has despidos, los suficientes para que logres equilibrar cifras o bajar los sueldos. Ya lo has hecho antes.
Joseph no respondió, supe que mi sugerencia era la única manera rápida de alcanzar lo que quería, apenas y escuche un suspiro derrotado y aceptó.
—De acuerdo, creo que tienes razón, no hay otra manera, además ya lo he hecho antes.
Colgué y sonreí sin poder evitarlo, pronto sería mía, no tardaría y yo estaría más que encantado por recibirla. Por un segundo olvide al detective, me volví con una compostura más amable, claro que lo sería ahora sabiendo que mi partida saldría a mi manera.
—Disculpe, fue una emergencia —le comenté tomando asiento y volviendo a la postura de hace unos minutos. —¿Qué necesita saber, detective? Soy capaz de responder lo que sea.
Lo que menos necesitaba era que un detective merodeara a mis alrededores y menos con los planes que tenía en pie.
Katherine Weber
Me preparé para irme a dormir, había sido un día largo y muy ocupado, estuve tan acelerada en la oficina que no pude descansar, ni siquiera pude aceptar la invitación de Lauren para salir al cine, estaba muy exhausta que solo desee llegar a casa y descansar en serio.
Lave mis dientes, mi cara y me puse la pijama, un short corto con una blusa de tirantes negro y mi coleta floja para ir a dormir, apague toda la habitación a excepción de mi lámpara de noche, la utilice para revisar mi laptop y contestar unos correos de la universidad, aun debía pagar algunas cosas, tenía deudas y me veía difícil el pagarlas con la rapidez que quería. ¿Cómo iba a completar todo los gastos que tenía con un sueldo tan bajo? Tenia que ayudar a mamá con la casa, mis gastos escolares y mis necesidades.
Resople y maldije una y otra vez, instintivamente me volví hacia mi mesita y contemple la tarjeta que Damien Westermann me había entregado, era platinada con grabado en el número telefónico, brilló ante mi como en una especie de saludo o recordatorio. ¿Debía aceptar su oferta de trabajo? ¿Y si no me gustaba su empresa? ¿Sí era peor que en Companies Daley?
Una corazonada me decía que algo tramaba, nadie era tan considerado con una simple secretaria, ni mucho menos conmigo, era nueva en la empresa de su primo, tampoco me explicaba como había llegado esa vez en el bar aquella noche y en el momento exacto de que me atropellaran. ¿Me siguió o era cosa mía? Sea lo que fuese yo necesitaba saber que sucedía y que trasfondo tenía todo esto, no era normal, podía sentirlo, Damien Westermann tramaba algo.
¡Gracias por estas 300 leídas, falta muy poquito para las 400!
Ya se que no las he saludado, lo siento mucho, espero que se encuentren muy bien y mil gracias por el apoyo que le dan a la historia, les quiero agradecer cada voto y los comentarios.
Prometo subir más seguido.
Un besote enorme a todas y un gran abrazo xxx
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