Capítulo 21. Compromiso
Damien Westermann
El dictamen final del juicio se daría a conocer en una semana y para ese entonces ya habían pasado dos meses, el tiempo se había pasado demasiado rápido y yo necesitaba que las cosas se aceleraran ya, mis únicos dos deseos eran dejar los pendientes de la empresa a un lado y llevarme a Katherine finalmente a casa, ¿Cómo iba a lograrlo? Fácil, la única manera en la que ella aceptaba irse conmigo era dependiendo de una sola cosa:
Casarse conmigo.
No iba a hacerlo, fue lo que pensé cuando me lo dijo y es que yo le había propuesto el irnos a Grecia en cuanto todo esto del fraude y el juicio se terminara pero ella solo me daba como una condición la tal estupidez de casarnos. Para empezar no iba a suceder porque su madre jamás lo aprobaría, todavía estaban esas asperezas entre ella y yo así que eso fue una buena razón por la cual no iba a hacerlo pero yo necesitaba llevármela cuanto antes y solo existía una forma de quitarme de encima a esa gente que no dejaban andar a mis planes, deshacerme de ellos con una fácil llamada.
Me casaría con Katherine porque la imagen que ella me daba en este tiempo del fraude y el juicio me favorecía, ella aparecía en los periódicos jurando que yo era una buena persona y que la ayudaba mucho sobre todo cuando ella se daba en quiebra hace meses, nuestros fotos a veces estaban en las revistas y nos mostrábamos lo más cariñosos que podíamos y mi abogado lo aprobaba en todo sentido, me decía que el matrimonio era una estrategia perfecta.
—De acuerdo, lo haré —afirme con tono tajante, levantándome del sofá de mi sala, tomando mi abrigo y revisando mi billetera.
—¿Cuándo? —preguntó Howard con duda y quizá un poco de sorpresa en el rostro.
Me vio pasando frente a él tomando las llaves de mi auto y echándome un vistazo en el espejo del umbral.
—Ahora —le respondí sin rodeos —Comprare un anillo y prepararé algo para esta noche, será rápido y espero que no noté que fue de último momento.
—Si es así, entonces buena suerte, señor.
Resople contra el reflejo que me daba el espejo y casi de mala gana abrí la puerta, que estupidez estaba a punto de hacer ¡Maldita sea! ¡Casarme! No creí que llegaría a esto pero algún día tendría que haber pasado, casarme para conseguir lo que quería, era un sacrificio que duraría unas semanas.
—Espero que no se niegue porque será un desastre —añadí casi en un gruñido antes de cerrar la puerta.
Katherine Weber
No recordaba haber planeado algo con Damien para esta noche pero al recibir su mensaje de que pensaba hacer algo especial porque ya llevábamos tiempo sin poder pasar una velada entre los dos por supuesto que me emocione. No me había dado muchos detalles así que me aseguré de vestirme cómoda pero sin perder el estilo, un vestido suelto negro y unos zapatos de tacón hacían magia.
Mi madre estaba en su habitación, escuche que estaba viendo la televisión así que estaba demasiado entretenida para prestar la suficiente atención y darse cuenta de que me iba con él, no sabía si regresaría tarde o inclusive hasta el día siguiente por lo que asomé la cabeza en la puerta y le avisé que me iba, como fue de esperarse solo me lanzó una mirada que reprimía todo el desacuerdo que sentía y volvió los ojos a la televisión con desdén.
Salí de la casa esperándome el auto de Damien frente a mí, no podía ver desde el interior del auto porque la iluminación de la calle era cada vez más escasa, la noche estaba fría, profundamente silenciosa y vacía aunque de todas maneras presentía que todos eran testigos de cuando subí a su auto y me incline para besarlo.
—¿A dónde vamos? Ni siquiera quisiste decírmelo —le acusé con risitas nerviosas, no sabía si estaba vestida para la ocasión.
Me dedicó una sonrisa torcida, de esas mismas que frenaban de inmediato el aire hacía mis pulmones, rompían mi concentración y encendían a mi cuerpo en llamas gracias a los latidos enloquecidos de mi corazón, siempre me hacía sentir tan vulnerable cuando tomaba una apariencia tan irresistible y tentadora.
—Es una sorpresa —me informó con tono picarón, resistiéndose una sonrisa en complicidad. —Ya verás de que se trata.
En lo que él aceleraba por la calle observé que venía bien vestido, no sabía si era así porque había tenido alguna cita de negocios pero no se porque esta vez me sorprendía algo, era extraño. Condujo por la avenida unos veinte minutos, no conocía muy bien el rumbo por donde estábamos porque deje de reconocer el lugar, no quise insistirle porque de verdad quería sorprenderme así que me mantuve callada en lo que cambiaba la radio de vez en cuando.
—Me supongo que le debiste haber dicho a tu madre que estarías conmigo —comentó mientras conducía sin quitar la vista del parabrisas.
Mi decepción fue evidente, baje la mirada y busqué algún recurso con lo que mantener mi cabeza entretenida pero no era fácil lograrlo estando en el auto a oscuras y con solo la carretera a la vista.
—Sí bueno...—me encogí de hombros como si le restara importancia —Ella siempre es así.
—Lo ha sido desde que sabe que sales conmigo —observó, levantando ambas cejas y mirándome unos cuantos segundos.
Me apreté los labios imaginándome las largas semanas en las que la actitud de mi madre no había cambiado, tenía razón, todo empezó desde que supo mi relación con él pero eso no tendría porque seguir molestándome.
—Tendrá que acostumbrarse —susurré fijando mis ojos hacia el frente.
El recorrido duró unos cuantos minutos más hasta que me di cuenta de que el camino se llenaba de árboles, después de pinos grandes y pequeños faroles iluminaban el poco camino que nos quedaba, acerque mi rostro a la ventana y una grande casona me saludaba desde los pocos metros que el auto acortaba a muy alta velocidad, era como aproximarse en cámara rápida hacia un lugar mágico y encantado, como en un cuento de hadas y el castillo era una total realidad.
Apenas pude parpadear, estaba encandilada que ni siquiera fui consciente de que el sendero se había terminado y el auto finalmente se detuvo enfrente, ahí los faroles eran más intensos y la luminosidad era cegadora por el gran umbral decorado. Desperté del trance cuando Damien tomó mi mano y le dio un apretón gentil.
—¿Estás lista para entrar? —me preguntó con una sonrisa ancha, sus ojos refulgían con casi la misma intensidad que el umbral.
La emoción y la felicidad se fusionaron y delicadamente se instalaron en mi pecho, acelerando el ritmo de mi corazón, no podía procesar tal magnitud de sentimientos que me cruzaban por todo el cuerpo.
—¡Sí, por supuesto que sí! —respondí con tanta desesperación con mi sonrisa tan desquiciada.
Salimos del auto tomados de la mano, avanzando por la alfombra marrón que nos guiaba hacia el umbral, no quería soltarme de Damien, quería avanzar todo lo que tuviéramos que pasar sin separarnos, tener su contacto por toda la noche hasta que la mañana siguiente anunciara el nuevo día, tenerlo conmigo en este sueño irreal.
Llegamos a la recepción y mi sueño se volvió surrealista, por dentro todo era como una ilusión, una escena sacada de una película de fantasía, todo era de piedra tal y como un auténtico castillo, los muebles, la alfombra, las fotografías en la pared, la chimenea, todo estaba tan cálido y acogedor que las ganas de quedarse eran infinitas, estaba tan delicadamente decorado que lucía como una fotografía viviente.
—Vamos, no queremos llegar tarde —me avisó con tono dulce, tirando de mi mano para que fuéramos hacia el ascensor.
—¿Me puedes decir que estás planeando? Me estás matando de curiosidad.
Soltó unas risitas leves mientras tomábamos el elevador, no sabía que podía ser tan importante que lo mantenía en secreto pero varias veces habían sido las sorpresas que me había dado que no podía imaginarme algo mejor, sus detalles siempre iban mejorando y me sorprendían por la ingeniosidad. Vi los pisos que subíamos, íbamos en el diez y pasábamos hasta el veinte, realmente quería saber que tenía reservado para esta noche porque era lo que más me estaba emocionando.
Llegamos hasta el piso veintinueve, salimos tomados de la mano sin ninguna persona en el pasillo, estaba silencioso y creí que éramos los únicos que estábamos ahí pero era imposible. De un momento a otro me soltó de la mano y yo como acto reflejo me volví con una expresión desentendida.
—Debo hacer esto porque no dejaré que veas —me sonrió con la misma ternura con la que sus ojos centellaban ante mí. —No harás trampa.
Vi como sacaba del bolsillo de su pantalón un trozo de satín negro y lo doblaba para que encajara en el espacio de mis ojos, lo amarró y dejo sus manos sobre mis hombros. Me guió por el pasillo solo unos cuantos metros hasta que nos detuvimos yo supongo enfrente de nuestra habitación, abrió la puerta y lo primero que detecte fue el olor, la habitación estaba envuelta en un aroma a rosas, jazmines y violetas, era tan fresco que inhale con tal fuerza que embriagó a mis pulmones, también detecte el fuego que emanaba de una chimenea además del ruido chispeante de la leña al quemarse, no se de que se trataba pero intuía cada vez más que era esto, ¿Una escapatoria para nosotros dos por todo el fin de semana? No, ni siquiera traía ropa ni maletas aunque eso seguro no era impedimento para Damien.
—Solo un poco más —me susurró al oído lo que me produjo que el vello de la nuca y los brazos se me erizaran, su voz era una melodiosa canción de seducción que me excitaba demasiado, ya no podía esperar más.
—¿Qué es? Por el amor de dios, Damien, estoy a punto de quitarme esto y ver de que se trata.
—No, no se vale espiar, Kate.
Seguimos avanzando hasta que nos detuvimos, al instante sentí la brisa fresca de afuera, ¿Acaso estábamos enfrente de un ventanal? O de un balcón quizá. Escuche que Damien rió bajito pero no me quitaba todavía el pañuelo.
—Kate, quiero que sepas que esto es algo que demuestra mi amor por ti, eres lo más importante que tengo y quiero que seas mía de aquí hasta el último día de nuestras vidas.
Acto seguido me quito el pañuelo y frente a mí había unas pequeñas velas alineadas con la pregunta más importante de todas... ¿Quieres casarte conmigo? Junto con miles de pétalos de rosas trazando el camino hacia una mesita donde estaba depositada una pequeña cajita de terciopelo negro con un anillo que parecía que me guiñaba a cada reflejo destellante a causa del gran diamante que reposaba en medio.
No reaccione si no fue hasta que Damien me tomó de la mano y con ello me dio una descarga de energía suficiente para volver a la realidad, si no fuese por él no hubiera podido moverme e ir caminando a lado suyo por el sendero de rosas hasta la mesita donde tomó la cajita y sacó el anillo, se arrodilló frente a mí sin soltarme la mano y con el rostro más cariñoso y enamorado me brindó una sonrisa angelical, tan celestial que juré me había llevado al cielo por primera vez.
—Katherine Loise Weber, te quiero solo para mí porque mi amor por ti es tan inmenso que necesitaría una vida entera para demostrártelo. ¿Me harías el honor de ser parte de mi vida y casarte conmigo?
Había tantas cosas que decir y no podía hacerlo, mi cuerpo estaba saturado en jubilo, mi alegría era tan poderosa que me incapacito a hablar, mis lágrimas corrieron sin previo aviso por mis mejillas, mis gimoteos eran escuchados por toda la habitación, mi pecho se llenó del calor de mi llanto y mi corazón se sentía más grande de lo normal, cómo si el espacio no fuera suficiente, como si quisiera explotar pero mi impaciencia por responder era más reveladora que mis sentimientos.
—Sí...—susurré al principio con voz baja, calmando la exaltación de mi pecho y recuperando el tono de mi voz a uno que correspondía a mi reacción —¡Sí! ¡Mil veces sí!
Sonreímos con fuerza, yo reía sin parar cuando tomó mi mano para deslizar el anillo a mi dedo y depositó un delicado beso en el dorso de mi mano, me lancé sobre él y lo besé cómo si aquel fuese el último de nuestras vidas. Me había hecho la mujer más feliz porque no había querido más que su amor y su presencia junto a mí y esta vez lo sería para siempre en totalidad.
¡Esto se va a prender! Muy pronto jajaja, gracias por estos 9K!!!!!!!! Besotes a todos, las amo demasiado <3
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