Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14. Involucrada


Damien Westermann

Katherine llevaba una semana entera sin quitarse de la cabeza la situación de su ex, seguía sin creer que después de haberlo quitado del camino ella aun estuviera preocupada por la situación, al principio creí que se trataba de una angustia o resentimiento el haber terminado con él pero después de que yo me notara un poco incómodo que ella sacara el tema cada vez que podía me aseguró que no era por  estar interesada en él, más bien en la madre de Stephen quien ya la pasaba muy mal.

Conducía con mucha concentración pero el que estuviera tan callada me ponía muy curioso. ¿Hasta cuándo dejaría de pensar en aquel hombre?

—¿Kate? ¿Estás pensando en ello, otra vez? —le pregunté, desviando solo un poco los ojos de la carretera para leerle su expresión.

Ella bajo la cabeza, me regresó la mirada segundos después con ligera vergüenza, traté de que no me enfureciera que fuera tan obstinada, le había pedido que lo dejara y al parecer no lo haría y no sabía hasta cuando sería así, me frustraba ahora que no lo dejara de pensar.

—No pienses mal —me tranquilizó con voz suave, quizá porque me veía disgustado por haberlo adivinado. —Ya sabes que no es Stephen a quien tengo en la mente, es su madre, están mal económicamente que será difícil pagar todo lo que él necesite.

¿Cuándo iba a entender que ese ya no era su problema? A veces Katherine era muy vulnerable, las situaciones trágicas ajenas la hacían sentir mal, era de un carácter muy débil y lo peor es que era lo único que no podía cambiar de ella.

—Sí, se que te preocupa pero por dios —menee la cabeza, angustiado —¿Cuándo dejaré de verte preocupada? Lo peor de todo es que ni siquiera es tu problema. Es definitivo, Stephen ya no pertenece a tu vida, ¿Estamos de acuerdo?

Sonrió, esperé que se lo tomara en serio esta vez.

—Sí, perdóname si te he hecho sentir mal por todo esto, debería estar tranquila de que ya no sea un problema, que no habrá nadie entre nosotros.

—Eso era lo que quería escuchar —sonreímos durante un largo rato. Ella se inclinó para darme un beso en la mejilla que me dejó rígido, esperé que no lo hubiera notado, esos movimientos fulminantes suyos me tomaban por sorpresa.

Le había prometido a Katherine una salida solo nosotros dos, quería llevarla a comprar algo caro y bonito, quería tener una idea de que era lo que le gustaba y de que forma podría dárselo. No le había dicho a donde iríamos, yo quería ir a un centro comercial que estuviera un poco lejos del centro de la ciudad así que conduje unos cuarenta minutos hasta llegar a un centro comercial donde había de todo.

Ella bajo sin siquiera preguntarme nada, por un segundo ella se acercó lo suficiente para tomarme de la mano pero se detuvo cuando observó a nuestro alrededor.

—¿Qué pasa? —quise saber, no sabía que la había detenido.

Tragó saliva y se puso nerviosa, cómo si temiera que yo fuera a detenerla si lo hacía, lo hubiera hecho si mi plan de hacerla pública no fuera mi prioridad, necesitaba que todos supieran que era mi novia y no una estrategia aunque fuera verdad.

Rompí a reír.

—Ya entiendo, ¿Crees que aun quiero mantenerlo en secreto? —levanté una ceja dudoso, se ruborizo y entonces le tome de la mano lo que aumentó el calor de su cuerpo, recorriendo cada parte del mismo con una velocidad eléctrica —Habíamos quedado que ya no lo quería así. Sueles ser muy olvidadiza.

Se apegó a mi costado ocultando mi cara en mi abrigo, esperaba que fuera la última vez que tendría que hacer esto. Entramos y lo primero que intenté hacer fue alentarla a elegir lo que ella quisiera de ropa, no vestía mal pero a veces usaba ropa tan gastada que era una vergüenza verla así. Entramos a Victoría's Secret, parecía una niña en una juguetería, su rostro se apantallaba de cada cosa que veía para después asombrarse con otra, eligió perfumes y se fue discretamente al área de lencería.

Así eran todas las mujeres, danzaban de felicidad cada vez que podían comprar lo que quisieran sabiendo que ellas no pagarían ni un centavo, que cualquier cosa que tomaran sería "gratis" y que no había límites cuando se trataba de mí, eso era por un tiempo definido, yo dejaba que Katherine Weber se agasajara de aquel tiempo que recién empezaba para ella, el de los lujos. Fuimos a más tienda de ropa donde me gasté unos seiscientos dólares, le pedí que tomara de todo, inclusive vestidos de noche, zapatos y maquillaje.

—Toma lo que quieras —le recordé cuando se detenía a reflexionar al tomarlo o no, me decía que ya había gastado suficiente en ella. Me acerque y le acaricie el rostro una y otra vez, adornando mi voz con ternura. —Quiero que estés feliz y tranquila, recuérdalo Kate...

—Tú quieres cuidar de mí —prosiguió, con una sonrisa traviesa.

—Sí —coincidí, compartiendo su misma sonrisa —Cuido lo que es mío.

Solo algunas veces, pensé. Nada era seguro conmigo, ni siquiera ella podría salvarse de lo que mi mente tenía planeado para ella, solo la preparaba y ocultaba lo que se avecinaba.

Pasamos unas dos horas más en el centro comercial hasta que finalmente terminamos las compras, creí que no habría necesidad de llevarla a casa, al menos no todavía, quería que se diera la oportunidad de que viera con más claridad lo que había comprado así que decidí llevarla a mi departamento.

Estaba encantada con todo lo que llevaba, podía ver que el brillo de sus ojos se conservaba intacta e igual de resplandeciente, la satisfacía en todos sentidos. Llegamos y le pedí que revisara si todo estaba en orden y si deseaba que pudiera probarse todo.

—¿Hablas en serio? ¿Probarme todo? Me tardaré horas, me compraste demasiado —le echo un vistazo a las bolsas que le ayude a ordenar sobre el sofá con un gesto en los labios.

Me deje caer a un lado de las bolsas y deje escapar un liviano suspiro, observándola con total paciencia, en realidad no quería perder tiempo en esto así que fui inteligente y empecé por algo que nos haría terminar rápido.

—¿Por qué no empiezas con la lencería? —le aconseje con una sonrisa pícara en disimulo, sosteniendo la bolsa a su dirección.

Ocultó su rostro con las manos  al invadirle de forma violenta ese rubor que enrojecía su piel nívea, me quito la bolsa sin siquiera mirarme, sonreí al verla correr directo hacia la habitación, sin duda esperaría lo que fuera necesario para ver si había valido la pena gastar tanto dinero. Revisé mis mensajes en lo que ella se tomaba su tiempo, tenía uno de mi abogado con las noticias del caso.

6:30 pm

Señor Westermann el caso sigue dando algunos problemas, Larry Wilson quiere chantajearnos con dar las pruebas contra usted a la prensa para que todos estén especialmente en su contra, nosotros pondremos otra demanda si llegara a pasar. Hablé con algunos contactos y veré si puedo lograr algo.

Recuerde que en unas semanas es el juicio, por cierto, tenga cuidado, el caso lo pone a usted principal sospechoso y el detective McGrath intenta acumular pruebas contra usted y Larry Wilson así que merodea por su empresa de nuevo.

Howard Roth.

Intenté ahogar mi agonía, maldita sea escoria de mierda Larry Wilson y el detective Robert McGrath, esos imbéciles tratan de atacarme, despojarme de todo lo que tengo pero perderían tiempo, yo era más inteligente y mis acciones valían más que mis palabras.

6:34 pm.

De acuerdo, Roth, comprendo, entonces me preparé para lo que tengas que aconsejarme, por cierto, el consejo de conseguir a alguien me abrió los ojos, tienes razón, no estaría mal tener a alguien a mi favor, tengo a una chica que estoy seguro podría darme buena imagen frente a la prensa.

Avísame que es lo más recomendable que deba hacer con ella.

Dejé el celular al instante en que ella salió con un extravagante y casi invisible Baby Doll color rojo y encaje, mi reacción fue involuntaria, era apantallante, ardiente y seductora, me dejó sin palabras, no había dudado de su belleza en ningún momento pero verla de tal forma me hacía creer que ella era una ilusión, una fantasía puesta en la realidad como un regalo divino.

La evalué de pies cabeza con la boca abierta y mis ojos inquietos que la comían de cada ángulo.

—Luces...Hermosa —anonadado apenas pude parpadear dos veces. —Eres un sueño total, Kate, una deseosa mujer.

Curvó una sonrisa y se fue de puntillas para irse a cambiar, esperé la respuesta de mi abogado y a los pocos segundos me llegó la notificación

6:40 pm

Estoy seguro de que tomo la mejor decisión, si ella es de confianza entonces puede que sea buena idea involucrarla en el caso. Le recomiendo que la tenga lo más de su lado que sea posible, que no tenga razón para tener algún problema con usted, no queremos más enemigos, hágala oficial lo más pronto posible, dará una buena imagen antes del juicio.

Howard Roth.

A los pocos segundos le respondí:

6:42 pm

Eso quiere decir...¿Qué tengo que presentarla ante todos? ¿También a mis familiares?

No me gustaba la idea, Joseph y Veronica no conocían mis anteriores relaciones, las que nunca salieron a la luz y que yo había mandado a la tumba, en sí ellas no eran de Nueva York porque las mantuve lejos de todo.

6:43 pm

Es necesario, señor. Ella estará en el ojo del huracán igual que usted así que manténgala lo más positiva posible.

De nueva cuenta tuve que dejar el mensaje para recibir a Katherine quien llegó con otro Baby Doll en color negro, era igual de hermoso que el primero pero este si que realzaba el tono pálido de su piel, era un contraste que sin duda le sentaba de maravilla. Apenas duró unos cuantos segundos y salió a pasos acelerados, me pregunté que era lo que la había avergonzado.

—¿Kate? ¿Qué paso? —pregunté entre risas nerviosas, apenas estaba gozando de la escena.

Me levanté para seguirla hasta el baño, toque con los nudillos solo una vez, esperé no tener que estar rogando para que me abriera la puerta mucho tiempo. Quitó el seguro y la entre abrió, asomó la cabeza por el espacio con una sonrisa apretada.

—Lo siento, supongo que fue la vergüenza de mostrarme en paños menores.

De nueva cuenta era ridícula, ¿Cómo si yo antes no la hubiera visto desnuda? Esbocé una amplia sonrisa mientras reía entre dientes.

—Eso sería un problema sí...—me interrumpí para reírme —Yo no te hubiera visto desnuda antes.

Se esforzó para no reír también, abrió la puerta y cruzó a mi lado para ir a mi habitación, fui detrás de ella porque me llamaba su tranquilidad y erguida postura. Vi la bolsa de lencería sobre el suelo y casi todas las prendas puestas sobre la cama, era un desastre.

—Siéntate —me ordeno con voz sosegada, apuntando con el dedo la cama.

Quite algunas de las prendas y me senté, se puso delante de mí, fingí cierto enigma aunque sabía de que podría tratarse esto.

—Acabas de hacerme ver como una ridícula por tener razón así que me probare la lencería delante de ti ya que de todas formas no tiene sentido verme con o sin ropa.

Me lanzó una mirada mordaz y después se desabrocho el sostén, sus senos cayeron en un ligero rebote y quedaron al descubierto delante de mí, ocultó una sonrisa mordiéndose en labio para después inclinarse y quitarse las bragas, la deslizo con lentitud hasta hacerlas bajar con un meneo de cadera. En segundos ella quedó ante mi como una irresistible belleza adornada con su cuerpo luminoso que me enmudeció y me tentaba a beber la gloria de su completo ser, hizo estallar una corriente ardiente por mi sangre, renaciendo una adrenalina que enloqueció mis sentidos hasta mi perdición.

Iba a tomar otro conjunto rojo  que estaba a mi lado pero a este grado ya había despertado mi deseo salvaje que muy difícilmente se mantenía en silencio.

—Sí que te gusta tentar a la suerte —le susurré con mi respiración ya muy agitada. Mi cuerpo la aclamaba con fuerza, estaba impaciente y mi ritmo ya había rebasado un nivel desenfrenado.

La tomé de la muñeca y la jale para que cayera en la cama, jadeó cuando procesó mi furtivo movimiento, se apoyó sobre los codos para ver cómo me deshacía de mi camisa y me desabrocha los pantalones, tenía suerte de que ella estuviera desnuda, era de algo que no tenía que preocuparme. 

No había nada que gozara más que tenerla a mi disposición con todo lo que tenía para darle en ese momento.

Katherine Weber.

Mi respiración se fue por la borda por la excitación de verle bajarse los boxers y sacar su gran pene erecto frente a mí, lo tenía tan cerca prácticamente en mi cara, podía verle las venas purpuras y lo rosado que lucía la punta, fue una tentación incontrolable el intentar no tocarlo y descubrir su sabor, cómo se sentía dentro de mi boca y que placer podía causarle a Damien.

Alcé los ojos hacia Damien cuando rodee su pene con mis manos, sus ojos brincaban en exaltación, casi juraba que me lo suplicaban.

—Dame lo que tengas para mí, Kate, adelante.

Lo tome con un poco más de fuerza y lo introduje en mi boca, no tenía experiencia en el sexo oral, solo imitaba lo que una amiga me había dicho que hiciera y que de tal forma le gustaba a ellos pero no recordaba casi nada, moví mis manos para jalarlo hacia adentro y fuera de mi boca, el sabor no era nada que me molestara, ni siquiera pensé en ello cuando lo introduje con más rapidez, lo chupe sin ser consciente del sabor porque podía ser después un problema, puse más atención en el gemido de Damien cuando mis movimientos fueron más veloces y lubricaba la punta de su miembro con mi lengua.

Aferró sus manos a mi cabello, podía imaginarme su rostro sin verlo, sus gemidos eran cada vez más constantes y fogosos y eso despertaba mi curiosidad, quería grabarme su rostro, ver hasta donde disfrutaba del placer que le daba, levanté mis ojos y lo observé invadido en alivio con la cabeza descansado hacia atrás con los ojos cerrados, formándose una expresión de total excitación, disfrutándolo al máximo, atormentándose para controlar tanto deleite.

—Es excelente, Kate, lo haces muy bien, no pares...—susurró con el tono de voz cada vez más bajo.

Continuo con un poco más de insistencia al jalarlo dentro de mi boca con mis dos manos, lo percibí mucho más duro pero eso no evito que mi trabajo lo hiciera gemir por toda la habitación, no supe por cuanto tiempo duré masturbándolo así que lo saqué para terminar de hacerlo con las manos, duré unos diez minutos más hasta  que llegue a cansarme, reí muy bajito porque no llegaba a eyacular con mucha facilidad, tenía un buen rendimiento.

—¿Ya te cansaste? —me preguntó jadeante cuando notó que mi ritmo bajo un poco.

—Puedo terminarlo de otra manera —le dije con una amplia sonrisa, lo tome de las manos he hice que se recostara sobre la cama, subí encima de él y con firmeza volví a tomar su miembro, lo hice rozar contra mis labios vaginales y luego lo introduje en mí.

Solté un jadeo involuntario cuando me mecí sobre su cuerpo para expandir la sensación de la embestida, di saltitos en lo que el sujetaba mi cadera, gruñía al escuchar el golpe de nuestra piel inundada en sudor como en una especie de chasqueo. Me mordí los labios cuando la garganta se me cerró al querer gritar con tanta fuerza al sentir mi parte intima palpitar tan duro que olvide respirar, mi boca se abre por completo cuando quiero gritar de satisfacción pero mi garganta se cierra ante tal tortura del clímax que  estuve muy pocos segundos consciente de mi alrededor cuando llegó cómo un diluvio sobre mí el orgasmo que me mojo entera, el jadeo salió liberado finalmente de entre mis labios y a los pocos minutos Damien le hizo compañía al sonido triunfal que de igual forma rodeo la habitación gracias a la gran eyaculación que termino en mí.

Caí sobre su pecho respirando con tantas ganas que ni siquiera estaba segura de que el aire en el lugar fuera suficiente para llenar mis pulmones, sentí que había corrido un maratón y que a cada bocanada de aire solo me acariciaba un fuego infernal por la garganta. Mi piel estaba tan acalorada como la suya que cuando salté para recostarme a su lado nuestra piel se mantuvo pegada del sudor tan excesivo que había emanado de nuestros poros, era pleno otoño y yo tenía la intención de pedirle que encendiera el aire acondicionado.

—Debí suponer que era tu plan desde el principio —lo acusé con la voz entrecortada, hiperventilando sin cesar.

Me limpie el sudor con el dorso de la mano sin quitarle la vista de encima cuando se volvió a mí para sonreír mientras se mordía el labio inferior.

—Sabía que no ibas a tener problema con eso.

Sonreí también sin evadir nada.

—La verdad es que no.

Apenas tuve suficiente aire para poder reír y cuando lo intenté fue un fracaso total. Se levantó para ir hacia el baño en lo que yo seguía en la tarea de refrescarme un poco, tome un vaso de agua de la mesita de noche cuando varias fotografías suyas llamaron mi atención, había muchas de él en diferentes lugares que no reconocí en absoluto, todo en ellas me puso a pensar, no conocía mucho de su familia y suponía que debía saber un poco.

—¿No tienes fotos de tu familia en el departamento? —pregunté con un tono muy casual, nada pretensioso para que no se lo tomara cómo una obligación.

Asomó la cabeza desde la puerta del baño para seguramente ver de donde había sacado la pregunta.

—No, aquí no tengo nada de eso.

Me tardé en formular la siguiente pregunta.

—¿Por qué?

Respondió sin verme esta vez.

—No paso mucho tiempo en Nueva York, suelo quedarme una semana o dos a lo mucho, solo lo necesario. No pensé quedarme por mucho tiempo pero ahora parece que estaré por una larga temporada.

—Creí que estarías más tiempo por aquí si se supone que tienes una empresa en la ciudad. ¿Cómo la manejas a distancia?

Escuche que se lavaba los dientes así que tardó en responder.

—Tengo a mi gerente general, me da las noticias, movimientos, facturas y los reportes, puedo hacerlo desde la distancia y si algo requiere mi presencia entonces viajo sin problemas cómo también ayudo a Joseph con la suya, soy su socio, debo también estar al tanto de cómo le va.

Me envolví en una sábana para ir directo al baño y tener la conversación teniendo su presencia cerca, me sonrió a través del espejo cuando me vio entrar, se arreglaba el cabello con mucha concentración, siempre le gustaba lucir tan ordenado y pulcro lo que le daba una sensualidad extra. Me recargue sobre la pared lo que me hizo tenerlo cara a cara gracias al espejo.

—¿Y porque no me has contado de tu familia? Supongo que debería saber dónde vives, si al menos tienes hermanos o el nombre de tus padres. ¿Me lo contarás?

Me contemplo a través del espejo con media sonrisa mientras tomaba su rastrillo y asintió.

—Sí, claro. ¿Por qué no? —respondió con mucha serenidad.


¡Hola! Las saludo para agradecerles los votos y comentarios ¡¡Muchas gracias!! Me dan mucho aliento cada vez que apoyan la historia.

Pienso subir dos veces por semana pero voy a ver si puedo hacerlo porque tengo pocos capítulos avanzados que prefiero acumular más. Un besote enorme a todas y gracias otra vez.

Nos seguimos leyendo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro