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Capítulo 11. Amenaza

Damien Westermann

Me levanté con poca energía, había dormido muy mal por todo el problema que tenía sobre el fraude, el detective McGrath y cada nota que salía en televisión sobre el caso, no había otra cosa que no estuviera viendo sobre los periódicos, estaba harto, cansado y sobre todo enfurecido de que esto todavía no terminara, quería acabar con McGrath cuanto antes, lo haría porque me lo había propuesto y yo siempre cumplía con mis caprichos.

Sabía que la empresa se vería afectada pero supe manejarlo con mucha estrategia e inteligencia, tenía a varias personas que también me asesoraban a la perfección así que la empresa era un problema que podía quitarme de encima. Me vestía con un poco más de dedicación que de costumbre ya que mi abogado me había llamado para que fuera a la delegación a declarar todo esto, por supuesto yo también demande a Larry Wilson de está maldita acusación, además había pedido ver esas "Tales pruebas" que me incriminaban.

Arreglé mi corbata y el cabello, quería lucir limpio, tal y como todos debían verme, estaba listo para irme hasta que mi celular vibró, supuse que debía ser Howard y me apresuré a ver que noticias me tenía pero no era él, era Katherine, sonreí a medias, ella sabía todo por lo que estaba pasando y también lo de mi ida a la delegación, yo trataba de abrirme con ella para que confiara en mí y era obvio que servía increíble.

7:30 am

Hola, Espero que te vaya muy bien en la declaración de hoy, sabes que puedes contar conmigo, no dudes en llamar si necesitas algo, siempre estaré si me necesitas y lo sabes.

Te quiero.

Por supuesto que lo haría, tenía que pretender que necesitaba de ella, en sí era verdad que la quería conmigo a cada momento, me moría de ganas por comerla a besos y sin dudas tener sexo con ella porque desde la primera vez que la vi lo que quise fue saborearla, probarla con exquisitez, quería tenerla porque lo que me gustaba era complacerlas en todo hasta cierto punto. Katherine era única en su especie, había probado a muchas pero me buscaban por distintas razones, en ella era la necesidad por tenerme, porque yo la sacaba de su miseria sin que supiera que mi propósito al final era desaparecerla.

Teclee casi riendo por lo ridículo que sonaba mi mensaje.

7:32 am

Hola, gracias por mandarme el mensaje, estaba pensando en ti, me has alegrado el día, no sabes lo bien que me reconforta saber que siempre estás conmigo y que crees en mi a pesar de todo lo que se dice, espero terminar con este asunto y vernos esta tarde.

Espero que tengas un buen día, llámame si también necesitas algo.

Te quiero.

Casi me carcajee al mandar el mensaje, Katherine era presa fácil, igual que todas.

Katherine Weber

Pasee por la universidad para dar el pago que correspondía de esta semana, no quería tener que pensar que todavía me faltaba varios meses para liquidar esta deuda y las demás que teníamos, si no fuera por la ayuda de Damien era seguro que me hubiera pasado otro día más sin comer, yo no quería que pensara que lo buscaba por su dinero pero tenía que admitir que era de mucha ayuda, lograba sacarme de esta catástrofe que no terminaba. Agradecía que no fuera mezquino, tenía un gran corazón al ayudarme y no importarle el gastar en mí, de verdad le importaba, cuidaba de mí como ningún otro lo hubiera hecho ni siquiera Stephen, me gustaba demasiado no lo iba a negar, era guapo, inteligente y considerado, era un hombre sereno y centrado y a cada segundo me ganaba al ser tan atento conmigo, no quería perderlo menos ahora que todo lo que yo era lo necesitaba.

Fui hacia estacionamiento para ir por algo de comer porque había tomado mi tiempo de comida para venir hasta acá y hacer varios pendientes, iba a abrir la puerta cuando vi que un pequeño papel estaba pegado en la ventana de la misma. La arranque, no tenía nombre ni nada, era un simple pedazo de papel blanquecino sin mucho sentido, aun así la abrí. Apenas pude aspirar el aire que se había escapado de mis pulmones, comencé a respirar con dificultad, mi angustia subió con gran intensidad que mis cinco sentidos quedaron a segundo plano, las piernas se me doblaron que aferré mis uñas al techo del auto para no caer al suelo de concreto, reconocí la letra, era de Stephen.

LA PAGARAS. SE QUE ME HAS CAMBIADO.

MALDITA PUTA.

LA PAGARAS ASÍ SEA LO ÚLTIMO QUE HAGA.

Jadee, abrí la boca para lograr tomar algo de aire pero era imposible, lloré sin darme cuenta, lo noté más tarde, cuando se me cerró la garganta a causa de mis lágrimas, me deje caer sobre la puerta del auto, había gente que paso a mi lado, no sabía que estaba alarmando a los estudiantes hasta que uno de ellos se acercó a mi con cautela, me tape la boca para encerrar mis gritos ahogados.

—¿Disculpe? —me llamó un estudiante bajito, parecía ser de descendencia asiática —¿Está bien?

Apenas lo observé con mi vista nublada, hice de inmediato la mano que sostenía la nota en un puño, asentí con rapidez y entré al auto. Stephen lo sabía, me seguía, sabía que su reacción poco alterada era a causa de un plan suyo para hacerme pagar, ¿Cómo no lo vi venir? Me cegué estúpidamente, Stephen era rencoroso, sabía que lo había dejado de amar desde hace tiempo, lo presentía y solo esperaba una razón para hacerme pagar por haberlo engañado tanto tiempo.

Conduje con poca concentración, mi celular estaba sonando, apenas vi por la pantalla que se trataba de Lauren, era seguro que solo llamaba para saber en donde me encontraba, la ignore. Seguí andando por la avenida intentando no causar un accidente, tome el tiempo para exhalar y calmarme, no podía creer que todavía me siguiera la pista. No quería pensar de que sería capaz para desquitarse de mi desplante. No hubo otra cosa que deseara hacer que llamar a Damien, necesitaba saber que quizá corría peligro, podría mandarlo golpear o encararlo y hacer un escándalo, ahora menos necesitaba de eso.

No sabía si se encontraba ocupado pero no esperé ni tres timbrazos para que me respondiera. Me estacione a un lado de la calle para no interferir con el trágico.

—Hola, Katherine, estaba a punto de llamarte, acabo de llegar a la oficina y...—mi sollozo lo interrumpió a media frase, su tono paso de ser cordial y dulce a voraz y desesperado —¿Qué ha pasado? ¿Por qué lloras, estás bien?

Necesité otra gran exhalada para hablar.

—Es mi ex novio —le aseguré con voz estrangulada, quebrada, sonaba como si hablara debajo de un balde de agua —Acaba de amenazarme porque sabe que estoy con alguien más, estoy segura de que me sigue y que me lastimará por haber terminado con él.

—¿Cómo? ¿Te ha ido a buscar?

—Me ha dejado una nota en el auto —abrí la mano hecha puño donde cayó la bola de papel a un lado del asiento del copiloto. —Estoy aterrada, no se si me seguirá a todos lados pero sabe de ti, no se cómo pero lo sabe.

Se me hizo un nudo en el estómago, un vacío que se acentuó en la boca de mi esófago fue lo que me hizo doblarme, temí por mi vida, Stephen se mostró algunas veces controlador y paranoico, no le gustaban las amistades que hacía con chicos de mi edad pero jamás creí que llegará lejos por algo así, su comportamiento empeoro desde su crisis familiar y quien sabe a qué grado pudo haber llegado.

—¿Katherine? ¿Katherine estás ahí?

No me di cuenta que no había llegado a escuchar lo que me decía, me perdí unos segundos en imaginar las cosas que podría ser capaz de hacer Stephen, ni yo lo sabía pero no eran buenas eso era seguro.

—Aquí estoy —susurré con voz débil a duras penas.

—Voy ahora mismo a mi departamento, es necesario que vengas, necesitamos hablar de esto.

Le eche un vistazo rápido al reloj, tenía una media hora antes de entrar al trabajo, esperé que no estuviera lejos.

—Te voy a mandar la ubicación. ¿Está bien? No te preocupes, resolveremos esto.

Me quite las escasas lágrimas que todavía descendían por mis mejillas con el dorso de la mano, traté de sonreir y de mejorar mi voz, contaba con la ayuda de Damien, nada podría salir mal porque ya no me encontraba sola en esto.

—Claro.

A los pocos segundos me llegó la ubicación, no me quedaba lejos, podría acelerar en todo el camino y llegar en unos diez o quince minutos, al menos eso me mantenía tranquila, sabía que Damien se involucraría y que cuidaría de mí en todo sentido.

Damien Westermann.

Katherine llegó asustada, le temblaban las manos cuando se lanzó sobre mí cuando recién le abrí la puerta, la tranquilice todo lo que pude, la lleve a la sala de nuevo y la senté con delicadeza, tenía algo en la mano que guardaba con mucha fuerza, le abrí la mano sin dejar de mirarla con cariño, le acaricie el cabello y le quite las lágrimas que se deslizaban por su rostro enrojecido.

Vi el papel casi despedazado y lo abrí, alcé una ceja y con disimulo hice un gesto de sorpresa, ella a mi lado lloraba inconsolable.

—Katherine, está bien, estás aquí —la tranquilice sin dejar de acariciarla, la incline a mi pecho dejando de mala gana que empapara mi camisa con sus lágrimas.

—Tengo tanto miedo —me confesó con la voz trémula igual que su cuerpo, parecía que tenía frío a pesar de tener el departamento con calefacción encendida —No sé que es capaz de hacer o de hacerte a ti, tengo miedo, Damien.

Perfecto, lo que necesitaba, a Katherine paranoica por un novio celoso que no haría más que intimidarla para que me dejara, no necesitaba cargar con estas idioteces, lo iba a solucionar rápido si esto la mantenía centrada en mí que era como debía ser.

—No te pasara nada, Katherine, estás aquí conmigo, no debes temerle, no dejaré que te haga daño. ¿Recuerdas? Yo iba a cuidar de ti.

Escuche que su sollozo disminuía un poco, funcionaba que mis palabras fueran consoladoras y que ella se mantuviera muy segura conmigo porque eso era como debía ser. Ella levantó su cabeza, sus ojos cafés inundados en lágrimas parecieron aclararse y brillar ante mí, le acaricie el rostro sin detenerme y aprovechando en limpiarle cada trazo que dejaban sus lágrimas.

—Sí, lo sé.

Sonreí con gracia.

—Entonces, ¿Por qué lloras? ¿No recordabas lo que te había dicho? No dejaré que te pase nada, no creo que haga nada, está enojado y desesperado, no quiero que vivas atemorizada, él solo quiere eso, tenerte asustada porque eso te hace sufrir.

—Quiero quedarme aquí.

Reí entre dientes, cada vez me sorprendía lo voluble que llegaba a hacer.

—¿Y tú trabajo?

En seguida hizo un gran mohín, se le descompuso el semblante de tan solo recordárselo, reí más fuerte y la lleve a la cocina, le pregunté si había comido algo y me respondió que no. Traté de hacer lo que fuera más sencillo para ella y se lo di, siempre me daba gracia ver como lo comía con tanto frenesí, era como alimentar a un pobre perro de la calle, me hacía sentir bien alimentarla como se debía.

La examine sobre la barra de la cocina, tardó varios minutos en darse cuenta de que la miraba y de ramalazo paró de comer.

—No te detengas —le pedí, regalándole una sonrisita.

—Me da vergüenza comer frente a ti —murmuro, disimulando el rubor de sus mejillas bajando la cabeza hasta el piso.

Tome asiento en una silla que quedaba justo frente a ella, tome un plato y me serví lo que ella estaba comiendo, fui dando de pequeños bocados hasta que ella se diera cuenta que éramos los dos ahora los que compartíamos la comida.

—No estás comiendo sola, yo te haré compañía pero por favor no dejes de comer.

Esperé unos segundos hasta que ella me obedeciera, mi apetito era escaso y muy a fuerzas tuve que tragar todo lo que llevaba a la boca, a los pocos segundos ella volvió a comer y esta vez lo hizo casi en un intento de copiarme a mí. Apenas y sonreí cuando lo noté.

Acerque una jarra de limonada para servirle en un vaso cuando sin querer se me resbalo de entre los dedos y la salpique lo suficiente para manchar lo que llevaba puesto. Ella jadeo de lo helada que estaba y se levantó de un movimiento.

Me quedé sin habla cuando la humedad hizo translucida la blusa que llevaba y que ademas dejo ver el brassier y enfatizo la curva de su cintura hasta ceñirse a su cuerpo, no pude detener la excitación que fluyó por mis venas al verla casi al descubierto, no pude disimular, mis ojos estaban en su cuerpo completamente, estudiándola de pies a cabeza, no sabía si se había dado cuenta peor yo estaba más que fascinado con lo glorioso que lucía su figura.

Parpadee y tome un paño para limpiarla, corrí hasta ella y traté de quitarle la limonada del cuello pero no pude hacerlo, me sentía tan débil, mi respiración fue tan irregular, tuve que tragar saliva para tranquilizarme, era una tentación inhumana.

—Damien —susurró con voz cálida, levanté la mirada donde me encontré con sus ojos que centellaron con magia y lujuria.

Fui acariciando su cuello con el paño hasta descender, ella era lo que quería y lo quería ahora, ya era demasiado la espera.

—Katherine, te deseo, no sabes cuánto —le confesé a respiración entrecortada, consumiéndome en la tentación que me era insoportable de sostener, nada iba a detenerla, necesitaba probar su cuerpo. —Desde hace tiempo he querido estar contigo, te necesito. Ya no puedo más.

Fui descendiendo hasta llegar a su estómago, ella soltó un jadeo que me hizo transpirar, mi frente estaba llena de sudor, mis labios estaba resecos, los mordí lo que fuera necesario para mantenerlos hidratados, casi creí que entraría en un colapso si esta mujer no me besaba ya.

—También te deseo, Damien —admitió con esa voz tan delicada y suave pero con ojos feroces que también gritaban una súplica suprema...


¡Hola! Siento que me tarde años en actualizar, lo que pasa es que he estado enferma y no he podido escribir los siguientes capítulos, esta gripe maldita no me deja hacer nada, ni concentrarme, solo quiero estar acostada. Espero que para mañana ya todo vuelva a la normalidad.

Saben que amo cada voto y comentario que hacen, me llena de mucho aliento para seguir :) Son increibles

Un besote enorme y mil gracias por todo, estoy que no me creo del recibimiento a la  historia. Nos seguimos leyendo xxxxx

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