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Capítulo 10. Jugada Limpia

Damien Westermann

—¡Sí! Lo quiero para hoy mismo —escupí con una cólera salvaje, implacable que no iba a terminar hasta que las cosas no quedarán a como yo quería —¡Ese maldito bastardo me las va a pagar!

—Señor Westermann —intentó calmarme mi abogado, Howard Roth, ya era el segundo intento y no iba a resultarle jamás el mantenerme con una postura tranquila, mucho menos cuando mi reputación se hundía al carajo sin que nadie lo detuviera —Ya comencé la investigación para ver si podemos demandar a Larry Wilson pero el refuta que tiene pruebas contra usted, por eso es la acusación.

Gruñí, ese maldito detective tuvo lo que quiso desde un principio, no me ganaría, lo detendría y pagaría como nadie.

—¡¿Qué pruebas?! Investiga el caso ¡Ya mismo! No tengo conocimiento de esas tales pruebas —torcí el gesto al imaginar la gran satisfacción que tuvo el detective al tener esas pruebas para incriminarme y lo complacido que estaba —Y cuando las tengas hablamos, no me detendré hasta demandar al maldito desgraciado, ¿Lo comprendes?

Howard tartamudeo un poco al responderme, siempre odiaba que se entorpecieran al hablar.

—Sí, sí...Señor. Hoy mismo me ocuparé de eso, veré que pruebas tienen en su contra y le digo que podemos hacer.

—De acuerdo. Mantenme al pendiente —mascullé. Colgué y lancé el teléfono al sofá donde reboto y calló al piso con un pequeño estruendo.

Esto no interferiría en mi asunto con Katherine, ella no podría escaparse de mí por este problema, haría que estuviera de mi lado como todos, la tendría conmigo día y noche para asegurarme que creyera en mis palabras y que necesitaba de ella para resolver este trago amargo porque el estar a su lado podría ser mi única fortaleza para no dejarme vencer.

Katherine Weber.

No podía creer lo que escuchaba por los pasillos de la empresa, no había de alguna otra cosa que no se hablara, a veces hasta el señor Donovan se lo mencionaba a cualquiera quien estuviera a su lado, me dio una curiosidad tremenda saber si todo esto era una vil mentira o una simple forma de manchar su imagen, todos la creían porque había salido en televisión peor yo todavía me mantenía neutra al respecto.

Lauren estaba exaltada y emocionada por el nuevo rumor y el chisme que tenía que contarme acerca del caso de Damien por fraude, se creía muchas cosas, podía jurar que eran inventadas porque no tenían sentido y aun así muchos las creían y las hablaban.

—¡No puedo creerlo! —exclamó con sorpresa, dilatando los ojos y abriendo su boca —¡Acusado de fraude! Ya decía yo que esa cara bonita debía tener un defecto, tener esos sucios trabajos bajo la manga y creer que nadie lo sabría.

La ignoré por completo, ella no sabía nada, solo se la había pasado escuchando esos rumores sin parar, yo había visto la televisión y se le había implicado con al menos cuatro hombres más, las pruebas solo decían que habían cheques a su nombre y que las cifras no concordaban, no pude ver de que cosas se referían pero sabía que todo había sido una treta.

Mi celular vibró en lo que ella parloteaba sin parar y hacía migajas un pedazo de pan, como siempre ella solo fingía que comía, yo lo notaba y si se lo reclamaba se ofendía a tal grado de evitar comer conmigo una semana. Era un mensaje de texto, creí que se trataría de Stephen, un mensaje de odio,  suplica o un poco de ambas ya que después de terminar con él apenas y esperé su reacción tan rígida, fría y vacía, solo me había preguntado ¿Estás hablando en serio? Yo le respondí que lo era, que no deseaba lastimarlo y que me perdonara por hacerle esto, creí que me armaría una escena pero no lo hizo, lo que me pareció extraño era que murmurara "Debe tratarse de alguien más, me remplazó" y que después se fuera con los puños cerrados,  pasos muy pesados,  rápidos y se fuera en su auto a alta velocidad, eso no me dejo una sensación muy pacifica, traté de comunicarme con él pero jamás respondió, me asusté mucho.

El número no era conocido, podía tratarse de algún error pero lo descarté cuando vi mi nombre.

Katherine

Necesito verte, es urgente ¿Podrías decirme en donde estás y si puedo recogerte?

Debía ser Damien, lo supuse, lo que me pareció inusual era que el número fuera desconocido. ¿Habría cambiado de número? Apenas llevábamos unos días hablándonos por teléfono y texteando, no nos veíamos personalmente y eso era lo que quise desde un principio pero con todo esto debía ser complicado.

El teléfono vibró pero en tono de llamada, me disculpé con Lauren y fui hacia un rincón donde no fuera visible.

—¿Damien? —pregunté dudosa, de todas maneras debía confirmar que era él.

—Soy yo —respiré llena de alivio cuando escuche su voz, sonaba un poco cansado y frustrado, era natural, podía esperarlo. —Katherine necesito verte, no sabes lo que me está pasando, no se a quien recurrir, no quiero hablar con mi familia de esto. ¿Podríamos vernos?

Me giré hacia la dirección de Lauren, ella ni siquiera parecía interesada en lo que hacía o con quien hablaba, podía inventarle cualquier cosa para quedar libre.

—Claro, ¿Ahora?

—Sí es posible.

—De acuerdo, ¿En dónde?

—En mi departamento ¿A dónde paso por ti?

Parpadee sin contar las veces que lo hice, menee la cabeza para procesarlo con razonamiento, ¿Su departamento? Mi aliento había escapado sin querer lo que me hizo retomar aire y hacerlo esperar en la línea unos segundos, hiperventile, ¿Lo decía en serio? De acuerdo, no podía ser más que una visita, no iba a quedarme ahí.

—¿A tu departamento? —repetí con lentitud, reaccionando de nuevo a la palabra.

—Sí ¿Hay algún problema?

—No —contesté con más claridad, no iba a dejarlo solo, me pedía ayuda y eso le daría, estaría con él si lo deseaba.

—Pasaré por ti, mándame la ubicación de donde estás y llegaré en quince minutos.

Hice todo lo que me pedía, seguí espiando a Lauren para ver si le molestaba mi ausencia, parecía normal pero como quiera me apresuré a ir hasta allá e inventarme algo en el camino. Llegue a la mesa con los labios torcidos en un gesto de preocupación, ella se alteró un poco y dejo lo que hacía.

—¿Todo bien? —quiso saber, escudriñándome con los ojos bien curiosos.

—Tengo que ir a casa, mamá me llamó para que le comprara su medicina —le explique con voz decaída, haciendo un esfuerzo por aparentar disculpa —Debo irme, te veo mañana en el trabajo.

—Claro, Kath —sonrió con tristeza —Te veo mañana.

Me despedí y salí casi con urgencia del lugar, camine con pasos acelerados al punto de encuentro, estaba emocionada, fascinada de que finalmente lo vería y que yo fuera su principal fuente de consuelo, sin duda recibiría algo a cambio y esperaba que fuera una buena compensación.

Damien Westermann.

La había traído a mi departamento de costumbre, el que usaba para cuando solo me quedaba unos días en la ciudad, era elegante pero modesto, no era tan grande y lujosa como la que usaba para las semanas que requerían mi presencia por causa del trabajo. Sabía que le gustaba, pasó sus ojos por cada rincón, analizando cada cosa que había en la habitación, sus ojos estaban cargados de encanto, le fascinaba y eso me dio una ganancia grande, sería un lugar que frecuentaríamos.

—Perdóname, no te he ofrecido asiento. ¿Quieres algo de beber? —le pregunté con amabilidad, regalándole una sonrisa a medias, le ofrecí el sofá más grande al centro del departamento, ella estaba cohibida, muy reprimida, creo que le daba vergüenza estar aquí.

Camino hacia el sofá, abrazada a ella misma y se dejó caer con suavidad, siguió indagando todo el departamento y cuando me observó lo hizo con mucha vulnerabilidad.

—Un poco de agua purificada estaría bien —me pidió con voz baja, muy ligera.

Fui a la cocina y me demoré más que unos segundos en traer el agua purificada, se la ofrecí en un vaso de cristal largo, me lo agradeció con una sonrisa que le tembló, seguía abrazada a ella misma, descubrí después a que se debía.

—¿Tienes frío?

No me respondió, tan solo se apretó los labios en ligero disgusto, sabía lo que debía hacer así que me quite el abrigo que todavía llevaba puesto y se lo pase sobre los hombros, luego fui a encender la calefacción, sin duda me ayudo el no haberlo hecho desde un principio porque estos detalles las volvían locas.

Volví con ella, ya podía verla un poco más desenvuelta, le había agradado que el lugar ya estuviera un poco más cálido, cuando me vio regresar me sonrió y yo lo hice también. Tome mi lugar a su lado, esperé que no estuviera distante a mi cercanía.

—Espero no haberte llamado en un momento importante, no quise interrumpir lo que estabas haciendo.

Rió entre dientes, dejando el vaso de agua sobre la mesita de centro, concentrándose en mí en todo el momento en el que habló.

—No era nada de importancia, estaba con mi amiga Lauren y la verdad es que me empezaba a molestar un poco.

—¿Es amiga del trabajo?

—Sí, trabaja en la empresa, es recepcionista, de hecho ella fue la que me avisó del puesto de secretaria.

—¿Ah sí? —mi curiosidad fue en aumento —¿Y le has dicho de mí?

Se sonrojó demasiado después rompió a reír con ligereza, mostró una sonrisa avergonzada y de nueva cuenta jugueteó con un mechón de su cabello.

—De eso hablábamos cuando me llamaste —me informó con una voz dulce que conforme habló se apagó hasta convertirse en un tono áspero —Pero no era de un tema que me agradara mucho, ella hablaba del fraude del que estás acusado. Todo el mundo habla de eso.

Sabía que esto me traería problemas, ahora me perseguía como una maldición que jamás llegaría a desaparecer, mi reputación cada día estaba siendo aplastada y no podía dejar que envenenara la cabeza de Katherine.

Baje la cabeza, hice como si me afectara de una forma muy dolorosa pero lo único que causaba en mí era una furia de mil infiernos, una sensación imposible de dominar en venganza absoluta y destrucción hacia la persona que me había causado este problema.

—Sí, por eso es que te llame —levanté muy lentamente la cabeza, manteniendo mi vista fija en sus ojos que brotaron en una reluciente luz de compasión. —No sabía si creerías todo lo que dicen de mí, sabía que todos estarían hablando de ello en la empresa y también en la mía.

Katherine estaba confundida, sabía que esperaba mis explicaciones y es que la verdad era que una parte de mi sabía que darle el dinero a ese hombre iría a trabajos sucios y fue un riesgo haberlo hecho pero eso no significaba que todo el fraude fuera idea mía.

—¿Y es verdad? —aventuró, con la expresión en ligera sospecha. —Que tú eres uno de los que robó ese dinero y lo usó para malos trabajos.

Fruncí el entrecejo y sacudí la cabeza.

—Por supuesto que no, ellos me pusieron una trampa, tú sabes que no necesito hacer fraudes, he llegado con esfuerzos a donde estoy —suspiré lleno de frustración —Mi reputación está siendo aplastada y esto será muy malo para mi empresa. Puedo perder clientes y credibilidad, estaré arruinado si eso se sale de las manos.

Hundí la cabeza entre mis manos, me mostré lo más agobiado posible, no es que no estuviese preocupado pero mi abogado se ocupaba de esto y confiaba en que podría sacarme de esta a cualquier lugar. Katherine estaba a mi lado muy quieta y de reojo me di cuenta que tenía una expresión adolorida, su frente se pobló de leves arrugas de preocupación y sus labios se doblaban en un gesto de impotencia.

—Quería que estuvieras un momento conmigo —le aclaré, rompiendo el silencio que se formó en la habitación, no quería que estuviéramos desconectados uno del otro —No tengo a nadie a quien recurrir para desahogarme, no tengo amigos y no iría con mi familia, lo que me importaba era lo que pensaras de mí.

—¿Por qué te importaría tanto mi opinión?

Alcé mis ojos y me apegue a los suyos, ella se estremeció cuando nuestras miradas conectaron con intensidad, nació un anhelo que me exaltó cuando mis ojos recorrieron su rostro hasta llegar a sus labios, quería probarlos de nuevo, sentir esa acalorada pasión que desbordaba sus movimientos tal y como esa vez que lo hizo cuando salió del bar, descubrir hasta donde llegaría para conseguir lo que quería.

Fingí desplomarme frente a ella, convertirme en un inocente enamorado y esperanzando de su amor para que mi engañosa actuación fuera suficiente para ella.

—Pensaba que me juzgarías demasiado por no conocerme del todo y que tu primera impresión sería igual a la de todos, quería demostrarte que no soy como todos creen —me deslice un poco para llegar muy cerca de ella, la tome de las manos, estaban tibias, froté mis manos para darles calor y en sus ojos se encendió la flama más significativa para mí, la de su excitación.

Comenzó a respirar con dificultad, su pecho subía y bajaba al primer momento a un nivel medio pero después se descontroló a tal grado de golpear mi cara con las ráfagas de aliento y de encandilarme al mismo tiempo con lo tierna de su mirada. Me acerque a ella, mis labios fueron acariciados por la brisa y la calidez de su aliento, enrollé una de mis manos a su cabello y la bese, al principio como un roce dulce y delicado pero aquella calma se desvaneció.

Mis labios y los suyos se encontraron en una fusión elocuente, fue casi una súplica la necesidad que teníamos uno del otro por explorar que era lo que teníamos cada uno para dar. Fui entrelazando mis dedos aún más en su cabello fragante, el olor a rosas y jazmines era concentrado y lo fue aun más cuando la atraje a mi rostro para prolongar el beso, ella echo sus manos a mi nuca, podía sentir su cuerpo doblarse en excitación, en ese temblor que cada vez se acentuaba al acercarse a mi cuerpo. Pensé en no exagerar demasiado porque consideraba inoportuno el propasarme con ella tal y como sucedió en todos los casos pero Katherine era diferente, su deseo era tan incontrolable, intenso y desenfrenado que todo su cuerpo no podía almacenar tantas ganas y fuerza de voluntad.

Rompió en cierta manera mis expectativas, jamás me esperé que fuera demasiado entregada y que su deseo fuera tan desafiante, me respondía más de lo que pude querer, desde el recién momento que la vi sabía que la haría mía pero jamás creí que fuera tan pronto. Fui inclinándome hacia ella lo suficiente para que su cuerpo cayera sobre el sofá, sus besos eran húmedos, quería lograr en seguida despojarla de su ropa, quería que me ofreciera la aterciopelada vista de su piel nívea, sellar mis caricias todo lo que pudiera.

—Lo siento...Damien —susurró ella con desesperación al despegarse de mis labios unos cuantos centímetros, la respiración de su pecho era jadeante, era una brisa violenta que me gustaba recibir. De inmediato sus ojos reflejaron un desaliento y poco a poco me alejó de ella con sus manos.

Caí en la cuenta de que ella no tendría nada conmigo hasta que no fuera oficial lo nuestro o porque podría ser muy pronto para ella abrirse a alguien más, sobre todo porque acababa de terminar con su novio.

—Discúlpame a mí —rectifique con voz baja —No quise propasarme.

Sabía que ella era quien también había aceptado que me acercara demasiado pero quería que pensara que no tenía por qué disculparse de nada.

—No, no, supongo que se debe a tener un poco más de tiempo —admitió con timidez, se pasó el dorso de la mano sobre la frente, quitándose el sudor que le brillaba aun, se quito de encima el abrigo que le había puesto, reí en privado, era claro porque, un ataque de calor involuntario.

Yo apenas tenía el cabello desaliñado, lo arregle con rapidez he hice como que me arreglaba también el pantalón pero solo traté de que mi erección fuera menos evidente. De verdad había deseado hacerla mía en ese momento, quitarme de encima las ganas de probarla por cada rincón de su exuberante figura y hacerla gozar a cada capricho suyo, lo haría, no importaba el costo pero mi capricho sería cumplido.

Volví a tomarla de las manos y con voz clara y ojos firmes quise que me creyera inocente

—Debería saber que no importa lo que otros te digan o piensen de mí, Katherine, no soy lo que ellos dicen —le acaricie la mejilla, era la primera vez que pude tocar su piel, sentirla bajo las yemas de mis dedos. —Confía en mí, ¿Me crees?

Me tomo la mano que estaba sobre su mejilla, sus ojos relampaguearon en nobleza, era tan inocente, dulce, era tan manipulable que su fidelidad era tan ciegamente en mí, porque ahora me vea como su protector.

—Sí, claro que lo hago.

—Quiero estar contigo y lo sabes, quiero que veas que eres importante para mi —le sonreí con paciencia, doblando mi voz a una más más angelical —Me interesa que estés bien, no quiero saber que pasas por una situación difícil, así que voy a cuidar de ti.

Me levanté y fui hacia un pequeño mueble con cajones y saque mi chequera, hice uno a su nombre con cuatrocientos dólares, se lo entregue, ella me examino dubitativa y negó casi horrorizada.

—No puedo aceptar esto. —admitió apenas y mirándome a los ojos. Lo necesitaba y ella lo deseaba tanto porque ni siquiera se opuso a tomarlo sabiendo que era un cheque, solo se hacía del rogar.

—Lo necesitas —refuté con tono tajante —Y lo sabes, no comes como debes y las deudas acabaran dejándote en la calle. No quiero discusiones, por favor, acéptalo, por una vez quiero verte relajada

Me acerque para intentar borrar de nueva cuenta esas arrugas de preocupación que se marcaban en su entrecejo, mi tacto las difumino al momento, me sonrió con esa especie de dulzura que la hacía lucir tan desprotegida, joven, frágil y tentadora a la vez. Me arrodille frente a ella y le acaricie el cabello, cuidaría de ella ahora sabiendo que me pertenencia, solo por el tiempo en que durara mi pequeña actuación y mi capricho hacia ella terminara y es que siempre vendrían muchas más.

—Confía en mí, Katherine, confía en mi —le susurré sin dejar de acariciarle el cabello y jugando con el al mismo tiempo.

—Siempre lo haré, no necesitas pedírmelo. —me toco la cara, pasado sus dedos arriba y abajo por mi mejilla

Sonreí satisfecho de escucharla, estaría sería otrajugada limpia y sin complicaciones.


¡Volví! Se que dije que el martes subiría pero preferí hacerlo hoy para darle espacio a las nuevas lectoras. Les quiero agradecer el haber llegado a los 1K!!!!! Wooow Millones de gracias por apoyar la historia, yo se les recompensaré

Un besote enorme a todas, nos seguimos leyendo y gracias otra vez por votos y  comentarios xxxx


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