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¤Unos ojos brillantes¤
-¡Buenos días!-Habló con emoción la castaña, adentrandose a la habitación de su menor, aquella habitación estaba en penumbras sin importar que fuese de día.
-Mgh, cierra la puerta-Renego tapándose con el edredón por completo.
-Vamos, hermanito, es hora, tus clases inician a en 2 horas.
-Déjame~-Canturreo escondiendo su cabeza bajo la almohada, sin importarle que su hermana comenzaba a jalar la cobija para quitarla de su cuerpo.
-TaeHyung, vamos, ya tienes 24 años, no puedes seguir comportándote como niño chiquito.
El castaño suspiro sentándose, y mirando malhumorado a su mayor.
-Deberías respetar mi habitación. No te di permiso de entrar.
La castaña rodó los ojos y bufo.
-Baja, bebé llorón, ya esta el desayuno.
De mala gana se levantó de su cama, poniendo sus zandalias y caminando al baño, buscando darse una ducha rápida para alistarse y bajar a comer.
El almuerzo había sido espectacular, como siempre. Su hermana era la mejor cocinando después de su madre...
Su madre. Como extrañaba a esa adorable mujer.
Sin contar a su padre, ese señor lleno de vida que siempre le dibujaba una sonrisa.
7 años habían pasado desde que los había perdido, 7 años en los que no lograba avanzar y seguía estancado en aquella noche. Pero sus padres ya no estaban.
Debía salir adelante.
-El abogado me visito ayer en el trabajo-Habló antes de llevar el vaso a su boca.
Su hermana trago la comida que anteriormente masticaba, tomó una servilleta y limpio su boca.
-¿Ah si? ¿Qué quería?
-Me comentó que... según el testamento que nuestros padres habían dejado ya listo años antes de su muerte, este decía que de ellos sufrir una muerte temprana, tu asumiría la responsabilidad de la empresa, sin importar tu edad y que al yo cumplir los 25 años de edad el puesto de jefe pasaría a mis manos.
Ella rasco su nuca y asintió.
-Si, estaba enterada de ello. Planeaba decirte en tu cumpleaños, algo así como una especie de sorpresa-Rió tímida-El señor Min arruino la sorpresa.
-Debería haber un cambio-Dijo el menor-No se me hace justo que la jefatura pase a mi mando, deberíamos ser los 2.
-Papá y mamá tomaron esa decisión por algún motivo, Tete. Ellos nunca se equivocaban.
TaeHyung asintió ante las palabras de su mayor.
Estaba a tan solo 2 meses de cumplir los 25 años, y estaría listo para tomar el mando de la gran e importante Enterprice Star Kim.
-Me he preparado desde los 15 años para asumir el mando. Estar a tan poco de que sea así, es..., simplemente no puedo creerlo aún.
-Papá te preparo durante 2 años, y tu seguiste preparadote después de su muerte. Tu preparación a sido excelente, lo he visto hermanito. Serás el mejor Dueño y Jefe de Star Kim.
-Claro que no, estoy dispuesto a compartir la Jefatura contigo. No solo eso, esa empresa no será solo mía, será también tuya.
-Según el testamento, no. Papá y mamá dejaron escrito que sería tuya, pero que las ganancias para mi serian del 50%, ¡Dios! Tae, mira la hora. Tus clases de logística empiezan ya.
Y así finalizó un mañana más, acompañado de la cálida compañía de su hermana y de su deliciosa comida.
Se levantó con prisa y corrió a la sala de estar para tomar su mochila. Cuando una mano se puso en su hombro, y volteó encontrándose con la dulce sonrisa de su preciosa hermana.
-Toma esta manzana para el caminó.
TaeHyung la tomó, sonrío y salió de su hogar.
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El sol de media tarde y la brisa fresca golpeaban su rostro y castaño cabello con delicadeza, el olor a ramen y los murmullos se hacían presentes en todos lados mientras caminaba.
Se dio paso en su interior y se adentro a la tienda de convivencia.
Había tanto que elegir para hacer de su comida ese día, pero había tan pocas ganas de ingerir alimentos que su estómago se revolvía con solo ver a otros probando bocado.
Suspiro agotado y sacudió su cabeza llevando una de sus finas manos a su cabello, lo llevo hacía atrás en un movimiento de estrés y caminó hacía el congelador.
Tomó un bote de hielo y una bebida Taro preparada.
-Comida del día, mucho gusto-Le dijo con ironía a aquello que llevaba hacia la caja.
Lo dejo sobre la mesa y observo como un muchacho conocido se acercaba a él con un chaleco azul.
Su cabello era negro como la noche y sus ojos azules como el mar, aquella piel tan tersa era blanca nívea y sus labios esponjosos y rosas. Él era el hijo del dueño de la tienda, siempre estaba ahí, a todas horas. Era realmente encantador.
Siempre le dedicaba una sonrisa y a pesar de que lo veía mañana, tarde y noche, al acudir ahí por su comida diaria, lo recibía con un "Buenos días/tardes/noches, es un gusto tenerte aquí". Quizás era lo que le debía decir a todos los clientes, pero a nadie más le sonreía de aquella forma tan linda que lo hacía querer seguir asintiendo a dicho lugar por su alimento o un simple snack.
-Buenas tardes, joven Kim, es un gusto tenerlo por aquí-Le dedicó una sonrisa cerrando poco sus ojos-Ouh, veo que hoy no hay mucho apetito... ¿Solo comerá esto?
-Si... no tengo mucha hambre.
-Pero, joven Kim, su horario de comida es fijo, viene hasta las 21hrs por su cena, pasara 7 horas sin probar bocado-Dijo con genuina preocupación.
Su pecho se sintió cálido, pues siempre que su comida era poca, ahí estaba ese lindo chico preocupándose por él.
Quería saber su nombre, su edad, ¡Dios!, hasta su estatura. Lo tenía encantado. Aún recordaba el día que lo conoció, el día que su viaje constante a esa tienda de convivencia, se hizo habitual.
-Mire, espere aquí, tengo algo que le podrá gustar, nos llego un sabor nuevo-Dijo mientras se alejaba de la caja registradora y se adentraba por los pequeños pasillos.
Miro sus manos con nerviosismo y río bajito.
No paso mucho tiempo cuando lo tenía frente a él nuevamente, con una mano sosteniendo 2 onigiris de gran tamaño.
-Es sabor atún picante, es muy bueno, llegó ayer, justo se acaba de dar mi hora de descanso. ¿Te molestaría si te acompaño con uno?
-No... me parece perfecto, muchas gracias-Le sonrío y pago su bebida, siendo rechazado más de una vez al intentar pagar también ambos onigiris.
Caminaron hacía la pequeña barra que permanecía pegada a la pared de vidrio y se sentaron en las altas sillas.
Miro como las manos del pelinegro a su lado tomaron su bebida y vaso, para abrirlos y servirlo, con la pajilla lo revolvió, abrió el onigiri y con una calida sonrisa se lo entrego.
-Gr-gracias, muy amable.
-No agradezca, joven Kim.
-No me digas así, háblame de tú. No es necesaria tanta formalidad.
-Pues... no me se tu nombre, recuerda que supe tu apellido gracias a los libros que se te cayeron hace 2 días.
-Ouh... es cierto-Rió y lo miro a los ojos, esos azulados ojos que lo hacían delirar- Me llamo TaeHyung.
-Estonces mucho gusto, TaeHyung, soy JungKook.
Por fin sabía el nombre se aquel lindo cajero, era molesto saber que su gafete de identificación solo decía su apellido y no su nombre, pero ahora que lo sabía, lo pronunciaba deleitando cada letra que de su boca salía.
-Un gusto, JungKook.
2 años de conocerlo, y hoy conocía su nombre, estaba feliz por saberlo.
Comenzaron a comer, inmersos en la vista que el gran cristal les brindaba, los árboles dejaban caer sus hojas gracias al otoño entrante.
-Esta época es tan hermosa, y... fastidiosa.
-¿Fastidiosa?-Preguntó con una ceja enarcada y una sonrisa reluciente.
-Si, todas las tardes a eso de las 17hrs debo salir a barrer para que no se junten las hojas.
Río y asintió.
-Cierto, eso debe ser fastidioso.
-Es linda.
-¿Qué?
-Tú sonrisa, TaeHyung.
El rubor subió por sus mejillas y agacho la mirada.
-Gracias.
JungKook observo a aquel tímido ser que bebía su té morado, con un rubor intenso en sus mejillas, sonrío al escucharlo titubear.
-Bueno, TaeHyung, fue un gusto pasar un rato a tu lado, regresaré a trabajar, ve con cuidado.
Adoraba ver todas las tardes, los preciosos ojos brillantes de ese pelinegro... de JungKook.
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