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¤ Dos identidades ¤

Molesto arrojo el frasco de agua lejos de sí.

Limpiaba con molestia el profundo corte que poseía ahora en su brazo, se miro en el espejo con coraje.

-Maldita sea, ¿debías salir en ese momento?

Sus ojos opacos brillaron en segundos, cambiando su fría voz a una cálida y llena de preocupación.

-Lo siento... estaba sufriendo, el señor estaba...

-Tienes que entender, no podemos permitir que alguien vuelva a intentar algo como eso.

Ahí estaba, nuevamente un pequeño espejo presenciando aquella pelea entre 2 distintas personas en un mismo cuerpo.

Y eso era algo que el dulce Joven Kim, no conocía era que aquel dulce chico con el que desde hace 2 años tenía un flechazo ocultaba un gran secreto y era que, sufría de Transtorno de identidad disociativo.

En un mismo cuerpo habitaban 2 seres. El primero siendo aquel dulce chico que atendía la tienda familiar, mientas el otro era todo lo contrario, era un tipo frío, sin una pizca de sentimientos, ni empatia. Un psicópata en toda la extensión de la palabra.

Pero ambas personas no solo compartían el cuerpo, ni no ambos habían quedado completamente enamorados de aquel dulce chico que veía todos los días en su tienda. Aquel joven de cabellos castaños, y de ojos atigrados.

Aquel que solo les pertenecía a ellos, solo a ellos.

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Acomodó lo último que quedaba en su cama y suspiro alegre viendo la cama despejada del desastre de su ropa, se tumbo en su cama y escondio su rostro en la almohada.

La puerta de su habitación fue abierta con lentitud, miro a su hermana parada frente a él y resoplo.

—Por última vez, no SunAh, no quiero un chófer, puedo moverme bien en el bus como lo hago desde hace 4 años.

—Pero, Tae... ese señor que te acoso hace rato...

—Él no hizo más que seguirme unas cuantas calles, lo perdí cuando subí al bus. Tranquila.

—Al menos lleva el carro qué te regalo papá.

—No... entiende aún no, aún no estoy listo.

Su hermana asintió y caminó hacia él, acaricio su tobillo y habló 2 tonos más bajos.

—Baja a cenar, hermanito.

Estiro con pereza su cuerpo y se levantó.

Camino fuera de la habitación con desánimo, quizá su hermana no lo recordaba, pero ese día sus padres cumplían 37 años de casados. Era su aniversario...

Como dolían esos detalles, a pesar de haberlos perdido ya hace 7 años, aun era un golpe muy duro recordar fechas como sus cumpleaños, su aniversario, o su aniversario de muerte.

¿Qué era lo único que lo "tranquilizaba"?

Que estaban juntos en el cielo.

—Hice la especialidad de papá, pizza—Dijo con una sonrisa burlona.

TaeHyung soltó una pequeña risita. Claro, su especialidad... aquella que cada que intentaba hacer se quemaba sin problema en el horno.

—¿Cómo estuvo hoy la empresa?

—Pesado, llego nueva maquinaria para la mejor fabricación de los escapes.

—Oh, eso es bueno.

—¿Ya no te ha visitado el señor Min?

—No, como te comenté ayer, me visito la vez pasada, pero hoy no.

—Cualquier cosa me avisas, conmigo no tiene contacto. Solo cuando se trata de darte todas las quincenas tu ganancia de la empresa.

TaeHyung asintió llevando una rebanada a su boca.

—La próxima vez que lo vea hablaré con él sobre el compartir la empresa contigo.

—No querrá... papá y mamá lo dejaron escrito.  Recuerda lo conversadores que eran. Ellos creían que una mujer no debía trabajar, debía estar para tener hijos y mantener un hogar limpio, comida hecha y servir al hombre...

—Pero eso ya no es así. Ya la mujer tiene el derecho de trabajar, de ser algo más que un simple adorno en la casa. No permitiré que por ideas estúpidas con las qué nuestros padres crecieron sigan así.

—No conseguirás nada, lo sé—Habló SunAh levantándose y quitando su plato de la mesa—Buenas noches.

—No comim...

—Buenas, noches—Dijo en una pausa y caminó lejos de el comedor.

TaeHyung miro extrañado a su hermana y ladeo la cabeza. Eso había sido raro.

—Quizá recordó el aniversario de nuestros padres...

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Salió de su habitación sintiendo su cuello pesar, acaricio sus manos y suspiro harto de la misma rutina.

Entro a el baño y miro el lavamanos asustado, ¿qué había pasado ahí?, se preguntó antes de recordar aquellos sucesos de la noche pasada, aquella pelea, aquel corte... aquella muerte.

Limpio con rapidez la sangre qué ahí descansaba, limpio con esmero y dolor, odiaba esos momentos, odiaba ser parte de eso, y odiaba aún más tener los recuerdos de su otro yo, lo odiaba tanto.

Cerró sus ojos después de tomar asiento en el suelo, llevó sus manos a su frente y un largo suspiro salió por sus rosados labios, mientras lágrimas resbalaban por sus mejillas llegando a descansar en aquel pantalón de pijama qué esa mañana utilizaba.

¿Algún día se desharía de la sed de sangre tan inhumana que aquel ser unido a él sentía?

No estaba dispuesto a tener que seguir viviendo con esto, no quería.

—A ver, maldita sea, debes controlarte—Habló aquella doble persona que en su ser habitaba.

—No quiero más esto, no quiero.

—Nos tocó ser así, tampoco te quiero en mi puta vida, pero aquí estamos. Así que deja de ser tan llorona y vamos a darnos un baño.

Dejando sus quejas de lado obedecio entrando  a la regadera, pues por más quejas, por más llanto, por más enojos, era así y no podía hacer nada para cambiarlo.

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Oh, que milagro, tenía días sin verte por aquí—Habló entusiasmado al mirar a aquella persona ingresar en la tienda.

—¿Y esa exageración?—Dijo riendo caminando hacia el mostrador— Solo no vine ayer.

—Es la costumbre de verte todos los días, ayer fue un día largo sin tu presencia aquí. ¿Y cuál fue el motivo de tu ausencia?

—Ayer fue... El aniversario de mis padres.

—¡Que increíble!, ¿cuántos años?

—37 años...

—Mucho tiempo, ¿festejaron a lo grande?

—No, ellos... murieron hace unos años.

JungKook miro a la persona frente a él y rasco su nuca, salió detrás del mostrador y caminó hacia la puerta, cerró con llave y cambio el letrero a cerrado.

—¿Quieres hablarlo?

Los ojos de TaeHyung se llenaron de lágrimas y asintió.

—Sería bueno tener con quien hablar.

—Conmigo siempre tendrás con quien hablar, no importa de que, siempre te escucharé.

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