Extra:

Un hermoso bebé.

Conducía hacia el hospital, con Rogger a mi lado, pues en aquel momento era un maldito manojo de nervios y le era imposible coger el coche, así que no me quedó de otra.

Abby estaba en el hospital, ya había dado a luz, así que nos dirigíamos hacia allí para ver a aquel hermoso sobrino que la vida nos había regalado.

Las cosas entre nosotros estaban mejor que nunca, y su familia, al fin me había aceptado. Justo después de que Abby lo hiciese, todos lo hicieron, y yo estaba agradecida de tenerles. Lo cierto es que eran un gran apoyo.

Detuve el auto en el aparcamiento, y ambos salimos del auto, sintiendo más tarde la mano de Rogger entrelazarse a la mía, mientras caminábamos a paso decidido hacia la habitación dónde habían metido a su hermana.

En cuanto llegamos al pasillo, nos encontramos con Dulce y con Ron, que muy pronto se darían el si quiero, todos estábamos entusiasmados con la boda.

Rogger entró sin llamar, haciendo que Alex le mirase con cara de malas pulgas, pero él no iba a dejar de captar el momento en fotos, así que sacó la cámara y empezó a hacer fotografías aquí y allá, como los locos. Estaba demasiado entusiasmada con la llegada de la pequeña Zoe a la familia. Al final Abby me hizo caso con el nombre, y no llamó a su hija Alexandra.

- Saca ese chisme de aquí – se quejaba Alex, mientras Abby tan sólo sonreía, divertida, feliz, de poder estar viviendo todo eso junto a su familia – Abby está cansada, haz el favor de dejarla dormir.

- Pareces una leona – habló él, por primera vez desde que habíamos salido de casa, haciéndola reír, mientras su cuñado le fulminaba con la mirada – ya me voy – añadió, pero tan pronto como le agarré el brazo, perdió las ganas de hacerlo, pues él sabía lo mucho que yo quería ver a ese bebé. Mi primera sobrina, esa a la que le daría todos los caprichos, todos los mimos, tratándola como una reina – pero antes quiero coger a mi sobrina – admitió.

- ¡Es preciosa! – admití, tan pronto como Alex la puso sobre los brazos de mi futuro esposo, aunque aún nadie conocía esa noticia, sólo él y yo. Había demasiadas cosas en nuestras vidas en ese momento, cómo para añadir un poco más de emoción. Acaricié sus manitas con mis dedos, observando como la pequeña cazaba mi dedo anular con ella, y se quedaba así por unos minutos – Mira que mona es, Roggy – añadí, tremendamente cautivada por aquel bebé. Mientras él asentía, feliz de que al menos nuestra sobrina hubiese llegado a nuestras vidas, pues él sabía lo mal que lo había pasado por culpa de aquellos salvajes, sabía que había perdido a nuestro bebé, aunque nunca me lo dijo.

- Suficiente – se quejó Alex, arrebatándonos a Zoe, para acomodarla en su cuna, mirándonos de nuevo – Zoe también necesita dormir.

- Ya nos vamos, pesado – espetó Rogger, molesto, pues al igual que yo sintió esa pérdida cuando nos la quitó de las manos.

- Es preciosa, ¿verdad? – preguntó Dulce, con cierto brillo en sus ojos, mientras yo asentía.

- ¿Vais a ser los próximos? – Dijo Rogger, bromista, guardando la cámara en mi bolso, para luego volver la vista hacia Ron – Mejor tenerlos a todos de golpe, así Camile y yo podemos cuidarlos cuando os haga falta – bromeó, haciéndome reír, mientras Dulce le miraba divertida.

- Mira qué bonito – se quejó, haciéndonos reír – sólo quieres tenerlos a ratos, ¿no?

- Deja de pedirles bebes a los demás, y céntrate en buscar uno tú mismo – añadió Ron, haciéndole reír, divertido, para luego darme un cálido beso en la mejilla, agarrando mi mano después.

- Primero asistimos a la boda, y luego ya lo vamos viendo – respondió, haciéndome sonreír, porque, aunque su familia no se dio cuenta, yo podía leer entre líneas. No se estaba refiriendo a la boda de su hermana, si no a la nuestra - ¿tú quieres uno? – preguntó hacia mí, haciéndome reír incluso más.

- Yo te quiero a ti – le dije, haciéndole sonreír, mientras su hermana y su futuro marido nos miraban ilusionados, jamás esperaron ver a Rogger así de enamorado – todo lo que venga contigo, es bienvenido.

- Entonces... - se puso delante de mí, como si no tuviésemos público, entrelazando su mano libre con la mía, justo antes de hablar de nuevo - ... está decidido.