Caminando hacia el altar. FIN.
Extra 3:
Caminando hacia el altar.
Lo que en principio iba a ser una boda sencilla, terminó convirtiéndose en mucho más. Animados por nuestros familiares y amigos, terminamos celebrando una bonita boda en el bosque, junto a nuestro hogar, rodeado de todas las personas que nos importaban en la vida, dirigida por un director de ceremonias, nada religioso, pues ninguno de los dos éramos creyentes.
Mi vestido era sencillo, eso era lo único que había podido mantener, el resto se nos salió de madre.
Dulce, Abby y Madison eran mis damas de honor, las cuales me ayudaron a arreglarme, y a ponerme guapa para el evento.
- Aún no puedo creérmelo – aseguraba Mad – Tú caminando hacia el altar junto a Rogger – añadía, haciéndome reír.
- Yo aún no puedo creerme que vaya a casarme, literal – bromeé, haciendo que todas riesen, mientras Dulce me colocaba de forma correcta el tocado de flores en la cabeza, bien sujeto a la diadema de trenzas que previamente había adornado, con mi cabello.
- Estás preciosa, Camile – añadía Abby, con el pequeño Sergio en sus brazos (Al final ese había sido el nombre del que previamente iba a llamarse Dylan. Abby era todo un caso con los nombres de sus hijos, siempre llevándole la contraria a Alex en todo)
- ¿Qué hacéis aún aquí? – preguntó Tonny, entrando por la puerta, mirándonos con cara de malas pulgas – el novio ya está listo, así que venga, a salir ya – insistía, mientras yo me ponía en pie y daba un último vistazo al espejo – tenéis que llegar juntos al altar, Abby lo ha organizado todo de esa manera – se quejaba, haciéndonos reír al resto, excepto a mi cuñada, que le observaba, agradecida.
- Es una suerte haber encontrado un ayudante como tú, Tony – añadía ella, con una sonrisa de agradecimiento hacia él – Eres una persona que se toma en serio el trabajo.
Salí de la habitación, seguida por las chicas y Tony, encontrándome de frente a Rogger. Estaba guapísimo, con un esmoquin negro, y el cabello alborotado.
- Hola – saludé, mientras los demás se dirigían hacia sus posiciones y él sonreía hacia mí, contagiándome.
- Hola – respondió, para luego acariciar mi mano con la suya, entrelazando ambas después - ¿estás lista? – preguntó. Asentí, en señal de que así era – pues vamos.
Salimos de la carpa, recorriendo la alfombra roja, junto a él, observando la pila de sillas, con sus invitados junto a ellas, de pie, mirando hacia nosotros, junto al altar. A cada paso que daba sabía que estaba más y más cerca de unir mi vida para siempre junto a la persona que me complementaba, el amor de mi vida.
Mis padres estaban allí, con una sonrisa de oreja a oreja, y cierto brillo en sus ojos, su padre también, y los padres de Dulce, sus amigos, los míos, el marido de Mad y el de Tony, todos con una sonrisa de ilusión, agradecidos de poder presenciar aquello.
Nos detuvimos frente al altar, mientras el hombre que iba a casarnos, canoso y con barba nos sonreía.
La ceremonia comenzó, y ambos mirábamos hacia el otro, sin apenas escuchar nada, tan sólo importábamos él y yo, nada más, tan sólo deseábamos estar juntos por toda la eternidad.
"Cuando te vi por primera vez lo supe, que eras tú, la persona con la que quería estar, con la persona que quería compartir mi vida. Cuando te propuse matrimonio, a ti, frente a tus padres, estaba aterrado, pero te miré, y los miedos se disiparon, porque de nuevo sabía que eras tú, y que por ti podía hacer cualquier cosa, por aterradora que me pareciese, porque te amo, Camile Dunst, y eres tú la chica con la que quiero pasar el resto de mi vida" – aseguró él, recitando sus votos, que se había estudiado de memoria, frente a mí.
"Siempre pensé que yo no merecía ser amada, incluso cuando me adoptaron, pensé que nunca llegaría a enamorarme y a ser amada de esa manera incondicional en la que mis padres lo hacen. Pero entonces llegaste tú, pusiste mi mundo patas arriba y me hiciste creer en esto, me hiciste creer que era posible, que todo era posible si tú estabas a mi lado. Eres la luz que ilumina mi camino, que me ayuda a avanzar. Y quiero hacerlo, quiero avanzar por este camino a tu lado, y formar una familia junto al hombre más maravilloso del mundo. Te amo Rogger Wattson, y quiero pasar el resto de mi vida a tu lado" – respondí, mientras ambos sonreíamos.
Colocamos de forma correcta los anillos en el dedo correcto, el uno al otro, y luego nos besamos, dando por finalizado el enlace.
Justo después de tirar el ramo, que por supuesto, Alex volvió a pillar, haciéndonos reír a todos, empezó la fiesta. Fue épica, no dejamos de reír, de bailar, y de sonreír durante toda la noche, hasta bien entrada la madrugada.
Entre tanto, justo después de despedir a mis padres, que se iban ya para el hotel, eché un vistazo al resto de los invitados, con una sonrisa en el rostro.
Abby iba por su décimo daikiri, bailando sin parar junto a Rogger, su querido hermano, y su mejor amigo, Dan, mientras Alex corría detrás de los pequeños, que lo traían por la calle de la amargura.
Dulce y Ron bailaban juntos, en la pista, mientras sus pequeños eran cuidados por Chuck, que se enorgullecía tremendamente de ser tan buen abuelo, al mismo tiempo que la madre de Dulce y Charlie bailaban muy pegados, bastante chispados, cabe decir.
Madison y su esposo también bailaban juntos, al igual que Tony y su marido.
Cómo veis la vida seguía su curso, incluso mi vida lo seguía, cosa que jamás esperé. Que me enamoraría y pudiese formar una familia, jamás estuvo entre mis planes. En aquel momento tan sólo pude mirar hacia el cielo, agradecida con mi hermano pequeño, ese al que quise tanto como si lo fuese, pues sin él nada de aquello sería posible, si él no me hubiese salvado de las vías del tren, jamás hubiese conocido a Rogger, no estaría allí casándome con él, a punto de empezar una nueva vida junto al amor de mi vida.
Tan sólo una media hora después, la mayoría de los invitados se habían marchado, tan sólo quedaban unos cuantos, rezagados, entre ellos Tony y su acompañante y Dulce y Ron, que parecían ser incapaces de irse aún.
Rogger agarró mi mano y tiró de mí hacia la caballa, con una pícara sonrisa en su rostro. Sabía perfectamente que era lo que pretendía, pero en aquel momento no me desagradaba la idea en lo absoluto.
- Estoy deseando quitarte ese vestido y hacerte el amor, señora Wattson – bromeó él, cuando llegamos a la habitación, haciéndome reír.
- ¿Por qué tan insistente, Señor Wattson? – pregunté, bajándome la cremallera del vestido, despacio, ante su atenta mirada – No es cómo si fuese la primera vez ni nada.
- Es la primera vez que le haré el amor a mi esposa – aseguró, haciéndome sonreír, enamorada. Él siempre sabía lo que decir en el momento correcto para dejarme así.
Y sin postergarlo más, dejé caer el vestido, quedándome en ropa interior frente a él, para luego sentir sus besos desesperados en mis labios, y en mi cuello, haciéndome cosquillas con la barba, tirándome sobre la cama, para continuar con aquel ritual de apareamiento que duraría el resto de la noche.
FIN
Y ESTO HA SIDO TODO. ESPERO DE CORAZÓN QUE OS HAYA GUSTADO TANTO COMO A MÍ ESCRIBIRLA, ESTA MARAVILLOSA HISTORIA.
RECORDAD QUE AÚN PODÉIS SEGUIR LEYENDO MÁS SOBRE ABBY Y ALEX EN LA HISTORIA DE TÍTULO BLANCO Y NEGRO (AMBOS DE ADOLESCENTES).
GRACIAS A TODOS POR SEGUIR AHÍ, UN FUERTE ABRAZO. :D
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