9. Sexo desenfrenado. CORREGIDO
CORREGIDO
El capítulo de hoy es intensito.
Me marché a casa después de asegurarle a papá que todo estaba bien con Alex. No podía decirle la verdad, no cuando acababa de salir del hospital por culpa de aquel sobre marrón. Yo misma tenía que arreglar las cosas con prometido, olvidarme del pasado y seguir adelante con la boda. Ya me había vengado, de alguna manera, al acostarme con Rogger, aunque en ningún momento sentía que fuese eso lo que había hecho.
Estaba más que lista para darle una oportunidad a ese cabrón, pues era lo que papá necesitaba para estar bien.
Cuando llegué a la mansión me sorprendió no verle en el salón, ni tampoco en nuestra habitación, ni en ninguna parte en realidad... ¿dónde se había metido?
Decidí llamarle, pero su teléfono estaba fuera de cobertura o apagado, porque no dejaba de salirme el buzón.
Resoplé, molesta, dejando el móvil sobre la mesa del salón, para luego mirar hacia la puerta, pensando en lo que había sucedido la noche anterior, entre Rogger y yo.
Tenía que dejar de pensar en aquello, tenía que aceptar a Alex y olvidarme de él, a pesar de que sabía que Alex nunca me haría sentir tanto como él en la cama.
Me pasé el resto de la mañana absorta en mis pensamientos, contestando e-mails sobre el trabajo, y haciendo un seguimiento sobre los pedidos que debíamos entregar la semana siguiente. El trabajo era lo único que podía servirme tras haber sido una zorra.
"Emma" – su voz resonó en mi cabeza, haciendo que me despertase de golpe, sobre el sofá, dándome cuenta de que me había quedado dormida con el móvil en la mano.
Mi hermano mayor, ese del que solía cuidar a pesar de ser él el mayor. Sonreí al pensar en él, recordando la primera vez que le vi en el orfanato...
"Un niño nuevo había llegado, y todos estaban estudiándolo con la mirada, mientras yo entraba en la cocina, despreocupada, y miraba hacia él. En cuanto lo vi me di cuenta de que él era totalmente diferente al resto, él no era un niño normal, era especial.
- ¡Eh tú! – espetó Nick, acercándose a él, agarrándolo del brazo para acercarle a él - ¿eres uno de esos niños no? ¿eres mongolito? – se cachondeo, mientras a mí me hervía la sangre.
- ¡Déjale en paz, Nick! – le dije, llegando hasta él, para luego tirar del nuevo, haciendo que aquel capullo tuviese que soltarle. Me miró con cara de malas pulgas, pues sabía que yo era peligrosa, pues le había pegado un puñetazo a Ana la semana anterior, y había hecho que perdiese un diente – no dejes que ese idiota te afecte.
- Gra-gracias – agradeció, con la sonrisa más sincera e inocente que he visto jamás. Él siempre fue mi ejemplo a seguir, alguien que no tenía maldad en este mundo de locos y malvados, alguien que debía ser protegido"
El timbre de la puerta me hizo salir de mis pensamientos. Me puse en pie, y caminé descalza hacia la puerta, abriéndola entonces, descubriendo a Rogger allí, enfadado por algo.
Nuestras miradas se encontraron, conllevando a que él olvidase su enfado y entrase en la casa, mientras yo me echaba hacia atrás, y él cerraba la puerta tras él.
Aquello era terriblemente malo, era muy peligroso estar en la misma habitación que él, más después de lo que había sucedido entre nosotros, y más aún, después de que mi decisión era darle otra oportunidad a Alex.
Me observó con cautela, sin atreverse a acercarse demasiado, sin decir una sola palabra, mientras mi corazón latía a toda velocidad.
- No esperaba encontrarte aquí – dijo al fin, mientras yo le observaba, con atención – pensé que estarías aún en la casa de tus padres.
- No tengo paciencia para esperar – respondí, mientras él ladeaba la cabeza para mirar hacia el suelo un minuto, pero volvió a mirarme tan pronto como hablé de nuevo – además, necesitaba hablar con Alex.
- ¿y qué ibas a decirle? – preguntó, mientras le miraba con cara de malas pulgas, negué con la cabeza, en señal de que no iba a decírselo - ¿aún estás pensando en la posibilidad de casarte con él? – adivinó, haciéndome tragar saliva, aterrada porque descubriese siempre todo sobre mí – él te engañó, Cami – me dijo, al mismo tiempo que yo bajaba la cabeza, algo incómoda, pues él tenía razón – incluso está pensando en volver a hacerlo – levanté la cabeza tan pronto como escuché aquellas palabras. Era más que obvio que ellos habían hablado sobre ello, pero ... ¿por qué me lo contaba a mí?
- ¿has hablado con él? – quise saber, aunque una parte de mí ya sabía que era así. Asintió, despacio, sin dejar de mirarme - ¿por qué me lo cuentas? – insistí, porque sobre todo quería saber sobre ello.
- No hoy – me calmó – pero he hablado con él de este tema. Si tuviese oportunidad de volver con Abby... no se lo pensaría dos veces.
Le empujé, apartándole de mí, pues odiaba que él fuese tan directo. Me agarró del brazo, entonces, impidiéndome que pudiese ir a ningún lugar.
- ¡Suéltame! – me quejé, pero en lugar de obedecerme, tan sólo acortó las distancias entre ambos, besándome después, dejándome completamente sin palabras, derribando los muros que me salvaban del mundo.
Le aparté de mí y le crucé la cara, haciendo que él se tocase el rostro, y sonriese con malicia.
- Todo este paripé tuyo intentando hacerte la digna, la mujer dolida... - comenzó, moviendo un poco la mandíbula, dejando claro que le había hecho daño - ... tendría un poco más de efecto si ayer no te hubieses abierto de piernas.
Negué con la cabeza, sin entender su actitud, para luego levantar la mano, con la intención de volver a golpearle, pero él me detuvo, agarrando mi mano, para luego atraerme hasta él.
- Estoy empezando a cansarme de esta mierda – se quejó, soltando mi brazo después, pero no me moví, no me separé ni un palmo, haciéndole sonreír – Camile, Camile – me llamó, moviendo la cabeza de un lado a otro, negando con ella, para luego hacer un leve ruidito como si estuviese en desacuerdo con algo – cuando estés dispuesta a aceptar que te gustó lo de anoche, o lo de esta mañana, en tu casa – proseguía, mientras mi respiración comenzaba a acelerarse – sólo entonces...
- ¿Gustarme? – pregunté, cortándole, haciendo que me mirase con atención. Me había encantado, lo que pasó entre él y yo, pero cómo de costumbre, solía huir de esa parte de mí, la parte real – ¡Ni en tus sueños! – sonrió, mostrándome su perfecta dentadura, para luego acortar las distancias entre ambos, agarrándome de la cintura, mientras yo intentaba huir de él. Acercó su boca a la mía, y se detuvo antes de haberme besado, justo como solía hacer para ponerme nerviosa.
- Mentirosa – espetó, mientras yo bajaba la cabeza, molesta con su cercanía. Él sonrió, para luego levantar mi cabeza, agarrándome de la barbilla, acercando su boca a la mía, pero sin besarla aún – te mueres por besarme – aseguró, mientras yo me fijaba en sus labios, incapaz de mirar hacia cualquier otro lugar, haciéndole sonreír. Sus labios me besaron entonces, volviéndome loca, haciendo que dejase a la razón fuera de aquello, en aquel momento no quería detenerme, y me daba igual todo lo demás.
La necesidad con la que nos besábamos nos quemaba, y pronto aquello se fue convirtiendo en mucho más. Levanté las manos para entrelazarlas a su cuello, mientras él agarraba mis nalgas, gimiendo sobre mi boca, sin previo aviso. Estaba tentada a lanzarme sobre él, a subirme sobre él y hacerlo mío, cuando él se detuvo.
Le miré sin comprender, asustada porque sólo estuviese jugando, porque fuese a hablar y a decir algo que pudiese herirme. Pero en lugar de eso, tan sólo agarró mi mano y tiró de mí hacia su habitación.
- Te mueres por hacer mucho más que eso de ahí abajo – aseguró, para luego acercarse a mí, cerrando la puerta de su habitación, detrás de nosotros, levantando la mano para acariciar mi mejilla, besándome en los labios después.
Me cogió en brazos y me subió al escritorio, mirándome con atención, mientras yo me levantaba la camiseta y él sonreía. Me la quité entonces, observando como él miraba hacia mis pechos, aún sujetos por mi sostén eran hermosos.
Se metió entre mis piernas, acortando las distancias que había entre ambos, agarrándome de la barbilla, levantándola para que le prestase atención, sonriendo entonces, para luego besar mi cuello, haciéndome estremecer. Ni siquiera estuvo demasiado tiempo haciendo aquello, pues un ruido en el exterior nos hizo salir de nuestros pensamientos, acabábamos de escuchar la puerta principal, estaba segura de que era eso.
Apoyé mis manos en su pecho, intentando apartarle de mí, mientras miraba hacia la puerta, el mismo tiempo que él miraba hacia mi boca.
Apoyé mis manos en su pecho, intentando apartarle de mí, mientras miraba hacia la puerta, el mismo tiempo que él miraba hacia mi boca.
Sin lugar a dudas era Alex, pues acababa de toser al llegar al pasillo. Me asusté y volví a hacer presión en el pecho de Rogger para apartarle, pero él no se detuvo, al contrario, agarró mis mayas y me las quitó sin miramientos.
- ¿estás loco? – susurré, mientras él acariciaba mi punto más frágil con sus dedos, aún por encima de las bragas, haciéndome abrir la boca, deseosa de más – Alex está fuera.
- ¿y qué? – preguntó, mientras yo tragaba saliva, al volver a sentir sus dedos sobre mi intimidad, aquella vez sin la tela de las bragas de por medio - ¿quieres que le llame y hagamos un trío? – bromeó, deteniendo sus dedos, arrancándome las bragas de cuajo, rompiéndolas en el acto. Sus dedos volvían a hacer de las suyas, mientras yo gemía entre susurros, y él se desabrochaba el pantalón, hundiendo entonces sus labios en mi pecho.
- ¡Joder! – me quejé, cuando él metió dos dedos dentro de mí, y se percató de lo húmeda que estaba. Sus labios seguían devorando mi cuello, mientras movía su mano con tanto acierto que casi parecía un maestro
- Sal si quieres – me dijo, deteniéndose de pronto, haciendo que le mirase sin comprender – ve a buscar a Alex y dile que quieres volver con él, demuéstrame que...
Me bajé sobre el escritorio, acortando las distancias entre nosotros y volví a besarle, haciendo que él se quedase sin palabras, completamente, pues pensó que quizás iba a seguir su consejo.
Nuestro beso pronto se convirtió en algo de otro mundo, y cuando quise darme cuenta mi espalda chocaba contra la pared, con fuerza, mientras él me agarraba de la pierna, levantándola, entrelazándola a su espalda, para luego agarrar mi nalga por debajo y metérmela sin esperar más, haciéndome gemir sobre su boca.
Me sostuve a sus hombros, sintiendo una embestida tras otra, con fuerza, logrando que la pared retumbase con cada una de ellas, mientras yo llegaba a la locura.
Mis piernas temblaron, y él pudo sentirlo, pues me cogió de la otra pierna y la enredó en su cintura, para luego aferrarse a mis muslos, entrando aún más, haciéndome gemir un poco más, con los ojos fijos en él, que acababa de dejar de besarme.
- Shhh – me siseó, para que Alex no pudiese descubrirnos, pero sin dejar de hacerme aquello que tanto me gustaba - ¿te gusta? – preguntó, como si no lo supiese ya - ¡Dímelo! – ordenó.
- ¡Joder! – gemí, cuando sentí otra de sus embestidas, pues parecía que me estaba clavando cada vez más en la pared, parecía que de un momento a otro esta se caería y seríamos descubiertos.
- ¡Dímelo! – insistió, sin dejar de hacerme aquello – quiero hacer esto contigo y no con esa tipa en la que te ocultas.
- Me gusta – admití, mientras él apretaba mis muslos, entrando cada vez más - ¡oh! Me gusta mucho, Rogger.
La puerta principal volvió a sonar, lo que nos indicó a ambos que él había vuelto a marcharse, pero a ninguno nos importó, aunque, empezásemos a gemir más alto después de ello.
Mi teléfono comenzó a sonar, repetidas veces, y él suyo también, pero ambos estábamos demasiado ocupados en aquel momento.
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