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8. La cicatriz

No he cambiado nada, sólo el número del capítulo, para que no se me despisten.

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Esto se pone interesante :D

Estoy reescribiendo la historia completa, a como la tenía, así que puede que haya cambios interesantes, con respecto a lo que escribí en el otro, ya iré actualizando. Muchas gracias por pasaros por aquí a leer.

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Capítulo 7. La cicatriz.

Miré hacia él, mordiéndome el labio, acababa de despertarme, pues su móvil no dejaba de sonar. Me observó con detenimiento, mientras yo me subía sobre él, al mismo tiempo que él me lamía las tetas, quitándome el sujetador, lamiéndolas con desesperación.


Me moví sobre él, haciéndole estremecer, metiéndomela hasta el fondo, volviendo a hacerle gemir, mientras me agarraba las nalgas y me apretaba contra él.

Apoyé las manos sobre su pecho y me moví sobre él como una auténtica amazonas, montándomelo, mientras él me ayudaba en mi tarea, y nuestros gemidos lo ensordecían todo.

- ¡Oh! – gemía, cada vez más rápido, mientras yo lo hacía cada vez más fuerte - ¡me vuelves loco! – aseguró, para luego gritar con más fuerza, corriéndose dentro de mí, al mismo instante que lo hacía yo. Me agarró de la nuca y me condujo hacia su boca, besándome con desesperación, justo como eran sus besos.

No salimos de esa habitación hasta el día siguiente, os podéis imaginar qué es lo que estuvimos haciendo, ¿verdad? Porque, os puedo asegurar, que, no dormí en toda la noche.

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Me senté en la cama tan pronto como me di cuenta de la hora que era. Era tarde, muy tarde, y ni siquiera había llamado a mi madre para saber cómo estaba mi padre.

Le di la espalda a Rogger, y me puse el sujetador, mientras él acariciaba mi hombro, justo el lugar dónde estaba la cicatriz. Me tersé en seguida, pues no solía dejar que nadie la viese, pero en aquel momento, ni siquiera me acordé de ella.

Moví la cabeza hacia atrás, observando su mirada sobre ese punto. Se arrastró por la cama, agarró mi mano para evitar que pudiese irme a ninguna parte, y entonces hizo algo que jamás pensé que alguien pudiese hacer. Besó mi cicatriz, sin quitar sus ojos de mí.

- ¿Con qué fue? – preguntó, justo la pregunta que más temía, justo la pregunta que hacía todo el que la veía.

- Deberías vestirte – le dije, poniéndome en pie, sin tan siquiera responderla. Era difícil para mí hacerlo, todo lo relacionado con mi pasado lo era.

Me hizo caso, se puso en pie, se puso los calzoncillos y los pantalones, mientras yo hacía lo mismo, tenía cosas que hacer, tenía que enfrentarme al día, y borrar toda aquella tontería que había pasado entre ambos de mis recuerdos. Tenía que despertar de aquel sueño.

Me agarró de la mano antes de que hubiese abandonado la habitación, obligándome a ladear la cabeza para observarle.

- ¿Con qué fue? – insistió, haciéndome negar con la cabeza, mirándole con detenimiento.

- ¿te crees con derechos de preguntarme cosas íntimas sólo porque hemos follado? – pregunté, intentando alejarle de mí. Acostarme con él había sido un error, pues sabía que él no era como Alex, él no lo dejaría pasar, él me haría confiar en él y hablarle sobre mi pasado, y no podía, no podía hablar con nadie sobre aquello.

- ¿de qué tienes miedo? – preguntó, aferrándome a él, tirando de mi mano para volver a colocarme frente a él.

- No tengo miedo – mentí, bajando la mirada al hacerlo.

- Mentirosa – susurró, logrando hacerme volver a mirarle. ¿Por qué me conocía tan bien si ni siquiera nos conocíamos?

- ¿Cami? ¿estás arriba? – preguntó la voz de mamá, haciendo que mirase hacia la puerta, y temiese por mi propia existencia. Ella no podía verle a él allí.

- Vete – pedí, mientras él negaba con la cabeza - ¿qué quieres? – insistí, con el corazón a mil por hora, pues no quería que mi madre nos descubriese allí – Me lo hice yo misma – reconocí, haciendo que me mirase sin comprender - ¿contento? Ahora lárgate.

- ¿por qué? – preguntó, poniéndome los pelos de punta.

- ¿Cómo qué por qué? – me quejé, entre susurros, empujándole hacia el baño, pues ya era demasiado tarde para huir – mi madre va a descubrirnos si tu no colaboras.

- ¿Por qué te lo hiciste? – aclaró, dejándome claro que estaba hablando de mi cicatriz. Le odiaba. Odiaba que fuese tan terriblemente cabezota – dímelo y me voy – prometió. Bajé la cabeza, sin saber qué responder. No podía decirle la verdad, no quería que me tuviesen lástima, ese era el primer motivo por el que no solía contarlo.

- Quería borrar algo – declaré, haciendo que él levantase mi barbilla para que le mirase.

- Sabes lo persistente que soy – me dijo, agarrándome de la cintura mientras lo hacía – no me iré hasta que me lo cuentes, Cam.

- Forma parte del pasado – me defendí, intentando hacerle cambiar de idea, mientras mi madre entraba en mi habitación.

- Cami – me llamó - ¿estás ahí dentro? – insistió, girando el pomo de la puerta, mientras tiraba de él para meterle en la ducha conmigo, abriendo el grifo después, mojándole de lleno.

- Mamá – respondí al fin, al mismo tiempo que tapaba su boca con ambas manos para evitar que dijese algo – estoy duchándome, saldré en seguida.

- Está bien – aceptó ella, con una sonrisa en su rostro – voy a ducharme yo también, prepararé algo para comer, tu padre está descansando en nuestra habitación, así que no le des malas noticias sobre la boda – hice un ruidito afirmativo, escuchando después cómo abandonaba el baño, y entonces solté su boca, mientras él me agarraba de la cintura y me atraía hasta él.

- Menos mal que se ha ido – se quejó, cerrando el grifo – estaba a punto de congelarme – no entendí sus palabras hasta que volvió a hablar - ¿agua fría? ¿en serio, Cam?

No pude evitarlo, estallé en carcajadas en ese justo instante, su expresión era demasiado divertida. Él pareció molestarse incluso más.

- ¿Te hago gracia? – preguntó, mordiéndose el labio después de preguntar aquello, haciendo que mirase hacia ese punto antes de hablar.

- Mucha – contesté, para luego agarrar su rostro con ambas manos y lanzarme a besarle. Él me devolvió el beso en seguida, pero no profundizó más, sabía que en aquel momento en el que mis padres estaban allí, no debíamos terminar haciendo mucho más.

- Te daré una tregua – admitió, mientras apretaba su frente contra la mía – pero volveremos a hablar sobre esto.

- ¿No puedes simplemente olvidar lo que has visto? – pregunté, aterrada, echando mi cabeza hacia atrás, mientras él negaba con la cabeza - ¿por qué? – insistí, mientras él levantaba su mano, acariciando mi mejilla, justo antes de hablar, haciéndome temblar.

- Porque quiero saberlo todo sobre ti – admitió, dejándome noqueada con ello, pues no lo esperaba en lo absoluto. Acercó su rostro al mío, sonriendo divertido, mientras yo me mordía el labio inferior con ganas de besarle – hasta el más mínimo detalle.

- ¿Por qué? – pregunté, juguetona, logrando que él sonriese con malicia, lamiendo sus labios antes de hablar.

- Porque me vuelves loco – aseguró, haciéndome sonreír, para luego sentir sus labios sobre los míos.


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