39. Protegida.
Capítulo 39. Protegida.
Dulce me citó en su tienda aquella mañana, pues quería hablar conmigo sobre algo. Tan pronto como llegué la encontré hablando con Abby, por lo que tuve que esperar a que terminasen, sin interrumpirlas, pues no quería encontrarme con ella en aquel momento.
- ¿qué hace ella aquí? – preguntó hacia su mejor amiga cuando me descubrió junto al mostrador.
- ¿Quieres dejar ya tus paranoias? – se quejó – el embarazo te ha vuelto paranoica – insistió, mientras ella le miraba con cara de malas pulgas – está aquí porque la he llamado yo.
- No me gustan sus intenciones en lo absoluto – insistía – Alex dice que no es cierto, pero yo sé que sólo intenta protegerla – me reí sin ganas, porque no tenía el más mínimo interés en pelearme con una embarazada.
- Sin lugar a dudas son las hormonas – le dije, para luego coger un boli y un papel de mi bolso y escribir mi número de teléfono a Dulce – llámame luego, cuando ésta loca no esté aquí.
- ¿qué me has llamado? – preguntó, agarrándome del brazo de malas formas, mientras Dulce intentaba detenerla – podrás engañarlos a todos, pero yo sé que es lo que haces aquí – espetó, soltándome entonces, cruzándome la cara después.
- Tienes suerte de que no me guste pegar a las embarazadas – le dije, porque estaba tentada a hacerlo, pero no quería darle más motivos para que lo hiciese.
- Abby – insistió Dulce, para que su amiga no pudiese volver a golpearme – déjala tranquila.
- ¿Te pones de su parte? – preguntó, echa un basilisco – Te digo que está aquí por Alex.
- ¿Tan increíble te parece que pueda sentir algo por tu hermano? – pregunté, haciendo que ella volviese a mirar hacia mí, sorprendida por la forma en la que lo había dicho.
- Rogger no cree en el amor – me aseguró – créeme, lo sé, conozco a mi hermano – insistió, molesta con la situación – además, eres demasiado alta y plana, no eres en lo absoluto su prototipo – aquella zorra acababa de llamarme fea en toda la cara. Estaba dispuesta a golpearla, cuando Ron llegó, saludándome como si fuésemos colegas, con un choque en la mano.
- ¿Qué tal te va, Cam? – preguntó, divertido, para luego mirar hacia Abby, percatándose de que estaba le miraba con ojos como platos - ¿Qué pasa aquí? ¿pelea de gatas? – insistió hacia su prometida, haciendo que esta suspirase – Abby, Cam no es cómo piensas.
- ¿Cam? – preguntó con incredulidad – Os habéis hecho tan colegas todos... - comenzó, molesta – igual ya no queréis que siga organizándote de la boda.
- ¿Cómo no íbamos a querer? – se quejaba Dulce, intentando quitar aquella tensión que se había quedado en el ambiente.
- Llámame luego – le dije hacia Dulce, para luego darme la vuelta, con la intención de dejarle a solas, cuando la escuché de nuevo.
- Zorra maldita – me llamó, haciendo que me detuviese antes de haberme marchado - ¿por qué intentas quitarme también a mis amigos? ¿Tanta envidia me tienes que tienes que intentar poseer todo lo que tengo? – preguntó, mientras yo me daba la vuelta, observándola con odio. Pero... ¿cómo se atrevía a decirme aquello? – Primero lo intentaste con Alex, pero como él te abandonó en el altar para volver conmigo... - temblaba de ira en aquel momento, pero luchaba sin apenas saber bien cómo por no cruzarle la cara en aquel momento – Luego lo hiciste con mi hermano, pero cómo él pasó de ti y te trató como la zorra que eres le seguiste hasta aquí – le crucé la cara antes de que hubiese dicho una palabra más, haciendo que ella se quedase muda al respecto - ¿he acertado verdad? – preguntó, parecía que aquello no iba a detenerla – he metido el dedo en la llaga, ¿verdad? Zorra.
- No juegues conmigo, Abby – la amenacé, con odio en mis palabras – porque te aseguro que si me obligas te destruiré, y me va a dar igual que seas su hermana.
- Al fin sacas tus garras – me dijo, divertida, como si aquello era lo que había estado esperando desde el principio – esta vez no voy a dejártelo tan fácil -insistió – esta vez no voy a dejar que Alex se vaya contigo, así como así, no voy a dejar que me lo quites.
- Te repito, Abby – comencé de nuevo, cansada de repetir lo mismo una y otra vez – por muy increíble que te parezca no estoy interesada en Alex O'Connor.
- Pues sí, me parece increíble, y por eso no te creo – respondió – puede que los hayas engañado a todos con tu cara de mosca muerta, pero conmigo no vas a poder.
- ¿Qué cojones está pasando aquí? – preguntó Rogger, desde la puerta, haciendo que algunas clientas mirasen hacia él, incluso Abby lo hizo. Yo no, me aterraba que me recriminase el haberle golpeado a su hermana – gracias por avisar, Dul – agradeció, dejándonos a todos claros que había sido ella la que lo había avisado.
- ¿Por qué tenías que traerla, Rogger? – recriminó hacia él, mientras el la miraba molesto, resoplando porque su hermana no atendiese a razones - ¿no te das cuenta de que esta zorra sólo está jugando contigo? – instó – Al igual que tú con ella, así que dejad esta farsa de una vez.
- ¡Joder, Abby! – se quejaba él, molesto, sin atreverse a mirarla a la cara aún – Ya te dije ayer que no es lo que crees, ¿por qué sigues insistiendo con lo mismo?
- ¿Me vas a soltar otra vez el mismo rollo? – preguntó, molesta, mientras él resoplaba de nuevo, molesto - ¿me vas a decir que te gusta? – instó, al mismo tiempo que él apretaba los dientes, cabreado – Esta mujer no es tu tipo en lo absoluto. Te conozco, sé que te gustan las mujeres con delantera y de poca estatura.
- No lo sé – se quejó, levantando las manos con resignación – puede que sea su acento británico lo que me vuelve loco, pero ... - mi corazón se detuvo al escuchar aquello, logrando que un nudo comenzase a formarse en mi garganta. Yo no le parecía atractiva, no era su tipo en lo absoluto. ¿y si ella tenía razón? Él miedo me invadió casi por completo al pensar en ello. Estaba sola en aquel lugar, sin amigos, sin familia, sin ... y en aquel momento llegué a pensar que había cometido una equivocación al seguirle hasta allí.
- Lo sabía – reconoció ella, señalándome con el dedo, haciéndome daño con las palabras que vinieron después – sabía que tú no eras su tipo.
- Esto es una pérdida de tiempo – me quejé, para luego darme la vuelta y seguir andando hacia la salida, pero una de las clientas dijo algo que me hizo retroceder, me hizo volver a la oscuridad de la que nunca debí haber salido, esa que temía cada día...
- ¿no te has enterado? – preguntaba hacia su amiga, mientras miraba uno de los modelitos de la tienda – Klaus Potter ha vuelto a la ciudad.
El corazón se me congeló y me sentí perdida, tanto que no pude evitar mirar hacia él, hacia la única persona que podía salvarme. Pero tan pronto como le vi volver a discutir con su hermana perdí las ganas de aferrarme a él.
Tenía que huir, irme de allí, protegerme a mí misma, luchar contra la oscuridad y marcharme antes de que ellos pudiesen encontrarme.
Llegué a casa, asustada, sorprendiendo a Jenni, que jamás me había visto tan débil, era la primera vez que me veía temblar de esa forma.
- Camile – me llamó, pero la hice a un lado y seguí avanzando, entré en mi habitación y comencé a hacer la maleta, metiendo todo lo que había fuera de la maleta en su interior.
Salí de la habitación, ante una atónita Jenni, que no entendía mi actitud, para luego marcharme de aquella casa, justo en el momento en el que el señor Watson llegaba, y me observaba asombrado.
- ¿qué ha pasado? – preguntó, al verme con la maleta, bajar las escaleras corriendo - ¿qué le has hecho? – ella se encogió de hombros, y yo corrí por mi vida – llama a tu hermano a ver si sabe algo.
Caminé calle abajo, buscando un taxi, pero no parecía haber ninguno en aquel maldito pueblo. Terminé deteniéndome en un bar, para preguntar por la estación de autobuses. Este me indicó que salían pocos autobuses desde nuestro pueblo, y que el último había pasado hacía media hora.
- ¿y qué voy a hacer ahora? – pregunté, hacia él.
- Si quieres yo puedo llevarte – dijo una voz justo detrás de mí, haciendo que me quedase muy quieta, al darme cuenta de que era él – si es lo que quieres puedo llevarte, Emma.
¿Por qué tenía que encontrarme con él? Le odiaba en aquel momento, muchísimo. Pero aun así, me di la vuelta para observarle, él lucía sudado, parecía haber estado corriendo una maratón.
- Siento lo de mi hermana – se disculpó, llegando hasta mí, para luego coger la maleta y tirar de ella hacia el exterior del bar, mientras yo le seguía – pero entiendo que quieras huir, lo entiendo, de verdad – aseguraba, lucía tremendamente triste en aquel momento, y me destrozó completamente verle así – si necesitas que te acerque, puedo hacerlo – negué con la cabeza al verle tan destrozado. Jamás pensé que él pudiese llegar a estar así por mi culpa.
- No soy tu tipo – fue lo único que pudo salir de mis labios. Él sonrió al darse cuenta de que estaba enfadada por una tontería – no sonrías – supliqué.
- Emma – me llamó, mientras yo le cortaba sin miramientos.
- Y no vuelvas a llamarme Emma
- Camile – me llamó, de nuevo, agarrando mi mano para que no pudiese irme a ninguna parte – eres un misterio para mí, ¿cómo puedo haberme enamorado de ti si no eres mi tipo en lo absoluto? No lo entiendo, pero me tienes loco, Emma – le creía, sabía que era cierto, sabía que me amaba, pero aun así no podía quedarme, no en aquel momento en el que sabía que Klaus estaba allí – Te quiero – mis lágrimas cayeron tan pronto como escuché aquellas palabras, porque tenía que irme, y sabía que todo terminaría si me iba.
- ¿De verdad vas a llevarme al aeropuerto? – pregunté, mientras él asentía, apenado – llévame, por favor – supliqué, limpiando mis lágrimas, mientras él tiraba de mí hacia su auto.
- Cuando la rana juega a ser diferente, la gaviota se la devora preferente – conocía esa broma bastante bien, además de esa voz. La chica a la que iba dirigida esa broma rio, mientras él sonreía, y yo me detenía de pronto, a mitad de camino, quedándome muy quieta y rígida, tanto que Rogger se preocupó.
- Emma – me llamó, mientras el hielo congelaba mi corazón por completo. No podía moverme, no quería que él me descubriese, no quería volver a ver su cara, me aterraba escuchar su voz nuevamente, pero lo hice, él siguió alagando a la chica a la que quería llevarse a la cama, pero se detuvo tan pronto como él dijo mi nombre más alto de lo que debía – Camile – mi cuerpo comenzó a temblar tan pronto como escuché sus pasos acercándose hacia mí, más y más, y Rogger estaba cada vez más preocupado – Oye...
- ¿Camile? – preguntó aquella voz que tanto odiaba, haciendo que él levantase la cabeza para observar a Klaus Potter frente a él - ¿Camile Dunst? – Insistió, haciendo que Rogger comprendiese que yo conocía a aquel tipo. Creo que lo comprendió todo en ese justo instante, pero no dijo nada para no hacerme sentir peor, o eso pensé al principio – ¿Has vuelto a olvidarte de mí? – preguntó, divertido, justo antes de volver a hablar - Soy Klaus Potter – anunció, como si yo fuese idiota y no pudiese reconocerle – nos vimos hace poco en Nueva York, ¿te acuerdas? – me sonrió con malicia, mientras el miedo se reflejaba en mis ojos.
Rogger se puso en medio, impidiendo que aquel tipo pudiese volver a dirigirse a mí. Klaus le miró, molesto con la situación, mientras ambos se asesinaban con la mirada.
- A Dylan le va a gustar saber qué sigues aquí – aseguró, hacia mí, al mismo instante que Rogger le empujaba, apartándole de nosotros - ¿Qué coño haces, tío?
- ¡Aléjate de ella! – espetó Rogger, temblando de rabia, haciendo que Klaus se quedase sin habla - ¡Si vuelves a hablarle, a mirarla si quiera... te mataré! ¿Lo has entendido? – preguntó, haciendo que Klaus comience a reír a carcajadas. Rogger le agarró del cuello y lo trajo hasta sí – He dicho ¿lo has entendido?
Klaus se soltó, con éxito, para luego asentir, marchándose calle abajo, lanzándonos una mirada asesina. Sabía que aquello traería consecuencias, pues Klaus Potter siempre tenía que quedar por encima.
Estaba dispuesta a hablar, a recriminarle sus actos, cuando él se dio la vuelta y me miró, acortando las distancias entre nosotros.
- No dejaré que vuelva a estar cerca de ti – me calmó. Le observé, le escudriñé con la mirada hasta que lo entendí. De alguna manera él lo sabía – te protegeré, Camile – insistió, agarrándome de la barbilla, acariciándola suavemente antes de besarme.
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