Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

27. Todo es mentira.



Dejé escapar mil lágrimas de camino al hotel, con la ventanilla bajada, mirando hacia el nocturno paisaje que me rodeaba, sin poder dejar de pensar en él, en lo utilizada que me sentía en aquel momento.

"Estamos saliendo" – retumbó en mi cabeza, aquello que dijo hace poco.

"Quizás sólo era un malentendido" – dijo un hilo de esperanza dentro de mi cabeza.

"Si sólo es un malentendido entonces vendrá a buscarnos" – aseguró Emma – "si no viene..."

"Si no viene no miraremos atrás" – insistió la esperanza.

Asentí, en señal de que estaba de acuerdo. Le daría la oportunidad de que me buscase en el hotel, de que volviese por mí y me dijese que todo era un malentendido, que a pesar de todo lo que había entre nosotros era real.

Perdí la sonrisa tan pronto como recordé algo...

"Camile es mi amiga" – retumbó su voz en mi cabeza, mientras veía a Abby recibiendo aquellas palabras.

Su amiga. Así me había presentado, después de haberme asegurado que éramos mucho más que eso.

Hubiese podido entenderlo si decía algo así como "Camile es una amiga especial". Pero decir simplemente "Camiles es mi amiga" no significaba nada.

El auto se detuvo frente al hotel, hice la maleta en cuanto llegué y reservé un vuelo para el día siguiente, pues no quería quedarme allí ni un día más. Esperaría toda la noche a qué él volviese, pero nada más. Si no lo hacía, todo terminaría ahí.

Y lo hizo. Todo terminó esa noche, porque él no vino. Estuve esperándote toda la noche, incluso en la mañana, cuando cargaba mi maleta en el taxi que me llevaría al aeropuerto, tenía la esperanza de que él llegase. Pero no lo hizo.

Después de ese día no volví a ser la misma. Algo se había roto dentro de mí, y sabía lo que era, aunque me negase a reconocérmelo a mí misma. Me había enamorado de él.

Mis amigos lo notaron, incluso mis padres, que estaba mucho más triste que de costumbre. Pero decidí fingir que lo que mi madre decía era cierto, Alex me había dejado, y no había conseguido traerlo conmigo, lo había perdido del todo, y en aquel momento tenía el corazón roto.

Las pesadillas habían vuelto, pero eran incluso más aterradoras de lo que recordaba. Pero aun así, salía a la calle con una gran sonrisa, incluso iba a trabajar, a pesar de que mamá prefería que me quedase en casa a descansar. Necesitaba tomar las riendas de mi vida, ya no podía seguir tomándome aquellos meses sabáticos, para la boda, pues ya no tenía nada que preparar, ya no iba a casarme.

La vuelta al trabajo fue aterradora, sobre todo porque la mayoría de la plantilla me miraba por encima del hombro. Me habían encasillado como "la pobre cornuda que fue abandonada en el altar"

- Asegúrate de tenerlos terminados para las siete – ordené hacia Susan, la chica nueva – el pedido tiene que salir esta misma tarde.

Mis padres eran dueños de una de las más grandes distribuidoras de joyas de todo el país, y yo era la directora general. Había sido así desde que papá enfermó. Pero mi trabajo me gustaba mucho más, aunque ya no me dejaban desempeñarlo. En el pasado me encargaba del diseño de joyas, yo misma hacía los bocetos que más tarde terminarían llevando las chicas en sus muñecas y en sus cuellos.

A menudo pensaba en él, en lo que teníamos, y me ilusionaba pensar en ello, pero el dolor venía a mí tan pronto como me daba cuenta de que tan sólo estaba interpretando un papel para hacer daño a Alex. Quizás todo fue mentira, pero solía atormentarme con que algo fue real, aunque sabía que no era cierto.

Me acribilló a llamadas después de esa noche, después de fallarme. Pero no contesté a ninguna de ellas, ni leí ninguno de sus mensajes.

Acomodé los resultados de la semana sobre mi mesa, y me senté frente a ella, tenía varios mensajes que contestar a los chicos de la fábrica, y otros para los proveedores, así que me dispuse a ello.

La puerta se abrió sin que nadie llamase primero, y yo levanté la vista para cantarle las cuarenta a mi secretaria, pero me olvidé de ello tan pronto como le vi. ¿Por qué estaba allí?

- Señorita Dunst, no he podido detenerle – se quejaba la mujer, mientras él entraba en mi despacho, sin tan siquiera ser invitado.

Nuestras miradas se cruzaron. Algo se removió en mi interior, y dolió al recordar que todo había terminado. Tragué saliva entonces, al darme cuenta de que ya nunca volvería a estar con él, y eso sólo hizo que doliese más.

- Sólo será un momento – pidió él, mientras yo volvía la vista hacia mi secretaria.

- Llamaré a seguridad – y dicho esto desapareció tras la puerta.

- Tienes cinco minutos – le dije, sin tan siquiera mirarle, aún me dolía terriblemente haber sido traicionada, haber confiado en él. – que es justo lo que tarda seguridad en llegar aquí.

- Sé que estás enfadada por lo que Alex te dijo de mí, pero ... - comenzó, mientras yo me fijaba en su ceja, pues tenía un feo corte mal curado - ... te aseguro que todo es un malentendido.

- ¿Un malentendido? – pregunté, atreviéndome a mirarle - ¿Por qué debería creerte? – insistí, caminando hacia él, acortando las distancias entre nosotros – Lo de Kat fue porque estabas borracho, lo de la grabación porque era lo que esa chica quería escuchar, y lo de Alex... ¿es otro malentendido?

- Camile... - me llamó, alargando la mano para agarrarme del brazo, pero me eché hacia atrás antes de que lo hubiese logrado.

- Ya no habrá más malentendidos – le corté, mientras él negaba con la cabeza, molesto por cómo se estaban dando las cosas – ya no tienes por qué seguir fingiendo que te gusto, Rogger – él lucía aún más afligido, pero no me importó, ya no volvería a caer en sus mentiras nunca más – detén todo esto de una vez, por favor.

- Dame la oportunidad de explicártelo, por favor – suplicó, agarrando entonces mi mano, de improviso, dejándome bastante sorprendida – por favor – insistió, justo me solté de él, volviendo a echarme hacia atrás – Camile, yo ... - sus ojos llorosos me tenían cautivada, era incapaz de bajar la mirada. Y una parte de mí, en lo más profundo de mi ser quería creerle.

Aun así, no puedo escuchar absolutamente nada, pues la puerta se abrió y el chico de seguridad, seguido por mi secretaria aparecieron tras ella.

- ¿Ha llamado a seguridad? – preguntó el hombre, algo nervioso de estar interrumpiendo algo importante.

- Este señor... ha entrado sin permiso – comenzó mi secretaria, mientras el chico de seguridad agarraba a Rogger por detrás, y forcejeaba con este para intentar que se marchase.

- ¿Señorita Dunst? – preguntó aquel hombre, como si me estuviese pidiendo permiso para llevárselo.

- Lléveselo – pedí, mientras él me llamaba, montando un numerito durante todo el trayecto, hasta que le echaron a la calle.

Mis lágrimas salieron tan pronto como él se marchó, y flaqueé durante unos minutos. Todo terminó esa noche – me aseguré a mí misma – No volveré a confiar en él, jamás.

Me senté en mi lugar de trabajo, e intenté volver a concentrarme en ello, pero me fue imposible, no podía dejar de pensar en él, en lo mucho, que en el fondo me había gustado volver a verle.

Mi teléfono volvió a vibrar sobre la mesa, tenía un nuevo mensaje de ese idiota, uno que sin lugar a dudas borraría antes de leerlo si quiera.

El día fue sin altibajos, hasta que el loco de Tony me llamó para que me uniese a ellos en el bar de Jack. Decidí ir, necesitaba ahogar mis penas en alcohol, así que cuando quise darme cuenta estaba allí, junto a mis amigas, bebiendo un chupito tras otro, volviéndome cada vez más y más vulnerable.

- Entonces... ¿te gusta? – preguntaba, justo después de escuchar la historia de Mad, cuando Tony y Kat fueron a pedir una copa. Al parecer a ella le gustaba él, pero se negaba a intentar algo – no entiendo por qué no...

- Es gay – me recordó.

- Igual sólo lo dijo para no acostarse con Kat – me quejé, mientras ella negaba con la cabeza – he visto cómo te mira...

- Creo que lo es de verdad, Cam – aceptaba – eso explicaría el por qué cada vez que me acerco él sale corriendo.

- Quizás sea tímido – insistí.

- La culpa es suya – se quejaba, volviendo a exponerme la situación, y la razón principal de por qué le gustaba ese tipo – nunca en toda mi vida habían cuidado de mí cómo lo hace él, Cam. Tenías que ver cómo me trata, como si fuese su hermana pequeña o algo, pero para mí... - su voz se detuvo, pues Kat, seguida por Tony, llegaban hasta nosotros.

- ¿De qué hablabais, guarras? – preguntaba Tony.

- De Eric – aseguraba Mad, haciendo que Kat la mirase divertida.

- Fue todo un chasco – añadía Kat, riéndose al decir aquello, mientras Tony levantaba la vista hacia la barra. Seguramente habría visto a algún maromo, estaba muy salido últimamente.

- Kat – la llamó - te buscan – Todos miramos hacia la barra, descubriendo allí a Rogger, mirando hacia nosotros. Aquello tan sólo me puso de mal humor. ¿Por qué estaba allí? ¿no entendía que no quería volver a saber nada de él? Y ... ¿por qué Tony pensaba que estaba allí por Kat? ¿Habrían vuelto a acostarse? – Ahí viene – insistió, como si los demás no tuviésemos ojos en la cara.

Me levanté, justo cuando mi amiga Kat sonreía al haber conseguido que él viniese a por ella, mientras yo me encaminaba hacia la barra, se habían acabado las fresas y quería muchas más.

Él agarró mi brazo, impidiéndome que pudiese irme a ningún lugar, con tanta fuerza, que él tarro de las fresas calló al suelo, haciendo un gran escándalo, logrando que todos mirasen hacia nosotros.

- Parece que no estaba aquí por ti, después de todo – añadía Mad, metiendo el dedo en la llaga.

- Cami – me llamó él, suplicante, mientras yo le miraba, molesta por lo que estaba haciendo. No quería que nadie se enterase de que era una idiota por confiar en él, no quería que nadie se enterase jamás de que estaba rota, de que los hombres solían hacerme daño a menudo, dejando miles de cicatrices dentro y fuera de mi cuerpo. Negué con la cabeza, aterrada, y él me soltó, al pensar en la sola idea de estar haciéndome daño – Alex estaba equivocado – aseguró – yo no...

Kat se levantó del sillón, dejando atrás a nuestros amigos, hasta llegar hasta nosotros, para luego agarrar a Rogger del brazo, logrando que ambos mirásemos hacia ese punto.

- Me debes una, ¿recuerdas? – preguntó, mientras él asentía, soltando mi brazo lentamente, logrando que mis miedos saliesen de la oscuridad en la que estaban encerrados – y una bien gorda.

- Piensa en algo que quieras que haga por ti, y luego avísame – aseguró, mientras ella asentía, para luego dirigir la mirada hacia mí, dedicándome una sonrisa burlona. Él bajó la mirada, dispuesto a volver a centrarse en nuestra conversación, cuando ella habló, de nuevo.

- Quiero una cita – rogó, haciendo que tanto él como yo volviésemos a mirar hacia ella. Un enorme nudo se formó en mi garganta, y algo dentro de mí me rogaba que me marchase de allí, que no podía seguir escuchando más. Pero, por otra parte, era incapaz de moverle. Él, por el contrario, lucía tremendamente molesto - ¿qué? – se quejó - ¿no quieres hacerlo?

- Lo haré – admitió, mientras yo bajaba la mirada y me daba la vuelta, caminando más y más, hasta entrar en el baño de las chicas, encerrándome después.

"Sólo fuiste una mentira para él, Camile" – decía la zorra mala, mientras yo negaba con la cabeza, intentando alejarla, al mismo tiempo que mis lágrimas salían – "¿Aún te quedan más dudas? Confiaste en él, creíste que de verdad teníais algo. Si incluso fuiste a una cita con él. Pero mira, justo va a ir a una cita con Kat"

Es cierto, tenía razón. No teníamos nada. Todo era mentira. Sólo intentaba usarme para hacer daño a Alex, porque él se lo hizo una vez cuando le quitó a la novia. Todo aquello... lo había planeado desde el principio, sólo para hacer daño a su mejor amigo. ¿Qué clase de relación enfermiza tenían aquellos dos?

Me toqué el pecho, al sentir como algo volvía a doler en él, y golpeé con el puño cerrado justo ese lugar, intentando calmar el dolor que sentía dentro. Pero de nada sirvió, seguía doliendo.

Después de Dylan, jamás pensé que volvería a sentir un dolor parecido. Aunque, aquel parecía ser incluso peor.

La puerta del baño se abrió, y yo me subí a la tapa del váter, aterrada de ser descubierta. Él y Kat cuchicheaban, parecía que ella intentaba detenerle, hasta que él habló, más alto de lo que debía, dejándolo todo aún más claro.

- Iré a esa puta cita contigo – se quejó, para luego volver la vista hacia los retretes, agachándose un poco para mirar debajo de la puerta, buscándome.

- Entonces deja de buscarla – le dijo ella, haciendo que él se elevase y mirase hacia ella, molesto porque le estuviese dando órdenes – yo también quiero sentirme especial, justo como le hiciste sentir a ella cuando fue a una cita contigo – el nudo volvió a formarse en mi garganta – no puedes tenernos a las dos, Rogger.

Mi corazón se detuvo del todo entonces. Ya no quedaba duda alguna. Él estaba jugando conmigo, seguía acostándose con Kat a pesar de que dijo que sólo quería hacerlo conmigo. Todo era mentira. Y yo le había creído como una idiota.

- Eso lo sé – afirmó.

- Entonces deja de buscarla de una vez – exigió, mientras él negaba con la cabeza, y ella le agarraba del brazo – o romperé nuestro acuerdo.

- Está bien – aceptó, para luego marcharse sin más, mientras ella lo seguía.

Me senté sobre la tapa, intentando mantener la calma, aunque sabía que después de lo que había escuchado no podría. Me sentía sola, desamparada y vacía en aquel momento, justo como me sentí aquella vez cuando perdí a Edwid.

Era como si lo que hubo entre nosotros no hubiese existido, y en cierta forma así era, pues... a pesar de haber existido, no era real.

Aquello no podía doler tanto, no podía sentir ese dolor, no me lo merecía, no de nuevo.

Me limpié las lágrimas, intentando calmarme, para luego salir del habitáculo y mirarme en el espejo. Me limpié el maquillaje que se había estropeado y luego volví a mirar hacia mi reflejo.

- Emma – me llamé – ayúdame con esto, por favor.

Cuando salí del baño ya era otra persona, volvía a actuar distante, dejando los sentimientos fuera de aquello, guiándome solo por la cabeza, mostrándome fría, justo como Emma la huérfana era, justo como todo solía ser cuando Edwid no estaba en mi vida.

Al llegar al salón le encontré junto a la barra, tonteando con Kat, con una sonrisa en el rostro, como si no hubiese sucedido absolutamente nada entre nosotros, como si le diese igual el haberme perdido. En cierta forma era así, ¿no es cierto?

Atravesé la sala, sin tan siquiera mirarle, y me senté en nuestra mesa. Agarré la cerveza de Tony y me la bebí de un solo trago, dejando a este bastante sorprendido, pues sabía que yo no solía ser así en lo absoluto.

Mad me dio un codazo, para llamar mi atención, poniendo una de sus famosas caras de "¿pasa algo?" Negué con la cabeza, sonriendo mientras lo hacía, en señal de que todo estaba bien. Ella me devolvió la sonrisa, para luego levantar en alto su copa, brindando conmigo.

- Tony dice que Kat le ha dicho que Rogger y ella siguen en contacto – me susurró en el oído, mientras yo luchaba por no volver a derrumbarme. No quería escuchar algo como aquello, quería que dejase de hablar, pero no hice absolutamente nada – creo que se han seguido viendo, Cami – hizo una pausa, mientras ambas bebíamos nuestras bebidas – Puede que una vez sea un error, pero más de una no lo es. No repites un error si estás arrepentido.

Me puse en pie en seguida, apretando los puños, nerviosa, alterada y furiosa, queriendo ir a la barra y cruzarle la cara. Pero tan solo mire hacia mi amiga, dedicándole una leve sonrisa antes de hablar.

- Hoy fue un día largo en el trabajo, creo que me iré a casa – le dije, para luego marcharme sin más, sin tan siquiera coger la chaqueta o el bolso al hacerlo.

Respiré aire puro al salir, y me calmé. Me sentía mejor, me sentía mucho mejor. Pero cuando escuché a Mad detrás de mí, la preocupación volvió.

- Te has dejado la chaqueta y el bolso, boba – se quejó, levantando en alto estos, para luego sonreírme – mientes de pena, se ve que te importa Rogger.

- He sido una estúpida – le dije, mientras ella caminaba hacia mí, poniéndome la chaqueta, para luego colocarme el bolso - ¿cómo he podido estar tan ciega? – insistí, mientras ella negaba con la cabeza, y me abrazaba, con fuerza. Me aferré a sus brazos, al mismo tiempo que me daba leves golpecitos en la espalda para que me calmase, pues había empezado a llorar sin apenas darme cuenta – Ignoré todas las señales y me lo creí absolutamente todo... parecía tan real.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro