22. Algo serio.
Cuando le dije a Mad y a los chicos que me marchaba a Francia a pasar unos días, quisieron quedar para despedirme, así que tuve que postponer mi cita con Rogger para más tarde. Aún se me hacía raro llamarle cita, pero él tenía razón, era una cita.
Llevaba un vestido negro esa tarde, escotado y corto, el cabello aleonado y un maquillaje suave. Era la diosa de los maquillajes suaves, pues no me gustaba demasiado maquillarme como una puerta.
Lo pasé genial aquel día, almorcé con mis padres para despedirme de ellos, luego con los chicos, y planeaba pasar la noche junto a Rogger, pero aún no lo tenía del todo decidido. Ya sabéis, era complicado confiar en él.
Me pedí la quinta copa de la tarde, en la barra, de espaldas a la puerta, en el bar de Jack, mientras este ligaba conmigo. Y Mad ponía cara de malas pulgas desde nuestra mesa.
- Ahora que no tienes novio... - proseguía, con una sonrisa maliciosa - ... quizás tú y yo podríamos...
- ¿Estás ligando conmigo? – pregunté, bastante entonada, había bebido más de lo que debía, y eso era un problema, pues sabía que Rogger pretendía llevarme a cenar. Esa era la razón principal de que estuviese tan arreglada.
La puerta del local se abrió y apareció Rogger, escudriñando el local con la mirada tratando de hallarme. Vio a Mad y a Tony sentados en la mesa, a Kat dándolo todo con una canción de metálica, en la pista, bailando sola, como una loca y a mí en la barra.
- Sinceramente ahora que estás soltera estás mucho más deseable que de normal – sus palabras me hicieron reír. Era un descarado. Pero ... ¿cómo se atrevía a ligar conmigo con Mad delante?
- Ya estoy aquí – dijo una voz a mis espaldas, apoyando su mano sobre mi cintura, para luego besar tiernamente mi mejilla. Me giré, observando a Rogger allí – siento haber tardado – sonreí como una idiota al verle allí, mordiendo mis labios después. Agarré la copa, dejando la barra atrás, mientras Rogger me seguía hasta nuestra mesa – así que... ligando con el camarero... - se quejó, logrando que me detuviese a mitad de camino y mirase hacia él - ... ¿qué hay de la charla que tuvimos anoche?
- ¿Qué charla? – pregunté, dando un largo sorbo a mi copa.
- ¿No crees que has bebido ya bastante? – preguntó, molesto. ¿Por qué de repente estaba enfadado? No podía entenderlo. Me arrebató la copa de las manos y se la bebió de un solo trago, sin dejar de mirarme – borracha y ligando con el camarero...
- ¿Estás celoso? – le dije, con picardía, enfureciéndolo un poco más.
- Es que no lo entiendo, Camile – se quejó, más alto de lo que debía, haciendo que todo el bar pusiese sus ojos sobre nosotros, aunque, a decir verdad, a parte de mis amigos no había mucha más gente – te molesta que ligue con otras chicas, pero tú... - dejé de escuchar tan pronto cómo me di cuenta de lo terriblemente apuesto que estaba, con su camiseta de cuadros y sus jeans.
- ¿Por qué me estás montando una escena ahora? – pregunté, algo cohibida con la situación.
- Porque me apetecía pasar la última noche que pasas en la ciudad contigo, cenando algo rico y haciéndote el amor en mi habitación, pero en lugar de eso estás aquí, enredándote con tus amigos, mientras ligas con el camarero – lucía tremendamente enfadado, y lo comprendía, en cierta forma lo hacía.
- Venga, Rogger – le llamé, mientras él levantaba la cabeza, apretando los labios, molesto, mientras yo apoyaba mi mano sobre su pecho – no te enfades – insistí, pero él no estaba por la labor – es mi última noche en la ciudad, no quiero irme y que estemos así.
- Es que necesito que te lo tomes en serio, Camile – se quejó, cansado de aquella situación. Le miré sin comprender a lo que se estaba refiriendo, acababa de perderme – parece que soy el único que está intentando de verdad todo esto.
- Me lo tomo en serio – respondí, sin saber muy bien de qué estábamos hablando.
- ¿En serio? – me observó, como si no creyese en mis palabras. ¡Por Dios! Ni yo misma las creía, sobre todo porque me había perdido, ya no sabía a qué se refería - ¿puedo confiar en que no te fijarás en otro tío cuando estés en Francia? – Lo comprendí en ese justo instante, él estaba hablando sobre nuestra relación – No quiero estar aquí esperando como un idiota, y que cuando vuelvas me digas que estás con otro.
- Espera, espera – le detuve, aun asimilando todo aquello. Sonreí, entusiasmada con la idea de hablar sobre ello. Él estaba diciéndome que éramos pareja - ¿estamos juntos? – insistí, haciéndole reír, dejándome algo más confundida – Lo he malinterpretado entonces ¿no?
- ¿Por qué siempre quieres que te lo diga si ya lo sabes? – se quejó, divertido, haciéndome sonreír - ¿No te quedó claro cuando te dije que sólo quería acostarme contigo? ¿o cuando te invité a una cita? – Asentí, no necesitaba que dijese nada. Lo sabía, desde unos días, lo que había entre nosotros había evolucionado - ¿no necesito decirlo?
- Sólo para que quede claro – pedí, haciéndole sonreír – quiero escucharlo de tus labios.
- Estamos juntos – aseguró – somos pareja, Camile. Aunque aún no se bien en que punto estamos – reconoció.
- Estamos en el principio – declaré, agarrándole de la mano, mientras él miraba hacia ese punto – descubriendo que sentimos, conociéndonos y dejándonos llevar, ¿no? – asintió.
Me despedí de los chicos y me marché con él, Kat estaba celosa, pero no me importaba, porque en aquel momento sabía que al final él se había quedado conmigo, con nadie más, y con eso me bastaba.
Fue una noche perfecta, fuimos a cenar a mi restaurante favorito, un coreano riquísimo del centro, y luego me llevó a su hotel, os mentiría si os dijese que no hicimos nada, fue especial, fue mágico, casi como un hasta pronto, un te extrañaré. Y eso me encantó.
Me quedé dormida en sus brazos, sin tan siquiera darme cuenta de ello, así que no sé en qué momento mis pesadillas comenzaron a envolverme.
"Klaus me acorraló en el patio del recreo, y yo luché con uñas y dientes por huir de él, pero él era más fuerte que yo, y terminó por tumbarme. Me agarró del cuello y me atrajo hasta sí.
- No le has contado a nadie sobre nosotros, ¿Verdad? – preguntó, echándome su asqueroso aliento sobre mi rostro. – Dylan – llamó hacia su colega, para luego sujetarme por las muñecas - ¿crees que tendremos que enseñarle modales?
- Si no te alejas de Anthony te va a ir muy mal – aseguró, propinándome un puñetazo en toda la boca, haciendo que esta se llenase de un líquido metálico. Era sangre.
- Eres mía – insistió Klaus, volviendo a agarrarme del cuello - ¿lo entiendes? – Asentí, porque no quería que fuese malo conmigo de nuevo, pero él sólo quería eso – parece que ya te están saliendo las tetas – añadía, metiendo sus asquerosas manos por debajo de mi blusa, agarrando mis senos - ¿deberíamos follárnosla, Dylan? – preguntó hacia su compinche, mientras yo negaba con la cabeza.
- No se lo contaré a nadie – aseguré, horrorizada, logrando que él me tirase del pelo hacia atrás, lamiendo mi barbilla.
- Por supuesto que no se lo contarás – aceptaba Dylan, sacando de su mochila un extraño sello de metal, para luego comenzar a calentarlo con el mechero – quítale la camisa – le dijo a su amigo, mientras yo miraba hacia ambos, horrorizada. Intenté resistirme, pero me gané un montón de ostias.
- No – supliqué, levantando las manos en tono de súplica, mientras ellos reían, y Klaus me tapaba la boca, al mismo tiempo que su amigo acercaba el sello a mi piel. Cerré los ojos, ante el dolor que aquello me proporcionó, y grité como una loca, aunque ni un solo sonido se escuchó en aquel lugar"
Me desperté, sobresaltada, y miré hacia él, que dormía plácidamente sobre la almohada, sin tan siquiera percatarse de que yo estaba al borde de la locura. Me puse en pie, intentando no despertarle y me encerré en el baño.
Mi llanto salió al exterior, no podía evitarlo. El miedo se apoderó de mí al volver a pensar en aquellos animales. Me senté sobre la tapa del váter, y comencé a acariciar mi cicatriz, esa dónde antes estuvo aquella marca, durante años, hasta que yo misma la hice trizas.
¿Por qué no se marchaban aquellos recuerdos de mi mente? ¿Por qué no podía dejar atrás el pasado y seguir adelante? Las cosas iban bien con Rogger, entonces ... ¿por qué...?
Mi piel empezó a quemar, sobre ese punto, justo el lugar dónde esa marcha se hizo, justo dónde me achicharraron la piel. Apreté mis uñas contra la piel y arrasqué esa aparte, justo cómo solía hacer en el pasado.
"Deja de confiar en los hombres, Emma, los hombres te harán daño, ¿o es qué no te acuerdas de lo que pasó aquella tarde?"- Decía el miedo que aún tenía dentro de mí.
"No – me calmé a mí misma – ahora tengo a Rogger, él no dejará que ellos vuelvan a hacerme daño. Me protegerá"
"Klaus y Dylan te encontrarán y volverán a usarte..."
Me caí al suelo, temblando, recordando la otra parte de la historia, esa que aún no os he contado, esa que ocultaba en lo más profundo de mi ser... Klaus y Dylan me violaron aquella tarde, y no fue la última.
- No por favor – gritaba, como si pudiese ordenarle a mi mente que dejase de recordar – por favor no – insistía, derramando más y más lágrimas, perdida en aquella pesadilla.
Ya no sabía distinguir lo que era real de lo que no lo era. Estaba perdida.
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