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14. Malentendido.



Sus labios me devoraban ahí abajo, mientras yo gemía entre susurros, pues era demasiado tarde como para hacerlo más alto, aunque admitiré que esa no era la única razón. Levantó su cabeza para observarme, y luego sonrió.

- Solo bromeaba, grita todo lo que quieras – se quejó, para luego bajarse los calzoncillos, sin previo aviso, y detenerse justo delante de mí. Sonreí con malicia, tirando de su camisa hacia mí, estallándola por completo, quitándosela entonces - ¿sabes cuánto cuesta esta camisa? – insistió, aunque no parecía en lo absoluto preocupado por ello.

Su pene se coló dentro de mí, pero me lo hacía despacio, sin quedarse demasiado tiempo en mi interior, sacándola por completo antes de volver a la carga, observando cómo me estremecía cada vez que me hacía aquello.

- Eres un hombre perverso – le dije, haciéndole reír, comenzando a darme con más fuerza, como tanto me gustaba, hasta que ambos nos corrimos, llegando al más pleno éxtasis.

- Salgamos – me dijo, mientras se ponía los pantalones y luego se percataba de que a su camisa le faltaban algunos botones – salvaje – espetó, haciéndome reír.

Me bajé el vestido, abroché bien mi sujetador y me subí las bragas, mientras él se asomaba al pasillo, pues habíamos estado haciendo aquello en el almacén de la discoteca.

Agarré su mano antes de que hubiésemos llegado a la pista de baile, haciendo que él mirase hacia mí.

- No sé en qué punto estamos ahora mismo... - comencé, mientras él sonreía, divertido – pero si quieres que tú y yo... - ¡Joder! ¡No sabía cómo decir aquello! ¡Ni siquiera estaba segura de qué decir! - ... sólo quiero saber sí... ¡Joder! – me quejé, sin saber cómo demonios decir aquello sin parecer una idiota. Él sonrió, de nuevo.

- ¿Qué quieres decirme? – preguntó, con calma, mientras yo bajaba la mirada, y también las manos, soltándole, pues acababa de darme cuenta de que era una idiotez. No podía decirlo sin que implicase algún tipo de acuerdo por parte de ambos, y aquello querría decir también que sería más serio, lo que teníamos - ¿quieres hablar sobre esto? – insistió, señalándome a mí y luego a él – sobre lo que hay entre...


- Olvídalo – le dije, porque aquello era una estupidez. Le gustaba yo, y a mi él me gustaba. Yo no iba a acostarme con nadie más, pero ¿y él? Eso era lo que me preocupaba. Pero no quería pecar de "novia celosa" Yo no era su novia.

Le dejé atrás entonces, caminé hacia mis amigos, pues acababa de visualizarlos en la barra.

- Oye – me llamó él, agarrándome del brazo para darme la vuelta, para detenerme, logrando que tropezase y cayese sobre él, con mis labios apoyados en su boca. ¡Joder! ¡Mierda! ¿De todas las formas en las que podía haber caído, tenía que ser justamente esa?

Cazó mis labios entre los suyos y los retuvo, sin dejarlos ir con facilidad, por lo que tuve que reforzar el beso, al mismo tiempo que acariciaba su cuello.

El gentío nos rodeó, todo el mundo bailaba, mientras nosotros nos besábamos, nos devorábamos, queriendo mucho más del otro, sin tener apenas sentido, pues acabábamos de acostarnos y ya queríamos volver a hacerlo.

- ¿Dónde coño estarán estos dos? – se quejaba Kat, buscándonos por el local – hace rato que no... - pero se detuvo tan pronto como nos vio, besándonos con pasión, mientras él era incapaz de moverse, no quería tocarme, pues sabía que no podría detenerse y me haría suya allí mismo, frente a toda aquella gente. Yo, por el contrario, me aferraba a su cuello, escuchándole gemir, sobre mi boca, a cada rato.

- ¡No me lo puedo creer! – exclamaba Tony, al ver aquel espectáculo, mientras Mad miraba hacia ese punto y sonreía, al darse cuenta de que al fin nos habíamos arreglado.

- Se veía venir – aseguró Mad, haciendo que Kat la mirase con cara de malas pulgas - ¿qué? – se quejaba – no los puedes tener a todos Kat. Si él quiere con ella, ella no debería echarse a un lado, sólo porque tú...

- Él sólo quiere acostarse con ella – se quejó – sé perfectamente el tipo de tío que es, así que Cam va a darse un buen batacazo si se pilla por él.

- ¿Y quién te ha dicho que ella esté...? – intentaba ayudarme mi amiga.

- Hace un momento le ha montado una puta escena de celos, Mad – declaraba. Y era cierto, lo había hecho.

- Deberíamos parar – me detuvo, dándome un pequeño beso en la nariz, haciéndome sonreír – voy a terminar haciéndotelo aquí mismo si no nos detenemos ya – reí ante aquello, mientras él me observaba, divertido - ¿qué es eso que te cuesta tanto decir, Cam?

- Es una tontería – me quejé, bajando la mirada, avergonzada, perdiendo la sonrisa de golpe – de verdad – aseguré, para luego levantar la vista, y observarle. Él estaba guapísimo, era normal que todas las chicas quisiesen acostarse con él.

Levanté la mano y acaricié su mejilla, haciéndole sonreír.

- Estás muy guapo – le dije, para luego morderme el labio, algo tímida, haciéndole reír, para luego coger mi mano entre las suyas, acercándola a su boca para besarla levemente, observándome después.

- Tú estás preciosa – aseguró, haciéndome sonreír. Él se pensó que era eso, la tontería que iba a decirle, y yo lo agradecí, no quería que insistiese con ese tema.

- Pero ¡qué calladito te lo tenías! – dijo una voz detrás de nosotros, era su amigo, haciendo que él me soltase en seguida, y yo me asustase con ello – te has echado a una novia londinense y ni siquiera...

- No es mi novia – le cortó, de forma concisa y clara, molesto – así deja de decir idioteces, Ed.

- ¿Angy no tiene ni idea no? – preguntó, haciendo que yo le mirase con interés. ¿quién demonios era Angy? – Verás cuando se entere...

- ¡Te he dicho que no es mi novia, joder! – espetó, aún más enfadado, dejándome claro algo. Que alguien dijese que éramos novios le molestaba, pero lo hacía aún más, pensar en que esa tal Angy supiese sobre mí. Miré hacia él, que seguía observando a su amigo. Negué con la cabeza, al darme cuenta de que había vuelto a creerle, como una idiota. Él había logrado lo que quería, que cayese en sus redes, acostarse conmigo.

"No le gustas, Cam – me dio Emma, volviendo a salir de su escondite – seguro que sólo lo dijo para que cayeses en sus redes, para volver a acostarse contigo, y tú has caído como una subnormal"

Bajé la cabeza, intentando calmarme, no podía hacer caso a esos pensamientos. Seguramente había una explicación para todo aquello.

"Deja de mostrarle tu corazón, es más que obvio que él aún no te ha mostrado el suyo" – insistió ella. Y tenía razón, debía huir de aquello, alejarle de mí antes de que fuese demasiado tarde.

Me marché sin decir nada, llegando hasta mis amigos, observando como Kat me miraba con cara de pocos amigos, mientras Tony y Mad con cara de "lo sabía". Seguramente me habían visto besarme con Rogger. ¿Cómo demonios iba a explicar todo aquello? Le echaría la culpa de todo al alcohol, justo como solía hacer últimamente.

- Voy a irme a casa ya – aseguré, tocándome entonces la cabeza, poniendo cara de enferma – me duele la cabeza.

- Nos tienes que contar detalles, zorra – comenzó Tony, refiriéndose a Rogger, pero en aquel momento no estaba para ello.

- Te pondré al día, lo prometo – le dije – pero no ahora, estoy cansada – insistí, para luego, coger mi chaqueta de la barra y largarme sin más, mientras Mad me seguía.

- Espera, te acompaño – me dijo, mientras me seguía, deteniéndome en los aparcamientos - ¿qué coño ha sido eso?

- Tenías razón, ¿por qué siempre nos pillamos de los cabrones? – le pregunté, aterrada, mientras ella comprendía la situación – Tengo que alejarme de él y no sé cómo hacerlo, Mad.

- Si dijiste algo que no debías, dile que sólo lo hiciste para ver sus intenciones – me aconsejó, mientras yo me ponía la chaqueta percatándome de que hacía más frío que antes – créete esa mentira y él la creerá.

- Pensé que era verdad – me atreví a decir en voz alta, mientras ella me observaba con detenimiento – pensé que era sincero cuando dijo que le gustaba.

- Sólo quería llevarte a la cama, Cam – dijo, mientras yo asentía, porque sabía que era cierto – eres demasiado inocente para este tipo de cabrones, amiga – insistió – dirá cualquier cosa para llevarte a la cama.

- Se puso como loco cuando su amigo pensó que era su novia – me quejé, temblando, mientras ella echaba su brazo por encima de mi hombro, y juntas caminábamos calle abajo, por aquellas solitarias calles, en busca de un taxi, pero no parecía haber ni uno.

- Claro que sí – admitió ella, sin dejar de mirar hacia adelante – porque no lo eres, y nunca lo serás, no con este tipo de tíos – proseguía, mientras doblábamos la esquina, y veíamos uno junto a la estación de tren – y yo que pensé que había visto algo en él... tan sólo es un capullo.


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