13. Alguien parecido a mí.
Logré soltarme con éxito y corrí hacia el baño, me encerré en él y dejé que mis lágrimas salieran, aterrada, mientras pensaba en Dylan, en lo que tuve que hacer para que él no volviese a hacerme daño, en los días que tuve que pasar encerrada en mi habitación llorando, mientras mis padres se preocupaban por ello. No podía volver a pasar por lo mismo, porque sabía que aquella vez sería peor, pues era yo la que había elegido entregarme a él, voluntariamente, y en aquel momento tan sólo era una más de su larga lista.
"Ser Camile Dunst te hace débil" – insistió la Emma que aún vivía dentro de mí, mientras yo negaba con la cabeza, apretándome los oídos, como si así pudiese evitar escucharla – "tienes que ser la zorra sin corazón que eras en el orfanato. Ni siquiera debiste abrir tu corazón a Edwid..."
- Camile – me llamó Mad, justo en la puerta - ¿estás bien? – preguntó, mientras yo negaba con la cabeza, como si ella pudiese verme. Unos pasos y un estruendo se escucharon en el exterior - ¿qué coño haces aquí? – espetó hacia el recién llegado - ¡No puedes estar aquí, es el baño de las chicas!
- Me importa una mierda – era Rogger, que aporreaba la puerta en ese justo entonces – abre la puerta Camile – me ordenó – dime qué coño ha pasado ahí fuera.
Me levanté, cabreada con él. ¿Cómo se atrevía de ponerse así? ¿cómo se atrevía de estar allí y preguntar aquello? ¡Era un cínico!
Abrí la puerta, ante aquellos dos, que me observaban con cara de incredulidad. Le crucé la cara entonces, logrando que él se sorprendiese aún más.
- ¿A qué coño ha venido esto? – preguntó, molesto, agarrándome de la mano para atraerme a él, mientras ambos nos observábamos, asesinándonos con la mirada.
- ¿Qué cojones haces aquí? – respondí, mientras nuestras respiraciones subían, ambos estábamos enfadados con el otro – ¡tú no eres mi novio, así que deja de preocuparte por mí!
Mad nos miraba sorprendida, dándose cuenta de que a pesar de que en aquel momento estábamos enfadados, nos deseábamos el uno al otro con mucha intensidad.
Una chica morena entró en el baño, y puso el grito en el cielo al verle allí. Él tiró de mi mano entonces, sacándome a la pista, mientras Mad nos seguía, preocupada con todo aquello. Me solté entonces, y le miré con dureza.
- No me importa si usas a las mujeres para acostarte con ellas – le dije, mientras él me observaba, con detenimiento – pero a mí no volverás a usarme más – insistí. Negó con la cabeza, frustrado, luego sonrió sin ganas y miró hacia mí.
- ¿Qué te hace pensar que lo hice contigo? – preguntó, con el tono bastante serio, había dejado de bromear, y no entendía por qué. Le miré, al mismo tiempo que Kat llegaba hasta nosotros.
- ¿Y con Kat sí? – insistí, haciendo que ella mirase hacia mí, dolida. Él se llevó las manos a la cara, enfadado con la situación.
- No me he acostado con ella – prometió, haciendo que perdiese mi seguridad y mirase hacia él, sin comprender sus palabras – sólo nos besamos – miré hacia ella entonces, y luego hacia Tony, que estaba justo detrás - ¿le dijiste que nos acostamos? – preguntó hacia Kat, al darse cuenta de que estaba justo detrás de él. Ella bajó la mirada, molesta, justo antes de hablar.
- Sólo le dije a Tony que había conseguido mi reto – se explicaba, intentando salir de aquella situación – porque lo había conseguido, besarte.
- ¡Eres una mentirosa! – espeté, dando un paso adelante, más que lista para pelearme con ella, pero él me detuvo, agarró mi mano, de nuevo, impidiéndomelo.
- Disculpadnos – dijo hacia mis amigos, para luego tirar de mí hacia el otro lado del local, justo a la parte de atrás, de dónde podía verse el mar, donde la música no llegaba tan fuerte - ¿por qué coño me montas una puta escena de celos si no soy tu novio? – preguntó, haciendo que me soltase de él y me echase hacia atrás, bajando la mirada, sin saber qué cojones me había pasado.
- Yo no estoy celosa – me quejé, levantando la vista al fin, haciéndole sonreír, divertido. ¿Por qué sonreía? Al mismo instante, en el que acortaba las distancias entre ambos, de nuevo.
- Mentirosa – susurró, tan cerca de mi boca, que tan sólo quería... quería... besarle - ¿por qué no te lo admites de una vez y dejas de hacer el tonto? – preguntaba, molesto conmigo – estabas celosa de Kat, y sospecho que también de esa chica de la barra – me reí en su cara, porque era más que obvio que no iba a darle la razón, aunque la tuviese, pero no la tenía ¿no? – Te gusto – descubrió – pero no te gusto como un amigo, o sólo por el sexo, ¿verdad Cami?
- Vete a la mierda – le dije, para luego darme la vuelta, pero volvió a detenerme, volviendo a colocarme frente a él - ¿quién coño te crees que ...?
- ¿Por qué no puedes admitirlo? – se quejaba, aún más enfadado que antes - ¿Por qué cojones no puedes decirme que ...?
- No me conoces – espeté, mientras él me agarraba de la cintura con su mano libre, haciéndome dudar de todo, hasta de aquello. Él parecía conocerme mucho mejor que yo misma.
- Admite que te gusto – pidió, pero parecía haber perdido su enfado, en aquel momento me miraba con atención - ¿por qué no puedes?
- Porque eres un chulo de mierda – le dije, haciendo que se molestase de nuevo – porque odio que sólo quieras usarme.
- ¡Joder! – se quejó, echándose hacia atrás, soltándome, dándome la espalda, encerrando su rostro entre sus manos, justo antes de volver a mirarme, resignado, bajando la mirada después.
Me di la vuelta entonces, dándome cuenta de que él se había dado por vencido, se había dado cuenta de que le había pillado, y que ya no podía tenerme. No estaba equivocada.
- Espera – pidió. Le hice caso y esperé, pero él no dijo absolutamente nada, así que di otro paso más - ¿por qué no puedo dejarte ir? – preguntó, logrando que me detuviese y me diese la vuelta. Estaba a unos cinco pasos de mí, y no me miraba - ¿por qué cojones no puedo? – insistió, al mismo tiempo que levantaba la vista y me observaba, para luego caminar hacia mí, acortando las distancias entre ambos – Alex tenía razón – aseguró, mientras yo le miraba sin comprender – ese hijo de puta siempre tiene razón – insistió – me gustas.
Me quedé quieta, incrédula, sin saber qué decir, perdiendo el enfado, pues él acababa de confesarse, y yo simplemente no podía creerlo. ¿Por qué le gustaba? ¿Cómo podía yo gustarle a alguien de verdad? ¿Estaba segura de que no era uno de sus trucos? No lo parecía. Él no intentó besarme, al contrario, parecía estar enfadado conmigo por obligarle a decir aquello.
- ¿A cuántas putas personas crees que les he dicho algo así, Cami? – insistió – yo no suelo hacer esta mierda, no suelo pelearme con mi mejor amigo por su ex novia, no suele preocuparme que las tías con las que me acuesto piensen que soy un cabrón que se tira a todo lo que se mueve, no suelo abrirle mi corazón a nadie, ¿lo entiendes? – preguntó, molesto conmigo por obligarle a decir todo aquello.
Eso me hizo darme cuenta de algo, por alguna razón que desconocía él era exactamente igual a mí, él había mostrado a todos una versión de él para alejarlos a todos, yo hacía justo lo mismo, aunque fuese de otra forma, ya que yo mostraba una versión mejorada de mí.
Pensé en lo que acababa de decirme, él se había abierto conmigo, pero ... ¿y yo? ¿no lo había hecho también con él? ¡Dios! Si incluso estaba celosa de Kat.
- Tienes razón – me percaté, atreviéndole a mirarme, mientras él hacia lo mismo, esperando lo siguiente que pudiese salir por mis labios – me gustas.
Él sonrió al escuchar aquello, para luego agarrar mis manos entre las suyas, entrelazándolas, tirando hacia él, besándome dulcemente y con sentimiento, como jamás pensé que un hombre pudiese besarme.
Su risa interrumpió nuestro beso, haciéndome reír a mítambién. Un extraño sentimiento se expandía por cada poro de mi piel, eraparecido a lo que sentí cuando mis padres me adoptaron. Era... feliz. Él me hacíafeliz.
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