11. Mentiroso. CORREGIDO.
CORREGIDO
Aquí os traigo nuevo capítulo, espero que no me maten por la demora, pero no me salía nada coherente durante todo este tiempo. Muchas gracias por pasarse a leer, comenten y voten. Gracias.
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Lo había estropeado. Todo se había ido a la mierda por culpa de Rogger.
¿Por qué lo dejé entrar la primera vez? ¿por qué le permití que derribase los muros que protegían mi corazón y me viese completamente desnuda? ¿por qué me acosté con él?
Kat no me hablaba, incluso se había salido del grupo de whatsapp, y no asistía a nuestras reuniones. Estaba dolida, sobre todo porque sabía que tenía razón, no debí acostarme con Rogger, y no sólo por ella, sino también por muchas otras razones.
La había cagado del todo. Ya ni siquiera sabía cómo poder arreglar aquello, ya ni siquiera me importaba que los demás se diesen cuenta de que en realidad no era la mujer que todos creían. En aquel momento quería volver a ser Emma y vengarme de todos los que me hicieron daño, justo como solía hacer en el pasado.
Sabía que aquello era peligroso, si Emma volvía a salir a la luz lo destruiría todo, todo lo que había construido a mi alrededor.
No había vuelto a la mansión, a pesar de que sabía que tenía que hacerlo, tenía todas mis cosas allí, no podía seguir huyendo de la realidad. Pues yahasta papá lo sabía, que lo mío con Alex terminó. Por eso estaba allí, junto a mi amigo Tony, pues me aterraba estar en la misma habitación que él, a solas.
- ¿por qué me has traído exactamente? – preguntaba Tony, mientras hacía la maleta con rapidez, en mi habitación, al mismo tiempo que ambos escuchábamos una puerta abrirse. Sabía que era él, y eso me aterraba terriblemente.
Se asomó a mi habitación, descubriendo a mi amigo allí, bajando la mirada un momento. Al mismo tiempo que yo seguía de espaldas a la muerta, preparando la maleta con tanta prisa, y desesperación que me abrumaba.
- Hola – saludó hacia mi amigo, haciendo que me percatase de que estaba allí, y voltease la cabeza para mirarle. Nuestras miradas se cruzaron y ambos nos observábamos, lucíamos tremendamente aterrorizado con la situación. Él se había peleado con alguien, pues tenía un feo corte en el labio y otro en la ceja. Metí el labio inferior en mi boca y lo mordí con fuerza, haciéndome daño, aterrada de que él se diese cuenta de cuánto le añoraba. Pero todo era mentira, lo que pasó entre nosotros fue mentira – Alex ha vuelto – me dijo, haciendo que soltase el labio y mirase hacia él con incredulidad – fui a verle esta mañana.
- ¿Dónde está? – pregunté, tragando saliva, mientras Tony se daba cuenta de que existía una fuerte atracción sexual entre ambos.
- En casa de su padre – me dijo, sin tan siquiera dudar – tiene que arreglar unas cosas antes de volver con mi hermana.
Cerré mi maleta y salí de la habitación, pasando por su lado, mientras Tony me seguía los pasos. Nos montamos en el auto y puse rumbo hacia la casa de mi ex prometido, mientras mi amigo me miraba con seriedad.
- ¿qué? – pregunté, cansada de ello.
- Hay algo entre vosotros – me dijo, mientras yo le miraba sin comprender, negando con la cabeza – lo he visto, a él le gustas, Cami.
- Deja de decir idioteces – le corté, para luego girar hacia la derecha, deteniéndome en la calle de Alex – voy a ver a ese cabrón, volveré en seguida.
- Ten cuidado, nena – me dijo, para luego darme un cálido beso en la mejilla.
Salí del auto y me presenté allí, frente a su puerta, y llamé a esta con insistencia. Alex abrió la puerta, y me sorprendí de verle magullado, justo al igual que ... Roger. Aquellos dos se habían peleado. Pero ¿por qué? ¿no habían conseguido lo que querían?
- Camile – me llamó, totalmente sorprendido de verme allí - ¿Qué...?
- Rogger me dijo que estabas aquí – le anuncié, dejándole sin palabras, se notaba a leguas que no se esperaba algo como aquello - ¿cómo has podido hacerme esto? – pregunté, dolida, mientras él sonreía, como si aquello le pareciese mentira.
- No te hagas la inocente ahora, Camile – me regañaba, mientras yo le miraba sorprendida, sin saber qué responder al respecto – vienes a acusarme de lo mío con Abby, pero ... tú eres exactamente igual que yo.
- ¿cómo te atreves?
- Te acostaste con Rogger, ¿no? – instó, dejándome altamente sorprendida. Se suponía que él no lo sabía. ¿se lo habría dicho Rogger? ¿por qué?
- ¿Por eso os habéis peleado? – adiviné, haciéndole reír de nuevo, le miré sin tan siquiera estar molesta – pensé que lo mandaste a él a que me sedujese para poder irte a América...
- ¿Eso te ha dicho? – preguntó, sorprendido con mis palabras. Pensé en ello, en realidad él nunca me dijo algo como eso, tan sólo es algo que yo misma pensé – Ha tenido que mentirte sobre esto para poder llevarte a la cama, ¿no es cierto? – insistió, acortando las distancias entre ambos – sabía que tú no eras así – proseguía – sólo lo has hecho por... sus engaños.
Levanté la vista para mirarle, intentando adivinar a qué se refería, por qué estaba él tan afectado por que me hubiese acostado con Rogger.
- No te fíes de él, Camile – insistió, agarrándome del brazo para que le prestase atención – es un mentiroso, dirá cualquier cosa para volver a meterse entre tus piernas – declaró, dejándome altamente sorprendida, pues él no solía hablar de esa manera – palabras textuales de su parte.
- Él me contó sobre ti y sobre Abby – declaré, al observar la maleta que había junto al sofá, para luego mirar hacia él – debiste habérmelo dicho – le dije – te hubiese dejado ir si me lo hubieses dicho.
- Eres demasiado buena, Camile – me dijo, para luego acariciar mi mejilla, y sonreír hacia mí – siempre supe que no era merecedor de tu amor.
- ¿Vas a volver a América? – pregunté, con un hilo de voz, mientras él apoyaba su frente sobre la mía. Asintió, con calma, sin dejar de observarme - ¿La quieres?
- Con todo mi corazón – admitió, haciendo que mi corazón doliese – lo siento, sé que todo esto te está haciendo daño – proseguía, levantando su cabeza entonces – pero ya no puedo seguir haciendo esto, necesito volver a su lado, Camile – asentí, con lágrimas en los ojos, porque sabía que lo que Rogger dijo esa vez era cierto, él aún amaba a aquella chica, y después de todo se merecía ser feliz con ella - ¿podrás perdonarme algún día? – insistió, mientras yo derraba una lágrima por mi mejilla derecha y él miraba hacia ese punto. Asentí entonces, en señal de que lo haría.
- Algún día – le dije, observando como él sonreía, agradecido de que yo fuese tan buena con él. Besó mi mejilla con lentitud, y luego me dejó marchar.
Me di la vuelta y caminé calle abajo, dejando atrás el coche, sin tan siquiera atender los llamados de mi mejor amigo, comenzando a correr, desolada, de nuevo hacia la mansión, hacia mi casa, esa que lo fue cuando aún íbamos a casarnos él y yo. Mis lágrimas caían, al mismo tiempo que los truenos resonaban a lo lejos y la lluvia comenzaba a caer sobre mí.
A cada paso que daba lo tenía más claro. Rogger me había engañado, pero no por Alex, si no por él mismo, quería hacer daño a su amigo y por eso me había usado a mí. Le odiaba, por meterme en medio de los problemas que tuviese con él.
Pero quizás... - comenzó una voz dentro de mí, esa parte que aún quería creerle - ... quizás todo fuese un malentendido, quizás él sólo hizo lo que sentía, justo al igual que yo... - proseguía.
Si hubiera sido así, no habría hablado con Alex sobre meterse entre mis piernas. Él quería usarme como parte de alguna venganza, y eso no podía permitirlo.
Saqué el teléfono y envié un mensaje a mi amigo Tony, porque él no se merecía aquello.
Yo:
"Tengo que volver a casa, he olvidado coger el reloj de diamantes. Adelántate tú, luego te alcanzo. Gracias por todo"
Me detuve frente a la puerta. Mi cuerpo temblaba y ya no sabía si era de frío o de miedo. Aporreé la puerta, observándole allí entonces, sorprendido de verme tan mojada. Entré sin tan siquiera esperar una invitación por su parte, y le crucé la cara sin miramientos, dejándole altamente sorprendido, pues no esperaba que yo hiciese algo como aquello.
- Me lo merezco – admitió, mientras yo le observaba, con detenimiento – por acostarme con la mujer de mi amigo.
- No – le dije, volviendo a golpearle, sin que él hiciese nada por detenerme – te lo mereces porque eres un mentiroso y un cobarde – espeté, volviendo a levantar mi mano, pero él me detuvo antes de haber logrado golpearle de nuevo – me engañaste para acostarte conmigo – me soltó entonces, haciendo que le mirase con odio.
- ¿Eso te ha dicho? – preguntó, tan calmado que parecía irreal que estuviese de aquella manera. Necesitaba que estuviese histérico, molesto, enfadado, pero... él no lo estaba. Sonrió al ver mi confusión, justo antes de hablar - ¿le crees?
- Es obvio que le creo – le dije, mientras él asentía, sin tan siquiera estar alterado al respecto. Quizás mis sospechas eran ciertas, él sólo estaba jugando, no sentía nada por mí – eres tú el que miente.
- No lo sabía cuándo nos acostamos – declaró, dejándome algo confundida - si hubiese sabido lo que ese cabrón egoísta iba a hacerte, habría ido al aeropuerto a detenerlo yo mismo.
- Te peleaste con él – reconocí, mientras él asentía, y yo intentaba comprender mejor aquella situación - ¿por qué?
- Porque ese cabrón egoísta se marchó para casarse contigo, dejando a mi hermana embarazada – declaró, dejándome altamente sorprendida, jamás esperé escuchar algo como aquello – porque ese hijo de puta te fue infiel cuando estuvo allí – prosiguió, sin dejar de observarme – porque se atrevió a exigirme que no podía volver a acercarme a ti – mi cuerpo empezó a temblar, mientras él se daba cuenta de ello, olvidando su discurso - ¿tienes frío? – preguntó, mientras yo bajaba la cabeza, abochornada con aquella situación – sube a darte una ducha y cámbiate de ropa.
- Él dijo que intentarías engañarme – le detuve, justo antes de que pudiese conducirme arriba – qué harías cualquier cosa para ... - me detuve, observándole allí, frente a mí, dudando en si debía hablarle sobre aquello o no - ... meterte entre mis piernas.
- ¿y tú? – preguntó, sin tan siquiera contestar a mis reclamos - ¿qué...? – pero se detuvo, tan pronto como su teléfono sonó. Lo sacó de su pantalón y miró hacia la pantalla, para luego mostrármelo. Era Alex. Llevó su dedo a su boca, indicándome que guardase silencio, para luego descolgarlo, poniendo el "manos libres" - ¿qué quieres ahora?
- Camile ha estado aquí – le dijo, mientras yo me sorprendía de ello, pero no dije nada, quería seguir escuchándole – ella me ha dado vía libre para que vuelva con Ábby – proseguía, mientras Rogger miraba hacia mí, como si le chocasen sus palabras – pero no creas que por ello voy a dejar que puedas acostarte con ella – insistió – Camile es mía, así que olvídate de ella. No voy a dejar que le hagas daño – sólo intentaba protegerme de su amigo, era justo eso, aunque no entendía bien ese... "camile es mía" - ¿me estás escuchando, capullo?
- Te escucho – aceptó él, sin decir nada más, haciendo que su amigo riese al otro lado.
- ¿No te lo esperabas no? – preguntó, pero más silencio siguió a aquella pregunta – Ella es demasiado buena para ti, Rogger, así que olvídate de ella. – Rogger rio entonces.
- No es tan inocente como crees – le contradijo, mientras yo agarraba su mano libre, intentando impedir que siguiese diciendo cosas como aquellas. Él miró hacia ese punto.
- Deja de intentar mentirte a ti mismo – espetaba su amigo, mientras él seguía mirando hacia mi mano, levantando entonces la vista para observarme. Intenté soltarle, pero él entrelazó su mano, y ya no me lo permitía – sé que es así como te justificas – proseguía, mientras yo bajaba la cabeza, mirando hacia la pantalla del teléfono, con mi corazón a cien – es más fácil para ti creer que ella es atrevida y diferente a cómo es, porque así justificas todo esto – insistía – pero ¿Sabes qué? Aunque lo niegues e intentes hacerme ver que sólo quieres acostarte con ella, yo sé que en el fondo... te gusta, Rogger – mi corazón se detuvo al escuchar aquellas palabras, levanté la vista para mirarle y él colgó el teléfono, sin tan siquiera despedirse con su amigo, cabreado con ello. Pues no quería que yo escuchase algo como aquello.
- Él es un egoísta – me dijo, soltándome la mano, echándose un poco hacia atrás, intentando poner distancia entre ambos - ¿le has escuchado cuando ha dicho que eras suya? Él sólo...
Ni siquiera podía escucharle, no después de haber escuchado lo que Alex dijo al final.
- Te gusto – repetí, interrumpiéndole, mientras él se quedaba de piedra. Intenté buscar algo en él, algo que indicase que podría ser mentira, pero no encontré nada, al contrario, él lucía extremadamente molesto porque lo hubiese descubierto – no soy tonta, Rogger – insistí, mientras él negaba.
- No – respondió, con sinceridad – no eres tonta, ni tampoco inocente – aseguró, para luego acariciar mi mejilla, deteniéndose en mi barbilla – tan sólo me gustaría que ese imbécil se diese cuenta de que no eres tan débil cómo él cree que eres, me gustaría que viese que eres una mujer interesante, atrevida y preciosa – admitió, haciéndome comprender que Alex tenía razón, le gustaba, y pude notarlo en cada uno de los adjetivos con los que me denominaba, cargados de cierto cariño.
Acorté las distancias entre ambos, agarrando su mano con la mía, logrando que él mirase hacia ese punto, de nuevo.
- Eres uno de los pocos que sabe cómo soy – declaré, pues era cierto, y en aquel momento no me daba miedo admitirlo – si vuelves a decirle a alguien que no soy esa chica amable, simple e inocente que todos creen... - proseguía - ... tendré que matarte – bromeé, mientras él sonreía, pues adoraba que fuese así, siempre sorprendiéndole.
Sus labios y los míos se unieron en ese justo instante, y ninguno de los dos se apartó del otro. Fue un beso corto, como si acabásemos de sellar un pacto que los dos sabíamos, del cual no era necesario hablar.
Acaricié su barba tan pronto como nos miramos, haciéndole sonreír, incluso dejó escapar una leve risilla, haciéndome sonreír.
- ¿Sería extraño que quisiese conocer cada detalle sobre ti? – preguntó, haciéndome reír, porque me encantaba escuchar aquello, pero al mismo tiempo ... me aterraba. Mi pasado debía seguir oculto – No hace falta que sea ahora – me dijo, al ver mi rostro triste – algún día.
Mi teléfono comenzó a sonar, lo saqué de la chaqueta y miré hacia él. Era Tony, lo descolgué con mi mano libre, al mismo tiempo que él cogía mi mano entre las suyas y la besaba tiernamente.
- Había olvidado el reloj de diamantes – mentí, cuando Tony me pidió explicaciones, pero me quedé muy callada cuando el habló.
- Retiro todo lo dicho en la mansión – me dijo, dejándome sorprendida al respecto – la zorra de Kat acaba de escribirme, anoche se acostó con él – dejé de sonreír tan pronto como escuché aquellas palabras.
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