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10. Dejando caer a Cami. CORREGIDO


CORREGIDO.

Me puso en el suelo tan pronto como terminamos, mientras su semen salía de mí y se escurría por mis piernas. Se secó el sudor de la frente, para luego subirse los pantalones y sacar su móvil de uno de los bolsillos.

Me marché a mi habitación en ese justo instante, sin que él hiciese nada por detenerme, y me encerré tras la puerta, observando entonces el armario. Caminé despacio hasta él y lo abrí, descubriendo que la maleta de Alex había desaparecido, y también algunas de sus ropas.

¿Mi móvil? Me pregunté a mi misma, pensando en ello detenidamente, pues necesitaba hablar con Mad, quizás su amiga, la que trabajaba en el aeropuerto supiese algo. Pero antes necesitaba una duda, pues aún podía sentir la pegajosidad de su semen en mis piernas.

Me di una ducha de agua fría, me puse algo cómodo y luego salí al pasillo, justo al mismo tiempo que lo hacía él.

- ¿dónde te crees que vas? – pregunté tan pronto como pasé por su lado, agarrándome de la mano, impidiéndome que pudiese ir a ningún lugar, miré hacia él, al mismo tiempo que pegaba mi espalda a su pecho – no he terminado contigo todavía – aseguraba, para luego pegar su pelvis a mis glúteos, haciéndome estremecer. Él seguía muy duro.

Me bajó la falda, sin tan siquiera esperar respuesta, y posteriormente las bragas, mientras yo apoyaba las manos en la pared, y sentía sus dedos sobre mi intimidad, de nuevo. No me quejé si quiera cuando él acercó su miembro a mi apertura y lo metió sin miramientos, haciendo que echase la cabeza hacia atrás y él me agarrase del pelo.

Gemí sobrecogida, cada vez más fuerte, pues me gustaba demasiado aquella postura. Soltó mi pelo y me agarró de la cintura con ambas manos, dándome cada vez más fuerte, como un toro, mientras yo gritaba como una loca, y él lo hacía también, al unísono.

- ¡Joder! – se quejó, al mismo tiempo que metía un dedo dentro de mi ano, haciéndome gritar con más fuerza, pues aquella sensación me gustaba cada vez más. Estaba a punto de correrme, pero él terminó antes incluso de que lo hubiese hecho, sacándola entonces, mientras todo su semen se escurría sobre mis piernas, de nuevo – Me da igual si quieres volver con él – me dijo, dándome la vuelta, mientras yo le observaba con detenimiento – eres mía pase lo que pase.

- No soy de nadie – le dije, levantando la vista para observarle – ni, aunque estuviese con él sería suya.

- Buena respuesta – me dijo, para luego subirse los pantalones, nuevamente y meterse en su habitación.

Volví a entrar en la mía, volví a ducharme, y en aquella ocasión me puse un pantalón y una camisa de cuadros, para luego salir de ella, y dirigirme hacia el salón, justo donde se encontraba mi móvil.

Él estaba allí, sin camiseta, devorando un bote de helado. Ni siquiera le presté atención, tan sólo cogí el teléfono, y observé como él me observaba, dejando el bote de helado sobre la mesa, agarrando mi mano para acortar las distancias entre ambos.

Me olvidé del teléfono tan pronto como sentí su mirada sobre la mía, mordiéndome el labio, con ganas de volver a hacerlo, de volver a acostarme con él.

Él sonrió, al darse cuenta de que tenía tantas ganas como él.

- ¿te acuerdas de aquella vez? – preguntó, tan cerca de mí que casi pensé que iba a derretirme – el día que nos vimos por primera vez, pensaste que era un stripper – continuo, para luego coger el mando de la televisión y mirar de nuevo hacia mí - ¿qué te parece si esta vez eres tú la stripper y me haces un baile privado? – puso el canal de música, justo había un video clip de una cantante ligerita de ropa bailando de forma sensual al son de la música. Me reí, pues era más que obvio que no iba a hacerlo – vamos, Cam – me animó, sonriendo hacia mí – sabes que tú eres mucho más sexy y atrevida que esa.

- No pienso hacerlo – declaré, por si aún le quedaban dudas, haciéndole reír, divertido. Se levantó del sofá, acortando las distancias entre ambos, intentando ponerme nerviosa – tu mirada no va a funcionar conmigo – insistí, bajando la mirada ligeramente, haciéndole reír, de nuevo.

- En ese caso... - comenzó, logrando que levantase la mirada y me fijase en él – tendré que hacerlo yo primero – aseguró, mientras yo me mordía el labio con ganas de ver aquello – relájate y disfruta.

Me senté sobre el sofá y le observé con lentitud, él acababa de apagar la televisión, para luego buscar en su teléfono una canción, en su lista de reproducción de Spotify, para luego dejar el móvil sobre la mesa, escuchando los primeros acordes.

*La canción que sonaba cuando él se desnudó fue esta:

https://youtu.be/T7K0pZ9tGi4

La canción no era en lo absoluto para ser bailada. Él sonrió, divertido, comenzando a quitarse la camisa imaginaria, porque era obvio que no tenía absolutamente nada, haciéndome reír con ello, para luego comenzar a tocar su cuerpo, sin que yo perdiese hilo de aquello, mordiéndome el labio con ganas de ver más, haciéndole sonreír.

Desabotonó su pantalón, y se los bajó junto a los calzoncillos, dejándome ver su desnudez, grande y gorda, mientras la canción rompía y él comenzaba a moverse con sensualidad, haciendo movimientos aquí y allá como si estuviese follando, haciéndome sonreír, divertida, mientras él se mordía el labio con ganas de mucho más conmigo.

La canción terminó, y él caminó hacia mí, agarrándome de la mano para levantarme.

- Tu turno – pidió, mientras otra canción empezaba, pero ninguno de los dos le prestamos atención, estábamos mucho más ocupados mirándonos el uno al otro - ¿te ha gustado?

- Eres un seductor – me quejé, apoyando mi dedo sobre su pecho, haciéndole sonreír, cuando terminé apoyando la mano entera al darme cuenta de que estaba hirviendo - ¿cuántas veces has hecho esto? – insistí, levantando la vista para observarle.

- No soy un estríper de verdad, Cami, eso lo sabes, ¿verdad?

- Lo sé – admití, para luego apoyar mi otra mano en su cuello, mientras él sonreía, divertido – pero ... eso no quiere decir que no seas un seductor.

- Lo admito – aceptó, agarrándome de la cintura, para luego acercar su rostro al mío un poco más – me gusta seducirte - concluyó, besándome al fin.

- Ahora es mi turno – le dije, pues era cierto, y yo también quería seducirle, me moría por hacerlo.

Me moví al son de la música, observándole a él allí, algo sorprendido, para luego empujarle sobre el sofá, sonriendo triunfante.

Me abrí ligeramente la camisa, mientras él me observaba con atención, mordiéndose el labio con disimulo.

*La canción que sonaba cuando Camile se desnudó.

https://youtu.be/_DjE4gbIVZk

- ¿te gusta lo que ves? – pregunté, con la camisa abierta, jugando con mi cabello, mientras me mordía el labio, sin dejar de mirar hacia él - ¿soy lo bastante sexy y atrevida? – insistí, bajándome despacio los pantalones, mientras él me devoraba con la mirada. La canción terminó y empezó otra aún más sensual. Me acerqué a él y empecé a provocarlo, primero con inocentes caricias, y más tarde sentándome sobre él.

- ¡Joder! – se quejó, al mismo tiempo que yo sentía su dura polla debajo de mí, parecía que iban a explotar. Me agarró el trasero, momento que aproveché para gemir, descolocándolo completamente.

- Esta vez vas a tener que jugar según mis reglas – le dije, haciendo que se mordiese el labio, mientras yo apartaba sus manos de mí y le miraba con cautela – está prohibido tocar – insistí, poniéndome en pie, para luego agacharme y agarrar los calzoncillos que él se había quitado – ponte esto – pedí, tirándoselos.

- Adoro los juegos – me informó, colocándose los bóxer de nuevo en su lugar. Sonreí con malicia, sentándome sobre él, moviéndome, rozando mi piel desnuda contra su erección, haciéndole gemir, con fuerza.

- Esto se acaba como rompas las reglas – le dije. Asintió en señal de que lo había entendido, colocó las manos en el sofá y dejó que siguiese jugando con él. Acerqué mi boca a la suya, pero tan pronto como él acortó las distancias, deseosa de besarme me aparté y volví a mi posición actual. Me quité el sujetador, dejando libres mis pechos, mientras él me observaba, tragando saliva, alterado, porque se moría por apretujarlas. Me mordí el labio inferior sin dejar de mirarle, de forma exagerada, y luego volví a moverme sobre él, haciendo que se volviese loco, y comenzase a gemir, cada vez más fuerte.

Me detuve, de nuevo, haciendo que abriese la boca, ligeramente, dispuesto a quejarse, pero tan pronto como observó cómo me apretaba los pechos y echaba la cabeza hacia atrás, imaginándole a él, haciéndome aquello, se olvidó de todo.

- ¡Joder! – maldijo, arrepentido de haber aceptado las reglas del juego.

Me levanté sin más, y miré hacia él con lujuria, como nunca había mirado a alguien en toda mi vida, y entonces terminé de desnudarme, por completo, quedando así frente a él. Aparté el ordenador y el móvil de la mesa y me senté sobre ella, sin perder detalle de su desencajada cara de deseo, al mismo tiempo que subía mis piernas a la mesa, apoyando los talones en ella mientras abría las piernas hacia él, que miró hacia ese punto, cada vez más acelerado con todo aquello.

Levantó la vista para mirar hacia mis ojos, y supo en ese instante que era lo que quería hacer, pues volvió a mirar hacia mi coño, observando mis dedos allí. Me lo acaricié despacio, observándole, sobrecogido, haciendo verdaderos esfuerzos por no abalanzarse sobre mí, aquello sólo me hizo sonreír.

Gemí entre cortadamente, descolocándolo por completo, pues apretó con fuerza el sofá, sin perder detalle de lo que me estaba haciendo.

- Eres una chica mala – me dijo, babeando sobre su pecho, sin dejar de observarme.

- ¿Mala? – Pregunté con voz de no haber roto un plato, logrando lo que quería, él se mordió el labio, deseoso de mucho más – Mala no – repetí, descolocándolo por completo al morder mi labio y disimular una leve risilla – pero sí, muy traviesa – admití, mientras él se moría por lanzarse a hacerme de todo - ¿qué pasa Rogger? – le busqué, pues seguía jugando con él, incluso gemí al volver a tocarme, haciéndole estremecer - ¿quieres tocarme tú?

- Será mejor que no te acerques a mí – me dijo, entre gemidos, acariciándose la polla por encima de los calzoncillos, era más que obvio que estaba muy dura – te devoraré en cuanto tenga oportunidad.

Me mordí el labio al imaginarle haciéndolo, al imaginar su boca devorando mi punto más frágil, y entonces me corrí, gritando como un animal, mientras él se volvía loco, y comenzaba a gritar de placer, desesperado. Deteniéndose de pronto, antes incluso de haberse lanzado sobre mí como sospechaba que haría, mirando hacia sus calzoncillos, al mismo tiempo que yo también lo hacía. Se había corrido con ellos puestos, y una enorme mancha se expandía por él.

- Has hecho que me corra con sólo pensar en devorártelo – aseguró, haciéndome sonreír satisfecha, pues era eso lo que quería conseguir – deja que lo haga ahora – pidió, mientras yo le miraba sin comprender, pero lo entendí tan pronto como él me empujaba sobre el sofá y se ponía de rodillas, en el suelo, frente a mi sexo – me muero por comértelo, Cami.

Ni siquiera tuve tiempo de apartarme, pues él comenzó a besarlo antes de que hubiese podido detenerle. Lo lamió despacio, encendiéndome de golpe, haciéndome estremecer, mientras metía la lengua tanto que tocaba ese punto, el punto G.

- ¡Oh! – gemí, entre cortadamente, mirando hacia él, que miraba hacia mis ojos mientras me hacía aquello - ¡Por Dios, Rogger! – grité cuando sus dedos se metieron dentro de mí, sin dejar de lamer mi punto más frágil - ¡No pares! – supliqué, cuando sus lametones empezaron a crecer, y mi cuerpo se tensó un poco más. Aprete su cabeza contra mi sexo un poco más, tan pronto como sentía las últimas convulsiones, aflojando la mano, justo después, observando como levantaba el rostro y me miraba con una amplia sonrisa. Se bajó los calzoncillos, poniéndose en pie, y sacó su miembro a escena, que volvía a estar más que preparado. Tiré de su brazo, acercándole a mí, mientras él se lamía el labio.

- ¡Joder! – se quejó, tan pronto como la metió, mientras yo gemía como una posesa, y apretaba su trasero para que me siguiese haciendo aquello - ¿qué cojones me pasa que no puedo dejar de follarte? – me preguntó, dándome cada vez más fuerte, hasta que me cortó la respiración, tanto que creí que iba a morir, pero me encantaba, no quería que se detuviese jamás.

Su boca y la mía se unieron, pero ni siquiera podíamos besarnos con desesperación en aquel momento, tan sólo podíamos gemir, sobrecogidos, en la boca del otro. Apoyó su frente sobre la mía y siguió haciéndome aquello, con fuerza, cada vez más rápido, hasta que ambos volvimos a llegar al éxtasis del placer, gritando sobre el otro, más fuerte de lo que debíamos.

- Me encantas – me atreví a decirle, mientras él sacaba su miembro de mí y su semen manchaba el sofá.

- Lo sé – dijo con chulería, para luego ponerse en pie, volverse a colocar sus pantalones y cederme mis bragas, las que por supuesto me puse con rapidez – voy a darme una ducha – me informó, para luego subir hacia su habitación, dejándome allí sola.

Me puse la ropa, con calma, y luego me fijé en el sofá, dándome cuenta de que lo habíamos manchado. Agarré unos clínex del bolso e intenté que la mancha saliese, pero era en vano, así que lo arreglé poniendo un cojín sobre ella, para luego fijarme en mi teléfono.

Aquello era un error, pero no estaba ni un poco arrepentida, ni siquiera me molestaba que quisiese saberlo todo de mí, a pesar de lo peligroso que aquello era. Yo no podía volver a ser Emma la huérfana nunca más. Pero me encantaba acostarme con él, eso no podía negarlo.

Yo:

¡Reunión de pedorras pero ya!

Tony:

Desde luego... Madison acaba de confirmármelo, el cabrón de tu prometido se ha largado a América.

Yo:

¿Qué? ¿Cómo que se ha largado?

Madison:

Barbi acaba de confirmármelo, vuelo a América sin retorno.

Kat:

¿De qué querías hablarnos si no era de eso?

Tony:

¿Te tiraste al bombón?

Madison:

¿Cuál bombón? Me he perdido :S

Kat:

¿Te tiraste a Rogger? O.o

Madison:

¿Qué? ¿En serio? O.o Sigo perdida :S

Yo:

¡Dejad de decir idioteces! Nos vemos en el bar de Jack en dos horas.

Subí las escaleras a toda velocidad a la parte de arriba, volví a ducharme por tercera vez y luego me puse un bonito vestido rojo. Me peinaba frente al espejo cuando volví a pensar en lo que Mad me había confirmado, Alex se había marchado a América, recién comprendía dónde se había ido tras hacer la maleta.

Una descabellada idea cruzó mi mente, una que hizo que me faltase el aire y tuviese ganas de llorar.

Rogger. ¿sabría Rogger que su amigo iba a irse? Quizás... quizás el sexo era parte de el plan de ambos para distraerme, sólo eso explicaría que no nos hubiese descubierto en la habitación de este. Era más que obvio que era una artimaña para que su amigo pudiese largarse sin que yo pudiese hacer nada.

Entré en su habitación sin llamar si quiera, pero me sorprendí al no hallarle allí, ni siquiera estaba en el baño, así que... ¿dónde demonios estaba?

Ni siquiera estaba allí su teléfono o su cartera.

Me sentía engañada, estafada, y toda una zorra, justo como solía ser antaño. Pero puse mi mejor sonrisa frente a las chicas, pues no quería preocuparlas.

- ¡Guau! – exclamó Katy al verme allí con aquel vestido con escote que marcaba bien mi delantera - ¡pero qué bombón!

- Sin lugar a dudas tienes pinta de bien follada – bromeó Tony haciéndome reír.

- ¿Unos chupitos? – preguntó la alcohólica del grupo, para luego llamar a su amigo con la mano e indicarle que trajese la botella y unos vasos.

- ¡Por Dios, Madison! – se quejaba Tony, mientras yo me sentaba junto a ella - ¡Ni siquiera hemos merendado aún!

Jack puso los vasos sobre la mesa, y luego sirvió los tragos, haciendo que mi amiga le sonriese agradecida.

Agarré uno de los vasos y lo levanté en alto para brindar, haciendo que todos me mirasen con ojos como platos, pues yo no solía beber, y menos a aquellas horas del día. Me lo tomé de un trago, al mismo tiempo que mi amiga seguía mis pasos.

Saqué mi teléfono, molesta, había algo que me molestaba terriblemente. Abrí la conversación que tenía con Alex y comencé a teclear.

- ¿A quién estás escribiéndole? – preguntó Tony, que no se perdía una el cabrón.

Yo:

"¡Eres lo peor! ¿Crees que no me enteraría de que te fuiste a América con esa zorra sólo porque le dijeses a Rogger que me tuviese entretenida? ¡No me chupo el dedo, Alex! ¡Vas a pagar por cada humillación, eso te lo aseguro, maldito hijo de puta!"

En aquel momento me sentía bien, como una zorra, pero bien. Acababa de darme cuenta de que me gustaba más esa versión de mí, que la antigua. Se acabó ser la tonta Camile, en aquel momento iba a ser un verdadero demonio, y me daban igual las consecuencias. En aquel momento, estaba tentada de dejar salir a la zorra que vivía aún dentro de mí: Emma.

Un mensaje llegó a mi teléfono antes de haberlo desconectado.

Número desconocido.

"Hola Cam, soy Rogger. Guarda mi número para emergencias o para cuando estés caliente... ;)"

Sonreí con malicia, mientras Madison miraba hacia la conversación que mantenía con aquel capullo.

- ¿qué vas a hacer? – preguntó al ver mi cara - ¡Miedo me das!

Yo:

"Justo ahora tengo una emergencia. ¿te importaría venir? Estoy en el bar de la esquina, el Jetty"

- ¿le has citado aquí? – preguntó histérica, haciendo que Kat y Tony nos prestasen atención, pues este había estado contándole detalles de su luna de miel a mi amiga, mientras duraba mi charla instantánea.

- ¿A quién? – preguntaron ellos al unísono, haciéndome sonreír.

- ¡Joder! ¿qué te ha pasado Cam? – insitió Mad - ¡Te has vuelto una zorra mala!

- No podía ser una zorra buena toda mi vida, ¿no? – le dije, con fingida pena, haciendo que todos volviesen a prestarme atención, pues acababa de servirme otro trago y me lo bebí entero.

Al cabo de un rato tenía un pedo importante, aunque lo sopesábamos comiendo fresas, Jack era todo un encanto, y le estaba agradeciendo su detalle en ese justo instante. Cogí los cuencos con las fresas y las llevé a nuestra mesa, haciendo que Tony me mirase y negase con la cabeza, al verme en aquel estado.

- Cami – me llamó Madison, haciendo que mirase hacia ella – te buscan.

Todos volvieron la cabeza para mirar hacia la puerta, mientras yo, despreocupada, agarraba otra fresa y le daba el primer mordisco. Entonces yo también miré hacia la puerta, descubriéndole allí.

¡Joder! Estaba terriblemente bueno.

- ¿Este es Rogger? – preguntó Tony, comenzando a hiperventilar, mientras yo giraba sobre mis talones, y caminaba hacia él, con calma, tomándome todo el tiempo del mundo hasta llegar hasta él - ¡Está por encima del top 10! – añadía, mientras Kat le daba la razón.

Me detuve frente a él, metiendo el último trozo de fresa en mi boca, para luego lamerme el dedo, mientras él miraba hacia ese punto con deseo, mordiéndose el labio. Todo aquello hubiese quedado mucho mejor, si no me hubiese tambaleado un poco.

- Estás borracha – se percató, mientras yo me agarraba a su hombro, para no caerme, al mismo tiempo que mis amigos miraban hacia nosotros. ¡Por Dios! Estaba en un aspecto lamentable, y sabían que me arrepentiría en cuanto se me hubiese pasado la cogorza – muy borracha – recalcó, agarrándome de la cintura, mientras yo acercaba mi boca a su oído.

- ¿Os lo habéis pasado bien? – pregunté, descolocándolo por completo, me miró extrañado, mientras yo bajaba la mirada un momento, justo antes de volver a observarle - ¿crees que no me daría cuenta? – insistí, pero él parecía aún más perdido - ¿Cuál era el plan? ¿Entretenerme para que no me diese cuenta de que él cogía un vuelo a América? – negó con la cabeza, mientras yo le empujaba, dando un tras pies, pero no me caí. Estaba muy borracha, demasiado - ¿Qué? ¿Ahora te harás el inocente y me dirás que no lo sabes?

- Lo sé – reconoció, dejándome claro que todas mis sospechas eran ciertas. Lo que había pasado entre nosotros no era real, tan sólo estaba haciendo tiempo para que no detuviese a Alex, para que él pudiese volver junto a esa tal Abby. Se acercó a mí, e intentó cogerme de la mano, pero volví a apartarme.

- Me das asco – espeté, haciendo que él volviese a negar con la cabeza, arrepentido de cómo se estaban dando las cosas.

- Cam, espera – suplicó, intentando volver a agarrarme, pero no le di esa opción – deja que te lo explique...


- ¡Eres un cabrón! – insulté, para luego cruzarle la cara sin detenerme a pensar si quiera, haciendo que todo el bar se quedase en silencio, observándonos con detenimiento. Todos me conocían bien, yo no era de esa manera, yo jamás había sacado mi carácter con ningún chico, yo jamás los dejaba acercarse lo suficiente como para que me conociesen a fondo. ¿Por qué lo había permitido con él? Si incluso estuvo a punto de descubrir sobre mi cicatriz – olvídate de esto - murmuré, dándome la vuelta. Todo había terminado, ya no me quedaba nada que hacer allí.

Me agarró de la mano antes de que hubiese podido lograr mi cometido, y me obligó a volver a pararme frente a él.

- No te hagas la santa conmigo, Cam – me dijo, acortando las distancias entre ambos – tu deseabas esto tanto como yo – insistió – lo has disfrutado tanto como yo – añadió, soltándome la mano en ese justo instante, mientras yo le observaba con dureza – así que ahora no te hagas la inocente, puede que te funcione con todos ellos – recalcó, mirando de reojo a mis amigos – pero conmigo no.

- Puede que me volviese loca durante un momento – acepté, porque era justo eso lo que había sucedido, me había vuelvo loca, no podía ser de otra forma – pero no volverá a pasar, no volveré a involucrarme con basuras como tú.

Él tragó saliva tan pronto como escuchó aquellas palabras, dándose cuenta de que era el final, para luego soltar mi mano, darse la vuelta y marcharse sin más.

- ¿te has acostado con él? – preguntó Kat, a mis espaldas, haciendo que me diese la vuelta y mirase hacia ella. Esta me escudriñó con la mirada, y entonces sucedió lo inminente: me cruzó la cara sin miramientos - ¡eres una zorra! – espetó – Te comportas como una mosca muerta, haces que la gente confié en ti y luego los apuñalas por la espalda – proseguía, muy molesta conmigo, y no era para menos, pues se pensaba que le estaba quitando a su hombre.

- Kat, ya basta – dijo Mad junto a nosotros, impidiendo que pudiese decir cosas que terminasen con nuestra amistad – te estás pasando

- ¿Me estoy pasando? – preguntó, sin dar crédito a lo que oía – Ella sabía que estaba interesada en él – se quejó, señalando hacia mí – y aún así eso no ha impedido que se lo folle.

- Pero que mal hablada eres, cariño – intervino Tony, llegando hasta el resto.

- Me da igual quién seas – volvió a hablar hacia mí, mi amiga – Rogger es mío, y lo conseguiré, aunque tenga que pasar por encima de ti.

- Kat, deja de decir idioteces – insistía Mad, mientras ella se reía en su cara, y esta la miraba con incredulidad.

- ¿Pero no os dais cuenta de que es una mentirosa? – preguntó hacia el resto, mirando hacia mí con odio – No me extraña que Alex le haya puesto los cuernos.

Sucedió en ese entonces, mi mano voló hasta su cara antes de darme cuenta de lo que hacía, pegándole un fuerte puñetazo en la cara, haciendo que esta se tocase la mandíbula dolorida, para luego lanzarse sobre mí, golpeándome de lleno en el ojo, mientras nuestros amigos intentaban separarnos.

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