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Capítulo 3

Se queda dormido bajo la protección de la luz, si se apaga está confiado en que al menos dormirá, asi que lo hace manteniéndose al tanto por si la siguiente luz se enciende para poder correr hacia ella, pero le parece inútil porque el único faro funcional parece ser el suyo.

Tiembla y se cubre con el abrigo de Minghao, es cómodo y abrigador, tanto que olvida el frio por varios minutos cundo se abriga, pero el suelo es tan duro que le es imposible mantenerse en una sola posición. Abre los ojos por un segundo y puede ver que un faro esta encendido, lo divide uno apagado por lo que no podría moverse de ahí.

Logra distinguir con que fue que se tropezó y el flashback le llega.

La señora corriendo con su hijo en busca de un buen vino.

Puede ver la sangre y parte del cuerpo de ella, un brazo ya no está en su lugar y esta despedazado, su ropa fue rasgada y el interior de su estómago solo sobresalen las costillas ensangrentadas, porque el interior parece vacío, es una vista que lo hace gemir de terror e intentar alejarse lo más posible. Esas cosas estuvieron comiendo de ella en todo ese tiempo y puede observar como la frente de la mujer está destrozada.

Un sollozo lo hace reaccionar, es el niño. Intenta acercarse conteniendo las ganas de vomitar, gatea hasta escuchar mejor y efectivamente era el llanto de un pequeño entre la oscuridad, quizás los oscuros sigan ahí, quizás el niño corre peligro.

—Hey...— susurra y el sollozo se detiene un momento. —Ven acá, es peligroso que estés en la oscuridad, ve a la luz.

Puede ver las manos ensangrentadas del pequeño estar sobre el cadáver de la mujer, le sostienen la ropa y a Mingyu se le destroza el corazón que alguien tan pequeño tenga que pasar por eso. Lo vuelve a llamar en un susurro observando a ambos lados a pesar de no poder ver nada, quiere que el pequeño corra hacia él, pero sabe que es más fácil que se quede donde esta y se proteja, eso hasta que la luz sobre la señora y el niño parpadea.

—Ven, cuidare de ti.— Le promete y extiende su brazo con miedo, solo quiere poner a salvo al pequeño que perdió a su madre. —No tengas miedo, solo debes correr rápido.

No puede ver al niño, pero sabe que le ha escuchado porque distingue cuando corre, y su corazón late tan rápido y con tanto miedo que no puede respirar hasta tenerlo entre sus brazos. El pequeño se hunde en su pecho, llora y se oculta con las manos llenas de sangre, por un momento se preocupa porque no sabe si ha sido lastimado o es de la madre. Le acaricia el cabello con cariño y lo abraza porque él también necesita consuelo, deja de sentirse tan solo y lo protege como puede, lo intenta calmar.

Arrulla al niño abrigándolo aunque su pequeño cuerpo es caliente, podría tener fiebre por haber estado en la oscuridad tanto tiempo y es por eso que lo abraza con más fuerza para que deje de sentir frio. Es tan pequeño a comparación suyo que le parece frágil, por eso deja que siga llorando incluso antes de decirle algo. El silencio de la noche le parecía infernal, pero ahora, con un niño llorando, lo siente lamentable y triste, depresivo.

—Estas a salvo.— Le murmura.

Poco a poco los sollozos del pequeño van disminuyendo, eso es una buena señal porque significa que podrá hablar con él. Lo aparta para poder verlo mejor y limpia sus lágrimas, el rostro infantil le agradece y le regala una sonrisa temblorosa. Perder la madre siempre es difícil, y hacerlo de una manera tan cruel hace que Mingyu quiera ponerse a llorar con el niño, pero el pequeño parece ser fuerte y recuperarse poco a poco del trauma.

Parece extranjero, lo reconoce por todos los rasgos que los diferencia, se pregunta si el padre seria de otra nacionalidad, también se pregunta cuan preocupado estaría el hombre esperando a que llegasen su esposa e hijo.

—Gracias.— Le dice el pequeño con una sonrisa mientras se limpia las lágrimas con las manos cubiertas de sangre, Mingyu lo detiene y busca algún pañuelo. Pero el niño se lame los dedos como un bebé, eso le causa un escalofrió.

—¡No hagas eso!— le regaña limpiándole las manos con su propio abrigo. —Tienes que limpiarte las manos.

—Perdón.— Se disculpa el pequeño. —Lo siento señor... papá siempre me regaña.

Tiene una esperanza de que el niño pueda volver con su padre. Cuando termina con las manos del niño puede observarlo de mejor manera, nota que tiene una pequeña bolsa que le llama la atención, quizás ahí tenga una linterna.

—¿Cuál es tu nombre?

—Vernon.

—Curioso nombre.— Le dice para hacer un poco de platica. La luz parpadea sobre ellos, comienza a maldecirla. —Tenemos que movernos... Yo soy Mingyu.

—Me gusta tu nombre, Mingyu.

—Gracias— Es la plática más corta y agradable que ha tenido con un niño, con otros no puede mantener ni dos palabras sin tener que regañarlos por casi gritar. Señala la pequeña bolsa. —¿Qué llevas ahí?

—Mis tesoros.

El niño es tan tierno que a Mingyu le tiembla el corazón. Sin necesidad de una petición el pequeño saca un par de objetos, entre ellos una lámpara de luz azul, aquellas que usan para poder ver a los Oscuros. Hay un poco de sangre en la lámpara dando a entender que el niño ya la había usado antes con las manos sucias.

Se levanta cargando al pequeño que es pesado, al menos más que otros niños de su misma complexión, pero aun asi lo mantiene en sus brazos pensando en lo que hara porque no quiere arriesgarse, el faro sigue fallándose.

—¿por dónde ir?

Tienen luz azul, lo que significa que pueden ver en medio de la densa oscuridad pero no pueden defenderse de esas cosas, así que piensa. Podrían estar escondidos esperándolos o podrían no estar, también ellos pueden esperar a que la ayuda vega, pero si la luz se apaga será su fin porque ya no hay más faros encendidos a su alrededor. Mingyu piensa mientras camina de un lado a otro con el niño en brazos.

—Mingyu...— El niño habla y él gira para encararlo. —Eres un humano ¿verdad?

Mingyu asiente ante la extraña pregunta, porque esta claro que es un humano, los Oscuros no soportan la luz, se derretirían de inmediato o al menos sufrirían graves lesiones, otra cosa que lo verifica como humano es que él no posee colmillos ni garras, puede que sea grande, pero sin duda no es como ellos que son pesados y de piel áspera. Es un humano en todas sus letras y con todo su miedo, no podría ser uno de esas cosas de las que tanto se esconde.

—No tienes por qué tenerme miedo. Esas cosas ya no te harán daño.

—Ellos son malos.— Dice con un puchero. —Vámonos de aquí antes de que vuelvan, te llevare a casa.

El pequeño se baja de sus brazos y lo toma de la mano dándole la linterna azul para que pueda alumbrar, pero antes de que Mingyu pueda quejarse o preguntar Vernon camina ignorándolo y negándose a soltarlo, a Mingyu no le queda de otra más que seguirlo.

Cuando está a punto de salir de la luz siente que su estómago se aprieta y se revuelve, de repente quiere vomitar y detener a Vernon quien solo sigue su camino como si nada. Cierra los ojos, y cuando los abre lo único que puede ver es lo iluminado por la linterna, es azul. Gira para ver que han dejado la protección del faro que se apaga poco a poco mientras se van alejando, se pregunta si al pequeño no le duele dejar a su madre, pero duda de que este consiente de lo que ocurre realmente.

Puede ver al niño de espaldas mientras lo lleva por la calle con toda confianza, Mingyu ilumina su camino y de paso se fija inútilmente por su espalda para asegurarse de que no hay nada, y asi es; no hay nada porque no puede verlo.

—¿A dónde?— Pregunta Vernon como si fuera un pequeño taxista. —¿Cuál es tu camino?

—La biblioteca...— Murmura y el pequeño asiente. —Deberíamos llevarte primero a tu casa.

—¿Ah? No, es peligroso.

A Mingyu le parece extraño, demasiado a tal punto de no llegar a comprender la actitud del niño. Quizás es porque es pequeño que piensa poder protegerlos a ambos con la linterna azul, no lo sabe, pero aceptó salir de su refugio porque no podía quedarse más tiempo, en cualquier momento iba a quedar a oscuras. Pero Vernon no parece tener miedo ni estar triste por su madre, ni siquiera parece tener prisa por regresar a casa. Un niño bastante curioso.

—¿enserio no quieres ir a casa primero?

—Sip. Si llego temprano papá me regañara por no poder mezclarme con los otros niños, él siempre se preocupa demasiado por eso...— No se detienen, siguen su camino. —Yo no cuadro con ellos y ellos no me quieren porque soy diferente, y aunque papá dice que eso no es verdad yo se que lo es, soy muy diferente a ellos.

Mingyu no sabe de lo que habla, pero por alguna razón se compadece del pequeño y siente la necesidad de protegerlo y decirle que no se preocupe, que él está bien como es a pesar de lo que digan los demás. A pesar de haber perdido a su madre Vernon tiene a un padre que lo quiere y cuida, que seguramente está preocupado por él.

—Tu madre...— Se arrepiente de inmediato porque aún es muy pronto y no quiere que el niño llore. —Tu padre debe amarte mucho.

—Lo hace, pero se preocupa demasiado, cree que si hago algo mal los demás ya no nos querrán con ellos, pero Jeonghan siempre nos ha querido y él es muy importante. Es como cuando...— Y el niño sigue hablando contando extrañas anécdotas que no tienen mucho sentido pero que hacen sonreír a Mingyu, no hay nadie por las calles, todo es tranquilo y solo es el frio quien los lastima al pasar el rato, pero no hay rastros de Oscuros cerca. —...Pero papá no entiende que si incumplo una regla debo de cumplir las siguientes, por ejemplo; si no me lavo las manos no me puedo chupar los dedos, por eso me las lavo, para chupármelos... Llegamos.

Se detienen frente a la luz que protege la biblioteca, Mingyu siente alivio y felicidad, tanta que tiene que contener sus lágrimas, se apresura a protegerse bajo la luz amarilla y gira para decirle al pequeño que pueden pasar la noche con tranquilidad. Pero Vernon no está, solo un par de brillos verdes. Se congela.

El pequeño entra a la luz y sus ojos vuelven a ser castaños, ahora puede verlo a pesar de que su cuerpo se ha puesto tieso y tiembla, se siente en un sueño o algo inimaginable, porque los ojos de Vernon brillaban verde en la oscuridad. El niño da otro paso con su sonrisa alegre a punto de decir algo y Mingyu retrocede con miedo. Ese infante es un Oscuro.

—¿Mingyu?

—¿Qué eres? —Pregunta con voz temblorosa. —¡¿eres un Oscuro?! ¿Por qué no te quemas entonces? ¿Por qué la luz no te hace daño?

Por eso el niño no estaba preocupado por la madre, él solo se la estaba comiendo, por eso se chupo los dedos, por eso caminaba tan tranquilo en medio del negro absoluto. Pero su piel suave y su resistencia a la luz dicen lo contrario, es extraño.

—Yo no se eso, papá me dice que no se lo cuente a nadie...Guárdame el secreto, por favor. — No puede ver al niño como un monstruo cuando su rostro no lo dicta así. —No tengas miedo, tú eres mi amigo, mi único amigo.

Mingyu duda, pero siendo que el pequeño le ayudó a llegar hasta a su hogar y que no le ha dado ninguna mordida comienza a ceder a ese lado idiota que le dice que no es tan malo, y que Vernon no es como las criaturas que querían devorarlo hace un par de horas. Su corazón le gana a su cansado cerebro y se calma frente a Vernon, no puede odiar a un niño tan agradable, aun si este es un Oscuro. Hace una mueca porque no sabe que más hacer.

—Gracias... por no comerme y por traerme hasta acá.

—Fue un gusto cuidarte, Mingyu.— Se despiden con un apretón de manos, bastante tierno por todas las razones posibles y Mingyu se da la vuelta a punto de tocar la gran puerta, pero escucha a Vernon carraspear y gira, el niño esta fuera de la luz haciendo que sus ojos brillen verdes. —¿puedo regresar mañana? Yo no tengo amigos... y me gustaría pasar el tiempo con alguien, no quiero molestar más a papá porque él está cansado. ¿puedo volver?

Mingyu lo piensa, porque tener a un niño asi no es normal, siente que en algún momento se lo comerá o lo lastimara, siente que es una artimaña para tomarlo desprevenido. Vernon no es normal, pero eso no significa que no sea como los demás, esta tan dudoso y su cabeza da tantas vueltas. A pesar de todo esto lo decide.

Mingyu acepta.

VI

Lo primero que siente al llegar es el brusco abrazo de Seokmin, poco despues llega Minghao a abrazarlo de la misma forma asfixiante, se encuentra entre dos chicos que lloran en sus hombros, y él, sintiéndose tan feliz como agradecido hace lo mismo.

Son un montón de tres adultos jóvenes llorones, debería apenarles, pero están tan felices que ignoran las preguntas y demás cosas que se suponen debían ser importantes. Se quedan asi por un buen rato hasta que Mingyu siente que morirá aplastado por esos dos. Se separan y Seokmin lo toma de las mejillas y por un segundo Mingyu siente que lo besara, pero no, los labios de Seokmin se azotan contra sus mejillas y frente repetidas veces.

—¿Puedo dormir en la cama?— Pregunta como una pequeña broma, pero él realmente se quedó a dormir en la cama.

Explicarles a los chicos que había ocurrido seria tedioso, y estaba cansado hasta el punto de no poder mantener los ojos abiertos, por eso prefirió decir un simple; las luce volvieron a funcionar. E irse a dormir. Para él la explicación también fue corta; llamaron a la policía y la policía dijo que iba en camino. Y el abuelo no estaba enterado de nada, eso por mucho fue lo mejor.

Esa noche tuvo pesadillas, soñó con la mujer en el suelo con la que se tropezó, soñó con los ojos brillosos y se imaginó un niño huyendo de ellos, gritando y llorando. En sus sueños también estuvo alguien que lo sacó del mal momento, que le tomó de la mano y lo guio lejos de ese mundo incierto y lo llevó a casa, a donde había luz; era Vernon.

Niño encantador, casi indefenso con piel no tan dura como debería, sin colmillos sobresalientes ni garras que le intimidaran, ese niño que precia mitad humano mitad monstruo. Odiarlo le pareció imposible, porque no puede sacar de su mente lo rechazado que se siente el pequeño oscuro.

El aroma a sangre lo despertó, aunque no fue más que un recuerdo tortuoso en medio de la noche, miró a la ventana de forma inútil, estaba sellada como medida de seguridad. Suspiró y observó el techo donde se suponía debería de estar Seokmin tambaleándose en la hamaca, porque Minghao dormía frente al ventanal.

Si los faros de la calle fallaban ¿también lo haría los que protegían las casas? Como una medida de seguridad una pared de luz iluminaba los hogares. Los oscuros podrían derribar la puerta de un solo golpe, y ya pasó antes, es por eso que se protegen mediante faros incluso en su hogar.

Una vez uno falló en una de las casas vecinas a la biblioteca, y toda la familia fue devorada, aún está en debate si fue un fallo técnico o los oscuros lo hicieron. Nadie quiere creer que los oscuros puedan desactivar o siquiera entender los faros, eso significaría estar indefenso. La biblioteca está bien resguardada, si uno de los faros que la alumbra falla otro entra en repuesto de forma inmediata, porque el abuelo es un paranoico.

Ahora está a salvo, pero de todos modos encendió la luz de la habitación y regresó a dormir. Nadie se quejó.

Decidiendo que desayunar los tres se miran sin decir nada, son serios como si necesitaran serlo y asombrosamente Seokmin es el que se mantiene asi por largo rato, incluso deja de parpadear para demostrarlo. Mingyu no se queda atrás aunque sus labios han comenzado a temblar un poco. La mesa salta un poco cundo alguien la patea por accidente, y entre ellos mismos se juzgan buscando al culpable de eso.

—Es tu abuelo, a ti te quiere.— Dice Mingyu cuando ya no puede soportar el silencio por un minuto más. Y es que buscan quien debería contarle al anciano lo sucedido. —A nosotros nos detesta, nos sacara de aquí si se entera.

—Yo no le diré.— Es el único argumento da Minghao buscando dentro del refrigerador. Mingyu mira a Seokmin esperando.

—¿es necesario decírselo? Estamos todos bien, podemos decir que Minghao se cayó de las escaleras.

Mentirle al señor que les da hogar es casi imposible, su mirada pesada da escalofríos de solo recordarla, es perfecto para sacar la verdad y evitar las mentiras, ocultarle un secreto no es buena idea, mentirle solo hace las cosas peores porque se enfurece cuando eso llega a ocurrir. Mingyu puede mentir, ocultar cosas, pero no frente al señor, nunca ha podido hacerlo en los largos cinco años que lleva conociéndolo.

Suspira, porque despues de todo fue su culpa que terminaran en esa situación, tiene que tomar el valor... y rogarle a Seokmin que se culpe a si mismo porque él tiene a su madre y Mingyu acaba de librar la muerte hace pocas horas.

—Estuve a punto de morir.— Lloriquea. —y vi cosas horribles

Hay un largo silencio en el que Seokmin trata de meter a su boca una mandarina entera.

—Yo también la vi.

Eso es suficiente para que Mingyu entienda que Minghao pudo ver a la mujer. Pero el mayor de los tres parece no haberlo hecho, y solo puede alegrarse de ello.

Durante todo el dia no puede dejar de pensar en Vernon, en que ese niño volver cuando el sol se haya ido. Le preocupa, pero no piensa que deba de tener miedo con él, despues de todo es un niño como los que llegan a la biblioteca para escuchar las historias del abuelo, e incluso es un niño mejor siendo especialmente agradable y bastante hablador, su boca no se cierra por largo tiempo y continua muchas veces, incluso se le dificultó entenderle en una parte del recorrido porque el pequeño hablaba demasiado rápido. Vernon es agradable, solo espera que no quiera comérselo.

Así que el día pasa lento y a la vez rápido, en un minuto se encuentra observando el reloj y piensa que todo es eterno, pero cuando cambia de número puede pensar que ya han pasado diez minutos desgastados.

Trata de hacer su día normal; cuida que las reglas no se rompan y le lee a los pequeños que no saben hacerlo, les muestra las ilustraciones de los libros y platica incoherencia con ellos. Le gustan los niños, es por eso que puede aguantarlos más que Seokmin quien parece uno de ellos. Cuando llega la tarde toma un libro en específico que trata sobre los oscuros, no es un relato, es una enciclopedia.

Lee lo que ya sabe y pequeños datos más; los oscuros solo son hombres, no hay mujeres, y Mingyu recuerda que las feministas se quejan de ello, como si los oscuros se interesaran en escucharlas antes de comerlas.

Los oscuros pueden vivir largo tiempo, eso ya lo saben, sus características comunes son casi cultura general, todos saben que un oscuro tiene la piel gruesa, que los dientes afilados y las garras siempre estarán ahí y que la luz los mata. Cuando a un oscuro se le ilumina solo tiene un par de segundos para huir y aunque lo haga saldrá lastimado, porque el daño es inmediato, no se necesita esperar a que salga una ampolla o algo parecido, es como si les echaran acido encima.

Una vez, según Minghao, atraparon a una cría usando la luz azul y varios palos junto con una red, no pudo huir, asi que la mantuvieron ahí hasta que estuvo a punto de amanecer y la encerraron dejándola a oscuras, lo peor o quizás lo mejor es que no fueron policías o personas calificadas, fueron los propios vecinos quienes lo hicieron.

El niño era pequeño, se asemejaba a uno de dos años humano, pero igual era muy pesado. Los adultos optaron por liberarlo a plena luz del dia, abrieron la caja y lo lanzaron lejos, el oscuro ni siquiera pudo correr, tan pronto la luz lo tocó se escuchó como si se aventara un tocino al aceite. Salió humo del cuerpo, mucho humo y su piel se derretía cayéndose al suelo y evaporándose.

Los gritos del oscuro fueron desgarradores, lamentables, Minghao cuenta que él lloró a pesar de tener en ese tiempo catorce años y de saber cuánto los despreciaba su abuelo. Al final solo quedó polvo negro, como ceniza.

¿sentir pena por un oscuro? Imposible. Seokmin relata lo que una vez vio; Los oscuros lograron apagar las luces de una casa, nadie se dio cuenta porque desactivaron la alarma y se escabulleron, abrieron la puerta con facilidad y se adentraron al lugar.

Los gritos de los padres se escucharon por toda la calle, y Seokmin despertó por ello, primero fueron los adultos, despues fue un adolescente y se llevaron al pequeño como un bocadillo. Se encontraron dos cuerpos a la mañana siguiente, destrozados y uno sin piel siendo solo parte del esqueleto, porque los oscuros comen hasta los huesos.

El cuerpo del joven fue completamente devorado. Generalmente eso no ocurre, los oscuros se los llevan, los arrastran y solo dejan un camino de sangre como evidencia o no dejan nada, pero esa vez lo hicieron intencional para dar un claro mensaje a los vecinos. Seokmin se mudó a las dos semanas, su madre siempre fue cuidadosa.

Lo que él contaría seria simple; una vez se vio atrapado entre niños oscuros que querían comérselo y que estaban devorando a una señora que por alguna razón dejaron. Despues un niño llamado Vernon lo salvó.

Entonces, cuando se da cuenta ya es hora de cerrar todo. Se despiden de la gente que acude con regularidad, y por alguna razón el abuelo se quedó durante todo el dia laboral.

—Una madre y su bebé fueron atacados.— Dice el hombre con tristeza. —El niño fue encontrado grave, perdió ambas piernas, el brazo derecho y la mano izquierda... se lo comían vivo.

Un escalofrió recorre a los tres. Eso les pudo haber pasado a ellos.

Decir que el mes pasado fue peor sería una falta de respeto para la fallecida y el herido, aunque si hubo más víctimas desaparecidas.

—No piense en eso, abuelo.— Murmura Minghao sacudiendo el abrigo del mayor. —Debería acompañarlo, los faros están fallando.

Pero el señor lo ignora y sigue hablando.

—Están entrenando a esas cosas para matar, es temporada, siempre lo hacen dos años seguidos y despues se detienen seis. Esas mierdas van por camada, no tengo ni puta idea como se reproducen si no tienen mujeres.

—Quizás ponen huevos— Habla Seokmin. —mamá dice que pueden nacer como las estrellas de mar.

—Espero que pongan huevos, asi podríamos quemarlos.— El anciano habla con esperanza. —Como sea, no salgan, es una orden, si lo hacen y esas cosas no los devoran yo los matare a los tres. Esta ciudad no necesita más muertos y más de esas bestias alimentados.

Los tres asienten seguros de eso, o al menos dos de ellos.

Cuando la noche ha caído Mingyu espera sentado frente a la puerta de la biblioteca, espera a Vernon bajo la luz, esta solo y eso lo tranquiliza más que estar acompañado, no quiere tener de nuevo un encuentro con esas cosas, no quiere escucharlos ni tenerlos cerca. Ve un par de brillos verdes.

—¡Si saliste!— Vernon es como un niño normal, pero un poco mejor.

Jugar con Vernon es fácil, el niño pide cosas simples como las escondidas, y Mingyu solo debe buscarlo desde la seguridad de la luz con la linterna azul. Apunta a los autos y busca por debajo de ellos, agradece que su vista sea buena porque puede ver a Vernon de lejos esconderse en todos lados, del otro lado de la calle hay luz y el niño también se esconde ahí, en cualquier lugar donde pueda hacerlo lo hará.

—¡Te puedo ver debajo del auto gris!— Le grita riéndose de lo obvio que fue Vernon.

—¡No puedes! — Vernon se oculta mejor pero de nada sirve. Sale corriendo a la oscuridad y Mingyu no tiene tiempo de seguirlo con la linterna, es un punto para el pequeño quien rie. —¡Encuéntrame ahora!

Lo busca con la linterna y presta especial atención en cada objeto, sonríe al ver sus manos recargadas detrás de un bote de basura. Es el juego del escondite más divertido en el que ha estado, porque gana con facilidad. Cuando finaliza el pequeño se sienta a su lado, Mingyu le da una galleta que Vernon no se niega a recibir, solo quiere saber si puede comer otra cosa que no sea carne o frutas.

—¿ahora salen más que antes?— Pregunta refiriéndose a las crias de oscuros. Vernon lo mira curioso. —Ya sabes... a cazar.

—Ahora tenemos edad para salir del recinto.— Vernon no le da importancia, come la galleta con tranquilidad. —Antes no nos dejaban porque éramos muy pequeños y hace algunos años atraparon a un bebé de dos meses, lo mataron, por eso salimos juntos.

—Entonces salen a cazar.

—Tenemos que aprender algún dia. Papá se enoja porque no comemos todo los que cazamos, la mayoría solo quiere atrapar a uno y pasarse al siguiente, pero no es asi, el líder nos ha dicho; no maten lo que no se comerán. Pero la mayoría lo ignora... Yo no, no me gusta cazar, solo comer, Jeonghan me dice que esta bien hacerlo. ¡Jeonghan nunca cazó por su cuenta! El líder siempre lo hacia por él, y los demás se enojaban porque Jeonghan siempre tiene privilegios, pero si yo fuera el líder y mi hermano estuviera conmigo yo cazaría por él, siempre... Aunque si mi hermano quiere ser líder habría problemas...

Mingyu se pierde en la conversación, anota en su mente cada palabra que dice el pequeño para no perder detalle y poder investigarlo despues con más calma.

—...Jeonghan es el hermano del líder. —Explica Vernon porque Mingyu ha preguntado. —Y en la camada ante pasada tuvieron un bebé, pero al bebé le pasó algo malo, y murió. No me contaron como pasó.

—¿Cómo pueden tener hijos?

Mingyu se pregunta cómo es que pueden tener bebés si todos son hombres. Vernon se encoge en hombros.

—No me lo han dicho, creo que lo sabré cuando venga otra camada.

Si se reproducen en conjunto eso significaba que los Oscuros serian hermafroditas, porque de lo contrario no habría otra explicación. Mingyu decidió quedarse callado y escuchar los relatos que Vernon le tenía para contar.

La noche pasó rápida, cuando Mingyu miró al cielo este ya n era completamente negro, la luz del sol comenzaba a asomarse y Vernon tuvo que irse asegurando que volvería otra noche, a Mingyu no le molestó escucharlo, si el pequeño regresaría él no lo detendría. Vernon era adorable.

No pudo dormir por lo que trabajar fue difícil. 

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