Capítulo 7
El jueves tengo que correr un par de kilómetros extras para sacarme la ansiedad del cuerpo. Ella tiene que darme hoy la respuesta que quiero oír, si o si.
Tomo una ducha fría antes de prepararme para mí usual jornada laboral. Reuniones, contratos y supervisión de personal es lo primero en mi lista, o lo era.
— ¿Señor Grey? — Andrea golpea la puerta de mi oficina — Llegó ésto para usted.
Deja en mis manos el sobre amarillo y le hago una seña para que me deje solo. Si es lo que imagino que es, necesito estudiarlo con cuidado.
“Anastasia Rose Steele...”
Comienzo a leer el informe de Welch, saltando las partes que ya me había mencionado cuando hablamos por teléfono.
Mi vista recorre el número telefónico impreso en la hoja de información básica y me apresuro a anotarlo en mi teléfono móvil. Luego algo más capta mi atención:
“Préstamo compartido con Henry Winters. Número de préstamo 019736268 en el Banco Central de Washington, total del préstamo autorizado: $360 mil dólares.
Vuelvo a leer el párrafo anterior con cuidado. Welch mencionó a un ex novio que la había estafado, pero ver el nombre impreso en la hoja hace que quiera destripar al maldito imbécil.
“Intereses a la fecha: $60 mil dólares... Total de la deuda al corte: $420 mil dólares”.
— Chica lista, ahora ya sé a dónde irá a parar mi dinero.
Satisfecho con la información que he obtenido, puedo volver a mis actividades pendientes y está noche obtendré la respuesta a mi propuesta.
No quiero parecer ansioso, así que espero hasta casi las 10 para aparecer en el bar de Ana. No vine a platicar con el cantinero, así que permanezco junto a la puerta esperando que ella se percate de mi presencia.
Minutos después sus ojos azules se fijan en mi y una pequeña sonrisa se estira en sus labios. Es solo cuando ha terminado la canción, que me hace una seña para que la siga detrás del escenario, hasta un pequeño cuarto que funciona como bodega para licores.
— Qué gusto verlo está noche, señor Grey — Ella se ríe.
— Sabe a lo que vine, señorita Steele, no me haga perder más mi tiempo.
La enfrento en el pequeño cuarto. Si ella piensa que está en control de la situación se equivoca. Yo digo lo que se hace con ella y con todo lo demás.
— Luce desesperado, ¿Ya bebió un trago? — Señala con la cabeza hacia afuera — La casa invita.
— Solo dígame si va a aceptar el trato o no, así puedo seguir con mis planes.
Y quiero decirle que sé lo de su ex novio, pero no creo que sirva para presionarla. Esto tiene que salir de ella misma, como lo marcan los principios básicos de la comunidad BDSM.
— Bien. Lleve el dinero mañana en la tarde a mi departamento y la dirección del lugar en el que debo presentarme.
Exhalo aliviado, pero mantengo una expresión molesta para que no lo note.
— Iré por ti, Ana.
— No — Apoya las manos en su cadera — ¿Piensa que no voy a cumplir con mi parte? He dicho que me diga a dónde ir y yo sola llegaré.
— Bien, enviaré el dinero mañana a medio día y la esperaré a las 7 de la tarde. Sea puntual.
Me giro para salir de ese estrecho y mal iluminado lugar, pero tengo una última advertencia qué hacer.
— Dígale a su amigo José que no estará disponible los próximos dos días.
— Lo sé.
Gruñe molesta. Salgo de ahí sin mirar atrás, con una gran lista de pendientes por hacer, incluida la parte en que retiro 500 mil dólares en efectivo.
Conduzco hasta Escala y subo en el ascensor hasta mi ático. Le envío un texto a Taylor para que él y la señora Jones esperen en la sala para darles instrucciones.
— Señor Grey — Gail me saluda.
— Necesito que prepare una habitación de invitados del segundo piso para mañana — Le digo y ella asiente — También cierre con llave la habitación de Camille, ella no viene este fin de semana.
— Por supuesto, Señor Grey.
La señora Jones sale de la sala hacia el pasillo de servicio, cuando la he perdido de vista, me dirijo ahora a Taylor.
— Mañana irás al banco a retirar de mi cuenta personal $500 mil dólares, todo en efectivo y lo llevarás a un departamento al sur.
No voy a confiar en ella, dejaré que Taylor la siga para asegurarse que está cumpliendo su parte del trato. La otra situación que tengo que resolver involucra a Camille.
No quiero renunciar a ella, pero no quiero que Ana la vea o que sepa de su existencia. Cuando mi capricho por la señorita Steele haya sido saciado, volveré a mi rutina con mi sumisa.
A la mañana siguiente, después de llamar al gerente del banco y entregarle la dirección a Taylor, me dedico a la firma de contratos. Le dije a Andrea que cancelara mi agenda por la tarde, así puedo dedicarme a mi nueva visitante.
— Oh, si. Camille — Gruño cuando salgo de la oficina para ir al ascensor.
*No estaré disponible, no te presentes en mi casa*.
Envío en un texto satisfecho porque no tengo que justificarme ni darle razones. De cualquier forma, Taylor vigilará la entrada para que Ana no escape antes de tiempo.
Me aseguro que en mi cuarto de juegos todo esté listo, la habitación para Ana y nada de Camille que pueda delatar su presencia.
A las 7 con 5 minutos, el ascensor timbra y la señorita Steele sale con una pequeña mochila. Repasa la sala y el vestíbulo con un silbido de sorpresa.
— ¿Te gusta? — el sonido de mi voz la sobresalta.
Se gira para mirarme y me encuentra recargado en la encimera con un vaso de mi costoso whisky en la mano. Nada como la mierda dulce que sirve su amigo José en ese asqueroso bar.
— Es un lugar muy bonito — Agita su dedo en el aire — Hice el negocio de mi vida.
Una sonrisa divertida se estira en sus labios. Termino mi trago para reunirme con ella en la sala.
— Espero que hayas gastado mi dinero sabiamente, porque ha llegado la hora de pagar.
— Y estoy lista, ¿Cuál es tu habitación?
— Oh, no vamos a mi habitación, señorita Steele. Déjame mostrarte mi habitación favorita.
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