Capítulo 31
— Su café, señor Grey.
Andrea deja el vaso sobre el escritorio y le hago una seña para que se aleje, necesito estar solo para poder pensar. ¿A dónde debería llevarla a cenar?
— Agh, ¿Cuál es el jodido punto de tenerla recluida y aislada si ella quiere pasearse por todo el puto Seattle?
— Tendría que negarse a eso, señor.
Giro en mi silla para mirar a Jason, sentado frente al escritorio con su propia taza de café.
— ¿Cómo dices que se llama el nuevo agente de Welch?
— Susan Prescott.
— Bien, no quiero el mismo jodido error que con Sawyer. Llámala cada hora y más la vale no apartarse ni un segundo de esa puerta.
— Sobre la cena, señor — Taylor insiste — ¿Tiene algún lugar en mente?
— Dos, en realidad. Mi restaurante, a dónde ya fuimos a cenar una vez o algún lugar en Portland donde nadie me conozca.
Si tan solo tuviera aún el maldito helicóptero sería un vuelo corto de 25 minutos, de otra forma Taylor tendría que conducir hasta allá. Y ni siquiera puedo asegurar que valga la pena.
— Tendrá que ser en el Mile, te necesito monitoreando las cámaras — Jason asiente — Llama a Prescott, necesito hablar con Ana.
Toma su teléfono móvil y teclea rápidamente el nombre antes de extenderlo hacia mi. Como es de esperarse, la mujer contesta al primer timbre.
— Prescott — Dice con voz firme.
— Soy el Señor Grey, comunícame con la chica.
— Enseguida, Señor.
Espero en la linea mientras ella abre la puerta. No escucho que la llame, pero Ana toma el aparato con un gruñido de fastidio que reconozco.
— ¿Qué?
— Esa no es forma de contestar cuando te llamo — Le gruño — Iremos a cenar esta noche, ¿Estás lista?
— No.
— ¿Y por qué mierdas no estás lista? ¿Quieres que también te vista?
— No tengo un vestido qué usar, porque será en un lugar elegante, ¿Cierto?
— Tienes ropa en el clóset de la habitación, elige un puto vestido.
— Si, si... Ya los vi y no me gustan. Quiero uno nuevo.
Maldita chiquilla.
— Haré que te envíen algunos vestidos a la casa para que elijas.
— No — Se ríe — Quiero salir a comprar un vestido como las chicas normales.
Aparto el teléfono un momento de mi oreja para confirmar que estoy hablando con Ana y no con la arpía de Mía. ¿Dónde quedó lo de "no me interesa tu dinero"?
— Sin vestido no hay cena, y sin cena no hay sexo. Tú eliges.
Mierda. Ahora estoy furioso porque ella parece ahora una jodida niña berrinchuda pulsando todos mis botones hasta que me canse. ¿Quiere jugar? Juguemos.
— Bien. Mi gente te llevará por el vestido y más te vale que obedezcas al pie de la letra sus instrucciones. Te espero a las 8 en punto en el restaurante.
Le paso el teléfono a Jason para que gire instrucciones a Prescott, aunque puedo ver en su semblante que nada de esto le parece correcto.
— Llévala a Neiman Marcus, que compre lo que sea malditamente necesario pero la quiero a tiempo en el Mile. Yo iré a Escala a alistarme.
No le queda más remedio que asentir y se levanta para salir de mi oficina. Será una tarea exprés de tres horas.
— No la pierdas de vista, viejo. No quiero tener que arrastrar tu culo hasta la oficina de Welch como mercancía defectuosa.
Bajo la vista a los documentos en mis manos sin esperar por su respuesta. No tengo tiempo para lidiar con las fallas de los demás cuando tengo tantas cosas en mente, y nadie de confianza que me ayude.
A las 6 con 19 salgo de mi oficina para ir a alistarme. Gail tiene preparado mi traje negro favorito tan pronto como salgo de la ducha.
— ¿Señor Grey? — Gail está de pié en la sala cuando salgo — Jason dijo que usted me daría algunas instrucciones.
— Oh, si — Asiento recordándolo — Camille no volverá, saca todas sus cosas y limpia el cuarto de juegos... No lo usaré hasta nuevo aviso.
— Claro, señor — La escucho mientras voy al ascensor.
Bajo al garaje para tomar de nuevo el R8 para ir al restaurante a comenzar esa actuación de mierda, ¿Una cita con Ana? Será mejor que valga la pena.
Espero en el vestíbulo de la torre a qué Jason aparezca con Ana y Prescott. Pedí al gerente que reduzca la cantidad de comensales, dejando solo a los que tienen reservación previa.
— Señor Grey — La voz rasposa de Jason me saca de mis pensamientos.
Se hace a un lado para que yo pueda ver a Ana detrás de él, seguida muy de cerca por Prescott. Entramos todos al ascensor en un extraño silencio.
— ¿Y bien? — Gira para mirarme — ¿Cómo me veo?
— Bien — Hago una mueca por el pesado abrigo negro que lleva — Espero que el berrinche valiera la pena.
Salimos del ascensor y el gerente ya nos está esperando en la puerta. Una chica se acerca a tomar el abrigo de Ana y ella lo desliza de sus hombros con la mirada azul clavada en mi.
— Mierda... — Mi vista desciende por su escote abierto — ¿Pero qué...?
— Si te gusta, ¿verdad? — Cruza los brazos sobre su pecho, haciendo que sus senos se vean más grandes — La vendedora dijo que te iba a dejar con la boca abierta.
¿Y cómo no estarlo? Lo único que cubre su pecho son las dos jodidas tiras negras se atan por detrás de su cuello, dejando un escote profundo y sus hombros al descubierto. La tela se ciñe en su cintura y cae de su cadera con suavidad.
Vuelvo a pasar saliva con dificultad. ¿Cómo jodidos Jason la dejó salir así de la maldita casa? ¿Por qué mierdas Caroline le dejó comprar ese vestido?
Antes de que pueda protestar, observo la delicada cadena que cuelga de su cuello. El collar de consideración que compré para ella en esa joyería de Cartier. La diminuta piedra azul es del mismo tono que sus ojos.
— Llevas el collar — Carraspeo al fin, encontrando mi voz.
— Es un regalo muy bonito, jamás había tenido algo tan lindo.
Su dedo índice acaricia la cadena y sonrío, porque al fin ella está acercándose a lo que quiero.
~ • ~
¡Holis!
Probablemente suba otro cap de está historia más tarde, para aprovechar la inspiración de los lunes 🤭🤭🤭
¡No me olvido de las otras historias!
¡Besitos! 😘
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