Capítulo 30
No entres en pánico.
Contengo la respiración por un momento mientras planeo cómo escapar de esta situación. Si le digo lo que pienso sobre el amor, no conseguiré ponerla de humor para una cogida.
— Estás pálido — Se ríe — Y eres tonto, no dije que quería enamorarme de ti. No necesito un doctorado para darme cuenta que eres un hombre con serios problemas de compromiso.
Se aparta de mi para acostarse sobre su espalda, mirando al techo y una sonrisa de burla en su cara. Intento sonreír para aligerar el ambiente, pero termino haciendo una extraña mueca.
Yo solo quiero sexo y ahora estoy más confundido. No quiere enamorarse de mi, pero quiere conocerme, lo que significa que... ¿Qué mierdas significa eso?
— ¿Por qué no quieres enamorarte de mi? — Pregunto curioso.
— Porque eres un mujeriego, eres controlador y posesivo. Ni siquiera te imagino siendo padre alguna vez.
— ¿Y esperas por un chico bueno? ¿Alguien con madera para cambiar pañales de mierda?
Se ríe.
— No. Ya fui engañada por un chico bueno, aunque eso no lo hace tan bueno después de todo. Creo que simplemente quiero a alguien que me ame y me demuestre que soy lo más importante en su vida, todos los días.
Es mi turno de reír.
— ¿No es eso lo que todas las mujeres quieren? — Me burlo — Pero les atrae el peligro y el misterio de un hijo de puta como yo.
— No digas eso, tu madre suena como una persona decente — Golpea juguetonamente mi brazo.
Bueno, técnicamente si soy hijo de una puta. Pero ella se refiere a Grace, claro.
— ¿Entonces? — Giro hacia ella y me inclino sobre su pecho — ¿Ya puedo cogerte?
Dejo un beso entre sus senos, justo en el lugar en el que ese pequeño lunar se ubica. Ella levanta los brazos y por un momento creo que va a apartarme, pero los estira por detrás de su cabeza.
— Shh.
Me calla, así que beso sus pezones antes de subir hasta su cuello para lamerlo. Apenas lo hago, su piel se eriza y un gemido bajo se escapa de su garganta. Por fin es mía.
Después de su cuello, hago un camino de besos hacia abajo por entre sus senos hasta su abdomen. Su piel es cálida y suave, justo como la recordaba y me apresuro a deshacerme de los pantalones.
— Christian...
Gime y me detengo para mirarla, no intenta detenerme, por el contrario ella se arquea para acercar su cadera a mi boca mientras sigo bajando. Sus muslos se abren frente a mi y sonrío satisfecho por haber logrado mi propósito.
Mi atención se vuelve hacia ella y el pequeño botón sensible que me abrirá las puertas al cielo. Un beso suave para que se relaje antes de aumentar la intensidad usando mi lengua.
No quiero parecer ansioso, pero lo que más deseo es poner mi miembro dentro de ella y escucharla gemir. Su forma tan natural y ruidosa de ser en el sexo es lo que me tiene cautivado.
No tiene que fingir, no quiere impresionarme, solo sigue los impulsos de su cuerpo.
Puedo sentir la humedad de su excitación y es entonces que vuelvo a hacer un camino de besos de vuelta hasta su cuello, añadiendo algo de succión para dejar mis marcas sobre su piel pálida.
Sus manos aún están sobre su cabeza, así que me meto entre sus piernas y bajo el boxer para que no me estorbe. Me concentro de nuevo en mordisquear su cuello al tiempo que estiro la mano a la mesita para tomar uno de los condones que traje de mi sala de juegos.
— ¿Te gusta? — Jadeo en su oído.
— Ah, si, me gusta — Dice con los ojos cerrados con fuerza.
— Eres mía de nuevo, y te va a gustar tanto que me rogarás por más.
— Si, Christian... — Susurra.
Deslizado el preservativo en su lugar, me empujo dentro de su cuerpo con un movimiento rápido. Cuando estoy adentro, me detengo para mirar sus labios entreabiertos y sus pezones erectos.
— Vamos — Me gruñe y rodea mi cintura con sus piernas para empujarme — Muévete, Señor Grey.
— Eres muy impaciente — Sonrío — ¿Ya ves que no sirve de nada que te resistas? Nadie podrá hacerte sentir lo que yo, ni siquiera el jodido Sawyer.
Apenas digo su nombre, Ana abre los ojos para mirarme con el ceño fruncido. ¿Piensa que voy a olvidarlo así de fácil?
— Nadie toca lo que es mío — Jadeo aumentando el ritmo de las embestidas — Y tú eres mía.
La furia me quema el pecho pero rápidamente cambia a pánico cuando ella baja sus brazos hasta mis hombros. Los recorre con sus dedos finos hasta aferrarse a mis brazos apoyados en su costado.
— Seré tuya el tiempo que yo lo decida — Dice con la respiración agitada — Luego tendrás que dejarme ir.
¿No lo ha entendido? ¡Yo digo cuando se termina! Sus palabras solo provocan que acelere mis movimientos, llevándonos a ambos con rapidez al clímax.
Me apoyo sobre su cuerpo para seguir embistiendo, pero mis dientes muerden la piel de su cuello con fuerza. Si, quiero una jodida gran marca que le recuerde cada maldito día que puedo hacer lo que desee con ella.
Sus manos se tensan sobre mis biceps y gime arqueando la espalda por el orgasmo. Esa es mi señal para aumentar la fuerza y conseguir el mío, aunque tenga que venirme en el puto condón.
— Mañana verás a la doctora para que tengas un método anticonceptivo— Me dejo caer a su lado — Odio los jodidos condones.
— ¿Perdona? — Pregunta con la respiración aún agitada.
— No quiero el puto condón entre nosotros la próxima vez que te coja.
— ¿La próxima vez? — Se endereza sobre sus codos para mirarme — ¿No entendiste nada de lo que dije?
— ¿Entender qué? — Gruño.
— ¡No habrá una próxima vez a menos que te lo ganes!
¿Qué mierdas dijo?
Se envuelve en el edredón y se levanta de la cama para enfrentarme.
— No soy tu maldita esclava sexual para que me des órdenes — Me señala — Olvida lo que dije sobre no querer las citas y las flores, ¡Lo quiero todo!
La miro confundido mientras ella se mete al baño y cierra la puerta, furiosa. Incluso entonces sigue gritando.
— ¡Y mañana vas a llevarme a cenar!
Mierda.
~ • ~
Ésta soy yo:
Viéndolas a ustedes... Perversas Oscuras, cómo no dejan comentarios en las escenas intensas 😏😏😏
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