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Capítulo 25

Estúpida Camille.

— Te equivocas, Elena — Aseguro con voz firme para detener su maldito parloteo — ¿Replantear la relación?

— Por supuesto, cariño. Supe desde el primer momento que Camille sería la indicada para ti y ahora lo confirmo. Ella está tan emocionada que llamó a mi hermano para decirle que pronto te llevará a conocerlos...

Muy, muy estúpida Camille.

— Aún no sé de qué hablas.

— Del collar de propiedad, ¿El tercer nivel? Ella dijo que te lo pidió...

— Y dije que no, recuerdo cada jodida palabra.

— ¡Pero Christian! ¿Entonces por qué la llevaste a casa de tus padres?

Esa es una buena maldita pregunta.

Pero no puedo decir que por culpa de la pequeña estafadora y de la indiscreción de Johnson. Un momento, ¿Camille piensa ahora que tenemos una relación?

— Sabes cómo es Grace, sigue presionándome con el asunto de ser demasiado solitario.

— ¿Y no te parece que la mejor opción es mi querida Camille? Es hermosa, tiene clase, además de una perfecta sumisa que ha estado contigo por dos años.

— No voy a joderme a mi mismo metiéndome en una relación. Lo sabes, solo me interesa lo físico.

— A ella también, y será una bella esposa. Piénsalo, Christian. Entiendo que tengas miedo de ponerte serio pero estoy convencida de que mi sobrina es perfecta para ti.

— Lo dudo... — Balbuceo bajito para mí mismo.

Elena sigue hablando de Camille y lo único en lo que puedo pensar es en lo que estará haciendo la chica del otro lado del pasillo. ¿Por qué no puedo sacarla de mi cabeza? ¿Es el hecho de que tiene un carácter difícil de domar?

Si, seguro es eso. Es una completa novedad para mí porque las mujeres suelen caer en mi encanto con solo verme. Es solo una cara bonita, me recuerdo.

Cuelgo la llamada de Elena sin pensarlo, necesito sacar a Camille de mi mente hasta que pueda azotarla por ser una maldita boca floja. Reviso la hora en el móvil antes de llamar a Taylor.

— Señor Grey — Contesta de inmediato.

— ¿Camille sigue en Escala?

— No señor, se fue hace rato.

— Bien. Trae la cena para Ana y para mí, me encargaré de Camille después.

Mierda.

Estoy tan molesto que perdí completamente el apetito, así que me visto para bajar al estudio de esta casa por un buen vaso de whisky. Cuando Taylor por fin aparece, le pido que lleve la cena a la habitación de Ana.

— ¿Qué se supone que haga para acelerar las cosas con Ana? Estoy perdiendo la jodida paciencia y la estúpida Camille no hace más que complicar las cosas — Gruño dando vueltas en la silla — Si Ana fuera una chica interesada yo podría obtener lo que quiero al instante y sin tener que usar cursilerías de mierda.

Sigo girando en la silla cuando una voz baja me llama.

— ¿Christian? — La puerta de madera es golpeada con suavidad — ¿Estás ahí?

Giro hacia la puerta para mirarla, lleva su camisón de seda gris y el imbécil de Taylor detrás de ella.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

— Tu monigote dice que no piensas cenar y creí... Que podrías hacerme compañía en el comedor.

— ¿No prefieres cenar en tu habitación?

— Claro que no, llevo todo el día ahí encerrada. Podrías por una vez hacer el esfuerzo y sentarte conmigo a la mesa como si yo no fuera alguna clase de rehen.

— No tengo apetito.

— ¡Pues yo sí! Y quiero tener una cena decente, así que ven ahora mismo.

Y sale de la habitación dando un portazo.

— ¿Pero qué...? ¡Ana! ¡Ana!

Me levanto de la silla para ir tras ella, sin poder evitar la sonrisa en mi rostro. Si, definitivamente amo que me desafíe porque eso significa que puedo castigarla de la manera que más me gusta.

La encuentro en la cabecera del comedor, tomando los contenedores para vaciarlos en platos mientras Jason trae los cubiertos y las copas. ¿En qué momento el viejo se convirtió en su aliado?

Señala la silla frente a ella con el ceño fruncido y por un breve instante deseo lanzarla sobre la mesa para corroborar que no lleva bragas y tomarla duro por gritarme.

Quiero que chille, que grite mi nombre y no pueda dejar de gemir mientras la penetro. Quiero saber que disfruta del sexo tanto como yo.

— Deja de mirarme de una vez y siéntate — Me reclama.

— Te has vuelto muy exigente — Gruño molesto, sentándome en el otro extremo.

— Bueno, eso pasa cuando te ves obligada a pasar todo el día sin poder hablar con nadie. Tengo mucho que decir y tú tienes mucho qué escuchar.

— Mierda, por eso no tengo novias...  O visito a mi madre.

— Pues lo siento mucho — Sonríe con burla — Porque quiero tener una conversación contigo. Dijiste que querías conocerme, así que comienza. Tú hablas, yo hablo.

— ¿De qué?

— De lo que sea... de ti, de tu trabajo, lo te apasione y aclaro — Me señala con el tenedor — Mantengamos la parte sexual fuera de está conversación.

— ¿Por qué? El sexo es lo que más me causa placer y lo que me apasiona.

— Pero debe haber más cosas que te interesan aparte del sexo.

Pequeña curiosa.

— Antes disfrutaba volar en mi helicóptero, o navegar en mi catamarán.

— ¿Antes? ¿Por qué ya no lo haces?

— Porque me recuerdan la vida solitaria que llevo. No es que me queje, valoro enormemente la sensación de tener mi propio espacio, pero si muero en un accidente aéreo, ¿Quién lloraría por mi?

— ¿Tu familia? — Pregunta con incredulidad.

— Seguramente, pero nadie más que me estime por quién soy sino por cuánto valgo.

— ¿No tienes amigos?

— No.

— ¿Ni uno? — Insiste y no tengo que pensarlo demasiado.

— No.

— ¿Una ex novia?

— No tengo relaciones sentimentales de ningún tipo. Incluso mi empresa está diseñada para funcionar sin mi.

— Eso es triste — Muerde un bocado de su ensalada — Nadie que te extrañe, justo como a mí.

Susurra la último antes de tomar un gran sorbo de vino. Tiene razón, es huérfana y está tan sola como yo, aunque aún tengo a los Grey. ¿Por qué ella no tiene una alma oscura?

— Mi papá solía decir que solo el amor importa — Esboza una sonrisa triste — Por supuesto, antes de que muriera y me dejara sola en el mundo.

— ¿Por eso te importa tanto el amor?

— No, señor Grey. El amor es efímero, igual que el dinero sucio — Dice mirándome fijamente — Lo único que me interesa son las acciones de las personas, eso es lo que demuestra si son dignas o no de confianza.

Sé que hay una amenaza implícita en sus palabras, porque me resultan incómodas de digerir. ¿Confianza? ¿Quiere que confíe en ella? Una mierda si lo hago.

Christian Grey no confía en nadie...

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