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[1]| Dudas

ADVERTENCIA


Esta historia originalmente fue subida en mi anterior cuenta secundaria que ahora se encuentra inactiva, decidí subirla aquí porque es mi cuenta principal y oficial, aun así, tomé esta decisión porque me resulta importante mantener un orden a la hora de crear mis historias. Es mi primera historia que cree en Wattpad y qué por ello guardo un especial cariño, por eso mismo, tendré que ser sincera con ustedes respecto de lo que contiene:

Tiene escenas +18, escenas muy explicitas y se recomienda discreción (va dirigido solo para lectores mayores de edad) sin embargo, sé que no harás caso a esto por ello es mejor ocultes bien esta historia en tu celular lol.

Holiis, aquí kami, he estado pasando momentos difíciles ya que estuve enferma estos días, pero como siempre me vuelto cada vez más inspirada a reescribir esta obra, una idea propia que siempre he querido probar. Soy muy amante del misterio y suspenso por ello ten presente que quiero experimentar con este libro escenas muy fuertes e intensas con los personajes y no tendré limites aquí ni en mis otras historias. Espero que reciban bastante bien esta creación y que más que todo ¡la disfruten! si no te gusta una acción de un personaje es normal, solo pido que no creen discusiones o le tiren hate a la historia por eso. Las actualizaciones van a ser constantes, eso no significa que deje mis otras historias de lado. Espero les guste el libro tanto como a mí me gusto escribirlo❤️

Con love, kami.

¡Bienvenidos al mundo oscuro!

Ellos te están esperando

{1}

ﮩ٨ـﮩﮩ٨ـ♡ﮩ٨ـﮩﮩ٨ـ

Muy a su pesar, aquella chica de cabello negro arrasaba consigo un maquillaje de lo más extravagante y consigo, una vestimenta muy- si se lo pudiera llamar- provocadora. Ella era la reina del erotismo haciendo que genuinamente cause un profundo placer en los chicos, era la causante de sus pensamientos.

Mentiría si no dijese que su mejor amigo Nate había tenido pensamientos eróticos con ella, porque, de todas formas, esa chica extravagante con cara angelical arrastrando consigo pensamientos sucios y guardándose los más grandes secretos de la persona más perversa y sangrienta que alguna vez conoció y decidió olvidar, era yo.

Lo que tenía con Nate no se consideraba amistad, tampoco nos considerábamos novios, tampoco nos considerábamos personas desconocidas, lo que tenía con mi mejor amigo rompía las barreras de la amistad porque aquella palabra no cabía en mi cabeza y tampoco existía para mí, si bien era cierto, aquel sujeto y yo nos definíamos como amigos que tenían relaciones sexuales sin compromiso. ¿Para que necesitaba un novio, si podía disfrutar lo que era verdaderamente el placer?

Al principio de nuestra ingenua amistad, consistía en ser unos críos- porque en ese entonces lo éramos - a los dieciséis años de edad nos considerábamos hermanos y aunque no lo fuésemos, lo común de ser solo amigos sobrepaso todas las barreras cuando apareció la tensión y atracción sexual entre ambos, nunca hubiese imaginado tener ese tipo de relación, tampoco rogué para que eso pasase, solo surgió.

No sabía si en realidad me estuviese enamorando de aquel chico, aunque eso nunca sucedería porque nuestra relación era fruto del erotismo; un erotismo que por más que el quisiera tener algo más que una amistad, nunca se daría.

Aparte de Nate, conocí a otro chico mucho más importante que mi mejor amigo. Si bien era cierto había aprendido a desconfiar de la gente y el causante de eso había sido aquel chico de cabello negro que conocí hace ocho años qué por culpa de mi curiosidad, había descubierto algo sangriento, sus más oscuros secretos que no solo eran suyos, sino también de la humanidad, de una humanidad que era de otro mundo, humanos que fingían ser humanos, pero en realidad no lo eran.

Era la razón por que desconfiaba de la gente.

Me encontraba como siempre dando frutos nuevamente al erotismo y dándole la misma índole a la sexualidad, aquel joven sinónimo de ser mi mejor amigo, se encontraba con la mirada excitada y los ojos brillosos, dándome un aire pícaro, pues era verdad que me encontraba bailándole al compás de la música dejando que genuinamente las caderas se me movieran sensualmente. Haciendo que su mirada se deslizara hacia abajo, admirando mi cuerpo. Su cabello despeinado brindaba aire a la acción, dándole igualdad a las miradas traviesas que brindaban junto a la canción, expandiendo melodías, melodías sexuales.

—¿Por qué estas vestida tan ...—lo oí hablar en apenas un mormullo, oyendo como si se voz se le fuese, con ello, ahogando una maldición. Aquella cuestión tenía un aire travieso. Entonces formule una acción que lo dejo completamente descolocado, no obstante, con aire de superioridad comencé a replantearme si esto es lo que yo quería, porque era yo la que tenía el control sentándome encima de él, sobre su regazo. Mis manos atadas con las suyas.

Cada poro de mi gritaba que sí, gritaba y rogaba que lo hiciese, pero a la vez él nunca conseguiría despertar mi máxima excitación, como si ya no quedara otra opción producto de la presión en aquella situación, mis manos agarraron su rostro ferozmente, uniendo y entrelazando nuestros labios. Me agarro de la cintura apretándome y sintiéndolo duro, paso su mano por mi cabello atrayéndome hacia él, su lengua rozo con la mía, haciendo intromisión a mi cavidad bucal.

Era un beso sucio y descontrolado, juraba que aquel besaba bien, muy bien, pero a su vez, no lograba despertar nada en mí, absolutamente nada.

Se confió e incito en un solo gemido ahogado, su lenguaje corporal me gritaba que estaba desafiándome, volvió a besarme con ferocidad, sin embargo, todo eso me comenzaba a ahogar; porque no sabía si lo hacía de cólera o con desesperación.

Y entonces como si me hubiese venido un recuerdo, aquel rostro del pelinegro dueño de mis constantes pensamientos atrayendo consigo lo perverso y sangriento de su mundo peculiar, se hizo imprevisto, en plena acción, recordé hace años como me había cambiado la vida porque él no era humano, era sangriento y su naturaleza era afirmada y consumida por el dolor.

Entre besos me aparte del rubio, solo suspire y observé lo que tenía delante de mí, no era aquel chico que había conocido, no era el chico que me gustaba, no era el pelinegro que me habia arrastrado a su mundo perverso, no era Jack.

Nate a su vez, hizo una mueca fruncida.

Al retirarlo de mí y pararme, sentí por fin la liberación de mis pensamientos presos dándole confusión al estado, el parecía bastante extrañado y como si el mundo se me viniera entre mis ruinas y pensamientos colisionándose entre sí, no aceptaba que aquel chico desde mucho que había conocido ya no estuviera entre mi vida, porque no sabía si estaba muerto o quizá vivo.

—Lo siento, no puedo hacer esto— y como si mis palabras fluyeran al compás del viento, me dejé llevar, sentí una carga liberarme. Me sorprendió y por primera vez me sentí bien después de ocho años. Hice un gesto alejándome, un gesto que no le gusto.

Y como si hace muchos años atrás el destino hubiese querido encontrarme con aquel joven sanguinario dueño de mis pensamientos aferrados, me había dado cuenta de que, por primera vez, me encontraba en la oscuridad, una oscuridad que nunca podía salir y dejarme fluir porque esa oscuridad me tenía presa, sabía que si Jack, aquel sujeto perverso estaba vivo o muerto, él lo estaba disfrutando, disfrutando viéndome aferrada a él. Disfrutando estando en su oscuridad presa y causante de su persona, entonces como si ya no tuviera escapatoria, sentí una aguja en el corazón cuando recordé esa frase que una vez él dijo:

"Blutliebe und Versagen"

"Amor de sangre y fracaso"

La desesperación en ese momento, lo sentía como un sabor desagradable e indescriptible, causante de que no aceptara el hecho de sentir presión por aquel chico que dejo marca hacía muchos años atrás. Aunque quise olvidar su persona, la intriga no me dejaba respirar y pensar en él, en cierta parte, me enfurecía conmigo misma a no poder más.

En cuanto salí de mi hogar- si eso se pudiese llamar-porque en sí era verdad que, no pasaba mi mayor tiempo en mi casa. Al salir de ahí, dejando a mi mejor amigo con la respiración agitada, mi mente quiso huir de la última frase que abarco mis pensamientos, esa frase hizo que mi mente le diera un lado de inclinación hacia su significado, porque no era un hecho que esa frase salía de los suaves labios de Jack.

El aire me recibió, hacia bastante frio en el pueblo, tanto que lo supe en cuanto mi piel se erizó, cabía resaltar que todo esto me parecía aburrido, al menos.

En mi vida no se encontraba otra opción de quizá reiniciar todo, con diecisiete años tenia una vida poco tranquila, porque, lo que faltaba era mi falta de imaginación para hacer pinturas y cuadros con significado importante, eso era el arte. Aunque era magnifico crear y decorar para luego lucirlo ante el público, se me había la acabado falta de imaginación. Necesitaba una ayuda urgente y de tan solo pensarlo, me causaba una ansiedad al no hacer lo que me gustaba.

Sabía de mi comportamiento y pensamientos, sabía que mentalmente estaba mal, no estaba loca, claro que no. Necesitaba ayuda para olvidar mi pasado, por que aquello se manifestaba en mis acciones, en tan solo recordar aquel joven mi piel se erizaba arrasando la furia, y me refugiaba en la idea tener relaciones sexuales con varios chicos solo por despacho. O quizá utilizando a chicos para olvidarme de Jack.

Y como si fuera una persona borrosa necesitando arreglo, tome la decisión de buscar ayuda, ayuda de un psicólogo.

El desconcierto ante esa acción, el hecho de desear el arreglo en mi manera de ser me causaba cierto pudor y nervios. Porque al igual que mi arreglo mentalmente, una nunca sabe con gran cierta certeza lo que puede pasar. Contemplé el hecho de que, era cansado y molesto pedir ayuda psicológicamente, me causaba remordimiento tener que contarle mis cosas personales a una persona que no conocía, pero lo necesitaba con urgencia.

Únicamente, en cuanto me detuve en aquel lugar que poseía colores blancos y azules, sabía que estaba en el lugar correcto. Aquella sensación de mirar detenidamente el consultorio me hizo sentir extraña, y por alguna razón despertaba un interés difuso al saber que; estaba en un lugar necesitando ayuda psicológicamente, me hizo sentir el destello de salir de esa oscuridad, pero a la misma vez sentí como si fuera un juguete en arreglo sabiendo que estaba mal, mal de verdad. Eso causaba algo de ... inquietud.

Tenía sed, muchísima sed, aunque a su verdad sabía que era por los nervios que por consecuencia de sí misma naturalmente, en cuento mis nudillos tocaron aquella puerta algo en mi hablo como si ya no había escapatoria, mis manos sudaban, volcando toda mi energía positiva, ahí estaba, necesitando ayuda de un extrañó y contándole mis cosas intimas, que, para mí, tendría que involucrarse aquel sujeto perverso entre mis pensamientos inusitados, Jack.

En cuanto mi ojos y pies pisaron aquel consultorio médico, el psicólogo estaba en su escritorio mirando unos papeles y en cuanto sus ojos subieron en mi dirección, no pude evitar morderme el labio de una forma nerviosa, porque, era un hecho que el hombre tenía la mirada penetrante, causante de hacer estallar a cualquiera otra persona. En aquella mirada se podía divisar la profundidad de sus ojos y que particularmente, era causante de mis nervios. Estaba con el cabello ligeramente despeinado, arrugo el entrecejo y me siguió observando detenidamente. Entonces, consiguió tomar un sorbo de su café, aun mirándome.

Contemplando el hecho de que parecía bastante recatado e inteligente, no tuve opción de desviar mi mirada hacia otro lado. Pero al instante, el pareció darse cuenta, por qué entonces oí su voz suave y profunda. De su garganta salió unas cuantas palabras, devolviéndome la mirada. Como si su voz hubiera despertado en mi un calmante, me dirigió la palabra:

—Así que sí no me he fijado mal tu debes ser, Jones —me incorporé alzando la vista y tuve que hacerme a un lado para acercarme a él y sentarme en aquella silla. Asentí, daba una repentina confianza y tranquilidad. —Un gusto verte

—Lo mismo digo—fueron mis palabras en cortesía y fui consiente de que mis mejillas ardían, y juraría que hasta su forma de dejar los papeles al otro lado de la mesa fue elegante. La forma en como era paciente y calculador lo hacía aún mucho más diferente. — Huh ...—comencé haciendo ruido en mi garganta atrayendo su atención haciéndole saber de un tono muy penoso —quiero disculparme por no venir antes.

Al oír aquello me observo detenidamente, no hizo otra cosa que fruncir el ceño y con apenas sus comisuras elevadas tratando de formular sus palabras, me brindo una mueca un tanto confundida.

—No tienes por qué disculparte—entrelazo sus dedos en la mesa, su mirada pesaba más que cualquier otra cosa, aquello se detuvo en mis ojos—. El tiempo alimenta el interés y el arreglo— sus labios destellaron un brillo y como si analizara su propia frase, continuó — no deberías culparte, el poder del libre albedrio hace frutos y el tiempo se encarga de mantener y pensar con más claridad. ¿En qué tendrías tú la culpa?

Aquellas palabras salieron por si solas de su garganta manteniendo una postura firme, e inclino su cuerpo un poco hacia adelante. Su cabello estaba despeinado dándole ese aire de confianza, pero no quitaba el hecho de mantener la elegancia; se veía joven y hasta quizá un poco mayor que yo. Su piel suave parecía hecha por los mismos dioses, tenía naturalidad y paciencia.

—De todas formas, igual pido perdón— hice un ademan de nervios y observé su rostro y pude ver cómo me analizaba. Se encaba de absorber cada palabra mía, me oía atento. Era como si algo en mi lo dejaba descolocado; finalmente; asintió suavemente.

—¿Cómo te sientes? — dio por hablar dándome un sentido de extrañez ante aquellas palabras, pero ante ese hecho no quitaba la elegancia que obtenía y sus gestos de misterio. De mi garganta apenas salió unos murmullos confusos, entonces sonrió, tenía la vibra calmada.

—¿Qué cómo me siento? —carraspeé la garganta que se acompañó con mis manos, indagué su pregunta y aunque nunca antes me habían preguntado esa cuestión; sentí una liberación.

—Exactamente — murmuro aun mirándome, pero al no responder, se acomodó su cabello en un gestó casual se relamió los labios. — Me temo entonces que, tendré que ser más claro contigo, aunque pensándolo mejor puedo ser más claro contigo de muchas formas.

Me observó como si en sus pensamientos abarcara dudas sobre mí, sus orbes me analizaban al igual como lo analizaba yo a él, con cautela, minuciosamente, sus profundos ojos estaban indagándome. Aquellas palabras, sinónimo de empatía me tenía confundida, en cierta parte aquel parecía de lo más calmado; me había regalado un suspiro con una pequeña risa como si ya no tuviera otra opción. En un intento fallido trato de hablar, pero volvió a cerrar sus ligeros labios, se apresuró a aclarar:

—Veo que no confías en nadie—pauso—analizándote y viéndote, supongo que te vas a obligar a contarme todo— hablo en un tono calmado y analizador haciendo ilusión a sus próximas palabras, finalizo mirándome a los ojos careciente de un destello genuino — y eso es lo que no me gusta, obligar a alguien.

—Entonces...—le dije en unas diminutas palabras, quizá solucionándolo todo— ¿Cuándo programaremos la siguiente cita?

Se veía curioso por saber que era lo que tanto me aferraba a no contarle, pues ante aquello pareció tener una idea para hacer que mi timidez y desconfianza de disuelvan hacia su persona, de una manera más eficaz y rápida.

Pero es ese entonces mis palabras carecieron en vano, porque su cuerpo relajado se alzó dejando a la expectativa lo alto que era, me pare al igual que el, su voz se alzó en un resplandor por encima de la mía, entonces comprendí qué se aproximaba una insinuación en el momento que sus ojos se aferraron a los míos con una chispa curiosa e intensa con una propuesta ayudante. Sus labios aprendieron formular sus palabras con un toque de elegancia:

—No hay una siguiente cita, contigo no funciona la espera y tampoco soy muy paciente que digamos, lo que te voy a decir podría un rompiendo de una relación común entre paciente y psicólogo— y entonces me pregunto— ¿Te gustaría salir conmigo, Jones? Podría ayudarte más de lo que sé, podría ayudarte a salir de esa oscuridad en la que estas

Él fue el inicio de mi fin.

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