At least the war is over
El resto de días y semanas fueron más lentos mientras se acostumbraban a tantas cosas que pasaban por su mente en ese entonces. Yuya ocupaba sus pensamientos constantemente en cualquier cosa que pudiese hacer desde su posición estando sentado o recostado, se había convertido en el principal doblador de ropa y organizador de cajones. Los demás se habían dedicado poco a poco a organizar la casa de la mejor manera posible. Arreglando las cosas como se podía y saliendo de vez en vez al pueblo del lado donde conseguían materiales si les hacía falta. Todo era muy lento y de hecho bastante confortante.
Todos estaban algo extrañados de que se llevaran sorprendentemente bien al convivir, en un principio Yuya pensó que quizá Yuri y Yugo tendrían varios problemas y que quizá con Yuto también hubiesen algunos roces, pero no. Estos apenas y habían tenido reales problemas, únicamente con el hecho de que a veces el de ojos fucsias se levantaba más temprano que los demás y que solía despertar a alguno de ellos sin darse cuenta. También estaba el hecho de que Yugo no parecía poder quedarse quieto de ninguna forma. Solo quería hacer algo todo el tiempo se aceleraba mucho en muchas tareas. No parecía querer tan siquiera parar de hacer cosas, lo cual era una ventaja para el día, pero para la noche todos lo vetaban de aquel que quería que la noche fuese eterna.
Pero más allá de eso, de su lenta acomodación y entendimiento del funcionamiento de las cosas, nada ocurría que les impidiera seguir con la vida que habían decidido para ellos. Yuri a veces les decía algunas cosas a futuro, algunas cosas que pudieran hacer manteniéndose en el espectro de lo desconocido, Yuto parecía ser el único que le prestaba al cien por ciento atención dado que Yugo y Yuya solían escuchar, pero nunca comentar. Era tranquilo, y con lo único que tenían para ver el paso del tiempo era la recuperación de Yuya con la que se tomaban su tiempo y trataban con mimo al chico. Curiosamente, para todos ellos era familiar ese tipo de fracturas y estaban acostumbrados a tratarlas.
Las cosas estaban muy normales hasta que una noche, en medio de la calma y el cuarto donde todos dormían, a Yuya le ocurrió algo.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
—Yuto, deja de mirarme—pidió Yuya a susurros, estaba rojo en la oscuridad de la noche y el hecho de que el otro solo le sonriese como si nada no hizo más que avergonzarlo.
—Lo siento—se levantó de las sabanas y el Sleeping que tenía por cama y se acercó a Yuya agachado, sin poder resistirse en lo absoluto—, es solo que... no puedo dormir y quería verte.
—Pero es vergonzoso...—miró hacia otra parte mientras se ocultaba en sus mantas.
—Lo siento en serio, pero eres tú, no puedo evitarlo—se quedó un momento callado, deseando ver el rostro de Yuya con la poca luz que se filtraba en el lugar—. ¿Puedo dormir contigo esta noche?
—Y-Yuto...
—Por favor... no he podido dormir—acercó su mano a la manta que cubría a Yuya e hizo que entrara para tocar su mejilla con delicadeza. Los ojos rojos se dirigieron a los grises—. Creo que me hace falta compañía... tú compañía.
—Nunca antes he dormido con nadie... no sabría si...—se mordió el labio suavemente—Me muevo bastante.
—No te preocupes, te acostumbras a un poco de todo cuando has dormido en un refugio de guerra—con mucho cuidado retiró las mantas de un lado del Sleeping de Yuya y se metió en el mismo ante un chico de ojos rojos totalmente incómodo—. ¿Estás cómodo o me salgo un poco más?
—Estás... estás bien—dijo a medias. Yuto no paraba de sonreírle embobado. Amaba poder hacerlo, poder estar allí a su lado sin problemas, con ganas de besarlo hasta que no pudiese más o que sus labios se quemaran. Quería tenerlo entre sus brazos siempre y de nunca soltarlo. Por ello mismo lo primero que hizo al sentirse acomodado del otro fue repasar su rostro con suavidad, para no olvidarlo—. Mmm, Yuto, ¿qué haces?
—Quiero recordar tu rostro...
—Pero es igual al tuyo...
—No Yuya, el tuyo es aún más hermoso y suave, el mío está reseco y lleno de cicatrices.
—Pero sigue siendo el mismo—el de ojos rojos llevó una de sus manos a la cara del otro y comenzó a tocarla suavemente—, tú también estas suave Yuto...
—No tanto como tú—se acercó un poco más al rostro del otro.
—No digas eso—miró hacia otra parte.
—Solo digo la verdad—le besó castamente en los labios—, tú eres hermoso Yuya—Rodeó sus brazos en él, deseando poder quedarse de esa manera, el de ojos rojos mantuvo su manos en la mejilla de otro por unos momentos quieta, después de terminar de sorprenderse por el beso siguió explorando la cara del otro. El aludido sonrió—. ¿Qué buscas?
—Solo... quiero recordar tu rostro también—dijo suavemente. Tenía toda la intención de avergonzar a Yuto aunque fuese solo un poco, para tener algo de venganza. Pero solo obtuvo una sonrisa devuelta y otro beso en los labios.
—Yo... realmente no quiero dormir—dijo pegado a la boca de otro, aún con los ojos cerrados—. No quiero cerrar los ojos... Porque... no me gustaría que todo esto fuese un sueño—Yuya apretó ligeramente la mejilla del otro—. No quiero despertar y ver que sigo en la Resistencia intentado aún sobrevivir al ataque de Academia, ocultándonos en los lugares más rebuscados, estando paranoicos de cualquier sonido o cualquier cosa, sin poner estar tranquilos o tan siquiera... descansar.
—No estás allí, estas con nosotros, estás conmigo—le dijo en un murmuro—. No estás en ninguno de esos lugares, ni siquiera estamos en XYZ.
—Realmente voy a extrañar a Heartland—soltó con una mirada melancólica—, desearía que la hubieses visto en sus mejores días, era un lugar realmente... hermoso.
—Yo extrañaré Miami City—dijo también—, me gustaba bastante pasear de un lado a otro, te sorprendería la cantidad de duelistas que había, de toda clase, de todas las formas... Todo era como estar en un ensueño.
—Sí, pude ver parte de ese ensueño cuando fui—miraba al rostro de Yuya de manera intensa—. Y lamento no poder haber disfrutado lo suficiente, estaba tan abrumado por lo que ocurría, primero Yuzu, después tú y... todo lo demás. Parecía que ni en otra dimensión podría estar tranquilo.
—Pero ahora sí, ya no estamos en guerra Yuto, ya no va a ocurrir eso nunca más—esta vez, por voluntad propia, el de ojos rojos besó al otro—. No va a pasarnos nada aquí, en este lugar...
—Gracias—sonrió como un idiota, embobado por el otro—, el que tú lo digas me hace creerlo más.
—Crees... ¿Qué ahora si podrás dormir?—preguntó Yuya.
—Sí, claro que sí.
No hubo más palabras aquella noche. Yuri y Yugo dormían plácidamente sin enterarse de nada mientras los dos únicos que hasta ahora tenían la confianza de besarse, se abrazaban. Y mientras los dos se fundían en los brazos del otro y en los de Morfeo, algo empezó a resonar en la mente de Yuya.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
—¡Muy bien Yuya!—oyó decir de una voz conocida. Una que hizo hacer que el de ojos rojos en quedase inmóvil.
—¡Sí!—dijo una voz infantil que sabía que le pertenecía. Vio cómo se acercaba a él y le traspasaba. Yuya siguió al niño que fue con la mirada solo para descubrir cómo se lanzaba a abrazar a su padre. Nuevamente se quedó helado recordado aquella escena—¡Lo hice, papá! ¡Lo hice!
—Así es Yuya y esto es solo el comienzo—le sonrió—, pronto lograrás hacer mucho más que eso y con ellos entretener más a las personas.
—¡Tengo que mostrárselo a mamá!—exclamó el niño emocionado. Yuya seguía mirándolo incrédulo. No debería soñar con el pasado, no debería escucharlo. Ni siquiera pensarlo seriamente. La escena a su alrededor se desvaneció y apareció otra que no le sonaba de nada. Apareció justo en frente y se volvió a ella sin saber que esperar realmente.
Era su madre, preocupada mirando hacia el infinito. Un perrito se le había acercado y le estaba acariciando la pierna, deseoso de atención. Ella lo miró y le dedicó una sonrisa triste. Lo agarró con cuidado y lo puso sobre su regazo solo para acariciarlo suavemente intentando distraerse. Yuya miraba los dos asientos vacíos del comedor. Los dos con un plato de comida ya frio al frente. Esperando quizá a ser comidos por alguien. Un escalofrío pasó por la espalda del observador y un vacío en el estómago le atormentó. Ella parecía al borde del llanto en esos instantes, incluso había parado de acariciar a uno de sus cachorritos favoritos sin darse cuenta.
—Supongo que hoy tampoco vendrán—dijo Yoko con pesar.
—Mamá...—Yuya apretó los puños.
Se preguntó si no estaba siendo demasiado egoísta con sus decisiones, aquello parecía incluso peor de lo que se habría imaginado. Había estado evitando pensar en ellos durante tanto que apenas y se había pensar claramente sobre lo que había ocasionado. Sus amigos, su madre, la escuela que no terminó, las cosas que ya nunca haría. Miró sus manos por un instante imaginándose como sería estar en una liga de Accion Duels Professional, como llegaría a ser y como jugaría él. Se formaron imágenes en su mente, cosas que nunca viviría pero que se imaginaba como sucederían, cosas falsas. Cosas que no viviría nunca. Se le arrugó el corazón ligeramente.
Esa noche, aunque mantenía su postura de que estar allí era lo mejor para todos, algo empezó a calar en su corazón.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Un mal sabor de boca fue lo primero que se le vino a la mente al despertar. Después el sueño. Aquello que infectaba su boca no era más importante que el sueño recién ocurrido, pero de todos modos se le dio suficiente importancia como para que Yuya se separase del lado de Yuto. Se deslizó de sus brazos y se levantó suavemente del suelo. Suspiró sin hacer ruido una vez estuvo de pie. Su pie le incomodaba ligeramente, pero ya no tanto como antes. Miró hacia atrás, viendo a sus homólogos. Después se fijó en Yuto e hizo una mueca. Antes de disponerse a caminar hacia la cocina y hacer cualquier cosa antes de que los otros despertaran volvió su mirada a Yugo y Yuri con la intención de verles con una mueca también.
Pero en cambió se encontró con un par de ojos fucsias.
Salió huyendo, casi sin pensarlo. Se aventuró hacia la cocina fingiendo por todos los medios de que no lo había visto, de que aquello había sido una visión tan rápida que no era nada y que solo había sido él imaginándose cosas. En la escasa luz que le regalaba el alba justo antes de empezar, Yuya se deslizó entre los pasillos y puertas que le dirigían hacia su destino. Estaba con la mente abrumada, con los pensamientos extraños y una sensación de culpabilidad que ocultaba dentro de sí.
Suspiró bien al llegar. Miró a su alrededor esperando encontrarse cualquier cosa para comer o para ocuparse y dejar de pensar. Solo había un par de frutas y cosas que habían traído el día anterior del pueblo. Rebuscó un poco entre ellas una a una. Distrayéndose, sin prisa y sin nada más que lo abrumara excepto el hecho de que quizá no encontrase nada bueno.
—¿Bocadillo de madrugada?—dijo Yuri al lado suyo. Yuya se quedó helado, pero no gritó del susto, estaba choqueado así que gritar o hablar se le dificultaba un poco—Vaya, parece que te he asustado—el de ojos fucsias se había acercado de manera sigilosa a él, como un antiguo soldado de Academia podía hacer—, no te preocupes, mis días de espectro terminaron hace mucho tiempo atrás. No hay nada de que preocuparse.
—Yo...
—No les diré nada a los otros dos, sé lo que es tener hambre en la madrugada—le guiñó entonces un ojo—. Y te puedo contar una o dos cosas sobre eso.
—Ah...—Yuya se quedó algo descolocado—¿Qué?
—Tienes hambre, ¿no?—preguntó Yuri aun con su sonrisa intentando darle al otro algo de confianza.
—Bueno...
—A mí no me engañas—Yuri se acercó ligeramente al cuerpo del otro—. Te levantaste porque tienes el estómago vacío, ayer no comiste nada en la noche.
—Sí, es solo eso—se agarró el estómago.
Yuri asintió ligeramente y se dirigió hacia los cajones que tenían. Desgastados y casi olvidados en una esquina, no guardaban mucho más allá de unos palillos para cada uno y quizá algunas toallas para limpiar. Sin embargo, Yuri al agacharse abrió él último cajón, sacó las pocas cosas que habían allí. Yuya lo miró curioso desde su puesto.
No sé espero en ningún momento que aquel cajón hubiese un fondo falso. Allí abajo, el de ojos fucsias sacó una bolsa de papel y miró al otro sonriente.
—Conozco este lugar de pies a cabeza—dijo simplemente antes reorganizar todo y cerrar el cajón—. Además—se tomó una ligera pausa cuando se levantó—, con un glotón como Yugo es mejor tener siempre algo extra—le guiñó un ojo a la cara curiosa de Yuya. Le extendió el pequeño paquete—. Todo tuyo.
Yuya recibió lo ofrecido aun sin entender cómo debería reaccionar. Lo abrió con cuidado. Fue allí, cuando descubrió una pequeña galleta con chispas de colores.
—No creo que deba...
—¿Comerla?—preguntó el otro—Sé que quizá es demasiado pronto, pero no tienes a nadie que te diga nada por hacerlo—sonrió con naturalidad—. Míralo de esta manera, tú no dices nada sobre el cajón secreto—señaló hacia los viejos cajones—y yo no nada de que te vas a comer una galleta a estas horas. ¿Trato?
El de ojos rojos lo miró divertido y cautivado por lo que el otro decía.
—Trato—dijo después de un momento. Con ganas de seguir teniendo momentos así, con ganas de seguir hablando con Yuri así. Porque que resultaba agradable, muy agradable. Partió un pedacito de galleta y se lo pasó al otro sonriéndole. El de ojos fucsias tenía toda la intención de decir que no, que esa era su galleta y que no debería de compartirlo. Pero aquella sonrisa simplemente no lo dejaba ser. Agarró el trozo y lo acunó entre sus manos durante un momento. Espera por la reacción del otro al ver cómo reaccionaría.
Y no se pudo sentir mejor cuando vio a la cara de Yuya iluminarse por el sabor. Se le quedó mirando un momento, embobado por lo cara de pequeño placer que había puesto.
—Solía comerlas cuando era más pequeño—le dijo cuándo mordió otro pedazo muy felizmente—, cuando fui al pueblo y me encontré con su panadería yo... no pude resistirme a comprar al menos dos—sonrió al otro—. Claro a espaldas de ellos.
—Puedo entender porque—dijo con la boca llena—, es realmente deliciosa.
Yuri no dijo nada a aquello, solo se quedó mirándolo. El silencio se redujo a solo estar un poco de fondo ante los pequeños ruidos que hacía Yuya al masticar. El de ojos fucsias se quedó mirándolo perdido en sus pensamientos. Cuando el de ojos rojos estuvo a un solo mordisco de acabar, volvió a hablar.
—Oye—había adquirido un todo algo sombrío, de silenciosa culpabilidad—, lamento que tenga que ser tan torpe para las relaciones.
—¿Uh?—no se lo había esperado, sobre todo a esas horas de la mañana, que se disculpase por algo como aquello—Oh, no, no te preocupes.
—El día en el que te bañaste yo...—habló como si Yuya no le hubiese respondido—Realmente soy un tonto por lo que te hice.
—No me hiciste nada Yuri—dijo Yuya.
—Pero casi lo hago—negó un poco—y ni siquiera eso debería pasar. No quiero cometer una estupidez y menos una por ti. O una que te afecte—miraba hacia cualquier otra parte.
—Estaré bien Yuri, no tienes que disculparte—sonrió—. Además, si sientes que debes cambiar, no lo harás ahora mismo—Yuya miró hacia él con una sonrisa para darle confianza—. Los cambios llevan tiempo, nosotros aún nos estamos acostumbrando a este estilo de vida... No es nada de lo que haya que avergonzarse.
—De todos modos, me disculpo contigo—dijo Yuri—. Y para arreglarlo, quisiera que fuésemos al pueblo, quiero que lo conozcas—dirigió sus ojos hacia el chico sonriente con pedazos de galleta en las mejillas—, pero—alzó la mano y con ella uno de sus dedos—tienes que ponerte una venda y me dirás cuando te sientas muy cansado. No quisiera que se te dañara el tobillo más.
—¿Seguro de que es una buena idea?—preguntó intrigado—Ha no he caminado largas distancias, quizá pueda pasarme algo—dijo algo pensativo.
—No te preocupes por ello—le guiñó un ojo—, no tiene porqué ser ahora—lo miró, ahora con una cara algo más relajada. Yuya solo asintió ligeramente y se comió el último pedazo de galleta. Yuri miró a las mejillas del otro, cubiertas por migas de galleta. Una escena mental se mostró en su cabeza, una en la que acercaba su cara y le limpiaba con la mano delicadamente. Para tocar su mejilla y hacerlo sonrojar. Pero se resignó, al final, lo único que hizo fue mirar a su galleta y cerrar un poco sus ojos—. Por cierto, Yuya—volvió a mirarle—, tienes un poco de migajas en las mejillas—y se metió aquel pequeño producto de pastelería en su boca. Evitó así el responder.
—Oh, gracias—dijo suavemente. Mientras el uno se limpiaba suavemente las mejillas y el otro masticaba, se obtuvo un ligero silencio en la cocina. El de ojos fucsia aun quería hacer sonrojar al otro pero se contuvo, este parecía estar muy pensativo y perdido. Así que cuando le habló, no pudo evitar sentir que no le sorprendía tanto—. ¿Sabes? Acabo de recordar a mi madre con estas galletas caseras...
—¿Ella solía hacer algunas también?—preguntó curioso. Yuya se tardó lo suyo en responder, quizá recordando algo, cualquier cosa sobre ella.
—Sabía hacer realmente muchas cosas a mano—sin saber muy bien porqué, el de ojos rojos se agarró su codo con la mano contraria a la que sostenía la bolsa de papel—. Desde que mi padre se fue ella se tomó mucho tiempo libre. Se solía ocupar con cosas de la casa, limpiaba o cocinaba. Ocupaba su mente bastante y cuando llegaron los cachorros...—Yuri afiló ligeramente su miraba, estaba buscando algo en Yuya, algo que quizá no quería ver—Bueno, ella no pudo estar más feliz.
—Supongo que tenían mucho tiempo libre—soltó algo distraído—, ¿no?
—Sí, solía quedarse en casa por mucho, o si no iba a la You Show Duel School, pasaba tiempo con Shuzo, el padre de Yuzu—dijo de manera distraída.
—Ah sí, ella, la niña algodón de azúcar—Yuya soltó una risita después de un momento. Yuri también sonrió, ya se estaba asustando un poco con la expresión tan sombría del otro.
—Yo no me estoy riendo porque me parezca gracioso, solo...—no aguantó mucho su risa.
—Hey, no es mi culpa que lo parezca—puso sus manos en una posición de manos abiertas hacia arriba, como si no supiera nada, y además alzó los hombros—. Calzaba bien con Serena después de todo, ella también parecía un Algodón de azúcar, pero azul. Solo que ella, bueno, de lo que recuerdo de ella, era más una mora azul pasada de días.
—Oye—Yuya se seguía riendo un poco, esos sobre nombres era bastante extraños a decir verdad.
—A mí no me reclames—se hizo el inocente—, él que se hizo imágenes mentales fuiste tú.
—¡Pero tú las pensaste primero!—exclamó—Así que yo no las hubiese pensado si tu no lo hubieras dicho.
—Eso no quita que de todos modos lo hayas pensado—dijo Yuri con una sonrisa ganadora. Sin ánimos de más aparte de celebrar su victoria con gracia. Yuya no se sentiría mal ante eso, no tendría por qué.
—Tú no eres mejor—negó Yuya—, tú pareces una col morada—Yuri abrió los ojos de manera actuada y se puso una mano en medio del pecho.
—¿Yo? ¿Una verdura?—preguntó asombrado de manera exagerada, Yuya seguía reido—Bueno, al menos no soy un tomate.
—Oye—dijo cuándo se dio cuenta de que se refería a él—, eso no es verdad.
—Sí, claro, como digas—dijo sarcásticamente. Los dos se echaron a reír, como si no entendieran que acababan de decir o hacer y se echasen a reír solo para que aquella vergüenza que sentían no estuviese tan marcada. Como si estuvieran haciendo el tonto solo para ellos y ya estaba. Eran risas que se quedarían allí, con ellos. En su mente y corazón, cosas que recordarían bastante. Esas y otras charlas más.
Aunque para Yuri, lo que haría que esa primera charla sin sentido se quedara allí en su mente más presente que todas las demás, fue lo que Yuya le dijo después de terminar de reír. No fue el hecho de que él le había hablado de su mandre, no fue la mirada sombría y no fue tampoco el que mencionaran a Yuzu y a Serena sin ningún problema. No, nada de eso lo haría recordar tanto. Ni siquiera si todas juntas y al mismo tiempo.
—Oye, ¿sabes cocinar tortillas?—preguntó con una sonrisa nostálgica.
—Creo que sí, también puedo averiguar cómo, ¿por qué?
—Porque quiero intentar hacer algo. Un sándwich de tortillas—sonrió mostrando los dientes, recordando algo del pasado. Quizá algo bastante lejano—, es algo que mi mamá me hizo hace mucho tiempo.
Yuri no supo ni que decir ante esa mirada que resaltaba su nostalgia sin más.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
—¡No!—gritó Yugo al perder de nuevo—¡Pido revancha! ¡7 de 9! ¡7 de nueve!—rogó a Yuto.
—Creo que ha sido suficiente por ahora—dijo Yuto con una gota de sudor en la cara. No tenía ganas de otro juego de piedra, papel tijera para ver quién se quedaba en casa lavando la ropa y ayudando a Yuya a doblarla.
—¡Pero no quiero pasar mi tarde doblando cosas!—exclamó cual niño pequeño. No solía quejarse de hacer ese tipo de cosas, pero ya iban casi tres días seguidos en lo que le tocaba lo mismo—Sin ofender Yuya.
—¡Está bien!—exclamó un poco más allá con una sonrisa—Lo entiendo.
—Por favor llévenme con ustedes—dijo casi suplicado—No quiero que sea otro día ne medio de tantas prendas—casi se podía ver como cómicas lagrimitas se deslizaban por sus mejillas. Yuri negó con gesto cansado.
—No necesitamos a tantos de nosotros allá—le dijo.
—Pero ya han sido varios días seguidos...
—Yuya lo ha hecho desde que llegamos—el aludido soltó una risita nerviosa—. No te quejes y ve.
—¿Siempre eres tan serio?
—¿Siempre eres tan infantil?
—Muy bien, chicos, suficiente—paró Yuto—. Yugo, perdiste justamente, te di chance de ganar varias veces y de todos modos no lo has hecho, eso es lo que acordados, así que quédate con Yuya a doblar—señaló al chico—. Trataremos de no tardar y venir a ayudarles a doblar también.
—No van a volver hasta la tarde, ¿verdad?—Yuya soltó una risita sabiendo que eso era verdad.
—Yugo, si no nos vamos, volveremos en la noche—dijo Yuri dijo con algo de obviedad.
—Pero...—Yuto suspiró—Está bien, vayan, pero no esperen que haga esto otra vez—se cruzó de brazos. El de ojos grises negó y el otro simplemente rodó los ojos.
—Espero que les vaya muy bien—dijo Yuya desde su posición, sonriente y con bastante lindura dentro de su haber. Los dos que se iba sonrieron y se despidieron del otro amenos. Se fueron dándole un par de palmaditas a Yugo.
Ellos no hablaron hasta llegar unos metros más allá de la casa.
—¿De verdad no querías estar un par de horas a solas con Yuya?—preguntó Yuri cuanto menos curioso de la actitud que había dado ante la posibilidad de quedarse. Le sorprendía, porque ahora que habían agarrado algo de confianza, no parecían querer separarse nunca y Yuto solía besarlo bastante. Así que una actitud así no era algo que pareciese calzar con él. O al menos no en esos momentos.
—No me malinterpretes—dijo como si le estuviese leyendo la mente del otro—, mataría por pasar tiempo con él a solas—lo miró a los ojos con una expresión de no saber qué hacer exactamente—, pero la ropa me puede. Me quedaré otro día, pero, ¿la ropa? No, no, no lo haré.
—¿Vas a desperdiciar esa oportunidad solo por eso?—preguntó con una ceja alzada. Yuto también hizo un movimiento de cabeza hacia un lado hizo una mueca—¿Qué me escondes?
—Bueno, también es que Yugo no ha pasado tanto tiempo con Yuya—dijo mirando hacia adelante—. Creo que debo al menos ayudarle a tener una oportunidad.
Yuri solo negó un poco.
De vuelta en la casa el de ojos verdes se había sentado al lado de Yuya con la enorme montaña de ropa que había. Una ropa que por accidente habían desorganizado y que ahora estaban haciéndolo nuevamente. Cualquiera pensaría que el de ojos rojos se había molestado aunque fuese un poco por ello, pero en realidad solo estaba algo encantado por hacerlo.
Lo hacía con movimientos lentos, como si la vida que tenía se hubiese detenido bastante y la velocidad que antes tenía simplemente ya no existía. Solo era lentitud y paciencia. Algo que Yugo trataba de emular de la mejor manera, pero no podía evitar tener ese espíritu de niño. Ese mismo de querer hacer muchas más cosas, de poner salir a correr a hacer algo que le gustase más. Pero se esforzaba al menos y Yuya lo miraba con ternura.
—Yugo—lo llamó suavemente, estando a pocos metros, el otro terminó de hacer la prenda que tenía y la puso en una montañita a su lado—, tú... ¿sabes como podríamos organizar esto?
—No sé—negó—, quizá podamos... poner cada sección del armario como un lugar común, o dividirlo entre nosotros cuatro.
—Pero todos utilizamos todo—dijo y Yugo se quedó pensante mientras terminaba otra prenda—, no tenemos diferencias en esto, solo en la ropa interior de allá—señaló con la cabeza a un grupo de ropa un poco más allá. El de ojos verdes terminó otra prenda, y su montaña también. De inmediato, se puso a crear una nueva—. Quizá... podamos organizarlo todo en los closets por prenda y luego... la ropa interior.
—Es una buena idea—terminó con otra, una para su nueva montaña.
—Mmm Yugo—lo llamó de nuevo—, vas muy rápido...
—Sí, pero necesitamos acabar pronto, ¿no?
—¿Para qué?
—¿Hacer algo más?
—¿Cómo qué?
—¿Cosas?
—Oh... No sé que más haría.
—Bueno...
—¿Tú harías algo?—preguntó curioso.
—Quizá arreglar algo, o mirar que puedo hacer.
—Pero no necesitamos ir tan rápido, puedes ir más lento.
—Sí—se quedó pensativo por un momentos—, sí que podemos. Supongo que es algo del horfanato.
—¿Algo que se te haya quedado?—preguntó Yuya abriendo sus ojos un poco más—¿También hacias de estas cosas?
—Ayudaba en lo que podía cuando era más pequeño, cualquier trabajo que pusiese—miró un poco al suelo—. Hacia todo lo que estuviera a mi alcancé. Lo hacía para ganar algo de dinero. He hecho muchas cosas para poder ayudar tanto al orfanato como para tener algo extra—dijo terminado ya su tercera camiseta—. Empecé cuando tenía solo nueve o diez años, quería hacer una D-Wheel, una con Rin. Trabajamos los dos para que pudiésemos comprar todo lo necesario.
—Se veía que estaba hecha con mucho empeño—dijo Yuya alagándola—. Realmente me gustaba como se veía. Y, parecía que te adaptabas muy bien a ella, ¿verdad?
—Sí, realmente era mi D-Wheel, la nuestra—paró un momento de doblar la ropa—. La queríamos mucho... pero...
—Sí... quedó...—Yuya se mordió el interior de su boca—Lamento que eso haya pasado. Lo siento en serio.
—No es tu culpa Yuya—dijo tratando de mirarle y sonreírle—. Es culpa del que nos encerró y unos culpó de todo—arrugaba la prenda que tenía entre manos con su agarre sobre la misma—. Tampoco es la de Rin, aunque... no sé si ella lo sienta de esa manera...
Yugo dejó de mirar hacia Yuya y vio la prenda entre manos. Era una camiseta del color de su antiguo dragón Syncro, aquel que había quemado. Azul agua marina. Era una camiseta algo vistosa, como si el color quisiera llamar la atención, pero no era mala. Su logotipo era bueno, y al menos sentía que la tela era cien veces mejor que la que solía tener en el orfanato. No tenía de que quejarse. Nada en realidad. Se distrajo un poco con lo que hacían con sus pensamientos de cosas innecesarias. Y no se dio cuenta de que Yuya se le había acercado y en el momento de su guardia más baja, le había puesto una mano en su mano.
—Ella era tu mejor amiga—dijo él sonriente para darle ánimos—, y por todo lo que me has contado de ella...—dijo recordando todo lo que solía decirle Yugo sobre ella, cosas que no parecía mostrar molestia ni nada por el estilo. Parecía que el apego hacia ella era más profundo de lo que aparentaba—Estoy seguro de que ella no se va a sentir bien por lo que ha pasado. Ni a tu D-Wheel ni a ti. Creo que ella está muy preocupada por ti y que quizá nos estén buscando tan insistentemente. Algo como lo preocupada que ha de estar mi madre por mí y mis amigos también—apretó un poco el agarre sobre la mano de Yugo.
—Yuya...—lo miró a los ojos—Gracias.
Se quedaron un momento en silencio, esperando a que algo más ocurriese o que el silencio terminara por cualquier cosa. Sólo se abrazaron fuertemente, un buen abrazo, uno que sabía darse desde ambas partes y que era reconfortante. Pero en el mismo, Yuya dio una pequeña línea de diálogo al chico.
—¿Sabes? Ahora que lo pienso... te habrías llevado bastante bien con mi madre.
-.-.---.-.-.-.-.
Sí, lo sé awa, mucho tiempo. En mi defensa no tengo nada aparte del hecgo de que los amo y los amaré por siempre, gracias quq.
Y sí awa, Yuto es perezoso para la ropa... ¿o no lo es?
No se los diré yo XD
Nos leemos, bye!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro