Prologo
Prologo:
Los copos de nieve caían lentamente danzando en una fugaz caída, armónica y delicada.
Si hubiese algún poeta en escena habría hecho más de un verso, y un fotógrafo hubiese capturado una excelente toma.
Sin embargo, para aquel joven no era más que nieve, nieve fría que le congelaba hasta los huesos.
Él no reparaba en la blancura de los copos, ni en la simetría de sus hexagonales formas, los barría de su cabello y hombros con las manos ya tan frías que las sentía entumecerse.
Finalmente llego a su esquina y se paró en el mismo punto, dónde noche tras noche, esperaba por posibles clientes, cierto es decir que eran escasos y la competencia mucha.
En el lugar estaban ya apilados otros jóvenes de igual profesión, cada uno tratando de hacer lucir sus dotes con atrevidas poses, porque con ese frió invernal no les convenía sacarse la ropa y enseñar.
Dio una última calada a su cigarrillo y lo echo al suelo, para luego pisar la colilla.
Y allí iba el último punto de calor que tendría esa noche.
Suspiro levemente y ese aliento se convirtió en vaho a los pocos segundos. Fijo la vista en el horizonte hacía el cielo nocturno cubierto por una densa neblina. Por un breve instante se abrazo a si mismo buscando un poco de calor, pero todo él estaba frió cual cadáver.
La mayoría de los otros chicos empezó a retirarse, rindié GTndose de conseguir plata esa noche y buscando un lugar cálido en el cual refugiarse. Él también deseaba eso, pero su única opción era conseguir un cliente, eso o esperar a que la hipotermia le durmiese.
Copos de nieve se acumularon sobre él, desde sus negros cabellos y tupidas pestañas, hasta las puntas de sus pies enfundados en un viejo y agujereado calzado.
Un auto extraño se paró entonces frente a él. Y era extraño en verdad, ver uno como ese en aquellos rumbos. El coche de un modelo indefinible para él, tenía una gris plata lustroso y se notaba que era nuevo, nuevo y de lujo.
El conductor bajo la ventanilla y le observo. Encendió un cigarro y dio un par de caladas y exhalo el humo entes de dirigirle la palabra.
- ¿Cuál es tu precio?
El chico observo al hombre, vestido con traje elegante probablemente de diseñador, tenía un gesto severo, era de mediana edad al parecer y demasiado fuera de lugar en ese sitio.
-Depende del servicio.
- ¿Aceptarías un contrato por todo un mes?
El chico arqueo la ceja, incrédulo, le estaba tomando el pelo o que, ni que fuera Julia Roberts, en "Mujer bonita" y definitivamente el tipo no tenía nada de Richard Gere. Tembló un momento al pensar en lo que querría de él aquella persona, aunque eso era un tanto evidente. Buscaba divertirse y por un mes, bueno eso significaría dinero suficiente, un lugar cálido y comida en su estómago y también significaba distancia o en dado caso un seguro de vida, así que visto de esa forma...
-Si las condiciones son favorables.
El hombre sonrió y le dio otra calada a su cigarro.
-Sí, eres perfecto para lo que necesito, aunque primero habremos de entrenarte un poco.
La frase envió escalofríos por toda su médula espinal y dio un par de pasos hacia atrás, movimiento que no pasó desapercibido para su interlocutor.
-No, no es lo que estás pensando, no me interesas de esa forma, te necesito para sacar del camino a alguien.
A pesar de que sus músculos faciales estaban casi esculpidos en hielo, estaba seguro de que se contrajeron en un gesto de sorpresa, tanto como sus ojos se agrandaron, carraspeo y luego respondió.
-Entonces se equivocó de callejón, aquí se alquilan putas, no matones.
La sonrisa que el hombre le dedico era una mueca malvada, pero le aventó una fotografía y el joven la recogió, en ella aparecía una jovencita de cabello rubio miel y mirada tierna, se veía cálida y dulce.
-Lo que necesito es que uses tus "talentos" y la corrompas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro