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Capitulo 4: No se suponía que fuera así.


Capítulo 4

No se suponía que fuera así

Raven.

Al principio creí que sería difícil llevarme bien con Angelitza, ella me mostro animadversión al principio, pero después de aquel primer intento de clase en la biblioteca, las cosas cambiaron y ella me abrió las puertas de su casa y de su confianza. Pobre incauta, para mí era demasiado fácil ser encantador y seducir, era un arma que había empuñado por años, gracias a eso seguía vivo, eso traía el pan a mi inexistente mesa.

La verdad es que la chica me agrado, casi sentí lastima por engañarla, casi, pero era ella o yo.

La pasada noche había experimentado un atisbo de culpa que se tradujo en una pesadilla.

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Finalmente, mis encantos lograrían mi cometido y ella me entregaría su virginal cuerpo, la llevaría a la cama dónde me hundiría en sus blandos muslos para luego besarla y poseerla lentamente. Gemiríamos al unísono y disfrutaría de su cuerpo e inocencia.

Cuando todo acabara, sádicamente la destrozaría. No me refería a hacerle ningún daño físico, el golpe iría directo a su alma y fragmentaria su orgullo. Le diría la verdad o parte de ella, entonces le enseñaría la cámara de video, donde quedarían impresas las huellas de su delito. Lo que traería deshonor a su familia. Amenazaría con exhibirla y ella tendría que obedecer mis órdenes para evitar ser expuesta. Ella me miraría con decepción, habría lágrimas en sus ojos y...

No, el sueño no siguió en ese curso, porque la mirada que ella me dedico fue de puro odio, entonces ese ángel mancillado se levantó de la cama mostrando su blanca desnudes, de su espalda surgieron un par de blancas alas que pluma por pluma se tiñeron de negro y camino hacía mi como un ángel ejecutor, poso su mano sobre mi pecho y al momento le crecieron unas largas garras que lo rasgaron. Ella extrajo mi corazón y luego lo estrujó hasta hacerlo polvo, mientras yo le miraba con los ojos vacíos, notando que mi alma estaba fuera del destrozado cuerpo, la veía y no había más rastros del ángel, en su lugar había un demonio lamiéndose los dedos aun bañados en mi sangre y entonces desperté.

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No se suponía que las cosas fueran así, y no iban a ser así, aquello solo fue un sueño.

Así que esta tarde trate de concentrarme en mi avance con ella en el plano romántico, habíamos estado cercanos a un beso cuando un ruido nos hizo apartamos, entonces con fastidio le repetí algo sobre el tema que estudiamos, antes de que un hombre nos interrumpiera. Su hermano según me dijo, a él definitivamente no le agrade, su mirada lo demostraba, era demasiado inquisitiva, como si intentase recordar de dónde me conocía y lo cierto es que a mí también se me hacía familiar. Cuando ella nos presentó y dijo mi supuesto nombre, él arrugó la nariz y me soltó como si yo tuviese la peste, refunfuño algo y se marchó. Mejor así, no necesitaba hermanos chaperones que me dificultaran el trabajo, pero ¿De dónde nos conocíamos? Algo hizo clic en mi cabeza. "de puta madre" maldije, ya sabía de dónde. ¡Carajo! ¡qué suerte la mía! Ojalá y no me reconociese nunca o todo el bendito teatro se caería y volvería a la calle con el pinche rabo entre las patas.

Ese sujeto era alguien que me había jurado nunca olvidar. Él había sido un cliente hace poco más de un año y si me había dicho que no lo olvidaría, era porque nunca nadie fue tan amable conmigo, por lo general los clientes, nos usan como inflables y luego nos hacen a un lado cual basura. Incluso aunque pagan juran y perjuran que nunca habían hecho nada como eso, que era curiosidad o hablan de lo arrepentidas (os), que estaban, la mayoría junto con el dinero, nos soltaba algún golpe. Pero él había sido gentil desde el principio, me trato como una persona, pago bien, me alimento y además bueno...Mis mejillas se tiñeron de un rojo granate por la vergüenza, porque debía admitir que, hasta la fecha, él había sido el único cliente que me había hecho sentir bien.

Había mujeres con las que había disfrutado claro, pero al final ellas siempre dejaban un mal sabor de boca cuando se desquitaban conmigo de lo que les habían hecho sus novios o maridos, así que terminaba siendo solo un chivo expiatorio y el placer que podía sentir terminaba siendo nulificado. Con los hombres era asqueroso, no les atendía, si podía evitarlo, salvo cuando mi necesidad era tan grande que no podía darme el lujo de rechazar clientela.

Pero él, él había sido tan distinto.

—Raven ¿estás bien?, ¿estas temblando?

Dijo ángel sacándome de mis recuerdos, miré sus ojos melados que me veían con preocupación y le sonreí.

—Sólo tengo frio, pero se me quitaría si tú me abrazaras o me dieras un beso...

Ella sonrió coqueta, pero me dio el abrazo que pedía, no me beso, pero algo era algo y se sentía bien estar entre sus brazos, era cálido, cómodo, reconfortante. Cerré los ojos y me permití fantasear con que las cosas eran distintas, con que en efecto sólo éramos dos estudiantes a punto de tener un romance, donde ella podría ser la cura de mi corazón, dónde todo era bueno y yo no tenía que ser la mancha en su futuro.

Pero ella rompió la burbuja cuando hablo.

—Siento lo de mi hermano.

—Está bien, después de todo sólo ha de querer proteger tu honra, ha de estar imaginándose que vamos a tener sexo desenfrenado y que en un futuro no muy lejano una arruinada tú, se verá trabajando en una lavandería para mantener a los cinco bastarditos que te habré hecho antes de darme a la fuga. Tú sabes ir a comprar cigarros y jamás volver.

Eso provoco una sonora carcajada en ella, que me dio un zape y luego un beso en la mejilla.

—Tonto.

Ella bajo la guardia, así que aproveche para inclinarme y buscar sus labios. Entonces nuestro primer beso se dio, fue casto y puro, un roce de mariposa. Ella se relamió los labios y luego automáticamente se acercó buscando un segundo beso, el cual fue más intenso que el primero y pude saborear la miel de su boca, toda ella era de azúcar y miel, desde el color de sus cabellos, sus ojos y su sabor, era demasiado dulce, sabia a promesas e inocencia, a algodón de azúcar, miel sobre hojuelas, esperanzas, sueños, y néctar, mi ángel era pura glucosa.

Mi semblante se ensombreció al pensar en lo que se supone que le haría y también al recordar el sabor picante de su hermano, tan contrario al suyo.

—Tengo que irme ángel.

Llevaba un par de días llamándola así. Yo quería seguir a su lado besándola y llegar a más con ella, mucho más, quería terminar la misión y entonces correr a mi libertad, pero me sentía perturbado y confundido, necesitaba reordenar mis ideas y planear una estrategia para llegar al final de esto. Las palabras de Edmund y su padre resonaron en mi cabeza.

""Sólo no vayas a enamorarte de ella y lo arruines todo"

"Las putas no tienen emociones, solo buscan las billeteras de con quien se acuestan... "

Yo no sabía lo que sentía en esos momentos "No es amor "me dije, no podía serlo y si lo era ¿Cómo se suponía que iba a poder identificarlo cuando nunca lo había sentido antes?, nunca había amado y nunca había sido amado. Toda mi vida sólo he sido usado, solo he recibido odio y desprecio.

Y si por asomo del destino realmente estaba enamorado ¿A quién pertenecía mi amor al sabor dulce o al picante?

— ¿Estas bien?

—Sip, nos vemos mañana dulzura, ¿puedo robarte otro beso?

— Si pides permiso ya no es un robo.

Ella sonrió y se inclinó ofreciéndome sus labios, los cuales devoré con hambre, cuando nos separamos vi el rubor en sus mejillas.

— ¿Entonces se supone que somos novios?

Pregunto y su inocencia me hirió, no sabía que decir. Así que respondí con otra pregunta.

— ¿Tú me quieres?

—No sé, creo que es pronto para eso, pero me gustas mucho.

—Misma respuesta.

Le dije antes de besar su frente y dirigirme a la salida... No había llegado si quiera a la reja cuando me jalaron y aporrearon contra un árbol, era Jediel Fanel. Me miraba con intensidad.

—Te quiero lejos de mi hermana.

—Eso no va a suceder.

Respondí pedante, tratando de mantener mi papel

—Sé quién eres, ya te recordé, tú no eres un Coltron, así que ahora mismo vas decirme ¿porque estas usando ese nombre y que carajos quieres con mi hermana?

Me congele al oír eso, entonces aquí se acababa todo. Me quede en silencio.

—Ellos te contrataron para esto ¿cierto?

No dije nada, no podía admitirlo, pero negarlo tampoco tenía sentido. Me quede paralizado cuando el tomo mi boca y yo me preguntaba.

¿Enamorado? ¿A quién pertenecía mi amor al sabor dulce o al picante?

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