Oscura Profecía Capitulo Diez
Me desperté de golpe con el corazón latiendo desbocado y el sudor frío empapando mi frente. Un grito de terror escapó de mis labios antes de que pudiera contenerlo. Miraba mis manos aterrada, sintiendo en ellas la sangre que no estaba ahí. Me estremecí, sintiendo mi corazón volverse más pequeño. Miré hacia todos lados desorientada, tratando de ubicarme, chocando de esa manera con la mirada preocupada de Orión. Él acercó sus manos a las mías, tomándolas con fuerza.
—Adarha, ¿qué pasa?—su voz era suave pero firme, intentando calmar el torbellino de emociones que me envolvía.
Traté de recuperar el aliento, luchando por encontrar las palabras para describir el horror que había experimentado en mi sueño.
—Fue horrible—mi voz sonaba quebrada por las lágrimas que estaba conteniendo—Él les arrancó el corazón sin piedad. Aun puedo sentir el temor incrustado en mí, Orión.
Mis lágrimas caían, mi respiración era agitada, Orión me observaba con preocupación, en sus ojos bailaba el dolor. Me sentía patética, montando este espectáculo por un estúpido sueño. Sin previo aviso, me abrazó con fuerza, sentía el calor que emanaba de su cuerpo, su mano subía y bajaba por mi espalda de manera reconfortante. Me pegué a él, tratando de calmar el llanto desesperado.
—Estás a salvo, Ada. Fue solo una pesadilla. Estoy aquí contigo.
Cerré mis ojos tratando de controlar la respiración entrecortada. La tranquilidad de Orión calmaba mi agitado corazón, haciendo que poco a poco el terror que me invadía desapareciera.
—Gracias, Orión—susurré, sintiendo el rubor en mis mejillas por la preocupación que le había causado— Lo siento por asustarte.
—No te preocupes por eso.—respondió suavemente en mi oído—Estoy aquí para cuidarte, Ada. No te pasará nada, no lo permitiré. No te volverán a matar, no de nuevo.
Me separé bruscamente de él y lo miré tratando de comprender sus palabras. ¿No dejar que me maten de nuevo? ¿Qué significaba eso? Estaba aún más confundida que antes. Que yo sepa, nunca me habían matado, si no, no estaría aquí con él. Tenía tantas preguntas y tan pocas respuestas.
Aparté la mirada incómoda. Nunca antes me había abierto así con alguien, excepto con Adam. La vergüenza me invadió, llevé mis manos a mi frente tapándome la cara. Había armado una escena. Nunca me abrí con nadie, siempre confié solamente en Adam. Era al único que le había contado los sueños que me vivían atormentando. Tenía miedo de que Orión me mirara con pena o me tratara como si estuviera loca.
Las dudas golpeaban mi mente. ¿Podía confiar en él? ¿Podía contarle mis temores? No me sentía segura. La mirada preocupada de Orión me recordaba a Adam, pero la situación era diferente. Adam ya no estaba, no iba a ser más mi amigo. Me mostró una cara que no conocía, me daba pánico, así que debía mantenerlo lejos de mí.
Tenía que aprender a confiar en alguien de nuevo, pero ¿sería capaz de hacerlo? La incertidumbre me envolvía como una densa niebla, haciéndome dudar de todo y de todos. Levanté mi mirada, posando mis ojos en los de Orión. Debía sacarme la mayor duda que tenía ahora.
—Orión, no entiendo. ¿Qué quieres decir con no permitir que me maten de nuevo?—mi voz temblaba ligeramente, revelando mi inseguridad y necesidad desesperada de respuestas.
Noté cómo su rostro se tensaba, evitando mi mirada. La incomodidad era palpable, llenaba el espacio entre nosotros en el auto. Sentía mi corazón latir rápido por su reacción.
—¿Orión?—llamé, buscando una respuesta a mi pregunta.
Vi cómo sus hombros se encogían en lugar de responder, y una expresión de incomodidad surcaba su rostro.
—Escuchaste mal, Ada. ¿En qué momento dije eso?—su voz sonaba rígida.
Mis cejas se fruncieron en confusión. ¿Realmente había escuchado mal? Estaba completamente segura de lo que él dijo. La tensión en el aire danzaba como cuchillas entre nosotros, y un nudo se formaba en mi estómago mientras me daba cuenta de que algo no estaba bien.
—No, Orión, sé lo que escuché.—respondí con firmeza. No dejaría que me tratara de loca. Mis propias emociones empezaban a agitarse— Quiero saber qué quisiste decir con eso. No puedo simplemente ignorarlo.
—Y yo te digo que escuchaste mal.
—No te creo. Sabes algo, no me fío de ti.—bramé, aumentando el volumen de mi voz.
—Me parece perfecto. Yo tampoco me fío de ti, bruja.
Nuestras miradas chocaban con intensidad. Mis ojos brillaban con furia. Sabía que estaba mintiendo, y eso me enfurecía aún más. No iba a quedar como loca frente a él.
Abriendo la puerta del auto, salí del mismo dando un portazo. Caminé con paso firme hasta mi casa, sintiendo a Orión siguiéndome atrás. Miré al cielo, el sol ya no se encontraba en su punto más alto, lo que significaba que estaba por caer la noche. ¿Cuánto había dormido?
—Adarha, puedes frenar.—tomó mi brazo haciéndome girar. En su rostro se podía apreciar lo molesto que estaba.
—No me hables, mentiroso.
—Maldita terca, no has cambiado eso, Alessia.
Me quedé completamente petrificada al escuchar cómo me había llamado. El impacto de escuchar ese nombre resonaba en mi cabeza como un eco distante, llenándome de confusión y desconcierto. ¿Por qué me había llamado así?
—¿Cómo me llamaste?—mi voz sonó débil.
Sentí cómo mi corazón se encogía de dolor y mi mente se llenaba de preguntas. ¿Cómo conocía ese nombre? ¿Quién era él? Me solté de su agarre con brusquedad, necesitaba poner distancia entre nosotros.
Él abría la boca tratando de hablar, pero ningún sonido salía de ella. Parecía un pez buscando agua. Me di la vuelta, lanzándole una última mirada, y me adentré a mi casa.
El sonido del portazo resonó en el aire. Me sentía perdida y vulnerable, sin entender qué acaba de pasar. El corazón pesaba de angustia.
Caminé hacia la sala y me dejé caer en el sofá, llevé mis manos a mi cara soltando un grito de frustración. La incertidumbre y el dolor se entrelazaban en mi mente. Me encontraba deseando desesperadamente respuestas, pero estas parecían estar cada vez más lejos de mí.
Me quedé inmóvil, tirada en el sofá, mirando fijamente un punto. Mi mente estaba abrumada. Todos los sucesos ya me estaban cansando. La entrada repentina de mi madre me sacó de mis pensamientos. Su sorpresa al verme ahí me recordó que mi presencia en casa, en ese momento, era inusual.
—Ada, hija, ¿qué pasó? ¿Por qué estás aquí? ¿Viniste sola?—su voz sonaba preocupada mientras me bombardeaba de preguntas.
—No es nada, madre. Me dejaron retirarme antes. Tranquila, me trajo un profesor.
—¿Un profesor? ¿Por qué te dejaron ir antes?
—Adam causó problemas. Le pegó a una chica que me quiso defender y nos dejaron ir antes.
Mi madre lanzó un grito de sorpresa mientras llevaba su mano a su boca. Se acercó a mí apurada, tirando de mi brazo para levantarme del sofá, giraba buscando en mí alguna herida.
—No tengo nada, madre, estoy bien. Iré a mi habitación.—le di un beso en la mejilla y salí de la sala.
Subí las escaleras hacia mi habitación, necesitaba estar sola para procesar lo que acababa de suceder. Esto era demasiado.
Entrando a mi habitación, cerré la puerta con seguro. No deseaba ser molestada. La brisa fría me golpeó. Observé mi ventana, estaba abierta. Me acerqué a ella para cerrarla, pero una extraña sensación de presencia me hizo detener en seco. Mi cuerpo se tensó alerta. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras me giraba bruscamente, buscando al intruso en mi habitación, encontrándome con dos jóvenes idénticas frente a mí. Sus sonrisas juguetonas y sus miradas expectantes me desconcertaron por completo.
Me refregué los ojos, sin creer lo que veía. Estaba soñando despierta y no lo sabía. ¿Qué están haciendo estas jóvenes aquí? ¿Estaba alucinando por el estrés o el cansancio? Ambas se miraron para luego empezar a hablar.
—Ya es hora de que despiertes, hija del caos—susurraron ambas con voces melodiosas, como si estuvieran compartiendo un secreto entre ellas— Tienes que recuperar lo que es tuyo.
—¿Lo que es mío? ¿De qué hablan?—pregunté alterada.
—Rompe el sello y libera tu poder. Solo así encontrarás la respuesta.
Mis manos temblaban mientras cerraba los ojos con fuerza, tratando de hacer desaparecer esta extraña visión. Mi corazón martillaba con fuerza contra mi pecho. Si antes estaba confundida, ahora estaba perdida y seguramente loca. Abrí mis ojos despacio, encontrándome en mi habitación vacía. Aquellas jóvenes ya no estaban.
Tomé mi cabeza aturdida, sintiendo un mareo repentino. ¿Había tenido una alucinación? ¿Realmente me estaba volviendo loca? La confusión y el miedo se apoderaron de mí mientras luchaba por darle algún sentido a lo que me pasaba. ¿Qué significaba todo esto? ¿Cómo podía saber qué era real y qué no lo era?
Las lágrimas ardían en mis ojos mientras el caos interior me consumía. Sin poder contener la furia que ardía dentro de mí, alcé un frasco de perfume que reposaba en mi tocador y lo arrojé con toda la fuerza que tenía contra la pared. El sonido del cristal estallando en mil pedazos resonó en la habitación, pero no fue suficiente. Estaba muy alterada, necesitaba romper algo más para liberar la tormenta que se agitaba en mi corazón y en mi alma.
Sin poder contenerme, como un torbellino descontrolado, comencé a destrozar todo a mi paso. Los objetos volaban por el aire, rompiéndose en pedazos al caer al suelo o estrellarse contra la pared. Cada golpe era como un grito de angustia y desesperación, una manifestación física de mi confusión y el dolor que me consumía por dentro.
La sensación de impotencia era abrumadora, como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida. Por más que intentaba encontrar una solución, una respuesta, todo parecía escaparse entre mis dedos. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo podía seguir adelante cuando todo parecía desmoronarse a mi alrededor?
Los golpes desesperados en mi puerta resonaban en mis oídos, pero estaba demasiado atrapada en mi propia tormenta emocional para prestarles atención. La voz preocupada de mi madre se filtraba a través de la madera, pero mis pensamientos estaban tan oscurecidos por la furia y el caos que no podía encontrar una salida.
Me sentía como si estuviera al borde de un abismo, a punto de caer en una oscuridad sin fin. ¿Cómo podía detener esta espiral descendente hacia la locura? ¿Cómo podía encontrar la calma en medio de esta tormenta emocional que me envolvía por completo?
El peso de la soledad se hacía sentir, aunque sabía que mi madre estaba al otro lado de la puerta, golpeando con desesperación en un intento por llegar hasta mí. En ese momento, me sentía completamente sola, perdida en un mar de emociones turbulentas que amenazaban con arrastrarme hacia lo más profundo.
Me dejé caer al suelo, sintiendo cómo la derrota me envolvía como una manta fría. Todo a mi alrededor estaba en ruinas, reflejando el caos que reinaba en mi interior. Cerré los ojos, dejando que el silencio pesado me envolviera. No había respuestas, no había soluciones. Solo quedaba la oscuridad, la confusión y la sensación abrumadora de estar atrapada en mi propia mente.
Sabía, en algún lugar dentro de mí, que debía encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso cuando parecía imposible. Porque aunque en ese instante me sintiera derrotada, sabía que aún había una luz al final del túnel, esperando ser encontrada.
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¡La emoción está al máximo con un nuevo capítulo!
Me sumergí tanto en la escritura que casi me hizo llorar, realmente me conecté Ada.
Espero que este capítulo les llegue al corazón tanto como a mí. Aunque este capítulo sea un poco duro para nuestra protagonista, les prometo que vendrán cosas mejores
¡más romance y aún más misterios !
¡Estoy ansiosa por compartirlo con ustedes!
Si disfrutaron este capítulo, por favor, no duden en dejar sus votos y comentarios. Aprecio mucho que le den una oportunidad a mi historia y les doy las gracias de todo corazón por su apoyo continuo. ¡Muchísimas gracias! ♥️🖤✨
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