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Capítulo XXX

"Ocre como la hoja de un árbol que se marchita"

Annelisse se paseó por las afueras del castillo, aún hacía frío pero ella no era consciente de ello, solo sentía la leve brisa que acariciaba la falda de su vestido violeta. Habían pasado tres días desde su conversión y la repentina aparición de los colmillos en su boca aún la tomaba por sorpresa, tenía la eternidad para acostumbrarse a ello. 

Christopher se había mantenido alejado, sin embargo, le comentó sobre los compañeros de sangre. Un pacto sagrado entre dos vampiros que juran más que su lealtad con el otro; Annelisse jamás pensó que Christopher le ofrecería su sangre, pero ella era incapaz de beber la sangre directamente de una persona. 

Stephan le había hecho una insinuación de ir a cazar y  ella había sentido una molestia en su estomago, no podía si quiera imaginarse bebiendo del  cuello de alguien, la sangre no le disgustaba, pero la idea de matar le aborrecía. 

  — No es necesario que mates a la persona — había aportado Christopher a la conversación, pero ella sacudió la cabeza sin cesar en ese momento.

Resopló y miró los árboles a su alrededor, el recuerdo se alejó y ella acarició uno de sus colmillos con su lengua. El susurro de el roce de las hojas contra el pelaje de un felino llegó a sus oídos, el minino la estaba acechando. Seguramente hacía eso con mucha frecuencia cuando ella era humana pero ahora podía escucharlo a una distancia considerable y lo había descubierto observándola varias veces en los últimos días.

Entonces, Celic se dignó a hablar.

  — ¡Realmente luces horrible! 

Ella rodó los ojos ¿Qué otro comentario podía esperar de aquel felino? ¡Qué molesto! Sin embargo, Annelisse se giró sobre sus talones y sintió sus ojos cambiar al ámbar atrayente, característico de un vampiro hambriento. 

  — ¡Qué bien que has llegado Celic! Me vendría bien un aperitivo. 

El gato la observó indignado mientras retrocedía para luego correr en dirección al árbol más cercano y escalarlo. Comenzó a lamerse una pata y se giró, dándole la espalda. Annelisse se había divertido muchísimo al ver la expresión de Celic cuando la vio por primera vez como un vampiro, el minino aún poseía sus comentarios altaneros pero la joven había decidido regresarlos sin importar qué. 

  — ¿Qué ocurre, Celic? Solo necesito un bocado, un poco de sangre.

El felino la miró, dejó de lamerse su pata y le lanzó un pequeño gruñido. Annelisse se rió y se giró de nuevo, dirigiéndose al castillo. La sonrisa se borró de su rostro, después de lo que había ocurrido con Eva a Christopher no le agradaba nada la idea de ella alejándose  del castillo, sin embargo, ella había protestado, después de todo lo ocurrido no deseaba estar encerrada. 

Además, ella ya no era un débil humana que podría ser asesinada sin más. 

No. 

Nunca lo sería de nuevo. 

  — ¡Grosera como siempre, niña tonta! ¿No te enseñaron que abandonar una conversación de esa manera es de mala educación? Además, no es bueno estar afuera en medio de la noche.

El gato se adelantó varios pasos. 

Annelisse se encogió de hombros y con una sonrisa corrió hasta la puerta del castillo, dejó al gato atrás en un parpadeo, entro y empujó la puerta para dejarlo afuera. Aún así sabía que Celic entraría molesto por alguna ventana. 

la joven se encamino hacia sus aposentos y chocó con alguien en las escaleras. Stephan la tomó de la cintura y evitó que cayera; si Annelisse pudiera sonrojarse, en ese instante sus mejillas arderían. Ella se soltó rápidamente del agarre del hermano de Christopher y el vampiro la observó divertido, sus labios normalmente curvados en una mueca de disgusto se torcieron en una media sonrisa. 

  — ¿Saldrás? — preguntó ella con curiosidad, en los últimos días se había acostumbrado a la presencia de Stephan, lo veía como a Peter y Lucas, como un hermano mayor, no obstante, le incomodaba que la tocara. 

El vampiro evitó su mirada y asintió. 

Ella creyó ver el atisbo de un secreto en sus ojos, ladeó la cabeza y asintió antes de seguir con su camino. Al contrario de ir a sus aposentos, se escondió al final de la escalera y esperó a que Stephan saliera para seguirlo. 

El vampiro era mucho más rápido que ella. Serpenteó entre los árboles con agilidad y sigilo. Annelisse intentó seguirle el paso ocultando su presencia, no quería advertirle que le estaban siguiendo, aunque por lo experimentado que era Stephan seguramente había notado su presencia y no se había molestado en detenerla de acompañarlo. 

Annelisse no era consciente del tiempo que llevaban corriendo en medio de la oscuridad, ella se esforzó por seguirle el ritmo pero le perdió de un momento al otro. La joven se detuvo en medio de dos árboles altos y frondosos, agudizó su visión para intentar hallarle... Y no le vio en ningún lugar, tampoco le escuchaba correr. 

De hecho, el bosque se había sumido en un profundo silencio, como la calma que antecede a la tormenta. Annelisse se mordió el labio inferior y comenzó a caminar.... La detuvieron por la espalda, ella comenzó a removerse y lanzó un golpe. 

Una risa ronca y desconocida llegó a sus oídos. 

  — ¿No te dijo Christopher que bajo ninguna circunstancia te alejaras del castillo? Hay una asesina suelta, recuerdalo.  

Ella se soltó del agarre de Stephan. 

No se molestó en contestarle y se cruzó de brazos. 

  — ¿Qué tan lejos estamos? — preguntó ella alejándose, de repente, se sintió vulnerable y quería regresar al castillo. 

  — Muy lejos, en tierras nómadas — respondió Stephan, caminando en dirección a un lago.

  — ¿Tierras nómadas?

— Estás tierras no le pertenecen a ningún vampiro, los vampiros nómadas normalmente se mueven por esta zona. No se quedan mucho pero es el lugar perfecto para establecerse poco tiempo si no quieres problemas con un clan o algún vampiro poderoso.  

Ella lo siguió. 

 — Sé que estoy siendo una entrometida pero... ¿Qué vienes a hacer por aquí? No parece un lugar muy amigable. 

El vampiro se detuvo de repente y caminó hacia un árbol alto, sin problema alguno, trepó e hizo una seña para que Annelisse le imitara. 

Ella comenzó a trepar y cuando llegó a la rama en la que Stephan se había quedado agazapado, vislumbró los primeros rayos del sol colándose entre las montañas. Sus ojos se abrieron como platos. El cielo se había aclarado de repente, dando los primeros indicios del amanecer.  

  — Stephan... — susurró ella aterrada, mirando el cielo despejado. El temor se apoderó de su cuerpo, no serían capaces de llegar a un lugar seguro antes de que el amanecer se abriera paso, apenas la habían convertido y ya estaba tentando a la muerte. 

  — Stephan — murmuró de nuevo pero el vampiro estaba ensimismado mirando hacia abajo, en dirección al lago.  

Ella bajó la mirada y se sorprendió. 

Habían dos chicas corriendo hacia el lago, una tras la otra, ambas llevaban hermosos vestidos y se reían a carcajadas. Annelisse contempló las facciones de Stephan y notó algo diferente en sus ojos, un brillo excepcional. 

Annelisse alzó la mirada y recordó que se volvería cenizas. 

  — Stephan, el sol... 

Demasiado tarde. 

Los rayos se abrieron paso en el horizonte, iluminando todo a su paso, haciendo que la oscuridad de la noche  retrocediera. La luz impacto en ellos y Annelisse cerró los ojos. 

N/A: ¡Hola! ¿Qué te pareció el capítulo? Sé que muchos piensan que Stephan guarda sentimientos por Annelisse pero puedo aseguraros que no es así ;) Por cierto, el especial de las preguntas está casi listo, así que creo que lo subiré dentro de poco. ¡Nos vemos en la próxima actualización! Por cierto, estoy escribiendo una nueva historia y estoy segura que les encantara.

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