1 | Venenoso enredo
Lelyah Ivanova
Hoy por fin asesinaré a alguien.
Hombre o mujer, sea quien sea, sufrirá por mis manos. Lo mataré sin remordimientos, destrozaré cada parte de sus huesos y luego jugaré con su piel suelta mientras que el resto del mundo observa lo maravillosa que me mantengo en el proceso.
No tengo miedo, he esperado está fecha incluso con más emoción que mi matrimonio y eso es mucho decir, ya que el día que Nikolai Vasíliev sellé nuestra unión con un beso, oficializaré mi trono y significará que todo lo que he venido construyendo ha válido la pena; mis frutos no tardarán en aparecer. Sin embargo, todavía faltan unos cuantos años para que Enzo le ceda el puesto a su hijo.
Por eso, hoy en mi cumpleaños número dieciocho, es importante. Hoy por fin perteneceré a la bratva oficialmente, viviré por mi capo, mataré por mi capo, haré todo lo posible para ser la mejor y para conseguir aquello tendré que bañarme en sangre, incluso la beberé si lo desean.
Todo por la bratva, mi familia, mi legado.
Cada año, Enzo se encarga de organizar la iniciación y siempre se ha mantenido en el mes de diciembre, pero este año ha decidido darme el mejor regalo: Mover la fecha al día de mi cumpleaños. Estoy segura de que Nikolai ha tenido mucho que ver, pero también sé que Enzo no es el típico padre que cede a los deseos de su hijo porque sí.
De por sí tengo mucha influencia sobre todos los integrantes de la bratva, pero con esto, Enzo no está más que solidificando mi poder, al final y al cabo es el capo y quién se atreva a desafiarlo es humano muerto, el género no importa. Tal vez algunos pensarán que es demasiado, pero en su posición no hay nada mejor que dejarnos un camino sólido a Nikolai y a mí.
Las iniciaciones son sangrientas, nada que me incomode, muchas veces he curado las heridas de mi padre cuando mamá no estaba. Normalmente hay personas encargadas para eso, pero Klaus Ivanova tiene cierta tendencia a creerse inmortal, no importa cuántas veces le expliqué que una infección puede llegar a ser mortal.
Mi garganta involuntariamente emite un gruñido bajo al sentir el agua extremadamente fría en mis manos ¿No se supone que el agua debe estar tibia? Ignorando mi molestia, seco mis manos rápidamente y salgo del baño.
—Un segundo más y entraba por ti, cariño —una mano se cuela por mi cintura y trata de apretarme contra su cuerpo, pero lo empujó con facilidad para continuar mi camino.
Nikolai suelta una risa pequeña y da dos grandes zancadas para alcanzarme, no intenta volver a tocarme, pero desde mi vista periférica puedo ver cómo su cabeza está girada en mi dirección, en un intento de lograr que lo mire. Sin embargo, no lo hago, sonrío con descaro y aprovecho para tirar mi cabello para atrás, golpeando levemente su rostro.
—¿Estás coqueteando conmigo, Ivanova? —dice, sin despegar sus ojos— ¿No dirás nada? ¿La timidez ha surgido?
Claro, como si eso fuera posible.
—¿Fingirás que no estás cometiendo un error? —respondo con otra pregunta— Te dije que no te quiero aquí, hoy no. —la verdad es que no estoy molesta, tenía el presentimiento de que no iba a cumplir su palabra, pero tenía esperanza.
—Oh, eso. —finge sorpresa— Bueno, prometida, que te digo, no puedo despegarme de tu lado.
—Ese no es mi problema.
—Soy tuyo, claro que lo es.
Detengo mi andar, giro y estiro mi mano a su pecho hasta empujarlo a la pared más cercana. Inevitablemente, mis ojos chocan con los suyos.
Verde.
Fuerza.
Descaro.
Hace años cuando lo conocí, pensaba que era demasiado desarrollado para su edad, pero hoy por hoy sé que no era ni la mitad de lo que es en la actualidad. Nikolai es un hombre de la cabeza a los pies, cada minúscula parte de él es impresionante, grande y con una capacidad de inhabilitar a cualquier rival. Sin embargo lo que más me llena de orgullo es que, a pesar de las cosas que hace regularmente, no se ha dejado consumir por su naturaleza. Es brutal en acción, inteligente, un líder en todo el significado de la palabra y aun así trata de mostrarme lo mejor de sí.
Somos casi de la misma altura, pero sus enormes músculos crean sombras que me abrazan mientras que aprieto mi agarre en su camisa verde que combina a la perfección con sus ojos. Suave.
Inclino mi cabeza.
—Si me distraes, te mato —advierto.
No deja de sonreír, satisfecho por cualquier reacción.
—¿Sabías que eso se considera traición? —murmura con tanto cuidado que a penas oigo— Imagina que alguien te escuché, tendría que asesinarte.
Un brillo travieso cruza por su mirada.
—No tienes las agallas —simple, cierto.
—Por supuesto que sí.
Elevo una de mis cejas y lo reto. Pero sigue en su misma posición, sin intentar defenderse y con unas increíbles ganas de obtener más reacciones.
—Mentira —pronuncio cada sílaba, haciéndole llegar el mensaje correcto.
Nikolai piensa rebatir, pero entonces lo suelto y agarro una de mis cuchillas escondidas en mi bota, sujeto su mano y pongo el objeto en su palma para después cerrar su mano y empuñar el cuchillo en mi dirección, justo en la parte de mi corazón.
—Vamos, mátame, Nikolai, ten la valentía.
Fijo mis ojos, no con intensión de intimidarlo, eso ya es suficiente con tenerme al frente. Nikolai siempre trata de mostrarme su lado más tranquilo, porque lo correcto no es algo que exista en su diccionario. Pero también sé que en los últimos meses, se ha ablandado bastante y con esas grietas me ha podido dejar ver lo importante que soy en su vida.
Es normal, soy su prometida, la única mujer con la que puede expresarse y recibir el apoyo que necesita, pero mi mayor temor es que esté confundiendo esos sentimientos con amor.
No debe cruzar esa línea.
Hasta la fecha hemos mantenido una relación de equipo, como quedamos desde el inicio. Somos una pareja sólida ante el mundo y lo seríamos realmente si quitamos todo lo romántico y nos enfocamos en lo esencial. No nos hemos dado un beso o hecho alguna intimidad, no necesitamos esas distracciones, tenemos cosas más importantes en que enfocarnos. También hay que resaltar que estoy aliviada que no surja una tensión sexual, ya que nos pondría en una situación para la cual no debemos caer, sin embargo mi madre es precavida y se ha asegurado que me coloque una inyección cada tres meses.
Nikolai y yo somos la complementación en su máximo esplendor. Somos los mejores, representamos el éxito.
—Guarda tus armas para quien lo valga. —se agacha y guarda el cuchillo en su escondite. Aún en la misma posición, levanta su quijada, mirándome con algo más que curiosidad— Me tienes a tus pies, Lelyah Ivanova.
Tiene el cuerpo de un hombre, el carácter de un capo, las habilidades de un invencible, pero siente demasiado como para poder ocultarlo.
—Dime algo que no sepa, Nikolai Vasíliev.
Da una palmada a mi bota y después se levanta sin problemas, como si nada hubiera pasado.
Seguimos nuestro camino en silencio y al llegar al final del corredor abro las gigantescas puertas que dan a una sala de entrenamiento gigantesca.
El sonido de golpes, quejidos y gritos de dolor llenan mi oído de una estocada. Sin embargo, todo se detiene ante el sonido que hace la puerta al cerrarse.
Varios pares de ojos se posan sobre mi cuerpo y una interrogante se forma en mi frente. Conozco a todos desde que tengo doce y todo gracias a mi prometido que cumplió su promesa. Deje de entrenar con profesionales en soledad y empecé a reforzar mis habilidades de forma grupal.
Conozco a cada miembro que hará su iniciación y estoy acostumbrada al respeto que me tienen, pero esto es inusual.
—¿Algo que deba enterarme, querido? —susurro solo para que él escuche.
—Están tensos, si no pasan la iniciación, morirán.
—Muchos de los que están aquí ya han asesinado y hasta Ada, que es la más tranquila, puede manejar a cualquier traidor que le pongan al frente. —explico— Habla con la verdad ¿Qué sucedió? Ellos no tienen excusa para mirarme así.
—Eres muy...
Su respuesta es interrumpida por el sonido seco de un golpe, seguido por unas pisadas furiosas en mi dirección.
Giro a un costado y observo a Declan Usher, uno de los hombres que más me ha costado vencer, tiene una fuerza extrema y está completamente desequilibrado, no piensa, actúa y por eso fue alguien que me costó derribar, pero una vez que repites un nivel difícil, con el tiempo deja de ser complicado y se vuelve un nivel sencillo.
Nikolai está a punto de bloquear su pase, pero en su lugar, doy un paso al frente y espero que Declan explote. Es impulsivo, hemos tenido varios problemas por eso e incluso estuvo a punto de ser ejecutado por Enzo, nuestras constantes rencillas son agotadoras.
—Hoy no. —le digo antes de que llegue a mí. No se detiene y sus fosas nasales se ensanchan— Declan, utiliza un poco de las neuronas que te quedan y hazte un favor a ti mismo.
—Vete a la mierda, Ivanova —farfulla, llegando a mí al frente. Se coloca tan cerca que puedo sentir su nariz chocar contra la mía.
Jadeo con sarcasmo, luego pongo mis manos en su pecho y lo empujó lejos.
Controlo mis manos al sentir la necesidad de más.
—He sido muy blanda contigo, Declan, no me hagas cambiar, por tu bien.
—¡No me interesa! —esta vez no se acerca— ¿Cómo pudiste maldita perra? ¿Por qué tuviste que traerlo? ¿Acaso no hemos sufrido demasiado por su culpa?
No entiendo nada de lo que dice y realmente no me interesa, solo me enfoco en su falta de respeto. Usher jamás había llegado a este nivel, simplemente juzga mi desempeño en combate cuando puedo matarlo fácilmente, pero jamás se ha atrevido a insultarme de tal forma. Su odio es conocido por todos, pero hasta hoy jamás permitió que se viera esa intensidad que aclamaba por salir.
En el fondo me siento un poco decepcionada, he tenido tantos conflictos con Declan que esperaba algo más que un simple "vete a la mierda" cuando decida que tuvo suficiente tiempo en la tierra.
Unos compañeros se acercan a él para frenarlo, pero se resiste removiéndose entre sus brazos.
—Suéltenlo —ordeno.
No hay objeciones, lo hacen, pero no se retiran, atentos a cualquier estupidez que haga Declan.
Él por su parte se acomoda la camiseta deportiva y chasquea sus dientes.
—Eres basura, Lelyah —farfulla.
Su descaro es impresionante ¿Acaso no se ha visto en un espejo? Aunque debo admitir que eso estuvo mejor, sin embargo... Todo se detiene. Declan toma un paso adelante e inclina su cabeza a la suela de mis botas y escupe en mi calzado.
Elevó una de mis cejas mientras observo su saliva resbalar hasta el suelo y el brillo que deja el recorrido.
Suspiro.
Elevo mis ojos a los suyos y antes de que pueda sentir mi furia, digo:
—Voy a matar a ese infeliz —murmuro. Me acerco y él ya está preparado para mi golpe así que trata de evitarme, pero de igual forma termino golpeando su estómago, cortándole el aire— ¿Quién te crees para hablarme así? —agarro su cabello y lo pongo de rodillas, no sin antes inmovilizar sus brazos. Estando detrás suyo, sigo con mi veneno— ¿Tienes tantas ganas de morir? Mira a tu alrededor. —alzo su cabeza, provocando un gruñido— Nadie va a salir en tu defensa ¿Sabes por qué? No eres nadie y yo lo soy todo, seré tu reina dentro de poco y aunque lo detestes, tendrás que respetarme o yo misma me encargaré de desaparecerte. Eres desechable, Declan, nadie notaría tu ausencia ¿Y te atreves a decirme basura? —entierro mis uñas en su rostro— Pagarás por ello.
Declan se remueve con toda su fuerza y aun así me mantengo firme en el agarre, no permitiré que se escape o siquiera me roce con sus manos.
—Quiero verte intentarlo, no eres más que una mujer caprichosa Lelyah ¿Cómo haces para que el jefe te complazca en todo, eh? —algo dentro de mí se enciende— ¿Te estás follando al padre de tu prometido, pequeña zorra?
Antes de que pueda reaccionar, Nikolai aparece en acción. Llega tan rápido y tan furioso que no reprimo su sed de sangre. Lo toma del cuello y le propina un puñete en su quijada. Declan cae al suelo, escupiendo sangre, pero con el mismo sentimiento suicida persistente, no sé si es su impulsividad actuando o de verdad intenta provocar su muerte que para estos momentos ya está más que asegurada; sigo viendo el odio en sus ojos.
—¿De quién mierda estás hablando? —Nikolai lo patea con fuerza y un sonido de algo fracturándose se escucha. Declan rápidamente toca su tobillo— ¿Cómo te atreves a faltarle el respeto a mi mujer? —mi hombre se agacha, escupiendo en el cuerpo tirado— Vamos, repítelo y no te preocupes por tu destino porque de igual forma estás muerto, al menos muere con un mínimo de valentía, escoria.
Declan no cede, en su lugar se levanta con esfuerzo y amplifica su mirada de odio hacia Nikolai.
Usher limpia el exceso de sangre de su boca, después sus ojos caen en mí y dice:
—La ramera de los Vasíliev.
Jadeos, una risa entretenida y miradas de sorpresa sin mucha importancia, eso es lo que provoca las palabras de Usher.
Nikolai saca a relucir su arma, apuntando directamente a la cabeza de Declan, pero antes de que me quite mi presa, meto mi mano en la parte lateral de mi bota y saco una cuchilla para después lanzarla hacia Usher.
En el blanco, perfecto. El objeto afilado se clava en la intersección de su hombro, provocándole un desgarrador grito.
Estás muerto, imbécil.
—¡No! —un chillido se escucha desde el fondo del lugar, después una figura pequeña reconocida se presenta delante de nosotros con los ojos llorosos y mirada perdida— Por favor no lo maten, lo amo —cae al suelo, rompiendo en llanto.
Suspiro, decepcionada. De todos los hombres en el mundo ¿Tuvo que fijarse en él? Ada Marloc. A simple vista, ella no pertenece a este mundo, es demasiado... Dulce. Todo en ella es extremadamente pequeño y vive como si un milagro fuera a salvarla de la mafia rusa. Es débil, torpe, no pudo disparar correctamente hasta cuatro meses después de practicar, evita el peligro como si fuera la peste así que no puedo explicarme cómo es que se ha fijado en el tipo más desequilibrado del plantel.
Es ridículo.
Nikolai interviene y sujeta a Ada por el cabello para después levantarla y salvar un poco de la dignidad que le queda.
—Ada, la tocas y mueres junto a la basura de tu pareja —promete Nikolai, como si ella estuviera a punto de atacarme, pero en realidad está tan deshecha como para intentarlo.
De inmediato, voy con Declan y saco el cuchillo de su hombro y golpeo su tobillo lesionado para tumbarlo por completo.
Gime de dolor.
—¡Por favor! —chilla Ada con lágrimas chorreando— Tienes que entenderlo, por favor, te lo pido, esto es difícil para la mayoría.
—¿De qué demonios hablas mujer? —dice mi prometido.
—Hazte la idiota, zorra —interrumpe Declan, está vez su voz está mucho más débil.
—¡Cállate! —ruega Ada— ¡Solo cállate! ¿No vez que te matarán? —su voz se corta, pero continúa— Por favor, hazlo por mí.
Declan no dice nada, solo mira a otro lado.
—Oh, Ada, él morirá pase lo que pase, es un hecho, no hay salvación —le recuerdo.
Ella intenta avanzar, pero Nikolai aprieta más su agarre. Declan aviva sus llamas de lucha al verla sufrir, la pareja se mira con lástima, con temor que surge de diferentes motivos, pero no veo amor. Es más necesidad, comodidad, dependencia.
Mis llamas arden. Aprovecho la distracción para levantar mi puño contra su cabeza y de un solo golpe dejarlo inconsciente. El cuerpo de Declan se derrumba por completo en el suelo, acabado, solo entonces repongo la compostura.
Pero la calma dura poco, nuevas pisadas aceleradas se suman al silencio. En mecánico, Nikolai arroja a Ada al suelo y se coloca a mi costado, moviendo su cabeza de un costado a otro como un maníaco.
—¿Ustedes también desean morir? —pregunto a los chicos que se detienen a penas me escuchan, son los mismos que intentaron ayudar a Declan. Miro a mi alrededor por si alguien más quiere unirse, pero solo se mantienen expectantes a lo que haré— Puedo con ustedes —me encojo de hombros— ¿Quién más? —miro a mi alrededor en busca de un voluntario, pero solo miran, como espectadores en un show vip.
Si alguien hiciera un escándalo por cada pelea que hay, ya nos hubiéramos quedado sin miembros.
—Piensa antes de hablar —la voz de Nikolai es frívola, lejos del amable prometido que antes me provocaba.
Uno de los chicos da un paso adelante y entonces estoy lista para atacar, sin embargo la mano de Nikolai impide mi paso.
—Estamos de su lado, —dice uno— lo que hizo Declan no tiene perdón, pero aun así creo que merecemos una explicación.
Me mira a mí.
—¡¿De qué?! —exploto.
—Lelyah, joder, lo sabía —suspira otro.
—Tiene razón, no eres como él —habla el tercer hombre.
—¿Él? —pregunta Nikolai.
Uno de los hombres, el más alto del trío, da un paso adelante y con una sonrisa aliviadora, dice:
—Tu hermano, Draven Vasíliev.
Draven. Su nombre retumba en mi mente como si su misma mención fuera una alucinación, pero no lo es, el pequeño temblor en mis labios junto con el cosquilleo en mi piel, lo confirman.
Mis ojos se cierran por un segundo, solo un parpadeo lento basta para que mi cerebro me transporté inconscientemente al pasado.
"Eres más hermosa de lo que describieron"
Sus primeras palabras, mi extraño sentir, su voz colándose por cada centímetro de mi piel... No. Basta. Salgo del recuerdo con más rapidez del que entre y después carraspeo antes de dirigirme a la persona de mí al frente.
—¿Qué tiene que ver Draven con esto? —señalo a Declan en el piso, a su costado está Ada.
—Ha vuelto de las sombras y dicen que fuiste tú fuiste la causa de ello, —aguanto la respiración— dicen que está haciendo todo por ti, solo por ti.
Me niego a respirar por temor a soltar un jadeo o mucho peor: un suspiro.
Miro a Declan en el suelo y entonces sus palabras regresan a mi mente en un recordatorio de su arrebato.
"La ramera de los Vasíliev"
Necesito hablar con mi capo lo antes posible.
Nikolai roza uno de sus dedos contra el mío, una señal secreta para que lo mire y asegurarse de mi bienestar, sin embargo no deseo hacerlo. Estoy tan absorta en encontrar una salvación al problema que Draven me ha metido que ni siquiera puedo darme cuenta cuando mi prometido se rinde de su insistencia y avanza hasta los tres hombres.
—¿De dónde salió esa información? —no hay ninguna sorpresa o enojo en la voz de Nikolai.
—De él, Draven lleva haciendo un alboroto desde la mañana.
Miro a mí al rededor y me doy cuenta de que algunos no están convencidos de mi palabra, dudan y no los culpo. A pesar de todo, nadie tiene el derecho de faltarme el respeto, no retrocederé en mi decisión, mi palabra no se cambia.
—¡Guardias! —grito a todo pulmón, con todos mis sentimientos a flor de piel. Sin esperar mucho, las puertas se abren y entran dos hombres vestidos de negro, con sus armas levantadas ante cualquier amenaza. Repasan el lugar con detenimiento mientras que trotan hasta mi espacio— Lleven a Declan Usher a los calabozos.
Sin preguntas, uno de los guardias levanta a Usher con todo menos delicadeza y tan solo porque está desmayado se mantiene en silencio, si no estaría luchando y seguramente el guardia le rompería otra articulación.
A mi costado puedo oír como Ada se levanta del suelo, sin tratar de defender a su amado, sin embargo puedo ver la desesperación queriendo salir. Cubre su boca al no poder retener un sollozo y rindiéndose.
Me disgusta la imagen.
Solo entonces, vuelvo a hablar fuerte y alto, para que todo el mundo escuché.
—Declan Usher será presentado ante Ada Marloc en la iniciación. —dictamino— Él será el traidor que deba matar.
Los guardias asienten a mis órdenes y después desaparecen tan rápido como llegaron.
Giro mis pies a la derecha y me acerco a Ada para quitar sus manos del rostro, pero se resiste con más fuerza de la que alguna vez pensé verla emplear.
—¡¿Qué?! —grita, dejándome ver su cara roja por el sufrimiento y enojo— ¿No es suficiente con esto? ¡¿Cuál es la necesidad?! —una de sus manos va a su pecho y estruja su piel como su intentará detener un dolor invisible.
—Muéstrame de que lado está tu lealtad, —le digo— En unas horas lucharas con todo lo que tengas, sangraras, gritaras, patearas, nada podrá convencerte de no hacer algo que no quieres, pero tu destino depende de la causa por la que te entregues. Traición o La Bratva. Muerte o gloria—no hay más opción— Tres horas, Ada, el reloj empieza a correr.
—Por favor...
—Buena suerte.
Antes de que pueda decir más, salgo de la sala lo más rápido posible, con un caminar normal y con la cabeza en alto. Pero en cuanto las puertas se cierran, mis manos se convierten en puños, acelero mis pasos y me refugio en el primer cuarto solitario que encuentro.
Esto es un desastre.
Quiero gritar.
Sin embargo, mi calma no dura mucho, Nikolai interrumpe en el espacio con el mismo temperamento que yo y antes de que pueda hablar, él ya está en mi zona personal, pidiendo explicaciones.
—¿Qué tienes que ver con mi hermano? —su aliento está caliente.
—Nada, jamás lo tendría ¿En serio te has creído las tonterías de Declan?
—No, pero tu cuerpo reaccionó cuando fue mencionado y tú nunca reaccionas de la nada, no es normal en ti.
Ja.
—¿Estás jugando? Por supuesto que reaccionaré, el enfermo de tu hermano me está involucrando ¿Cómo podría sentirme? Todo mi esfuerzo tambalea con su palabra ¿Viste como me miraban todos? Jamás alguien se atrevió a faltarme el respeto. Soy leal, más que cualquiera.
Cada parte de mí arde.
Cada parte de mí se derrite.
Draven Vasíliev, la sombra. Ese es su apodo conocido desde que tengo memoria y nunca fue por algo bueno. Con el paso de los años iba cambiando de significado, en sus primeros años de vida fue porque se rumoreaba de que era un bastardo de alguna prostituta porque las fechas entre el fallecimiento de la madre de Nikolai y la procreación de Draven no cuadraban, demasiado cerca. Después fue por su incógnita en los eventos, Enzo siempre se presentaba con su primogénito y cuando preguntaban por Draven, esquivaba con gran habilidad.
Jamás me pregunté por él, jamás me causo curiosidad, sin embargo, esa noche bajo la luz de una vela, todo cambio. Algo me guiaba a él, algo me hizo querer preguntar por él y cuando lo hice, no recibí lo que esperaba. Ni Enzo, ni Nikolai, ni nadie parecía importarle lo que le pasará. En las miles de cenas que tuvimos, nunca lo vi, pero sí que lo sentía.
Las primeras veces fue raro, las otras más intensas. Nunca lo vi observarme, pero sabía que era él, un instinto que me niego a dejar de lado. No sé lo comenté a nadie, no podía ¿Quién me creería? ¿Era algo de importancia? Los ojos están para ver. A pesar de ello, lo que sentía, lo que él transmitía era turbio, muy intenso como no hacer algo al respecto. Sin embargo, cada que volteaba en la dirección de esa fuerza desestabilizante, él ya no estaba, Draven Vasíliev se convirtió en mi sombra.
Fue emocionante, demasiado bueno para ser real. Al cumplir el año de conocerlo, la sombra se marchó y se llevó su esencia consigo.
No sabía nada de él, no lo busque, no me importaba lo suficientemente para eso, pero el destino no se tardó en anunciarse.
Draven Vasíliev se convirtió en el sicario más importante de toda la maldita bratva a los diecisiete años. Descubrí que se inició a los diez años. Mato a hombres y mujeres que le doblaban la edad en experiencia. Arrasó con todos los traidores. En cada rincón del mundo bajo, conocían su nombre. Draven se convirtió en la sombra de muchos y hacía de todo para lograr su objetivo: Asesinar. Sus métodos eran sumamente dolorosos, los cadáveres que dejaba se encontraban irreconocibles y en otras ocasiones ni siquiera estaban completos. Es una bestia, una sombra que vaga por la oscuridad a punto de atacar.
Muchos dirán que se ganó el respeto de su gente, pero no, Draven Vasíliev impuso miedo porque sus métodos para llegar a sus objetivos eran cuestionables. No le importaba quien o que era, destrozaba a una piedra en el camino y se rumorea que su temperamento es solo la cereza del pastel.
Draven mato a los padres de Declan mientras defendían a alguien que no sabía que era un traidor. Se encontraron en una situación llena de disparos y se sabe que Draven tuvo la oportunidad de explicarles a los padres de Declan lo que pasaba, pero no lo hizo, los asesino a sangre fría y siguió su camino.
Paso algo parecido con el tío de Ada, la madre de Lionel que fue engañada por una traidora que se aprovechó de su estado gestacional y así con infinidades de casos. Esa es la aberración contra Draven Vasíliev. Podrá hacer cosas buenas por la bratva, pero deja demasiadas cosas por limpiar, demasiados inocentes a los cuales llorar.
Mi capo lo protege, no estoy segura si lo ama, pero sí que siente un increíble orgullo, lo vi en su rostro cuando recibió la noticia de que otro objetivo había sido eliminado.
"Ha vuelto de las sombras y dicen que fuiste tú fuiste la causa de ello, —aguanto la respiración— dicen que está haciendo todo por ti, solo por ti"
Siento mi desesperación crecer.
No me importa que haya regresado, sé que puede contra cualquier amenaza que se le presente, pero no puedo manejar el hecho de que esté aquí por mí ¿Por qué me arrastra a este pozo?
La manera en que mis compañeros de combate me miraban, el arrebato de Declan, todo me indica que Draven ha estado diciendo cosas que ni siquiera yo me atrevo a pensar.
"Todo por ti, solo por ti"
¿Que plan tiene en mente?
—Iras con tu padre y le informarás sobre Declan, estoy segura de que estará de acuerdo con mi decisión sobre Ada. —relamo mis labios— Con respeto a Draven, ambos hablarán con él y aclararán el asunto. Podría hacerlo yo, pero necesito resolver otros problemas.
Observo a Nikolai mirarme con atención, pero también sus gestos de arrepentimiento asomándose cada vez más.
—¿Qué esperas? Vete, esto debe parar inmediatamente.
—Lelyah...
—No te quiero ver. —confieso— No me importa si estás arrepentido, lo que acabas de sugerir es asqueroso y no porque sea tu hermano, es por mí. No pondrás en tela de juicio mi lealtad hacía lo único que he luchado durante toda mi vida; nuestro imperio.
Nikolai mueve su cabeza de un lado a otro sin exageración, pero sus labios se tiran a un lado con negación. Sabe que se ha equivocado y lo peor es que sé que no es el tipo que se deja guiar por sus emociones.
Chasquea su lengua y después gira sus pies, yendo hacia la salida para segundos después, desaparecer por ella.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Tiro mi cabeza hacia atrás y suelto un profundo suspiro, llevándose toda la tensión de mi cuerpo.
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Escucho las pisadas resonar afuera de mi habitación antes de que la puerta sea abierta completamente.
—¿No saben tocar? —regaño, sin mirarlos.
—Todo está solucionado, amor. —mi padre informa, sin molestarse en seguirme el juego— El idiota de Draven aclaro el asunto.
—¿Por qué no nos informaste de esto? —la voz de mamá está cargada regaño— Tuvimos que enterarnos por Enzo y tu padre casi inicia una pelea con Draven.
Me tenso un poco. Los miro a través del espejo mientras que aplicó la última capa de labial rojo.
Klaus Ivanova y Sharlot Ivanova son dos figuras que intimidan, están vestidos para la ocasión de mi iniciación y en vez de envejecer, resaltan con el pasar de los años.
Sabía que iban a reaccionar mal, siempre saltan ante cualquier amenaza y por más que atesoro su protección, no la necesito. Me han criado bien.
—Porque tengo a Nikolai, mi prometido, el próximo capo. —digo dándome vuelta— Él se ha encargado de todo, además era un problema que no necesita exagerarse, Draven jamás iba a ir lejos, Enzo jamás permitiría que manchen el nombre de su legado de tal forma.
—Estuviste en la boca de todos durante varias horas ¿Qué te dice eso? —mi padre da un paso adelante, ensanchando su nariz— Enzo no controla a Draven, tenlo presente, él no es Nikolai, no te conoce, no le importas, no te respeta así que...
—Sé lo que tengo que hacer, —lo corto, endureciendo mi voz— no empeoraré las cosas generando una tensión en la familia, pero tampoco dejaré que me vea la cara. No abra causado un daño grande, pero su mínima intención es suficiente para hacerlo pagar, tal vez no hoy, pero lo hará.
Klaus no dice nada, con el paso de los años ha aprendido que hacerme cambiar de idea es una misión imposible.
Sé que está orgulloso de cada palabra que sale de mis labios, pero es justamente lo que lo inquieta. Podrá ser la mano derecha del capo, uno de los hombres más sangrientos del mundo, pero cuando ve que soy más fuerte de lo que alguna vez pensó que sería, se asusta, lo veo en sus ojos. Le aterra y encanta mi fortaleza, sabe que no tengo miedo y la falta de eso, en nuestro mundo, es una sentencia de muerte. Tiene suerte de que no esté completamente loca, soy racional respecto a mis capacidades y no soy una suicida que se enfrentaría a un tipo que no podría vencer.
Mi padre respira con profundidad y da marcha atrás, sin dejar a lado su mirada asesina.
—Estamos de tu lado, hija, siempre —mi madre entrelaza su brazo con el de mi padre y lo obliga a retroceder.
—Siempre —fortalece Klaus.
Los tres sonreímos con complicidad, si alguien se atreve a tocar un Ivanova, estará muerto, somos el pasado, presente y futuro.
—Vamos, tengo a un traidor esperándome. —bromeo.
Mi madre frunce su ceño.
—¿Nikolai no te lo dijo?
—¿Qué cosa?
—El traidor que era de Ada, te lo suman a tu iniciación, —revela— tendrás que matar a dos.
No es algo malo ni algo que me inquiete, pero aun así no dejo que se me note sorpresa de que mi prometido me ha ocultado la información.
—Oh eso, —finjo una risa elegante— no le tomo importancia ¿Uno? ¿Dos? ¿Tres? Que vengan todos lo que deban venir, el resultado será el mismo.
—Creo que eres la única que llega pura a la iniciación, la verdad es no entiendo cómo no has cedido, siempre has estado tan cerca de matar a alguien, pero te detienes en último momento...
—Porque la tradición es esa, quiero hacerlo bien, la bratva se lo merece.
—Y sigues siendo demasiado para ellos.
Sharlot se acerca para tomar un de mis mechones de cabello y esconderlo detrás de mi oreja con delicadeza. Después baja su mirada a mi ropa, devolviéndose con una sonrisa orgullosa.
—De blanco —pronuncia.
La representación de la pureza, pero en mi caso es la representación de un lienzo que empezaré a pintar el día de hoy.
Estoy segura de que resaltaré entre la multitud, la mayoría se vestirá de negro porque es lo menos sucio ante la sangre, pero jamás he seguido la corriente. Quiero ver mi obra de arte y que mi víctima se vea reflejado en mí.
—De blanco —afirmo.
Mi madre asiente satisfecha.
Los tres salimos de mi habitación asignada gracias a Enzo. El lugar de la asignación era conocido, una mansión que se usa exclusivamente para este evento y consagrado por la bratva.
Estoy al tanto que algunos ya han iniciado su charco de sangre, pero por esperar a mis padres no pude salir antes. No es la gran cosa, es normal que algunos se retrasen y no es que haya un discurso de bienvenida, lo único que le importa a todo el mundo es que tengas la capacidad de asesinar.
Mientras más nos acercamos a la sala principal, escuchamos las voces de las personas soltando carcajadas, conversando, murmurando y tan solo podemos verlas cuando ponemos un pie en la zona de guerra.
Elevo mis comisuras en una perfecta sonrisa a la par que mis padres caminan detrás de mí. Me abro camino sin problema, las personas se arrinconan y me devuelven la sonrisa con mediana sinceridad.
Cómo predije, todas, absolutamente todas las personas van de negro, incluso los padres de los iniciados que seguro tratan de cuidar su ropa por si la sangre que derrame su hijo los manche. Que predecibles. Que conveniente para mí, resalto entre las sombras como un ángel y anonado a todos con mi belleza.
Mi abundante cabello negro cae en ondas suaves por toda mi espalda, hasta rozar la mitad de mi antebrazo. Ningún mechón está hacia adelante, me asegure de ello, no quiero que nada distraiga la atención de mi rostro y vestido que lo mandé hacer para esta ocasión, necesitaba algo que me facilitará moverme, pero sin llegar a ser corriente, tendría que reflejar todo lo que soy así que cuando el resultado final llegó, agradecí con una gran suma de dinero.
Mi vestido blanco empieza con un escote sutil, al igual que la fina tela de tirantes que marca mi piel y se conecta con la espalda baja. Mi abdomen está cubierto por un material que simula la de una faja, con varillas que llegan desde la parte final del escote hasta el final de mi cadera, mientras que el resto está lleno de un bordado elegante. Por último, mis piernas llevan la misma seda del escote, con un largo que roza mis rodillas y con una abertura pronunciada.
Elegante, mortal, intimidante.
En mi muslo descubierto, se posa la misma cuchilla con la que lesione el hombro de Declan. Su sangre seca aún se mantiene en el material y si no fuera porque lo volveré a ensuciar, ya lo hubiera limpiado. Además, una que otra mirada desciende a mi piel descubierta, apreciando con admiración la sangre.
—Una auténtica reina —murmuran a mi derecha.
Amplío mi sonrisa.
La noticia de mi llegada se expande por todo el ambiente y antes de que pueda ubicarlo, Enzo Vasíliev me encuentra. Aparece entre la multitud y con sus brazos extendidos me recibe.
—Lelyah, —murmura con alivio— me alegra verte, me preocupé cuando no estabas en la hora pactada.
—Lo bueno se hace esperar —bromeo, devolviéndole el gesto.
—¿Alguna novedad de tu engendro, Enzo? —mi padre interrumpe con hostilidad.
Mi capo suspira con cansancio y halaga por mi vestimenta antes de dirigirse a Klaus.
—No me hagas avergonzarte al frente de tu familia, amigo. —pone una mano en su hombro y palmea— ¿Pasamos la página?
—No creo que se pueda, Klaus está decidido a hablar con él —dice mi madre rendida.
—¿De cuándo acá los golpes forman parte de una buena comunicación, Sharlot?
—Es Klaus.
—Solo soy un padre preocupado.
—Pensé que habías hablado con Draven —interrumpo.
—Oh, Lelyah, ni en mil años permitiría ese encuentro. Tu padre se desconoce cuando se trata de ti y mi hijo está fuera de sus razones casi todo el tiempo. —suspira— Pero ya no hablemos de eso, ese asunto quedo en el olvido y no te preocupes, Draven te aclarará la situación, todo se podrá haber calmado, pero tú fuiste el blanco y mereces la disculpa del caso. No hablaré en su nombre, él ya es un hombre y solo para que lo sepas... —se acerca a mi oído y susurra— Tienes carta blanca para todo.
—Ey, que le dices a mi hija —curiosea papá.
—Su venganza, claro —responde Enzo.
Klaus chasquea sus dientes con enfado por no ser él quien tenga la bendición para golpearlo, tiene sus vellos de puntas, todo lo contrario a Sharlot que ríe junto al Capo.
—Ven, Lelyah, quiero que disfrutes de lo que creaste —Enzo extiende su mano hacia adelante y entonces tomo el primer paso para que después él me conduzca hasta un círculo de gente.
La escena que me encuentro es vergonzosa.
Es Ada y Declan.
Ella tiene un arma entre su mano temblorosa, lleva puesto la misma ropa que de hace unas horas y por el tiempo, la sangre de Declan se ha secado hasta poner tensa la tela. Su cabello está ligeramente despeinado, sus ojos se encuentran rojos y su aspecto es demacrado.
No tiene determinación, no hay valentía, solo está llena de tristeza.
—¿Cuánto tiempo lleva así? —pregunto.
—Poco, recién lo han traído.
Declan está postrado a una silla, amarrado desde los pies hasta la parte del pecho, dónde termina el lumbar del objeto. Su hombro está sangrando, se nota que recibió atención médica, pero solo lo suficiente para que viva hasta esta noche. Parece una momia hecha de soga, pero con la única diferencia de que su cabeza está cubierta con un saco mediano.
Ada no le apunta, está parada al ras de sus pies, tentada a caer de rodillas y llorar como es de costumbre.
Llevo mi visión hasta los padres de Ada, quienes observan la situación con preocupación, noto que su madre está aferrada a su pareja, conteniéndose para no terminar lo que su descendencia ha iniciado.
Los murmullos empiezan a surgir cuando Ada da un paso atrás y agradezco que se haya detenido antes de una tragedia.
—Dos minutos más y sus padres van a intervenir —le susurro a mi capo.
—Ellos saben que no pueden interferir. —responde. Después da dos pasos adelante, ganándose la atención de su próxima discípula— Ada, vamos, te estamos esperando.
Usher se remueve con violencia y ella cierra sus ojos para luego abrirlos, como su la presión la estuviera controlando.
La matarán.
Enzo junta sus manos y le da una señal para que finalice. Sin embargo, tomándome un atrevimiento, me coloco a su lado y susurro cerca de su oído, solo para nosotros dos.
—Permíteme hacer algo. —Enzo niega inmediatamente, pero insisto— Por favor, mi capo.
—Ella debe matarlo.
—No interferiré de ese modo, lo prometo.
Enzo sella sus labios para segundos después darme el visto bueno con un simple movimiento de mano.
Bien.
Sin perder el tiempo, me acerco a Declan y destapo su rostro. No me tomo la molestia en verlo, pero al oír quejidos inaudibles, sé que tiene su boca sellada.
Mi atención está en Ada, quien retrocede otro paso, obligándome a reprimir mis ganas de arrastrarla adelante. Por eso mismo, trago saliva y coloco mis ambas manos en mi espalda, en una protección para su persona. Después me inclino a su cuerpo, llevando mi voz a su oído.
—El tiempo ha acabado, Ada. —recuerdo— Si tu decisión es matarlo, entonces hazlo, pero no lo harás como una cobarde porque entonces tomarás la pistola y tú misma te dispararas. Tienes que verlo a los ojos, unirte con tu naturaleza y ver lo grandiosa que puedes llegar a ser.
—Yo...
—No hago esto por ti, lo hago por tu padre. —es cierto, su padre es uno de los mejores, sin llegar a ser como mi padre, pero hace años estuvo de encubierto y pudo hacer lo que ninguno otro— Eres su única hija y a pesar de que rechaces la idea de pertenecer a la bratva, él te ama como a nadie, no Declan, no yo, tu padre. Así que deja de llorar como una niña tonta, levanta el arma, mira los ojos del traidor, abraza tu interior y dispara.
Repongo mi compostura y de la misma forma que llegue, me retiro al lado de Enzo que me dedica una mirada curiosa.
—¿Qué fue eso?
—Ada tiene para más, es frustrante ver un desperdicio de talento.
Asiente, tocándose su sien.
—Desde que su hermano fue secuestrado y asesinado, ella cambió, todos conocen la historia.
—Y por eso mismo la estoy empujando, aunque no estoy segura...
BOOM.
El sonido de un disparo corta mis palabras. Inmediato, miro a Ada quien tiene su mano extendida hasta el cuerpo inerte de Declan.
Ella da un profundo suspiro y después se adelanta hasta Enzo quien le da la bienvenida y ordena que la lleven a una sala para que su padre tenga el honor de ponerle la marca de la bratva. Usualmente lo hace mi capo, pero con el tiempo se ha hecho tradición que un familiar del iniciado tenga la responsabilidad.
Unos tipos se llevan a Declan y al quedar vacío, Enzo me da una mirada cómplice, a la par que mis padres se hacen presentes desde otro ángulo. El hecho de que no se acerquen, me da la señal de que mi momento ha llegado.
La adrenalina aparece.
—¿Dónde está Nikolai? —pienso en voz alta.
—Ya vendrá —asegura su padre.
En un tiempo récord, ubican dos sillas que usan los traidores que me prometieron. No están atados al igual que Declan, pero la simple idea de que estén sometidos de alguna forma, me ofende.
—Lelyah Ivanova, futura reina de la bratva, reafirma tu lealtad —Enzo levanta su mano para que de un paso adelante.
Que empiece el show.
Las puntas de mis dedos cosquillean ante la ansiedad de la situación. Estoy a nada de dar otro gran paso en mi vida, de confirmar mis votos de hace años y demostrar, una vez más, quien es Lelyah Ivanova.
Miro a mis padres desde mi lugar y con una disimulada carga de energía, les dirijo una mirada decidida. Ellos me devuelven el gesto, elevando más su quijada con orgullo al ver como sus colegas empiezan a murmurar sobre mi persona, intrigados de con que los sorprenderé.
Enzo levanta su saco, mostrándome la reluciente arma de su cintura, asegurada por un cinturón de cuero. Levanta una de sus cejas como si me estuviera dando la oportunidad de elegir, sin embargo niego con la cabeza.
Mataré con mis propias armas.
En ese momento, las personas a mi alrededor estallan en un pequeño bullicio de voces mezcladas. Los rostros de intriga pasan a ser de desprecio, pero no hacía mi, sino hacia otra amenaza que cada vez se acerca más. Lo siento en mi piel, el hormigueo de ansiedad junto con la furia de quién se roba mi atención.
Pero nadie enfunda su arma, a pesar de sus ganas que resaltan por cada poro, mantienen sus manos quietas sobre su abdomen o sujetados a otros para balancear el peso de la impulsividad. Al igual que Nikolai, Enzo mantiene la postura como todo un capo y tan solo acomoda la corbata de su cuello sin una expresión resaltante.
De pronto, la carga de energía aumenta, llevando la tensión a otro nivel. Esta vez se hace presente el silencio y todas las cabezas de los espectadores giran en mi dirección con sincronización. Es inquietante, pero no más que la sensación de escalofríos posándose en mi interior.
Una ligera brisa golpea mi cabello, repitiéndose hasta que caigo en cuenta de que no es una corriente, sino la respiración de alguien provocándome electricidad.
Conozco ese peso, esa mirada solo le pertenece a un ser específico en la tierra. Con un suspiro entre mis labios, volteo, chocando contra unos pozos llenos de oscuridad. Chispas. Conserva su esencia. Posee unos iris tan negros, una intensidad tan fuerte que desciende mi ritmo cardíaco a niveles mortales.
Draven Vasíliev.
Mi sombra.
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Draven 🛐 me trae como loca, lo juro. Tengo tantas malditas ideas para este personaje que simplemente exploto jajaja.
¿Qué les pareció el capítulo? En un inicio iba a hacer más largo, pero tomé la decisión de dividirlo.
La siguiente parte se titula "El beso de la araña" ¿Teorías? 🌚
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