0| El poder de la sangre
Lelyah Ivanova
—Estás comprometida, Lelyah, tenlo presente esta noche.
Dos palabras, diecisiete letras, mi destino. La voz de mi madre es suave, pero dentro de esa dulzura se siente el peso, el poder que transmite.
Me gustaría ser como ella cuando sea grande. Sharlot Ivanova es perfecta. Labios delicados, cuerpo definido, con tan solo siete porciento de grasa corporal (o al menos eso dice el especialista), con gracia, porte, erudita, excelentes modales. Es la definición de lo que toda mujer perteneciente a la mafia aspira a ser.
Es el icono.
La envidia.
Lo inalcanzable.
Papá, Klaus Ivanova, siempre me cuenta lo afortunado que se siente de tenerla a su lado y no, no hablo por algún profundo amor sino por la envidia y lo mucho que puede presumir. Mamá dice que está bien, ya que ella hace lo mismo por su lado, ambos se potencian. Podrán estar casados, pero son más un equipo que se respeta que una pareja dónde prime el amor.
Sin embargo, ese cariño que escasea en su relación, es puesta en mi persona, en su hija, en su diamante. Soy su todo, ninguno dudaría en dar su vida por mí aunque suene un poco fuerte, morir en el mundo donde vivo es tan cotidiano como beber agua.
En la vida normal hay muerte, sí, pero cuando eres parte de la mafia es distinto, aquí es una carnicería. No hay buenos, ni intermedios, todos somos malos, incluida yo. Con diez años sé lo que quiero, de dónde soy, de la bratva.
Por eso mismo sé lo afortunada que soy, tener unos padres que te amen y no te utilicen como un caballo de guerra es más de lo que podrías desear en mi mundo. Sin embargo, también estoy al tanto del poder que poseo
¿Quién no quisiera a la primogénita de la mano derecha del jefe de la bratva? Cualquier hombre estaría más que bendecido conmigo. Tengo la belleza garantizada de mi madre, el poder de mi padre y la inteligencia y carácter de ambos. Soy la fortuna, el tesoro de la bratva.
Soy mucho como para conformarme con poco.
Merezco todo.
El imperio completo.
Por eso, estoy comprometida con siguiente sucesor. Mi futuro marido será el Capo y yo su reina.
Cuando el jefe de la bratva se enteró de que Sharlot y Klaus iban a ser padres, no dudo ni por un segundo en pedir mi mano en nombre de su heredero que en ese momento tenía tres años de edad. El jefe no había visto mi rostro, ni siquiera una ecografía, nada, sabía que por quiénes son mis padres, sería una excelente reina.
A diferencia de lo que la gente simple piensa, la mafia necesita a un hombre como una mujer fuerte. La reputación lo es todo, los negocios es la base y la sangre nuestra especialidad.
—Lelyah ¿Me estás escuchando? —mamá acerca su rostro al mío para que mi visión y mente regrese— ¿Otra vez perdida en tus pensamientos, cariño?
—Lo siento, mamá.
—No te preocupes, es normal, debes estar muy nerviosa.
Arrugo ligeramente mi nariz.
—No estoy nerviosa —le dejo en claro.
Mi madre hace un gesto de comprensión, poniendo sus manos en mis hombros.
—Está bien estar nerviosa, Lelyah, eres una niña.
—Soy una reina.
—Tienes doce años.
—Y tengo más conocimientos que los alumnos de secundaria o universidad.
—No debes ser perfecta siempre, Lelyah.
—No finjo ni me esfuerzo, lo soy. Además tener nervios no me hace menos, es algo normal en un humano, pero te soy sincera cuando digo que no me siento así.
Agranda sus ojos y suelta una pequeña sonrisa de orgullo. Mi pecho se infla, me gusta.
Por su detrás, veo una figura moviéndose, no logro identificar a papá hasta que mis ojos lo centran.
Lleve un traje elegante de color negro que combina a la perfección con el collar de corazón negro que lleva mamá, yo también tengo uno. Fue un regalo de papá por el día de la madre hace tres años, nunca pregunte su valor porque sé que papá jamás me regalaría algo barato, pero cuando mamá vio las joyas, gritó de la emoción y las miradas de envidia que recibí cada que salía de casa fueron más que suficientes como para saber que llevaba una fortuna en mi cuello.
—Hablas como toda una adulta. —dice papá, acercándose con sus brazos extendidos— Estás muy hermosa está noche, amor —susurra en mi oído.
—Lo estoy todo el tiempo —le respondo, separándome.
Mi madre nos lanza una mirada quisquillosa. Ella siempre ha sido partidaria de que sea más como una niña normal que una niña dotada de diferentes habilidades, aunque siempre me apoya en mis clases para perfeccionarme.
Cuando aceptaron prometerme al futuro capo no lo hicieron para quedar bien o algo por el estilo, lo hicieron por mí, por mi futuro y tuviera vigente la opción de alejarme de este mundo, aunque para ser sincera, nada sería distinto. Soy de la bratva, pertenezco aquí.
Les agradezco lo que hicieron, mis padres aseguraron mi futuro y me están criando de tal manera de que no permitiré que nadie me pisotee. Mi madre tenía cierto remordimiento, pero con el tiempo entendió que esto no lo hago por ellos, es lo que deseo, llegaré a la cima cueste lo que cueste.
—Esta es la gran noche, Lelyah ¿Estás lista? —me dice papá.
“La gran noche” repito en mi mente con una voz soñadora.
—Lo he esperado toda mi vida. —confieso con un suspiro— Ya quiero conocerlo.
Klaus frunce su ceño con mucha, pero mucha confusión. Le sonrío, papá siempre ha sido sobreprotector y la idea de que esté ansiosa por conocer a otro hombre lo está carcomiendo.
Afloja la corbata de su cuello y carraspea antes de hablar.
—¿Hablas de tu prometido, amor? —ni siquiera su apelativo cariñoso logra ocultar sus celos.
Mis labios se mueven de un lado a otro en negación.
—¿Por qué me interesaría conocer al heredero? Yo quiero conocer al jefe, a mi Capo.
Mamá y papá intercambian miradas como si pudieran hablar con el pensamiento. Se mantienen en su universo por tres segundos antes de volver conmigo y sonreírme con un sincero enorgullecimiento.
—Estoy segura de que él también lo ansía —agrega mamá.
Asiento, conforme con sus palabras.
Tuve una crianza en casa con los mejores profesionales en todo el mundo así que no tengo una relación con alguien de mi edad. Estoy bien así, la última vez que salí a pasear y sentí curiosidad por una niña, salió fatal.
Estoy más avanzada.
No estoy para tonterías.
Algunas amistades de mamá a veces vienen para negocios y en una estrategia para involucrarse con la segunda más importante en la bratva, utilizan a sus hijas para que fuercen un vínculo conmigo, pero hasta el momento nadie me ha hecho caer.
La diferencia de intereses es impresionante.
Por eso estoy tan feliz de conocer a Enzo Vasíliev, mi capo.
Siento que por fin congeniaré con alguien que no sea papá o mamá.
Sin embargo, está noche no se hizo para conocer a mi capo, sino a mi prometido Nikolai Vasíliev.
Jamás lo he visto, ni siquiera una foto, nada y no me interesa.
Total, es el hijo de Enzo, haremos un gran equipo.
Si otra niña estuviera en mi situación tal vez pensaría en el amor, pero tengo las suficientes neuronas como para saber que eso no existe en la bratva.
Mis padres creen que necesito conocer a Nikolai Vasíliev para ir entablando una relación de respeto y conocernos lo suficiente para evitar conflictos en un futuro. Enzo Vasíliev quiso que este encuentro sea antes, pero papá se opuso y hoy por fin que tengo diez años, ha dado luz verde para este encuentro.
Obviamente tenía que conocer a Nikolai en una fecha especial, su cumpleaños parece una perfecta excusa para mi padre, total, soy lo mejor que podría recibir. Y no, no me refiero a mí como un objeto, pero conocerme es un gran lujo que no lo obtiene cualquiera.
Al momento de subir al auto de lujo, papá me abre la puerta y cierra una vez que estoy acomodada. Mama va con él adelante y cuando arranca el vehículo, tres camionetas nos escoltan.
La seguridad es primordial y no, esto no es obra de mis padres sino de Enzo Vasíliev. Protegerme es esencial, puede que sea buena en combate, pero mi fuerza no es racional con la de un adulto con experiencia vivida.
Sé que mi capo ha querido conocerme desde que era una bebé, pero se negaba a ser el primero, su hijo, mi prometido debía serlo. Y con las oposiciones de mi padre, todo se complicó, pero hoy por fin llegó el día.
Al entrar a la muy bien resguardada mansión de la familia Vasíliev, siento un cosquilleo en la parte baja de mi espalda y la adrenalina fluye por mis venas.
Papá estaciona al frente de unas escaleras que dan a una amplia puerta con estructuras completamente extraordinarias.
—¿Lista, cariño? —pregunta mamá.
—Siempre.
Papá suelta una pequeña risa y antes de que me vea poner una mueca, sale del vehículo, le abre la puerta a mamá y ambos me reciben para salir.
Klaus se inclina a mi altura y deposita un beso en mi frente, susurrando:
—Una orden tuya y nos vamos, no tienes que conocerlo aún, tenemos tiempo.
Sonrío.
—Ya estoy grande papá.
—Siempre serás mi niña adulta.
—Y la mía —añade mamá.
—Tranquilos, me criaron tan bien que soy más fuerte de lo que creen. Si mi prometido es un imbécil lo repararé, mi esposo no puede ser un tonto.
—¡Lelyah!
—Perdón, es la verdad a menos que estén tan nerviosos porque temen que Nikolai se sobrepase conmigo...
—Lo mato —corta papá.
Mi prometido es mayor por cuatro años, es un adolescente en pleno alboroto con sus hormonas. La preocupación es normal, pero tendrá que arriesgar sus huesos si piensa que puede faltarme el respeto.
Doce años es una edad que parece inofensiva, pero no te dejes guiar por las apariencias.
—Creo que debí dejar las lecciones de la reproducción humana para más adelante —murmura para sí misma mamá.
—Claro que no. Ahora, papá relájate y entremos.
—Espera. —mamá pone una de sus manos sobre mi abdomen, haciendo que la mire con extrañeza— Solo... Recuerda que estás comprometida, Lelyah.
Asiento.
Mi capo ha organizado una fiesta de lujo para el dieciseisavo cumpleaños de su heredero y como es obvio, habrá personas importantes que traerán consigo a sus hijos que, según mis padres, tratarán de robarse mi preciado corazón.
—No creo que alguien sea tan tonto, mamá.
—Tú vales cada maldita guerra, amor.
Papá deposita un beso en mi frente y después los tres avanzamos.
Visualizo guardias en cada esquina de la mansión, la seguridad es máxima. Alzo mi cabeza para ver las cámaras moverse a cada paso que doy, lo más probable es que tengan sensor de movimiento o calor.
Cada detalle del hogar de mi capo es un lujo, nada vergonzoso, todo grita elegancia. Sin embargo, cuando paso por uno de los pasillos y veo un cuadro de un bosque, solo puedo sentir la oscuridad atravesándome.
—Bienvenidos, familia Ivanova.
Regreso mi visión adelante, pero quién sea que nos haya dado la bienvenida ya no está. En su lugar encuentro unas gigantescas puertas abiertas y en el interior varias personas con lujosas vestimentas.
Papá ni mamá se mueven así que yo tampoco lo hago, ellos se mantienen a cada lado mío, como escoltas, como mis guardias. Al principio no entiendo el porqué de nuestra parada, pero basta dos segundos para comprender.
Al principio solo es un par de personas que se percatan de nuestra llegada, pero esas mismas personas esparcen el rumor tan rápido como la caída de una torre de naipes.
Los murmullos que generan sus voces no son lo suficientemente bajos para pasar desaparecidos. Sus miradas están fijos en nosotros, pero más en mamá y en mí, incluso puedo ver a algunas mujeres bajar sus ojos a su vestido y compararse con Sharlot Ivanova.
Percibo la envidia, la superficialidad y el enorme respeto que el apellido Ivanova genera.
Solo entonces, cuando caigo en cuenta de ello y una sonrisa se planta en mi rostro, mis padres retoman el paso.
Nos adentramos en la multitud con paso firme. Puedo sentir como la gente cuchillea a nuestras espaldas, pero nada me hace sentir inferior. Sé lo que valgo.
—Ahí están —murmura mamá.
Parpadeo ¿Dónde? Miro a papá y sigo su mirada hasta encontrarme a mi capo. Enzo Vasíliev.
Mi corazón empieza a palpitar con más rapidez, es lógico, él impone mucho y en cuento sus ojos se cruzan con los míos, percibo un brillo en sus ojos. Ya lo había visto en fotos, pero nada se compara a esto, la energía que atrae es incomparable. Lleva un traje de lujo y no soy consiente de quien está a su lado hasta que Enzo se inclina a un lado y susurra un par de palabras.
Su hijo, mi prometido está aquí, junto a él.
Nikolai Vasíliev parece justamente lo que es, un adolescente, pero tiene esa mirada verdosa de su padre que lo hace un poco mayor. Sus facciones son suaves, alto, pero no lo suficiente, con músculos aceptables. Un joven apuesto, con porte, pero nada que me haga suspirar. Estoy rodeada de tipos guapos o lo que mayoría considera atractivo; no me importa mucho, me importa más lo que tiene en su cabeza.
Los ojos de mi prometido me miran como si hubieran visto a la criatura más hermosa del planeta y yo, bueno, prefiero ver a su padre.
Mis padres saludan y cuando mi madre me presenta, abro mis labios y digo:
—Спокойной ночи, мой босс
Enzo eleva sus cejas.
—Hablas ruso a la perfección. —se sorprende, mira a su hijo con complicidad— Sabía que serías extraordinaria, Lelyah.
—Gracias, mi capo.
—Hay muchas cosas de las cuales me gustaría charlar contigo, pero no estamos aquí para conocernos ¿Verdad? —sonríe— Te presento a mi hijo, Nikolai Vasíliev, tu futuro esposo.
Nikolai da un paso adelante y extiende su mano para que pueda tomarla, lo hago. Siento su piel caliente y tersa como la de un bebé ¿Alguna vez ha utilizado un arma?
Vasíliev acerca sus labios a mis dedos y deposita un beso.
—Es un placer por fin conocerte, Lelyah.
—Lo mismo digo. —retraigo mi mano— Feliz cumpleaños, Nikolai.
Él sonríe, pero un carraspeo nos interrumpe.
—¿Podrías evitar el contacto físico, Nikolai? —interviene papá— A un no están casados y creeme que destrozaré cada uno de tus huesos si tocas a mi hija de manera inadecuada.
—¿Estás amenazando a mi hijo, Klaus?
—Tomalo como quieras, nadie se mete con mi hija.
—No exageres, Klaus, Nikolai solo estaba siendo un caballero.
—Y yo prefiero que sea un monje.
Enzo, lejos de verse enojado, solo se ríe y se acerca a nosotros.
—Hijo ¿Por qué no vas con tu prometida a recorrer el lugar? Al parecer tu suegro está teniendo un ataque de padre celoso.
—¿Cuál recorrido? No, ni loco, no lo autorizo.
Enzo hace oídos sordos.
—Nos vemos después, Lelyah.
Asiento.
Nikolai estira su mano en una dirección y no lo pienso dos veces para ir. Papá no hace un escándalo, me deja ir, pero no soy ajena a los guardias que nos siguen.
Miro a mi alrededor, son diferentes caras, pero con el mismo sentimiento de curiosidad por mí, ni siquiera se fijan en el joven de mi lado.
—Lamento no haber traído algún regalo —digo.
—No te preocupes, conocerte es mucho mejor que cualquier regalo recibido a lo largo de los años. No sabes cuánto he esperado este momento —sonrío conforme a sus palabras, es justo lo que esperaba oír.
—Puedes estar tranquilo, podremos no ser una pareja, pero la persona que estará a tu lado hará todo lo posible para sumarte y no crearte problemas.
Nikolai sonríe de una manera tierna y después termina con una risa que derrocha atractivo.
—Hablas mejor que algunas chicas de mi clase, Lelyah.
—Es porque soy superior, prometido.
—Lo veo.
—¿Por cierto, hablando de mujeres, tienes alguna novia? —mi pregunta ha sido sin anestesia y un poco fuerte por sus ojos agrandados.
—¿Novia?
—Estamos aquí para conocernos y eres guapo, supongo que debes tener una chica que en alguna parte me este matándome con la mirada o al menos que hayas escogido a una chica fuera de este mundo. —la impresión sigue en sus ojos— Puedes estar tranquilo, no te mataré.
—No tengo novia, Lelyah, tú eres mi prometida.
—Eres un adolescente con las hormonas alborotadas.
—Y tu una niña y no por eso te trato como tal porque sé que no lo eres.
Me quedo en silencio al sentir su enojo, no es nada grave, pero el cambio de su voz ha sido brusco.
—Tienes razón, lo siento. —sincero— Solo quería asegurarme de ser la única, puede que no seamos una pareja, pero no pienso ser una mujer que es engañada de manera descarada. Es bueno que tengas tus ideas claras.
—Seré capo, Lelyah, las mujeres se me acercarán por interés, seré un adolescente, pero mi mente está enfocada en ser el mejor. No perderé mi tiempo en cosas que disfrutaré con la única mujer que estará a mi lado pase lo que pase, tú.
—Estás seguro de mi lealtad —susurro— ¿Por qué?
—Vi la adoración en tus ojos —dice.
—¿De qué hablas?
—Cuando viste a mi padre, vi tu adoración. Ni siquiera te diste cuenta de mi presencia, —suspira— siempre es lo mismo, ya estoy acostumbrado, pero por un segundo pensé que sería diferente contigo, al fin y al cabo eres mi prometida.
—Él es el capo.
—Y ahí está tu respuesta. Lo respetas por todo lo que hace y me ganaré esa misma mirada cuando ocupe el puesto, lucharé por tu admiración.
—Conmigo a tu lado creo que tienes un lugar en la historia de la bratva.
—Seremos un gran equipo.
—Seremos un gran equipo —repito.
De pronto, un par de adolescentes se acercan a nosotros. No los conozco, pero al parecer Nikolai sí, ya que lo saludan con familiaridad.
Me presenta como su prometida y ellos lo saludan por su cumpleaños para después seguir su camino.
—Son compañeros de estudio —revela.
—Parecen amigables.
—De hecho jamás me habían hablado hasta hoy. —detengo el paso y lo miro con confusión— No me malinterpretes, no soy solitario, pero ser el futuro capo es muy aterrador para algunos, es como si tuvieran miedo a decir algo incorrecto y que por ello los mate.
—Si es así no deberían pertenecer a la mafia, los harán pedazos.
Asiente, extiende su mano a mi hombro y nos hace retomar el camino. A dos pasos, su tacto desaparece.
—Igual no creo que se hayan acercado a mí para felicitarme.
—¿Cuál sería otro motivo?
—Tú. —menciona con orgullo— Sé que tienes educación en casa así que tal vez no sepas lo mucho que se habla de ti afuera, eres como algo un mito, podrás tener diez años, pero posees una belleza poderosa.
—Sé que muchos sienten curiosidad por mí, pero no imaginé que tanto.
—Algunos de mis compañeros se han topado contigo en la calle y lo único que dicen son muchos halagos, están consientes de tu edad, pero también de quién es tu prometido.
—¿Asesinarías por mí?
Ni siquiera lo piensa.
—Eres mi prometida, lo vales.
—¿Has matado a alguien ya?
—Aún no, pero mi hermano sí.
Oh, claro, su hermano. No recuerdo su nombre, de hecho se sabe muy poco de él, pero debe tener aproximadamente la misma edad que Nikolai. Ellos son de diferentes madres y mientras la madre de Nikolai fue amada en vida, la siguiente mujer de Enzo no lo fue y murió al dar a luz a su último hijo.
Si Nikolai no hubiera mencionado a su hermano, creo que no me hubiera acordado de su existencia.
—¿No es menor que tú?
—Si, pero fue necesario, a mí no se me ha presentado la oportunidad. —llegamos a unas puertas que dan al patio trasero, hay gente, pero más reducido, incluso se ve más íntimo— Todo el mundo te mira a ti, no me lo tomes a mal, pero preferiría estar en un lugar más privado ¿Estás de acuerdo o seguimos aquí?
—No me hará mal tomar aire fresco.
Nikolai me sonríe y nos adentramos al pasto.
—¿Quieres estudiar una carrera, Lelyah?
Me encojo de hombros.
—Cuando sea adulta seré más inteligente y no creo que lo necesite, pero si me gustaría llevar algún taller de finanzas para estar más especialidad ¿Y tú?
—¿Te interesan los números?
—Me interesa aportar a la Brava lo más posible, en combate soy perfecta.
Nikolai suelta un suspiro que no puedo relacionar con nada más que admiración.
—Lelyah, eres mucho más de lo que podría haber soñado.
—Lo sé —me río provocándole la risa también. Es cómodo estar con él.
—En mi caso no creo que sea necesario estudiar, pero si mi visión cambia te lo haré saber. Por el momento estoy enfocado en el negocio y no hay mejor aprendizaje que en el campo.
—Ojalá pudiera tener la misma oportunidad que tú.
—Puedes pelear a mi lado si deseas.
—Papá no lo permitiría, creeme, he intentado ir a los entrenamientos todos estos años. Mis atacantes son reservados, pocos y por más que no se dejan ganar, soy superior a todos, necesito alguien de mi talla.
Nikolai se queda en silencio un momento, analizando mis palabras con interés.
—Lo haré posible, Lelyah, créeme, entrenarás con todos.
—Tomaré tu palabra aunque tengo poca esperanza, papá se toma muy en serio mi integridad.
—Yo igual, pero si lo deseas tanto, lo tendrás. Eres mi prometida, Lelyah, la próxima reina, tendrás todo lo que quieras.
—Gracias.
A los lejos veo una pareja besándose, aproximadamente de unos veinte años y el cariño que emanan es extraño. Casi creo que es amor, pero luego veo la cara del hombre y recuerdo haberlo visto con otra mujer al entrar a la mansión.
Simple deseo.
—Mis padres estaban nerviosos de que algún niño se me acercará para seducirme ¿Puedes creerlo? —le comento como si fuera lo más normal del mundo.
—De hecho, sí. Dejarte sola un segundo es peligroso, todos desean conocerte.
—Consecuencias de no salir mucho de casa, me la paso practicando diferentes áreas.
—Tu ruso es perfecto ¿Realmente hablas el idioma? Yo estoy en nivel intermedio, sé que es clave para el trabajo.
—Sí, de hecho hablo tres idiomas con fluidez. También soy una excelente tiradora, mi especialidad son los rifles que como debes saber se necesita una gran capacidad para dar en el blanco a una larga distancia. Mi récord es de 1.430 metros, poco, pero estoy mejorando. Sé cazar animales. Nado. Tengo etiqueta. Sé pelear con diferentes disciplinas, karate, taekwondo, boxeo. También práctico yoga. Jamás he desaprobado una materia y mis calificaciones no bajan de la nota perfecta.
Nikolai no dice nada, solo se queda mirándome como la primera vez; lo más hermoso del mundo. Es diferente a otras miradas que me han dado, obviamente hay admiración, pero está combinado con otra cosa que jamás he visto.
Raro.
—Diablos, eres perfecta, Lelyah. Sé que haremos grandes cosas.
—Serás capo y yo tu reina.
—Seré capo y tú ya eres reina, Lelyah Ivanova —con eso, mi corazón vuelve acelerarse por segunda vez en la noche.
Nikolai y yo seguimos conversando hasta recorrer todo el extenso jardín hasta volver a la sala principal donde nos encontramos con nuestros padres.
—Dime, amor ¿Nikolai se atrevió a tocarte? —pregunta papá.
—Klaus, por favor —trata de controlar mamá.
—Dejalo. —intervengo, miro a papá— Sí, Nikolai me toco ¿Cuál es el problema? Es mi prometido.
Los ojos de papá se agrandan y profundizan con cada palabra que sigo. Se enfurece y cuando esa fibra de matanza es activada, me río en su cara.
—Eres malvada, Lelyah —murmura mi prometido.
—Me sujetó la mano para subir algunos escalones, puedes estar tranquilo, papá. Vasíliev, es un caballero.
—Dios, hasta yo me asusté. —Enzo sujeta su pecho y se ríe— Por un momento creí que perdía a mi hijo.
—Lo lamento, pero papá no especifico que tocada —digo con más confianza.
—Me vas a matar de un infarto, niña —miro a papá de mala gana, es su forma de vengarse, sabe que no me gusta que se refiera a mí de esa forma.
—Capo ¿Le importaría acompañarme por un vaso de agua?
Enzo no discute, de hecho parece satisfecho de salir de este embrollo y dejar a su hijo para que se encargue de todo.
—Con mucho gusto, Lelyah.
Lo último que veo es a papá encarar a Nikolai de manera amenazante y mamá poniendo a su lado con mirada mortal. Al parecer ha estado guardando la compostura y hasta ahora, cuando creen que los he perdido de vista, ha decidido sacar su arma mortal.
—¿Puedo hacerle una pregunta, mi capo?
—Por supuesto, Lelyah, mereces toda mi atención. Dime ¿Mi hijo hizo algo malo?
—Oh no, Nikolai es todo un caballero. —despreocupo— Lo que iba a decir es ¿Por qué yo? Habiendo tantas mujeres para hacer una alianza con otros territorios, fortalecer su imperio, por qué elegir a una bebé que ni conocía.
Enzo frota sus manos y al estar a su lado me hace sentir tan pequeña como una bebé, no se trata solo de su tamaño, él es impresionante.
—Tienes razón, pude prometer mi hijo a la hija de la mafia Italiana, de hecho fue mi primera opción, pero cuando me enteré de que Sharlot estaba embarazada de una niña, sé que no había más por pensar.
—¿Por qué? Ni siquiera sabía si iba a ser una niña mimada o algo parecido, pude haber sido diferente.
—Por tus padres, Lelyah. Tu madre es la mejor luchadora de la bratva y tu padre mi mano derecha. No espero que entiendas esto porque ni siquiera tus padres lo comprendieron, pero tuve una corazonada, algo, no puedo explicarlo, pero supe, sé que harás cosas extraordinarias.
—Un capo no debería tomar decisiones importantes por una simple corazonada.
—Tienes razón, pero tú no eres simple y yo jamás cometo errores. Harás cosas grandiosas en este mundo, futura Vasíliev.
Le agradezco con la mirada. Nos detenemos para tomar una copa de agua y él una copa de vino tinto.
Al acabar nos dirigimos con Nikolai y mis padres, pero le digo a Enzo que se adelante mientras voy al baño. Al principio se ofreció a acompañarme, ya que papá lo mataría si me dejara sola, pero le aseguraré de que estaré bien gracias a la escolta de guardias que vienen siguiéndome toda la noche.
La seguridad me guía hasta un baño particular en la segunda planta de la mansión y por los detalles del espacio sé que le pertenece a alguien. Es privado, no para invitados. Sonrío de felicidad al darme cuenta lo rápido que me han aceptado.
Al salir del baño, después de lavar mis manos y secarlas, salgo. Estoy a punto de volver por el camino, pero un ruido de algo caerse llama mi atención.
Volteo.
Mis guardias no se ponen en defensa, de hecho me señalan la puerta de al fondo de donde vino el ruido.
—Puede entrar si desea, es seguro —dice uno de los hombres de negro.
El pasillo está iluminado, pero por alguna razón siento una oscuridad emanar desde el fondo, específicamente de la puerta donde me dieron autorización de entrar.
Doy el primer paso y cuando me doy cuenta, ya estoy abriendo la puerta sin previo anuncio. La emoción, esa atracción extraña me ha hecho perder la noción del tiempo.
Mis guardias se quedan afuera y en cuanto la puerta se cierra y crea un fuerte sonido, siento como mi piel se eriza con la brisa de una corriente de viento.
El lugar está oscuro, trato de prender las luces con el interruptor, pero no funciona. Sin embargo, en mi tercer intento, una luz nace desde lo más hondo de la habitación, es como si la magia se hubiera activado, sin embargo, observo perfectamente un brazo sosteniendo el encendedor, mi único punto de luz.
No me aterra, es extrañamente hermoso.
Me acerco para ver al extraño con más precisión y él por su parte acerca el encendedor a dos velas que iluminan un radio de un metro y medio de su origen.
Solo entonces puedo verlo.
Mi mente trata de encontrar una palabra para describirlo, pero en lo único que puedo pensar es en la oscuridad, maldad y perversión.
Está sentado en una silla con diseño renacentista, no puedo ver el respaldar con claridad, pero si los brazos de la silla que están adornados por los largos dedos del extraño. Lleva puesto un traje negro, con una apertura en el cuello de su camisa y la corbata floja. Esto me parecería vulgar en otras ocasiones, pero esto es diferente, se me hace cautivador con un toque de rebeldía. Sus zapatos se difuminan con la sombra de la noche, abrazando sus tobillos y arañando sus rodillas.
Elevo mis ojos a sus ojos, tratando de encontrarle identidad a la perfecta personificación del pecado, pero en lugar de encontrar un nombre, hayo unos ojos tan negros como una perfecta noche sin estrellas.
Su rostro es uno de los más estructurados que he visto, es como si hubiera sido moldeado con arcilla, eliminando cada imperfección del humano. Pero esa es la trampa, quitas y solo dejas algo que anhelas, envidiable, peligroso.
Me quedo sin aliento, su poder es nuevo, nadie había tenido la dicha de dejarme sin palabras y me aterra. Mis pies se detienen sin llegar a su destino.
Algo me distrae, en un pincel moviéndose de derecha a izquierda entre sus dedos, lo lleva con ligereza y la punta está manchado con algo que dista de ser pintura. Reclamo mis labios, mirando a un costado y encontrándome con un caballete. El cuadro está limpio, pero en el suelo yacen algunos trozos de papel grueso.
El extraño reposa su pincel en un recipiente en la mesa y después junta sus manos sobre su pecho, analizándome con sus ojos. Siento como si la oscuridad de sus iris trataran de atraparme, no para abrazarme, sino destrozarme y aquello es algo que lo emociona, sus pupilas dilatadas son la prueba.
—Eres más hermosa de lo que describieron.
No es un adulto. Su estatura en un poco más que la mía, pero no llega a ser como la de Nikolai. Sin embargo, su voz es muy pesada, dura en todos los sentidos y por primera vez en la noche me encuentro ansiosa por algo más que no sea Enzo Vasíliev.
—¿Quién eres? —pregunto con toda mi curiosidad desbordada.
El extraño ajusta sus manos en los brazos de la silla y después de un apretón toma impulso para levantarse.
Toda su fuerza se amplifica, siento una extraña vibra recorrer mi cuerpo y no soy consiente de que son nervios hasta que da el primer paso en mi dirección. Sus pisadas hacen eco en el espacio, combinando a la perfección con su mirada fría.
Se acerca, poco a poco, centímetro a centímetros y cuando extiende su mano a mí, la boca se me seca por completo.
Le entrego mi mano sin pretexto. El extraño me sostiene con amabilidad y una suavidad que no sabía que podía otorgar. Sin embargo sus manos se sienten tan frías y duras que creo que toco una rocosa piedra, pero me encuentro ignorando este hecho, ya que extrañamente me gusta su asperidad.
Acerca sus labios a mi piel y cuando hacen contacto, se toma su tiempo antes de separarse.
—Draven Vasíliev.
Draven, el hermano de mi prometido, el extraño miembro de la familia Vasíliev, la incógnita, un misterio que grita ser resuelto.
—Lelyah Ivanova. —me presento— Pero eso ya lo sabías ¿Cómo?
No sonríe, tira su cabeza de lado y me analiza.
—Porque si tú no eres el extraordinario diamante que mi padre y hermano han estado esperando, entonces estarán muy molestos al averiguar que otra posee más belleza que su regalo de los dioses. —baja la mirada y barre mi cuerpo— Pero lo eres, Lelyah Ivanova, la reina que todos esperan.
—¿Por qué me analizas?
—Trato de ver si tienes lo necesario.
—¿Para qué?
—Matar, obviamente. —jacta— He conocido a muchas mujeres que se hacen las fuertes, pero a la hora de la hora se quitan el disfraz y se descubre que son unas tiernas ovejas.
Hay algo en su voz, en la forma que se expresa que me tiene hechizada.
—No soy una cobarde si a eso te refieres.
Draven achica sus ojos, acerca su rostro al mío, una distancia prudente, pero rayando la línea del peligro.
—¿Así que no eres una oveja, Lelyah?
—No.
—Demuéstramelo.
Sus pupilas vuelven a dilatarse cuando su mirada acaricia mi mejilla, nariz, frente, toda mi cara.
Cuando ya no siento ese cosquilleo en mi piel sé que me he acostumbrado a su presencia, esa aura fuerte ha revolucionado mi sistema y aunque no quiera admitir que es de las mejores cosas que me ha pasado en la noche; le sonrío.
Genuina, sin máscaras.
Elevo mis manos a su pecho y lo empujo a un lado para continuar mi camino. Llegó a su pequeño estudio y analizo los objetos.
—¿Qué intentas pintar?
—No te interesa.
—Pensé que eras inteligente, si te pregunto es obvio que me interesa.
Trato de agarrar poco de su pintura para ver si es lo que pienso, pero Draven llega rápido y sujeta mi brazo en plena acción.
Su fuerza es brutal, nada a lo que imaginaba, sin embargo puedo con ello. Me salgo fácil de su agarre y me volteo, sujetándome del borde de la mesa.
¿Cómo es que expresa tanto con sus ojos?
—No me gusta que toquen mis cosas, Lelyah, tenlo presente.
—¿Es sangre, verdad? —ignoro sus palabras y me concentro en la pintura.
—¿Te asusta? —se acerca y murmura— ¿Quieres salir corriendo como una verdadera oveja?
—No. —respondo— ¿Por qué correría cuando puedo luchar?
—Pero morirías, —aclara— yo te mataría.
—No, yo lo haría primero.
Sin dejar que las dudas que se hagan presentes, aprovecho la oscuridad del ambiente para escabullir mi mano detrás de mi vestido dónde tengo escondido una navaja.
Sonrío.
Draven achica sus ojos.
Sus instintos lo hacen actuar, pero soy más rápida y antes de que de un paso adelante, rodeo mi brazo sobre su cabeza y así de simple tengo mi navaja sobre la piel fina de su cuello.
—Eres una presa fácil, Draven, esperaba más de ti. No soy una oveja y no necesito demostrárselo a nadie, pero muy pronto seremos familia y me gustaría llevar la fiesta en paz. —guardo mi navaja, dejando una pequeña abertura en la parte lateral de su cuello— Así que jamás vuelvas a sujetarme con fuerza o a subestimarme, responderé sin piedad, no tienes el derecho y nunca lo tendrás.
Miro por última vez su rostro, tratando de guardar sus facciones para el resto de la velada y después lo empujo a un lado para seguir mi camino.
Cuando estoy a punto de tomar el pomo de la puerta, su voz me hace voltear.
—¿Tienes buena resistencia al dolor?
—Sí, mucha.
—Vamos a divertirnos mucho, Lelyah Ivanova, te juro que lo disfrutarás.
Sus comisuras se elevan en una sonrisa, sin embargo su gesto dista de ser amigable, está lleno de una promesa cargada de sentimientos que aún no le encuentro sentido.
No respondo a su amenazada, solo salgo de la habitación y continuo mi camino como si nada hubiera pasado, pero engaño a cada parte de mi cuerpo menos a mi corazón que no para de latir con frenesí.
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No saben lo emocionada que estoy por empezar este proyecto que lleva mucho en el horno.
¿Qué les pareció el primer capítulo? 🌚
El siguiente ya serán con nuestros protagonistas más grandes y en el tercero ya será una línea temporal uniforme.
Mis ideas ya están claras y lo único que les puedo adelantar es que entreguen su corazón, de igual forma lo deztrozaré 🖤.
Lxs amo 🖤🕷️.
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Instagram: AnthuanetNieves
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