«Pero tu carne es pan, tu sangre es vino».
Cantos de vida y esperanza" (1905), Rubén Darío

«Si esa estúpida no me hubiera visto fuese todo más bonito.

Amaba ir a la carnicería lo hacía una vez a la semana, Le cimetière la llamaba era mí lugar favorito, amo la carne en todas sus presentaciones hacia compras grandes para que me duraran un buen tiempo y sabia condimentarlas para no perderlas.

La primera vez que fui fue hace unos meses cuando me volví independiente y está carnicería es una distribuidora que está por toda europa y por el mundo.

Ese primer día compré bras droit una pieza muy suculenta, la que tomé era más o menos ni tan grande ni tan pequeña, cuando llegue a casa la preparé casi toda con un poco de arroz y un jugo mi primera incursión en las carnes exóticas había comenzado.

La segunda parte la busqué una semana después la misma pieza anterior, más un le bras grauche puedo decir que fui muy imprudente y las comí las dos, en dos tardes pero eran tantas las ganas y lo suculentos que estaban los platillos, que no aguante mis ansias.

A la semana siguiente aguantando mis ganas toda una semana entera, fui por otra pieza le Tête, fue muy difícil conseguirla pues esta se compone más de huesos jugosos que de carne en sí y tomarla me tomo tiempo pero mis ansias pudieron más y lo disfruté, cuánto lo disfruté, pero mis ganas solo aumentaron.

Pasó menos de una semana para que buscará otra pieza iba por algo mucho más exótico como la carne de le cuisse, está la conseguí fácilmente no tanto como quería pero sí pude hacerlo, a este punto puedo decirles que Le Cimetièrie la conocía de memoria por lo que todo me era más fácil.

Y como siempre llegué a casa, lo preparé y comí, comí tanto que aumenté mis ganas quería más de ese tipo de carne pero pasé mi meta al cœur una carne roja, llena de venas y arterías y esencial en toda vida que ha decir verdad, solo confesarlo me agua la boca con recordarlo.

A la semana lo conseguí, lo preparé y lo comí pero como siempre mis ganas pudieron más, y quise más, además la última vez había sido arriesgado conseguir la pieza que quería por lo que fui por uno entero la semana siguiente.

Pero está vez fallé, esa agente vió que llevaba eso y alertó a los demás policías, no tuve más que entregarme y ahora estoy acá.»

—Garelli lo dice con tanta tranquilidad.

— ¿Cómo quiere que lo diga? ¿Estoy hablando como cualquier otra persona de mis gustos no? Sé que para usted no es normal pero bueno.

—Gracias por su declaración Garelli, está conciente de lo que ha hecho. ¿No?

—Si le soy sincero no, pero bueno es lo que toca.

—Terminamos con esto, muchachos puede llevárselo.

—Hasta luego detective Jensen, la próxima vez me aseguraré de probar también la carne de su esposa o de alguna de sus hijas, no lo dude...