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Despierta, hombre retorcido

En el abismo oscuro en el cual existo, persigo una figura brillante, como una polilla revoloteando hacia la luna sin saber realmente que tan lejos esta. Ingenua e imprudente.

Ilusoria es la figura, pues no importa que tanto intente alcanzarla, siempre esta fuera de mi alcance, pero a la vez esta tan cerca que si solo pudiera estirar las manos podría tocarla. Esperanzas vanas, pero mi corazón las necesitaba para seguir adelante en este infierno.

Risas reverberan en mis oídos, provenientes de la voz mas bella que jamás haya escuchado. se burla de mi, pero no siento malicia alguna; inocente es ella que en su crueldad hace de mi un bufón para su satisfacción. Cosa mas encantadora era. Mi corazón palpita con fuerza mientras mis piernas caían al suelo, las suelas de mis pies cubiertas de sangre por mi desesperado correr.

Y en mis rodillas, ella se volteo a mirarme. Pero no pude ver su hermoso rostro, ocultado por la intensa luz. Lo único que se revela es su sonrisa, una sonrisa perfecta y divina, agraciada como un ángel.

Esa figura suya estaba tan cerca de mí, pero eso no era suficiente para mi alma codiciosa, en lo absoluto. La necesitaba entera, de poner mis manos en esa perfección encarnada. De pintarla en mil formas con mis propios colores y llenarla de mi ser.

Hacerla mía y de nadie más.

Pero ella siempre me elude, con una perpetua sonrisa marcando su bello rostro.

Y ya sabía que el tiempo de soñar se había acabado. El mundo se disuelve, y ella deja de mirarme. Mi piel, carne y hueso se derrite y se acumula en un charco de mugre, mi horrible ser se revela en toda su espantosa fealdad.

El sueño termina.

...

Abrir los ojos resulta sencillo, pero el resto de mi cuerpo se toma más tiempo en obedecer, el dormir con mi armadura puesta causa que mis músculos se entumezcan. Pero es algo preferible a verme vulnerable en estas llanuras. Mucho espacio abierto y poca cobertura, perfecto para cualquier cosa que pueda volar y que tenga buena vista pueda caerme encima.

Aunque honestamente eso era la menor de mis preocupaciones, habían cosas mucho peores rondando por los yermos. Un recuerdo emerge en mi cabeza. Mi encuentro con dos bastardos particulares estando desnudo fue especialmente irritante, lo único agradable del recuerdo fue romper el cuello al hermano antes de dejar sin manos a la hermana.

Al menos no la usé, pequeña piedad que le di, algo que otros no hubieran tenido, no importa que tan horrendas sean las cicatrices en su rostro. A diferencia de otros salvajes, yo quería al menos que tuvieran un buen rostro o cuerpo, no iba a utilizar a una bruja cualquiera.

Mire al cielo en su habitual rojo, y el sol que aún mantiene su mirada maliciosa sobre la tierra. Perpetuo castigo que era la existencia en este mundo por un ser que jamás podría ser comprendido.

Pero creo que ya estuve divagando lo suficiente.

Con ese pensamiento obligo a mi cuerpo a moverse, músculos adoloridos me gritaban que me detuviera, pero como siempre los ignore. Un par de voces en mi cabeza no serán suficientes para detenerme.

Estando de pie estiro mi cuerpo, lentamente recuperando mis capacidades motoras. Mantengo mi mirada en los cielos por cualquier señal de peligro, las gallinas de estas tierras eran especialmente molestas de lidiar, podían volar y eran de tirar mierda toxica que en el mejor de los casos dejaba a uno vomitando sangre, no era algo con lo que tenia ganas de experimentar. Esa era una forma bastante innoble de morir, en mi opinión.

"Entonces, a donde es que tengo que ir nuevamente?"

Susurre para mi mismo, pensando que era exactamente lo que estaba buscando aquí. Me tomo un segundo antes de recordarlo, metiendo mi mano en el interior de mis pantalones, buscando por un momento antes de sacar lo que quería.

Un trozo de tela con unas inscripciones, y un semi leíble mapa. Saber donde ir es complicado, caminar sin dirección es la forma mas fácil de que te maten, así que cosas como mapas o direcciones por medio del boca a boca es información esencial para perdurar en los yermos malditos, así que muchos mantienen esos detalles ocultos, solo siendo compartidos con miembros de sus comunidades. Fue un dolor el hacer que ese comerciante aflojara la boca para saber que tenia este pequeño tesoro.

Una noche pesada con olor a cerveza acompañada con la promesa de un dolor infernal la mañana siguiente y el bastardo además me hizo pagar por todo, eso fue el precio por el pequeño mapa.

Regresando mi mirada a las inscripciones, me di cuenta que estaba cerca, podía ver la montaña que ese bloque debía de significar. Lo único que no podía lograr reconocer era el símbolo que parecía un rio, pero que definitivamente no era un rio. No importa, mi objetivo estaba cerca.

Escondiendo toda señal de que alguna vez estuve aquí, me puse a caminar al este del sol rojo.

...

Subestime por mucho la distancia, no tenia idea de cuanto tiempo había estado caminando pero sabia por experiencia que no era una pequeña cantidad de tiempo, incluso si los cielos jamás se mueven, el dolor de mis músculos y el calor de mi armadura eran suficiente evidencia del movimiento del tiempo.

Me di la vuelta por un momento, viendo el camino por el cual he pasado, observando las marcas de mis pisadas en la tierra muerta. Por un momento me pregunte si debería de regresar. Que había encontrado basura sin valor que fingía ser un mapa.

Si ese era el caso, que ese mercante jamás me vuelva a ver, su garganta no quedaría intacta.

Pero mi instinto me decía que siguiera adelante. Obligare hasta que mi cansancio tome fuerza y requiera descanso nuevamente, así cuando despierte tendré fuerzas para regresar por completo.

No era el mejor de los planes, pero era un comienzo.

Así seguí adelante. 

El tiempo era difícil de decir. Una de las varias maldiciones que fueron impuestas sobre la tierra para castigar a cada hombre, mujer y niño que existe, y que existirá. Un castigo para nuestra existencia, donde los dolores de la carne abundan y los deseos impíos inundan la tierra.

Me pregunto si el sol que nos observa con perpetuo repudio disfruta del sufrimiento que nos causa, o si prefiere aquel que nos causamos nosotros mismos.

Yo no era el mas indicado para pensar en tales nociones, talvez algún pensador pueda dar con una respuesta, pero esas personas hace mucho que se extinguieron. Los que quedan son los monstruos, los salvajes, o personas como yo.

Y cuando finalmente centre mis pensamientos en el mundo material, encontré señales de vida inteligente. Humo, no mucho, apenas suficiente como para ser una pequeña fogata recientemente apagada. Pero esa era suficiente señal como para hacer que mis esperanzas de encontrar finalmente lo que estaba buscando se hicieran casi palpables.

Subiendo en una colina cercana logre ver el lugar de origen del humo, encontrando un campamento, con una carpa pequeña rota y una figura humana que parecía revisarla.

Rápidamente me acerque al lugar, teniendo precaución de no ser notado. No porque quisiera atacar a la persona - si es que era una persona -, pero era mejor tener siempre la mano superior en cualquier clase de interacción con otros humanos. Después de todo, las criaturas mas peligrosas de estos tiempos, aparte de las Calamidades, son los humanos. Nada peor que una criatura inteligente capaz de cargar rencor y odio. No se necesita mucho para convertirse en un objetivo de violencia para un humano. 

Y la vista que me saludo cuando finalmente estuve lo suficientemente cerca confirmo mis pensamientos.

Una figura alta cubierta en cuero negro y un casco de un material similar, encima de otra persona inconsciente, una que tenia ausente ropas esenciales.

La segunda era definitivamente una mujer, ningún hombre - que yo conozca - tendría ese tipo de piel y con esa escasez de cicatrices, además que era fácil darse cuenta por la ausencia de ropas en su cuerpo. Y ese detalle era suficiente para contar una historia.

Tomando la pequeña hacha de mi cadera con mi mano derecha, prepare el ángulo por un segundo y lo lance. Girando por el aire el hacha voló sin hacer realmente sonido hasta finalmente impactar con la cabeza del salvaje, el filo incrustándose en el cráneo a través del casco.

El salvaje cayo sobre la mujer, sangra derramándose sobre el suelo y muy probablemente también en su figura. Camine hasta estar solo a unos pocos pies de distancia del cuerpo y la persona. Con una leve sonrisa que no se notaria por mi casco.

"¡No hay necesidad de agradecer! ¡Es mi placer ayudar a una doncella en apuros!"

Parece que la mujer esta en shock, debido a que no esta moviéndose en lo absoluto. Pare ese pensamiento hasta llegar a la conclusión mas obvia posible. Carajo. ¿La habrá matado ya? Si es así entonces esto habría sido un desperdicio, aunque si pudiera sacar algunos materiales o comida de aquí seria un uso medianamente útil de mi tiempo.

Moviendo el cuerpo del salvaje para quitarlo encima de la mujer, me quede por un momento paralizado al ver ese rostro.

Dios mío ese rostro.

Sin ninguna cicatriz alguna, ni manchas u imperfecciones, era la piel mas perfecta que jamás haya visto, mas aun que la de las doncellas de mas alta clase que yo haya usado. Con un cabello corto y negro como la obsidiana. Y esos labios pequeños pero con un tono de rosa tan suave e inocente.

El calor de mi pecho ardió por un momento antes de enfriarse de inmediato.

"Pálida. Seguramente la mato el imbécil."

Con un suspiro regrese en mi encargo, arrastre el cuerpo del salvaje a un lado, alejado del cuerpo de la belleza, y empecé a inspeccionar cualquiera de sus posesiones con la esperanza de encontrar algo que me fuera de utilidad. Pero rápidamente quede decepcionado.

Una daga oxidada, ropas con telas tan desgastadas que no valían ni la pena como vendaje, una armadura de cuero en muy mal estado, un casco que realmente no me interesaba, el mío era probablemente mejor y... ¿Uh, que es esto?

En el interior de un vendaje había una extraña pieza de metal, casi como si hubiera querido ocultarlo. Con forma de cuadrado y hecho de un metal oscuro que reflejaba el sol. Con una de las esquinas un anillo, probablemente para atarlo a un collar. Si ese era el caso entonces era menos un cuadrado y mas un diamante.

No importa realmente. En cualquier caso. ¿Por qué un salvaje cuidaría de un objeto como este?

Pero en lo que revisaba el pequeño artilugio, en el reflejo note movimiento. Rápidamente dándome vuelta con mi antebrazo al aire, bloqueando una espada pequeña que había estado bajando a por cuello. Pero aquello que mas me sorprendió era ver quien era la persona que la sostenía.

La doncella que creí muerta, estaba enfrente de mi con una espada corta. De donde la había sacado o como se había acercado tanto sin yo darme cuenta eran misterios de los cuales no sabia, pero no tenia tiempo para divagar en esos pensamientos.

"Oh vaya, no sabia que así era como se decía Gracias mi salvador por estos lares"

La mujer aun sostenía la espada en contra de mi armado antebrazo.

"¿Trato silencioso?"

Era un poco divertido el ver una expresión tan severa en un rostro tan bello, al punto donde ella me recordaba más a un bebé haciendo una mueca. Pero el peligro de la espada no era algo de ignorar, un buen golpe en mi cuello o en las rendijas de mi casco sería más que suficiente como para dejarme en un estado crítico. Posiblemente la muerte si es que tenía muy mala suerte.

"Vamos doncella, baje el arma, solo quería ayudarle, de liberarla de aquel salvaje."

Razonar no suele funcionar en muchas ocasiones, puesto que de todas las criaturas, el humano es uno de los mas irracionales. Comportamientos nacidos por particularidades divergentes presentes en cada individuo causan reacciones diversas. Por eso tratar con un grupo será más fácil que con una sola persona, en un grupo las características únicas se suavizan con la meta de hacer que todos estén en una misma línea de pensamiento, lo que hace que solo necesites comprender las reglas y formas de pensar generales para poder manejar esas situaciones.

En cambio cuando tratas con una sola persona estás apostando de que no te apuñale en la espalda en la primera oportunidad que tenga, a que encuentre tus palabras lo suficientemente influyentes como para considerar lo que sea que se tenga por decir.

Pero parece que en esta ocasión la suerte esta de mi lado.

"... ¿De donde vienes?"

Una voz suave finalmente salió de sus labios. Y una sonrisa marco mi rostro, una que ella no podía ver.

"Vengo de tierras lejanas, al Oeste del sol. Pero ahora que te has calmado ¿Podrías bajar el arma?"

"... Esta bien"

Con eso dicho, ella finalmente bajo la espada. Libre de la amenaza me aparte del cadaver, y estando de pie me di cuenta de algo.

Ella era alta. No era la primera vez que una mujer era mas alta que yo, puesto que yo era un poco bajito en comparación a otros hombres, pero podía aun contar con las manos el numero de mujeres que me ganaban en altura. Ella seria la primera que me gana por una cabeza entera.

Honestamente este desvío estaba viéndose más fructífero al segundo.

"Entonces que ahora estamos en un mejor ánimo, me presento, soy Gregorio. Un placer."

"... Soy Elena"

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