Ayano no era una niña común, no sentía expresiones, no sabía sentir bien, su padre y su madre hacían lo posible para que la pequeña Ayano pudiera sentir.

Ayano ama a sus padres, muy adentro aunque no lo exprese, ella quería saber que se sentía sentir, felicidad, enojo, tristeza, dolor, entre más, pero aún así quería hacerse normal, fingió pero no sintió nada.

Un día Ayano acompañó a su mamá para que jugará en el parque, estaba bien, ella no sabía a qué jugar, cuando su mamá se distrajo ella lo único que hizo fue a sentarse en un rincón, prefería ver a los niños “normales” jugar que ella jugar. Hasta que un niño pelirrojo le llamó la atención aquella chica de cabello azabache.

Osano: Hey tú!! -dijo el niño pelirrojo a la pequeña Ayano-

Ayano solo miró a aquel chico pelirrojo acercarse a la pequeña Ayano, ella solo lo miró con extrema seriedad.

Osano: ¿Qué haces aquí, no quieres jugar? -dijo un poco molesto pero mostrando un pequeño sonrojo en sus mejillas, era obvio que hacía calor-

Ayano: No sé a qué jugar... -dijo está aún observándolo-

Osano: Entonces ven conmigo, vamos a hacer un juego, ahí está mi prima Osana y algunos niños más... -sin pensarlo este agarra de la mano a Ayano y corre con su prima-...

Ayano sintió un poco de confusión, hace tiempo que nadie la invitaba a jugar, solo por qué era rara, aún así fue y ambos pararon.

Osano: Osana, mira, traje a esta niña... Ah... ¿Cómo te llamabas? -dijo sonriendo-

Ayano: Soy Ayano, un gusto -da una pequeña reverencia-

Osana: Bienvenida, este es mi amigo Taro, y aquí está Budo, ¿empezamos a jugar al castillo? -dijo con entusiasmo-

Todos los niños dijeron que si y así empezaron a jugar, quedándose atrás Ayano, Osano lo notó al instante y regresó con ella para saber que pasaba... “que niña tan seria” se decía Osano mientras bajaba las escaleras del juego y dirigirse hacia Ayano.

Osano: Oye tonta, ¿Por qué te quedas atrás? -dijo un poco enojado-

Ayano: Es mi primera vez jugando, ¿No los molestaré? -dijo seria-

Osano: C-claro que no!! Todos estamos bien, y con tu compañía lo hacemos mucho mejor, ven tonta, vamos a jugar!! -dijo jalándola hacia él-

Durante todo ese día estuvieron jugando, Ayano se sintió bien en el interior, pero aún así no sonreía algo que Osano le llamaba mucho la atención. Estaban apunto de resbalarse en el tobogán cuando la mamá de Ayano interrumpió.

Ryoba: Hijita linda, tenemos que llegar a casa, se está haciendo tarde para cenar ^^ -dijo con una bella sonrisa-

Ayano: Voy mamá, lo siento niños, tengo que irme, hasta luego Osana, Taro, Budo y... Hasta luego Osano, me divertí mucho -dijo sería pero con un tono amigable-

Osano: S-si hasta luego!! -dijo nervioso-

Los demás solo se despidieron a lo lejos con sus sonrisas, al fin llegaron los papás de Osano y Osana, y en el camino ellos dos hablaron.

Osana: Que niña tan más rara, parecía un robot... -decía mientras daba una expresión de enfado-

Osano: Déjala, tal vez es por una razón, tranquila, además se me hizo muy interesante.

Osano volteó y vió a Ayano entrar a su casa, lo cual ya sabía que eran vecinos cercanos, algo que al pequeño Osano le fascinó, quería visitarla y saber más de ella, tal vez, cambiar su actitud.

Con Ayano, cómo siempre fue a ayudar a hacer la cena con su madre, su padre no tardaría en llegar. Ryoba miró a Ayano con mucha ternura al ver que ella le ayudaba, se distrajo tanto que se cortó un poco... Comenzó ahí... Una pequeña “lección”.

Al día siguiente

Osano tenía unas pequeñas flores en su mano, y estaba frente a la puerta de la casa de Ayano, en compañía de su prima quien estaba oculta en un arbusto a lo lejos. El estaba nervioso, pero al final tocó la puerta de la casa y esperó pacientemente.

Ayano al escuchar la puerta de su casa fue a abrir sin mucha importancia, y ahí vio al pequeño Osano, con las pequeñas flores en su mano.

Ayano: Hola Osano -dijo seria-

Osano: A-ay!! Hola Ayano, e-este... Mira, t-te traje estás flores en honor a nuestra amistad!! S-solo tómalas tonta!! -dijo lanzando las flores a la cabeza de Ayano, con mucho impulso-

Este al darse cuenta de lo que hizo se sorprendió y miro un poco tembloroso a lo que había hecho.

Ayano se sorprendió un poco, tomo una pequeña flor de su cabello y lo miró, se le hacía lindo que alguien le diera flores, en la cual después miró a Osano, un poco enfadada.

Ayano: Gracias, no tenías que lanzármelas... -dijo seria-

Y de ahí, nació una amistad inquebrantable entre Ayano y Osano...

Continuará....