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Parte única

Sehun miró hasta la hoja de su cuaderno, aún en blanco aunque ya habían pasado cerca de 20 minutos en los que había estado leyendo y releyendo las dichosas instrucciones.

Genial. Simplemente fantástico.

Solo a su adorada maestra (sarcásticamente hablando, la vieja casi lo reprueba y, de hecho, lo hará si no entrega este trabajo), era la única a la que se le podía ocurrir la grandiosa idea de dejar como proyecto final esta... esta... esta cosa.

Porque la ¡oh, todo poderosa! había decidido que, para evaluar si sus alumnos habían retenido la suficiente información en clase, debía marcar un pequeño trabajo en el cual pudieran plasmar todos sus aprendizajes. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que visualizarte a ti mismo en 3, 10 y 20 años? 

A Sehun le encantaba la idea (sarcasmo de nuevo), de vislumbrarse un poco menos joven y con los primeros indicios del dolor de espalda y la falta de calcio, eso por no mencionar la caída del cabello y las mugrosas canas.

Resoplando, se dio la vuelta, cayendo así sobre su costado. A su lado, Luhan, su amigo-vecino de hacía años, se hallaba aún sobre su estómago y recargado sobre sus codos escribía felizmente sin parar. Su cabellera castaña se removía con el fresco aire de la tarde.

Apoyándose sobre su codo, descansó su rostro contra el puño. Se tomó el tiempo suficiente para absorber tanto de la escena como pudiese. Luhan, completamente ajeno a su penetrante mirada, seguía garabateando entretenidamente en su libreta y sacudiendo la cabeza al ritmo de lo que sea que los audífonos blancos llevaran hasta sus oídos.

Quizás sintiendo que no había movimiento a su lado, el castaño se deshizo de uno de los audífonos y giró su rostro hasta que sus acaramelados y malditamente brillantes ojos le miraban fijamente.

Sehun adoraba lo excesivamente expresivos que estos eran. Luhan, por su parte, decía que odiaba la apariencia de sus ojos, pues le hacían lucir como una niña. A él no podría importarle menos. Incluso si Luhan hubiese sido una niña o cualquier otro chico, a él le seguirían gustando sus ojos.

—¿Qué? —preguntó el chico, dirigiéndose a él al ver que no estaba escribiendo nada. 

Sehun solo se encogió de hombros.

—Nada, solo estoy pensando qué rayos voy a poner. Justo ahora, la idea de inventar algo es muy tentadora —Luhan rio y negó, revolviendo aún más sus cabellos, estos se movían tan ligeramente que le hubiese gustado estar más cerca para sentirlos. 

Quizás si no fuera tan cobarde podría incluso estar lo suficientemente cerca como para que estos cayesen sobre sus hombros o incluso...

—Oh, no, eso sí que no, Oh Sehun. Ni se te ocurra mentirle otra vez, ve tú a saber cómo es que sabe cuando le mientes o le dices la verdad —advirtió el chico, fingiendo que un imaginario escalofrío le atravesaba.

Sehun concordó con su amigo. La mujer debía tener un extraño pacto con el diablo o algo por el estilo. De otra forma, no sabría explicar cómo es que podía deducir cuando estaba poniendo algo que realmente le hubiese pasado o cuando inventaba sus respuestas solo para no dejar el espacio en blanco.

La primera vez pensó que solo se trataba de una coincidencia. Que le hubiera tachado las respuesta que casualmente había inventado en su examen, pues le había dado flojera explicar más motivos, no parecía más que una simple casualidad del destino. Pero hay por favor tampoco es como si su clase se prestara para que Sehun realmente la tomara en serio.

Era una extraña mezcla entre administración y psicología humana. A Sehun le daba tanta flojera de solo pensar en ello. Luhan solía decirle que tenía un gran don para la escritura y que si no fuera tan flojo, no se vería en esta clase de aprietos. Como ahora en que su nota escolar pendía de un fino hilo.

Ese fino hilo llevando por nombre "Plan de vida".

Y es que Sehun nunca había sido tan serio como para realmente sentarse a pensar en qué haría a futuro. Él simplemente se dejaba llevar por el viento, siendo arrastrado como una hoja que cae de un árbol. Así de sencilla era la vida ante sus ojos.

—Y no me dejaste terminar. Dije que la idea parecía muy tentadora, no que la iba a tomar. Sabrá Dios sino realmente me reprueba.

Dejando caer el lápiz de entre sus dedos, Luhan adoptó la misma postura, con la diferencia de que se recargó en su costado derecho, quedando de frente a él.

—Ah, menos mal.

Sehun entornó los ojos.

—Hablo en serio, Lu. No voy a llevarme esta materia por que Dios, el Diablo y Buda mismo saben que moriría si tengo que volver a cursarla.

Luhan tuvo el descaro de reírse en su cara.

—Bueno, pues si el grandioso señor Oh usara sus habilidades de escritura y las aplicara en clase, no estaría sufriendo porque una simple tarea pudiera significar pasar o no la materia. La "señorita Joy" estaría más que feliz de atormentarte de nuevo, ahora que te conoce, si es que tuvieras que tomar de nueva cuenta su materia.

La sola mención de su nombre le hizo llevar una mano hasta su rostro. No quería ni imaginar lo que sería su vida si tuviera que tomar de nuevo la clase. Si bien su profesora era una mujer muy inteligente y discreta, eso no quitaba ese ligero odio-especialmente-dirigido-a-él que ella parecía tenerle.

No importaba qué tanto se esforzara, para ella sus trabajos escritos nunca eran lo suficientemente convincentes.

Cuando volvió a enfocar sus ojos, Luhan seguía mirándolo con una sonrisa en los labios. Sehun adoraba verlo o hacerle sonreír. Cada vez que lo hacía, sus ojos se achicaban en medias lunas y su boca lucía más pequeña, creando arrugas en las esquinas.

Era lindo.

Luhan era tan lindo.

—Ni lo menciones. Moriré si tengo que volver a ver todo de nuevo.

—Ahí tienes tu incentivo. Ahora, mueve tus flojas manos y escribe tu plan de vida —Sehun lo pensó por un momento. 

No llegaba nada a su mente. Cada vez que trataba de imaginar qué le gustaría estar haciendo en unos cuantos años, la imagen de Luhan a su lado terminaba por acaparar su completa atención.

No importaba si se imaginaba siendo un escritor reconocido o un vagabundo, Luhan siempre aparecía de la nada. Porque eso era todo lo que Sehun realmente quería para su futuro. No importaba en qué trabajara, cómo se ganara la vida o si tendría un Lamborghini o un Vocho descansando en su patio. Con que Luhan permaneciera a su lado era más que suficiente.

—Por eso es que es tan importante. No puedo inventar nada porque la bruja me va a reprobar, pero tampoco sé qué escribir —admitió, abultando sus labios en el proceso. Luhan desvió su mirada pensativa.

—Oh, vaya —desparramándose hacia atrás, dejó a su espalda descansar contra el piso de su casa.

Ellos se habían reunido a hacer la tarea en casa de Luhan. Ese lugar se había convertido a lo largo de los años en su refugio. Si bien su casa era bonita, Sehun no podía ofrecerle nada más que eso... una bonita casa vacía. Sus padres trabajaban tanto y por jornadas tan largas que casi nunca se encontrarían con él en su hogar.

Luhan, sin embargo, tendría a su madre en la mesa a la hora de la cena y le daría un beso de despedida por las mañanas.

Mientras tanto, Sehun solo vería un fajo de billetes en la mesa para sus gastos de la semana y rara vez se toparía con ellos. Si es que milagrosamente estaban en casa, él solo los dejaba dormir.

Y no es como si se estuviera quejando o algo. Ellos eran buenas personas. Quizás un poquito de atención extra no le haría mal pero también entendía que no se podía tener todo en esta vida.

Luhan se giró cuando un suspiro inconsciente escapó de sus labios. Trató de ocultarlo pero el castaño, quien era su amigo desde hacía tanto, obviamente se dio cuenta del rumbo que habían tomado sus pensamientos.

—Hunnie... no pienses en eso. Mejor concéntrate en tu tarea.

Como si pudiera leer su mente y fuera capaz de saber lo que le atormentaba, el chico le dijo. Decidiendo que Luhan tenía razón, regresó la atención a sus deberes.

"Puede tomar como referencia lapsos de tiempo de 3, 10 y 20 años para sus objetivos principales"

Leyó en voz alta la otra parte de las instrucciones.

Esa mujer estaba muy loca si creía que los iba a hacer sentir mejor el imaginarse con 37 años encima. Al menos esa es la edad que él tendría en 20 años, el lapso para su objetivo más lejano.

Viendo que estaba en lo suyo de nuevo, su amigo volvió a rodar hasta continuar escribiendo. Esta vez no se puso los audífonos de nuevo. Sehun agradeció el gesto, así él podría escuchar si le preguntaba algo.

—En serio no entiendo cómo esto va a hacer mi vida mejor. ¿De qué sirve que me plantee objetivos y los estructure si ella misma dijo: "no se preocupen por pensar tan duramente, sus objetivos pueden cambiar con el tiempo o bien, permanecer y ahí se darán cuenta de cuan realistas eran en el momento en que los pensaron"?

Se quejó. Dejando caer el lápiz de nuevo, escuchó la risa de Luhan a su lado.

—Eres imposible. Ya deja de lloriquear y escribe. Piensa, debe haber algo que realmente quieras hacer. Sé realista, escribe algo que no sea ni muy exagerado ni muy simple, algo que sea creíble y probable, así ella no podrá reprobarte.

Asintiendo, tomó su lápiz de vuelta. Presionó la punta sobre la hoja y... nada.

Ni una sola idea llegaba a su cabeza, al menos no una con las características que Luhan había mencionado.

¿Creíble y probable, uhm?

Se imaginó en 3 años, tomando la mano de Luhan y caminado animadamente por el campus de su universidad. Qué importaba lo que estudiase ahí o cuál de todas las universidad del país fuera esa, la parte realmente importante era que Luhan estaría a su lado.

Okey, esa es creíble pero ¿probable?

Miró al castaño que seguía entretenido con su trabajo, ya llevaba media hoja llena y él... él seguía con su hoja en blanco. ¡Maldición! Lo iban a reprobar.

—No oigo tu lápiz escribiendo...

Canturreó Luhan, sin siquiera voltear a verlo. Bufando, volvió a presionar el lápiz contra el papel.

"En 3 años me visualizo tomando la mano de Lu..."

Se detuvo. ¿Cuál era la probabilidad de que su profesora lo reprobara por esto? Estrictamente hablando, no estaba mintiendo. Le gustaba Luhan, ¡demonios!, lo había hecho por años. Si era sincero, su enamoramiento había surgido de forma de instantánea. 

Desde que su agradable vecina había tocado a la puerta de sus padres con un enorme y delicioso pastel de limón en las manos, él había quedado flechado por el pequeño niño oculto tímidamente tras el vestido de la mujer.

Aunque su timidez solo duró unos cinco minutos o así, el tiempo que le tomó al más bajo entrar a su habitación y descubrir su colección de peluches cuidadosamente acomodados sobre su cama. Él seguía guardando la imagen del castaño así, sonrojado y mirándole fijamente con sus enormes ojos expresivos, como su primer y más hermoso recuerdo de Luhan.

La amistad había sido una cosa tan sencilla que, antes de que se dieran cuenta, ya eran mejores amigos. Debió haber sabido que tarde o temprano terminaría enamorándose de él pero es que ah, era demasiado lindo.

Mirando a su derecha descubrió a Luhan aún trabajando en su tarea. Un vistazo a su reloj de mano le informó de que ya eran las 5 de la tarde. En menos de una hora la madre de Luhan estaría de vuelta y entonces tendrían que suspender su sesión para ir a cenar.

Tenía que acabar ahora mismo.

Con el renovado entusiasmo, fue al siguiente objetivo.

"En 10 años espero..."

Una imagen de él, hincado frente a Luhan, pidiéndole que pasara el resto de su vida a su lado, invadió su pensamiento. Sintió sus mejillas arder porque ¡Dios! Era tan estúpido como para crearse estos sueños.

¿Cómo esperaba pedirle a Luhan que se casara con él si ni siquiera se atrevía a confesarle sus sentimientos? ¿Luhan le aceptaría? ¿Siquiera sentía algo por él, algo más que amistad?

Sintiéndose observado, Luhan volvió la vista de nuevo, sus ojos otra vez encontrándose.

—Déjame echar una ojeada... 

Intentó inclinarse para ver hasta la libreta de su amigo, pero este fue más rápido y puso sus manos sobre el papel. Sehun frunció el ceño.

—Dijiste que ibas a ayudarme —reclamó. Luhan le sacó la lengua.

—Ayudarte, no dejarte copiar mi tarea. Además, no podrías aunque quisieras, aunque te dejara. El trabajo es personal.

Sehun asintió en acuerdo. Tenía un punto.

"En 20 años..."

¿En 20 años? ¿Cuándo tuviera 37?

¿Cuando sus rodillas ya le avisaran del mal tiempo y empezara a necesitar tomar calcio? No le gustaba la idea.

Pero de nuevo, la imagen de él llegando a casa, bajando ya sea de su Lamborghini o su Vocho, invadió su mente. Un feliz Luhan saldría, abriendo la puerta y limpiando sus manos en un mandil con dibujos de fresas, Sehun esperaba que aún le gustaran las fresas. De hecho, Luhan tenía un mandil con la dichosa fruta.

El Luhan de 37 años luciría de unos 10 años menos, porque vamos él siempre se había visto más joven que otros chicos de su edad, y le recibiría con un sonoro beso en los labios.

—hun... ¡Sehun!

Sacudió su cabeza, alejando la bruma de su ensoñación, y se giró hasta la voz de un Luhan ya de pie. Frunció el entrecejo cuando vio a su amigo con la libreta bajo el brazo.

—¿Qué? —preguntó aún algo aturdido. 

No habían pasado más que unos minutos mientras soñaba con su llegada a casa y en cómo Luhan lo recibiría, ¿no esa así?

—¿Cómo que "qué"?, levanta tu enorme trasero de mi piso y ven a ayudarnos. Mamá ha traído carne para asar —ordenó el chico poniendo sus manos en jarras. 

Su pie repiqueteaba impaciente contra el piso a la espera de que su bobo amigo terminara de despertar de su sueño y se levantara.

Sehun barrió su mirada por el lugar. Levantó su cabeza y se limpió un poco de baba que había caído sobre su brazo. ¿Acaso se había quedado dormido? ¿Cómo era eso posible? Solo se había descuidado un segundo y...

—¡Ay, mira lo que has hecho! Lo siento, pero si ya olvidaste lo que habías puesto, debo informarte que estás bien jodido Sehunnie.

Siguiendo la dirección que indicaba el dedo de Luhan, miró hasta la libreta apachurrada bajo sus antebrazos, todo el grafito del lápiz había desaparecido dejando nada más que manchones grises. Sehun había procurado escribir bajito por si se arrepentía a último momento, pero ahora ya no había nada en su liberta. Nada más que una enorme y fea mancha gris.

—¡¿Qué demon...?!

—¡Sin malas palabras! —advirtió enseguida una voz femenina proveniente de la cocina. 

Oyendo el sonido de tacones aproximándose, Sehun se apresuró a recoger su libreta y meterla como sea dentro de su mochila.

Luhan rodó los ojos y se alejó, volviendo adentro para encontrarse con su madre.

—Lu... la bruja va a reprobarme —lloriqueó. 

Todo porque aunque sabía y recordaba a la perfección lo que había escrito, también sabía que iba a estar muy pero muy jodido si en verdad entregaba eso como tarea.

Vio como la alta mujer se posicionaba a un lado de su hijo y dejaba un beso en su mejilla, antes de revolverle el pelo.

—Ve dentro cariño, ¿por qué no empiezas sacando la carne de los empaques?

Sonriendo, su amigo se dirigió hasta el interior de la cocina. Sehun apretó la mochila contra su pecho. La madre de Luhan le intimidaba.

—Y usted jovencito... —dijo empezando a acercarse hasta él—, ¿a quién le llamaste bruja?

Preguntó Joy, mientras pellizcaba una de sus mejillas. Después le revolvió el cabello con ternura y caminó para reunirse con su hijo dentro de la casa.

¿Olvidó mencionar la parte donde su adorada maestra era también la madre de su pequeño amor castaño? ¿Sí? Bueno, ahora ya lo saben.

—Es que... es que... no sé qué poner. No importa lo que escriba, al final dirás que estoy siendo mentiroso y que no estoy explotando mi potencial al máximo y...

—Ay, Hunnie, cariño, sabes que no mezclo el trabajo con mi vida personal. Así que, ahora mismo no sé de qué me estás hablando.

Refunfuñando, entró de mala gana tras la mujer y dejó a su mochila caer sobre el sofá. Se unió a Luhan y empezó a destapar otro paquete de carne.

—Pero... pero...

—Ni lo intentes Sehunnie. Aunque sea mi madre, es más, precisamente porque es mi madre te lo diré... no esperes ayuda extraescolar de su parte, es muy estricta con la ética de maestros.

—Así es cariño, y precisamente por que eres mi hijo soy más exigente contigo que con el resto... y con Hunnie, pero él se lo busca porque es muy flojo.

Madre e hijo rieron, a Sehun no le dio gracia. Ver el cambio entre la divertida mujer que tenía en frente y la seria maestra que le daba las clases más exhaustivas de su vida, era por demás extraño.

Esta agradable persona no se comparaba en nada con la bruja que casi le reprueba y que le exige estándares imposiblemente altos solo porque compartió infancia con su amado retoño.

Mientras comían, después de una rápida preparación de la carne pre-condimentada, Sehun pensó en cuál sería la probabilidad de que la señora Xi le reprobara si es que se enteraba, de forma indirecta, que él esperaba que ella fuera su suegra en el futuro. De una u otra forma.

Después de lavar los trastes, Sehun estaba empacando sus cosas de vuelta en su mochila. Habían terminado la tarea y Joy veía con una gran sonrisa en el rostro cómo su hijo y el amigo de este se iban.

Aunque Sehun solo viviera a una casa de distancia, eso no impidió que su pequeño bebé, porque sí, para ella Luhan seguía siendo su bebé, insistiera en acompañar al más alto hasta verlo entrar sano y salvo a su casa. Vio a Luhan cerrar la pequeña puerta en la entrada y se dispuso a volver al interior de su propio hogar.

Aunque ella hubiera sido siempre una mujer fuerte, había cosas que le seguían afectando. Es decir, ¿qué madre no se sentiría inquieta al ver a su amado hijo crecer?

Debía admitir que ese muchacho, Sehun, le recordaba a ella en el pasado. Al ver como los padres de este trabajaban tan duro sin darse cuenta de que su hijo crecía solo y carente de su afecto. Sabía por experiencia que su alumno y vecino debía amarlos mucho. El chico, a pesar de todo, era muy maduro y responsable.

Y la única razón por la que ponía tanta presión en él, era para que saliera adelante. Plantearse desde ahora lo que le gustaría hacer en el futuro era una buena opción para hacerlo asentar los pies sobre la tierra.

Ella podía ver el enorme potencial de Sehun y sabía que no sería nada difícil para él lograr lo que sea que se propusiera. No importaba si quería una vida lujosa o se conformaba con cosas simples, su objetivo era hacerle pensar un poco sobre las opciones que tenía para el futuro.

Que sus alumnos empezaran a plantearse el propósito de sus vidas, que buscaran su razón de ser. Conocerse a sí mismos tan bien como para saber lo que les gustaría hacer y el cómo logarlo, ese era su deseo.

Decir "quiero esto" era fácil. Los medios para conseguir ese "algo" eran lo complejo en la ecuación.

Cerrando la puerta tras de sí, caminó por su casa de vuelta a la cocina. Terminó de guardar algunas cosas que había traído de paso, entonces algo sobre la mesa llamó su atención. Era la libreta de su hijo.

Siempre había sabido que Luhan ponía mucho empeño en sus estudios, pero también sabía que él era excesivamente sincero. Aterradoramente sincero, con ella. Su pobre corazón de madre no soportaba a veces la sinceridad de su propio hijo.

"Diseñe su propio plan de vida. Establezca los objetivos a corto, mediano y, finalmente, a largo plazo. No olvide mencionar los objetivos intermedios para el cumplimiento de sus objetivos principales. Puede tomar como referencia lapsos de tiempo de 3, 10 y 20 años para sus objetivos principales".

Leyó las instrucciones de la tarea que había marcado a sus alumnos. Y debajo de ellas, descubrió la fina letra de su hijo.

Objetivo(s) a corto plazo:

>En 3 años espero ya estar asistiendo a la universidad. Por ahora no me importa mucho pensar en qué quiero estudiar; ya lo descubriré en el tiempo que me queda hasta ello, aunque de cualquier forma, el equivocarse forma parte de los errores. Si a la mitad me doy cuenta de que no me gusta, me cambiaré de carrera. Espero que Sehunnie este ahí para tomar mi mano. Si entonces somos novios, eso sería genial.

Objetivo(s) intermedio(s) para el logro del objetivo principal:

>Que Sehunnie se anime a decirme que está enamorado de mí. Yo lo sé y sé que mamá también  lo sabe, él es el único que cree que no nos hemos dado cuenta.

>Si Sehunnie no se anima en este lapso de tiempo, entonces seré yo quien se confesará, lo que ocurra primero.

Objetivo(s) a mediano plazo:

>Como no sé qué carrera voy a elegir, tampoco sé de qué voy a trabajar en 10 años. Espero que para entonces esté haciendo algo que verdaderamente me haga feliz. Me gustaría casarme y espero que Sehunnie me proponga matrimonio.

Objetivo(s) intermedio(s) para el logro del objetivo principal:

>Si Sehunnie no cambia nada en este lapso de tiempo, yo terminaré pidiéndole matrimonio.

Objetivo(s) a largo plazo:

>En 20 años solo sé que voy a verme quizá unos 10 años más joven. Espero estar jubilándome o tener un negocio propio. Como ya voy a estar casado con Sehunnie, solo me restaría estar ahí para él.

Objetivo(s) intermedio(s) para el logro del objetivo principal:

>Ser el mejor esposo del mundo para que así Sehunnie esté feliz de tenerme a su lado.

Cerrando la libreta, la devolvió hasta donde la había tomado. Sip, definitivamente su hijo era demasiado rudo para su frágil corazón.

Pero no podía engañar a nadie. Conocía a su bebé mejor que nadie y sabía que desde el día en que le habló a ese pequeño mocoso por iniciativa propia, algo andaba mal. Pero en el buen sentido. Debía agradecer que Sehun fuera más bien del tipo introvertido pues había obligado a su hijo a volverse más intrépido, todo sea por llamar la atención de su amigo-crush.

Sonrió para sus adentros mientras oía la puerta principal abrirse y cerrarse de nuevo.

—Oye, mamá, ¿puedo salir con...? ¿Qué haces? —preguntó al verla de pie a mitad de su casa. 

Cruzándose de brazos, Joy miró a su hijo. Su pequeño retoño solo se encogió de hombros en respuesta.

—Supongo que ya husmeaste en mi tarea, ¿Y bien? ¿Pasaré o vas a reprobarme? He visto que mis objetivos coinciden con los de Sehunnie así que si él no pasa, yo tampoco lo haré.

Soltó, empezando a caminar hasta la sala. Se echó sobre el sofá y posteriormente encendió la televisión.

—Puedo ver de quién heredaste las malas mañas de husmear en cosas ajenas, Lu.

El castaño solo se hizo a un lado, haciendo un espacio para ella. Así que se aproximó y se dejó caer a su lado. El día en la escuela había sido algo pesado.

Vio a su hijo sonreír.

—¿Y esa sonrisa a qué se debe? —interrogó.

—¿Qué debo hacer cuando un objetivo se cumple?

Y le aplicó la de contestar una pregunta con otra pregunta. Lo meditó por un rato y después le respondió:

—Sencillo. Vas por el siguiente o creas uno nuevo, algo que esté de paso, ¿por qué?

Preguntó curiosa. Luhan se sonrojó.

—Sehunnie me besó. Me preguntó si quería ser su novio.

Dijo sin atreverse a mirarla.

—¡Ya era hora!

Exclamó, subiendo los pies sobre la mesa de descanso que tenía en frente. Ignoró ese pequeño pinchazo de incomodidad al saber que su bebé había sido besado por el mugroso ese. Es decir, nadie la podía culpar, el chico era agradable pero...ah, que difícil es ser madre.

—Quería saber si me dejarías salir con él este fin de semana... —murmuró bajito. Joy lo vio juguetear con sus manos.

Estaba nervioso.

Okey, ella no había enloquecido como Sehun creyó que lo haría, lo cual era un buen inicio.

Todavía estaba un poco pasmado pues nunca imaginó, ni por asomo, que al entrar a casa de su amigo lo primero que este haría sería estamparle un tremendo beso en los labios. Claro que lo correspondió por que ¡cielos! Había esperado años por esta oportunidad de oro.

"No sé qué me pasó. Es culpa de tu madre y su tonta tarea" había susurrado un sonrojado Sehun contra sus labios. No le importó. Lo que sea que le haya impulsado a hacerlo era bien recibido. Así que tragándose quejas como "Tu madre va a matarme cuando se entere", lo atrajo para un segundo beso.

Okey, él es quien le había pedido que sean novios, pero eso es solo porque Sehun estaba demasiado ocupado enloqueciendo ante el entendimiento de que había tenido los pantalones suficientes como para besarlo y confesársele. Y porque sí, su madre probablemente iba a matarlo.

—Está bien. Pero tendrás hora de llegada jovencito.

Levantó su mirada cuando su madre habló. Ella seguía con la vista al frente, concentrada en la película que Luhan había puesto al azar al encender la tele.

—¿E-en serio?

Preguntó aún sin poder creérselo. Él sabía que tenía una gran madre pero nadie le dijo que tenía a la mejor madre del mundo. Ella asintió, haciéndose la desinteresada.

—¡Ay, gracias! Estaré aquí a la hora que me pidas, ni un minuto más ni uno menos.

Prometió mientras se abalanzaba y la abrazaba. Ella lo envolvió con sus brazos amorosos y lo apretujó contra su pecho.

—¡Ay, mi bebé está creciendo...! —sollozó y él creyó escucharla llorando. 

No pudo evitar sonreír, esto era más de lo que podría haber deseado. Aún le faltaban algunos objetivos por cumplir en su plan de vida pero esto ya era un progreso.

—Voy a reprobar al mocoso.... —dijo su madre con voz llorosa y Luhan se rio. 

En su casa, Sehun estornudó; seguro que alguien estaba hablando de él.

Pero dejando eso de lado, ¡Oh por Dios, oh por Dios!, él realmente había besado a Lu. Sus labios aún hormigueaban con el sabor dulce del castaño.

Si no era asesinado antes por su loca maestra que solamente era amable en casa y con su hijo, saldría en su primera cita con Luhan este fin de semana.

No podía esperar a que llegara el sábado.

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