Ortus Solis.
La música siempre es algo que nos ha unido con los años, pensar que ahora sería tan ciertas aquellas palabras que alguna vez leí: "cuando estas feliz disfrutas el ritmo de una canción, pero cuando estás triste, le entiendes a la letra." Son cosas que en su momento jamás comprendí, y hoy quisiera jamás haberlas comprendido.
Porque te miro, entre las sabanas, observo tu tersa piel, en la cual están escritos los pecados que hace un par de horas cometimos, siendo a lo lejos visible el sol que se va asomando. Y me quedo viendo como poco a poco los rayos de luz iluminan tu contaste, entonces me quedo pensando en como terminamos en está situación que dentro de poco no sabremos como explicar y terminara como otras ocasiones...
♪↣♪
En las canchas de la escuela estábamos nuevamente, viendo el cielo nublado, dejando que las hermosas notas musicales de aquel artista que ambos seguimos, hicieran eco en nuestro ser, inhalando y exhalando el dañino humo que nos hacía feliz aquella tarde, como siempre, drogados para tener una razón por la cual sonreír, así esa felicidad fuera falsa, así fuera poca duradera e incluso incierta, lo disfrutábamos, o eso siempre quisimos creer.
Entonces hablaste, tu mirada estaba en el cielo, tus ojos rojos, quien sabe si por la mota o por las anteriores lágrimas que salían de tus cansados ojos, lágrimas de las cuales no sabía cuales eran la causa.
— Estoy tan cansado. — Arrastraste las palabras, con una boba sonrisa comenzándose a dibujar en tu pálido rostro.
— ¿De qué? — Me atreví a preguntar, despegando mi mirada de las grises nubes.
— De todo. Simplemente, estoy cansado.— Alzaste los hombros, restándole la importancia que realmente le dabas.
Tu mirada seguía sin buscarme, tu perezosa sonrisa seguía ahí y tus ojos nuevamente se comenzaron a nublar de lágrimas, sin pensarlo mucho te abrace y te aferraste a mí, como si de tu vida dependiera ello.
La música entonces seso y la escases de esa melodía solo provoco que se escuchara más fuertes tus sollozos siendo casi callados por mis brazos.
— ¿Quieres hablar de eso?— Negaste levemente con la cabeza sin separarte. No dije nada más, solo me quede esperando a que tu llanto cesara.
Seguimos abrazados por un tiempo más, te calmaste a la larga y sin mucha prisa nos separamos. Te di una leve sonrisa, tu me la intentaste devolver, pero tan solo te salió un gesto lastimero.
Volvimos a nuestra posición anterior, la cual no duraría mucho, ya que en la pipa que compartíamos no quedaba mas hierba que fumar y la lluvia comenzó a hacerse presente con pocas y pequeñas gotas. Sin decir mucho nos levantamos, sacudimos, tomamos nuestra mochila y nos fuimos de ahí.
Eran ya los últimos días del semestre, por lo tanto no habían tantos maestros como alumnos, salimos sin más del plantel educativo. Yo aún no quería regresar a casa, pero la lluvia no me dejaba otra opción.
Y como si leyeras mi mente me detuviste.
— Juan. — Voltee a verte. — ¿Quieres venir a mi casa? No quiero estar ahora solo.
— Vamos. — Y así sin más emprendimos camino. A diferencia mía, tu casa quedaba a solo cinco minutos de la escuela. La llegada fue rápida, tu casa estaba en silencio y con las luces apagadas, parecía de noche por la poca luz, pero tan solo era el efecto por lo nublado del cielo y las cortinas cerradas.
Éramos amigos desde hace mucho, conocía tu hogar muy bien y hasta la podría considerar como una segunda casa. Dejamos las mochilas botadas por alguna parte de tu habitación, tu cerraste la puerta de la misma en silencio y te acostaste boca arriba sobre tu cama, imite el acto a los pocos segundo, ahora siendo nuestro panorama el blanco techo.
Suspiraste, no era un suspiro de aburrimiento o cansado, sino uno desolado, te mire, cuando suspirabas así quería decir que estabas listo para hablar.
— Termine con ella. — Declaraste, mirándome directamente. Por mi parte no te quería ver. Temía demostrar mi felicidad por ello, pero mejor decidí callar, pues sabía que ella había sido alguien importante para ti e impresionantemente había sido de tus relaciones más largas.
— ¿Qué paso?
— Ya sabes, lo de siempre, simplemente soy el reemplazo de un corazón roto.
— ¿Estas molesto?
— Ahora sí, antes no. Supongo que ya me di cuenta de lo que significa estar con alguien al poco rato de que termino con alguien.
— ¿Qué piensas hacer ahora?
Silencio, dejaste de verme para dirigir tu vista de nuevo al techo. — Quiero hacer algo. — Declaraste.
— ¿Qué? — Te mire de reojo.
— Quiero saber como se siente estar en su lugar.
Comprendí al instante a lo que te referías, el corazón se me acelero y voltee a verte, tu ya me estabas mirando, esperando la respuesta que ya sabrías que te daría.
Sin decir nada solo me acerque y con cuidado pase mi mano por tu nuca, acercándonos hasta por fin unir nuestros labios, fue algo lento, suave, un beso que dejamos que se disfrutara, tu cerraste los ojos, dejándote llevar, yo no podía, quería ver cada una de tus expresiones, ser testigo de la farsa en la cual me estaba sumergiendo.
Con cuidado me pose sobre ti, sin despegar mis labios de los tuyos, tus manos se fueron detrás de mi cuello acariciando levemente mi nuca. Por mi parte con una mano me sostenía del colchón para no dejarte todo mi peso y con la otra te daba caricias en tu cuello, aquella zona que era muy sensible para tu cuerpo y hacía que erizará tu lechosa piel, me sentía orgulloso de ser yo quien pudiera ver está faceta tuya, me sentía orgulloso de ser yo quién te pusiera así y sobre todo, me sentía orgulloso de que me aceptarás, aunque fuera una farsa para ti, tan solo un experimento.
Sin previo aviso fui bajando mis besos, comenzándolos a repartir por tu cuello, clavículas y parte de tu hombro. Mis manos comenzaron a pasear sobre tu ropa, desde tu pecho hasta tu cintura, aquella que era demasiado pequeña por tu complexión y tu falta constante de alimentarte; tus manos hacían un revoltijo en mi cabello y no tardo mucho para que las yemas de mis dedos se posaran en tu abdomen, dando un suave recorrido por toda la zona. Te estremeciste bajo mi toque, dando suaves suspiros, dándome a entender que necesitabas más. Y yo, como aquel buen amigo que era no podía fallar en tu petición. Fui quitando aquella ancha playera color blanca dejándote al descubierto, sin poderte apreciar por mucho tiempo me volviste a besar, con ansias de también quitarme mis prendas; y así lo hiciste, despojándome solo de la parte superior de ellas, ambos con la respiración agitada no paramos.
Seguimos nuestro ritmo, sin ver el tiempo, el lugar o situación éramos dos hombres desnudos, demostrando sentimientos que ninguno sabía que tenía, por mi parte, te demostraba la admiración hacía tu anatomía, el amor que te había guardado durante tanto tiempo y sobre todo la sinceridad de este. Tu me demostrabas cariño, lujuria y posible arrepentimiento, pero todo eso fue ignorado cuando me sumergí en tu interior, cuando sentí en mi falo lo apretado de tus paredes y me deje guiar por tus suplicas de más placer. Enterrando mis uñas en tu cadera y marcando un compas del cual no podías liderar.
Isaac aferraba sus uñas a las cobijas, sintiendo en estas un soporte para mantener el equilibrio, sus sollozos y gemidos no paraban, ya no podían ser más retenidos, ni si quiera por mis besos húmedos, su espalda llena de mordidas, marcas de dedos y chupetones que hoy se ven rojos pero posiblemente mañana estén morados. Verte bajo de mí ha sido de las mejores maravillas que he podido apreciar en la mierda de vida que he tenido, de las pocas que no me puedo arrepentir de hacer.
Esa noche ambos nos entregamos al otro, yo profanándote mi amor, tu diciendo mentiras inciertas sobre el tema. Sabía que esto acabaría mal, pero por una noche, tan si quiera hasta el amanecer déjame ver tu silueta contra el sol mientras las sabanas nos cubran y finjamos una vez más que me amas y que no me dejarás por ella.
💜 Mwlodyylili. 💜
Gracias a mis dos amigos por permitirme escribir sobre ellos xD
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro