Capítulo 12
—A la reina Lea, no le gustaría saber que su querida y única nieta se anda besando con el hijo de un villano—habló Mal con odio.
—Mal, ¿No le irás con el chisme? —cuestionó Harry.
—No lo se—Mal se paseaba de un lado a otro—. Hoy es su día de suerte no le contaré nada a tu abuela, princesa—dijo.
Audrey se quedó impactada ante la actitud de Mal quien ante los ojos de los demás era amable, pero con ella era una verdadera villana.
—O tal vez vaya y le cuente ahora mismo—soltó la peli morada sin tapujo alguno.
Harry titubeó un poco pero finalmente dijo.—Anda y cuéntale a la reina todo lo que viste.
—¿Qué opina la pequeña princesita?—Mal se dirigió a Audrey.
En ese momento Audrey estaba a punto de contestar pero la presencia de Ben interrumpió sus intenciones.
—Amor, creí que estabas con los chicos—dijo Mal algo cínica.
—No—Contestó Ben—. Carlos y Jay comieron unas bayas y se durmieron. Entonces vine a buscarte para salir, pero Evie dijo que habías salido a dar una vuelta.
—¡Oh!—Exclamó Mal.
Ben se notaba completamente incómodo y trataba de adivinar la situación que había entre Mal y los chicos, sin embargo, no se atrevió a preguntar nada. Fue entonces cuando Harry aprovecho de hablar, claramente el no se quedaría callado y pondría en evidencia a Mal.
—Continua con tu discurso, Mal—desafió el pequeño Garfio.
—¿Qué discurso?—preguntó Ben confundido.
—El de tu noviecita—contestó Harry.
—Harry... No es necesario— trató de intervenir Audrey.
—¿Por qué? ¿Acaso Ben no tiene derecho a saber cómo es su novia?—preguntó Harry.
Mal estaba indignada si Harry hablaba su relación con Ben podría llegar a su fin.
—¡Cállate tonto!—gritó la chica de cabello morado-. Ben, es mejor que nos vayamos-Rápidamente Mal tomo la mano de su novio y ambos se alejaron, aunque el pequeño bestia no olvidaría el episodio tan rápido.
—Es mejor que me vaya—dijo Audrey.
Y aunque Harry no quería dejarla ir, asintió, el estaba decidido a luchar por el amor de aquella princesa, pero también estaba consiente que debía darle su espacio y no presionar las cosas.
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Patrick e Hilda se reunieron en el mismo lugar de siempre junto al árbol más alto de Auradon.
—Me encanta recibir tus mensajes para vernos—se acercó Patrick.
—Lo sé—dijo Hilda con cierta indiferencia.
La tensión empezó a notarse y era prácticamente inevitable.
—También se que eres un mentiroso—continuó la chica—¿ Cuándo me dirias que estás comprometido con Audrey?— preguntó.
—¿Quién te contó?—replicó Patrick.
—Entonces...¿Es verdad?—las lágrimas comenzaron a brotar.
Patrick pensó en decirle la verdad a Hilda, sin embargo, se contuvo después de todo al parecer su ambición era más grande que el amor que sentía por la hija menor de Hades.
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Alan daba vueltas en su cama si alguien llegaba a enterarse que el y Gil son algo más que amigos su mundo estaría acabado, perdería todo sobre todo perdería el cariño de su abuela por lo que tomó una decisión. Se levantó de la cama y se dirigió a la habitación de Gil.
—¿Sucede algo?—preguntó el chico al verlo.
Alan solo entró en la habitación se sentó en una silla y luego de estar unos minutos jugando se decidió a hablar.
—Gil—dijo—. Lo nuestro no puede seguir ... Escucha... Eres un excelente chico el mejor de todos, pero no estoy dispuesto a perder todo lo que tengo—dijo claramente.
—¿Qué?—cuestionó Gil—. ¿Alguien más se enteró de lo nuestro?—preguntó.
—No, por suerte, es por eso que debemos terminar—contestó Alan—. Ya nos vio Audrey, otro día puede vernos la directora o peor mi abuela...
—No puedes dejarme así como si no se hubiese significado nada lo nuestro—Gil intentó acercarse, pero Alan se alejó rápidamente.
El hijo de Anastasia se dió la media vuelta y decidió marcharse sin decir palabra alguna, Gil se quedó completamente confundido solo quería que aquello fuese un sueño o mejor dicho una pesadilla.
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—¿Que sucedía entre tú, Audrey y Harry?—preguntó Ben.
—Nada—contestó Mal.
—¿Segura?—consultó Ben
—Si—Afirmó con seguridad la chica de cabello morado.
Ben comenzaba a sospechar que algo más había, algo que Mal le ocultaba, sin embargo, solo se limitó a asentir y dibujar una sonrisa en su rostro.
—Llegaremos tarde a la cena con tus padres—dijo Mal.
—Claro—Ben le ofreció su brazo y se dirigieron hasta el castillo.
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Mientras la reina Lea planeaba con intensidad el cumpleaños de Audrey, Felipe estaba decidido a contarle la verdad a su hija, y después de pensarlo mucho tomó el valor necesario.
—Solo te cuidado— le dijo Maléfica mientras le pasaba la chaqueta.
—Ya no soy un chiquillo, sé cómo enfrentarme a esa mujer—dijo Felipe con seguridad. Luego se acercó y besó su frente.
Cuando se encontraba frente al castillo dudó unos segundos en entrar, pero sintió una fuerza recorrer su cuerpo y entró, el lugar era tal y como lo recordaba, sombrío y con esa apariencia de haberse quedado estancado en el tiempo.
—¿Qué haces aquí?— Pregunto Lea—. Fui muy clara contigo la última vez que te vi.
—Audrey debe saber la verdad—dijo Felipe.
—¡Eso jamás!—. Exclamó Lea—. Te lo advertí Felipe y sabes que cumplo cada palabra que sale de mi boca, si no quieres que el pueblo se entere que mataste a Aurora y al rey Tomás, es mejor que te vayas.
—No lo haré sin antes hablar con mi hija—dijo con seguridad Felipe.
—Ya llegué—. La dulce voz de Audrey se hizo escuchar en el castillo—. Abuela— dijo acercándose a la sala.
—No te atrevas a decir nada—. Advirtió Lea.
—¿Profesor Castile?—. Preguntó la chica de cabello rosa—. ¿Qué hace aquí?
—El profesor vino a...—
—Vine a contarte la verdad—interrumpió el hombre—. No soy Jorge Castile, soy Felipe...—Tomó aire—. Tu padre—dijo finalmente.
—¿Qué? No puede ser mi padre está muerto—Audrey estaba muy confundida.
—Te prometo que soy yo—se acercó a ella—.
—Te lo advertí, Felipe—. La ira de Lea era evidente—. Él mató a tu madre—acusó.
—Eso no es verdad—se defendió Felipe—. Algo sucedió ese día, algo que solo usted sabe—apuntó.
Audrey seguía ahí sin decir nada y de pronto cayó al suelo. Felipe corrio hacia ella tratando de reanimarla, pero Audrey no despertaba era como si estuviese en un sueño profundo.
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