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9. El ensayo


Está bien haber humillado al metiche Stuart en plena transmisión de radio, mientras Luna celebraba y yo sonreía en los brazos de la dulce Leni, abrigado por su suave piel y el aroma de su perfume de fresa.

Pero está mal que yo haya mentido.

Bueno, es una mentira parcial en realidad. Mizu-chii no ha confirmado que vaya a estar aquí el día del desfile. ¡Y ni siquiera le pedí que participara en el evento! El peso de la conciencia se hacía mayor a cada minuto, y el viaje de regreso a casa, adornado por los alegres comentarios de mis hermanas y la parca despedida de Stuart, se me hizo eterno.

Así que, al llegar a casa, volé hacia la computadora y escribí un mensaje para la japonesa:

Hola, Mizu-chii. ¿Es posible que visites Royal Woods cuanto antes?

Leni ha organizado un evento de modas muy vistoso para este sábado
y quiere que estés presente.

Esperaré tu valiosa respuesta.

Lincoln Loud.

Lo envié, y revisé el buzón. Una y otra y otra vez. Empecé a pensar: Ojalá lo vea pronto. Yo sé que ella pasa pendiente de su correo. ¿Le llegará a su celular? Si no, lo verá en la noche. ¿Y si tiene otros planes? Dijo que tendría estos días libres después de su desfile de modas en Chicago. ¡Y Chicago está cerca!

Ya empezaba a ponerme ansioso. Necesitaba distraerme. Así que empecé a revisar las visitas al sitio y los comentarios. Algunos de ellos ya mencionaban la visita de Jerome Delmar a Royal Woods. "¿Estará Delmar presente?", "A Delmar le gustarán tus diseños", "Ke linda te vez en bikiny mami" (ése lo borré), "Ojalá impresiones a Delmar con tu talento"... Gracias a nuestros entusiastas seguidores, también recordé el motivo de todo este plan: impresionar a un diseñador canadiense que estaría aquí por un azar del destino.

Decidí bajar a ver televisión con las chicas y luego a dormir. El día siguiente iba a ser pesado: teníamos ensayo general.

Después del mediodía, mis hermanas habían estado preparando una simulación de la pasarela que nos instalarían en el centro comercial, usando unas cuantas alfombras sobre el patio trasero de la casa. No habían logrado nada más: las tres modelos no se ponían de acuerdo en cuanto al orden de salida, y Lola, en especial, se empeñaba en que le garantizaran que las luces estuvieran al lado izquierdo, para resaltar su mejor ángulo.

El resto de mis hermanas estaban sentadas en la grama, esperando que ellas arreglaran su problema. Decepcionado, tomé asiento junto a Luan, quien veía la triste escena sin entusiasmo ubicada junto a una hielera.

—¿Jugo de manzana? —preguntó.

—Por favor.

Me pasó una lata. El dulce y frío líquido alivió un poco la amargura que traía desde anoche.

—Deberías hablar con ellas. Yo lo intenté y no funcionó. Así pasa a veces cuando quiero que se me tome en serio —confesó mi hermana comediante.

—¿Y qué les digo? Nunca he podido con el ego de una... Menos podré con tres.

La nube de pelea que se había formado entre Lola, Leni y Lori se disipó gracias al rugido de una motocicleta.

—Disculpen el retraso. Espero no haber... Bueno, sí llegué demasiado tarde —comentó Stuart al ver a las tres con el pelo revuelto y ojos morados.

Lori sonrió mientras soltaba un mechón de Leni: —¡Ho... ¡Hola, Stuart! Literalmente te estábamos esperando. ¿No quieres pasar a la sala un rato?

—No, gracias, Lori. Agradecería más que te arreglaras y que ayudes a Leni a verse radiante otra vez. ¿Cómo te sientes, hermosa?

—¡Feliz de que vengas a ayudarnos! Tú también, ¿verdad, Lola? —respondió Leni, soltando el tobillo de la gemela elegante. Ésta corrió hacia el metiche.

—¡Stu! ¿Te puedo llamar Stu? Dicen que eres experto en eventos de belleza. ¿Qué opinas de que la iluminación esté al lado izquierdo? ¿Verdad que hace ver todo más bello?

—Ya lo veremos, pequeña señorita. Ahora veamos. ¿Qué son esas alfombras viejas?

—Una simulación de la pasarela. ¡Fue idea mía! —exclamó Lana.

El tono del fulano hacia las chicas se hizo más áspero.

—¿Y dónde estará ubicado el público? ¿Dónde estará el vestidor? ¿Ya calcularon cuánto tiempo le tocará a cada una cambiarse de vestuario? ¿Y la maquillista quién será? Ojalá que sea alguien...

—Será nuestra madre —intervine yo, antes que fuera a decir algo que me sacara de quicio.

—Oh... Muy bien, me alegra que contemos con la ayuda de Rita. Al igual, Lincoln, que me alegra que contemos con una modelo japonesa. ¿Dónde está? En algo tan serio como un ensayo general debería estar presente.

Rayos.

—Está en Chicago, en un evento. ¡Pronto nos acompañará!

—¿Chicago? Sí, hubo un evento importante estos días. Y luego Montreal... ¿Cómo se llama ella?

—Se hace llamar Mizu-chii.

Él guardó silencio.

—Como sea... ¡Comencemos! Hay mucho que organizar, señoritas.

Todas lucían temerosas de su actitud. En silencio, empezaron a seguir todas sus indicaciones. Definió el orden de los modelos, la disposición del público, dio su opinión sobre la música de Luna (le hizo cambios), puso a Lynn y a Lana a colocar sillas del comedor y designó a Luan como maestra de ceremonias. Lisa tomaba anotaciones de lo que él recomendaba. Se dedicó a entrenar el estilo de caminar de Lori, ya que Lola es toda una experta. A Leni nunca le dijo nada malo: en cambio, le decía "hermosa" constantemente.

—¡Necesito seriedad, chicas! Este evento debe ser perfecto. La reputación de la hermosa Leni está en juego. ¡Lola! No importa la iluminación, ¡debes ponerte ahí! —dijo con severidad el metiche, señalando un extremo de la falsa pasarela, y sin nadie esperarlo, un sapo de expresión aburrida brincó encima de su mano.

Lana dejó salir un chillido de emoción.

Stuart vio de reojo su mano, y soltó un grito casi de niña, asustando al sapito, mientras se apartaba nerviosamente y se limpiaba la mano con un pañuelo color pastel. Todos reímos, y eso no le cayó en gracia.

—Muy bien... Ya que ustedes no quieren dar seriedad al asunto, yo lo haré. ¿Saben por qué los entreno con tanta pasión? Desde que vi el sitio de Leni, recordé a una chica de por aquí. No tan bonita como ella, pero igual de apasionada. Soñaba con ser una gran modelo, y su oportunidad llegó cuando la invitaron a un evento. "Bonita historia", de seguro piensan ustedes. Pues lo sería, si ella hubiera tomado su entrenamiento de modelaje en serio tras la invitación. La confianza y la felicidad invadieron su ingenuo corazón, y ¿qué creen? En su momento de gloria, tropezó y rasgó su vestuario en pleno desfile, frente a personas distinguidas, familia y amistades. ¿Qué será de ella ahora? Creo que trabajó en un cine, y luego en una venta de gelato. ¡No como modelo! ¿Eso quieren ustedes para Leni, familia Loud?

Todos guardamos silencio. Vi de reojo a Leni, y a ella pareció haberle afectado más que a nosotros lo que Stuart contó.

—Prosigamos. Debo irme antes de la seis.

Ellas volvieron a seguir el ensayo general. Yo estaba de sobra, así que entré a tumbarme a mi cama un rato y a tratar de no pensar en la japonesa.

Una hora después, viendo al techo, escuché la moto arrancar. Luego escuché a mis hermanas entrar y hablando sin entusiasmo. Bajé despacio a la sala. Ahí estaban todas las chicas, en silencio. Unas sentadas en los sofás y otras tiradas en la alfombra. Lily llegó caminando alegremente hacia Luna, quien la tomó en brazos con una sonrisa fingida.

Leni se levantó del suelo al verme, y sin emitir una palabra fue hacia mí corriendo y me haló del brazo hacia arriba.

—¿Pasa algo, Leni? —pregunté.

—Linc... Ayúdame. ¡Míralas! No me gusta que estén tan preocupadas. ¿Y oíste lo que dijo Stuart? Es por mí, y tiene razón.

—Mira, Leni... Te estamos ayudando porque queremos que cumplas tu sueño. Claro que es difícil, pero no es para que te preocupes. En serio, ¡necesitamos que sigas siendo feliz! ¡Tu alegría nos contagia a todos!

—¡Ellas están preocupadas ahorita! ¡Quiero que ahorita estén felices, riendo, como cuando ese sapito saltarín apareció en la mano de Stuart! ¡Así de felices!

—¿El sapito saltarín? Pues hay algo que podemos intentar. Haremos una llamada.

Fue rápido. En una hora, cuando mis hermanas empezaban a irse a sus habitaciones a esperar la cena, alguien tocó la puerta. Fue mamá quien atendió.

—Buenas tardes, ¿es usted la señorita Leni Loud? —preguntó un empleado.

—¡Soy yo! —gritó mi hermana mientras me traía del brazo hacia la puerta.

El sonido de una máquina hizo que mis hermanas vieran por las ventanas hacia el patio trasero.

Y lo que vieron fue un colorido castillo inflable agrandarse en menos de un minuto.

—¡Santa cachucha! —exclamó papá desde la cocina, dejando caer una sartén.

—¿A qué se debe esta locura? De seguro Lincoln tiene algo de ver —protestó Lori al bajar al patio.

—No sólo yo. Este es un obsequio de Leni para ustedes —respondí, y ella saludó un poco apenada.

—Me gustaría saber el motivo de tan estrambótica estructura en nuestro patio —dijo Lisa, mientras tocaba con un dedo el colchón de abajo del castillo. Yo la tomé con ambas manos y la coloqué arriba de forma súbita.

—Averígualo tú, super genio.

Tras unos segundos paralizada, dio unos pequeños brincos. Con una sonrisa, confesó: —Esta sensación siempre me ha resultado reconfortante.

Lynn y las gemelas no ocultaban la emoción que les provocaba, a la vez que Luan decía: —¡Ese es un castillo que me gustaría tomar por a-salto! ¿Entienden?

—¿Y qué esperan? ¡Se lo llevarán mañana, disfrutémoslo ahora! —les dije a todo pulmón, y reaccionaron con un grito de alegría mientras corrían hacia arriba. Leni tomó del brazo a Lori, y a diferencia suya, a mí me llevaba de la mano.

https://youtu.be/ASA6QocTlmg


Nuestros padres tomaron asiento y reían junto a Lily por vernos rebotar como canicas. Luna gritó "Jump, go ahead, jump"(*) a la vez que Lola y Lana reían en el aire tomadas de las manos. Luan reía y se elevaba mientras se sujetaba la falda con una mano, a diferencia de Leni, a quien no le importaba y extendía los brazos. Así pasamos todos hasta que anocheció, olvidándonos de todo el estrés que ese día nos provocó y dejando de pensar en lo que esperaba mañana: el que tenía que ser el gran día para Leni.

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(*) Coro de "Jump", canción de Van Halen.

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