15. Unos segundos nada más
Durante unos segundos, fui el Rey del Mundo.
Fue en ese breve lapso que los ojos de todos los asistentes al evento, y los curiosos que pasaban cerca, dejaron de ver a la magnífica rubia desfilando en la pasarela y me vieron a mí, a quien ella señalaba como merecedor de una dedicatoria especial.
—¡Felicitaciones, hermano! —exclamó Bobby, filmando por un instante mi rostro.
—Eres afortunado, Patético —agregó Ronnie Anne.
—¡Asombroso! —comentó Clyde.
—Tiene usted una novia muy detallista. Lo felicito —fue la errónea congratulación del señor Delmar. A los demás se les salió un grito ahogado.
—¡Gracias, señor Delmar, pero ella es mi hermana! Bueno, una de mis diez hermanas.
—Interesante —respondió él, llevándose la mano a la barbilla. Su hijo hizo exactamente lo mismo, pero en silencio. Yo aproveché para preguntar algo.
—Disculpe la pregunta, señor Delmar. ¿Usted conoce a Bobby y mis amigos?
—¡Ah! El joven Santiago... Lo conocí justo antes de venir a este centro comercial. Fui a dar una vuelta al centro de esta ciudad, me interesa conocer lugares y personas auténticas. Justo en el parque estaba este divertido joven vendiendo corn dogs. Tanto a Junior como a mí nos pareció ingeniosa la forma en que los preparaba.
Su hijo mostró su aprobación con un pulgar arriba y sin sonreír.
—¡El método de Nini nunca falla! —añadió el novio de Lori.
—Y como de casualidad nos encontramos aquí, lo invitamos a estar junto a nosotros —prosiguió el canadiense.
Clyde terminó de explicar.: —Luego Bobby les pidió que nos dejaran a Ronnie y a mí estar en estos asientos. ¡Tiene la mejor vista del escenario!
—Lo que me sorprende es verte limpio de sangre.
—¿Eso? Eh... Tuve un breve desmayo, nada más. Fui afortunado.
Una voz repentina nos asustó a todos los presentes en el evento. Lucy rompió su récord de sustos apareciendo en pleno escenario.
—Te estuve buscando, hermano. Necesito hablar contigo de algo importante.
—Ah. Muy bien. Con permiso —me excusé ante un asustado Delmar. Me acerqué a la tarima y ayudé a Lucy a bajarse.
—Antes que nada, lo que Leni hizo fue una... ¿Cuál es la palabra?
—¿Una demostración de gratitud?
—Una ternurita. Me provocó una calidez extraña. Pero volviendo al tema, algo me da un mal presentimiento.
Lucy dijo eso último con un tono inusual en ella. Mostraba una genuina preocupación por algo ajeno.
—¿Cuál es tu presentimiento, Lucy?
—Que algo va a pasar aquí. Algo malo. Algo provocado. Puede que esté equivocada, porque...
—Te creo. Yo he tenido esa mala sensación también. ¿Quieres ayudarme a cuidar que todo salga bien?
Ella sonrió levemente.
—Seguro. Creo que será la única forma que sentirme en paz.
—Lo mismo digo, chica. Vamos a revisar la tarima.
Lucy y yo revisamos el lado izquierdo de la tarima. Agachados, para no distraer mucho a la audiencia, revisamos la parte de abajo y todo estaba bien. Dimos la vuelta para revisar el sector de los camerinos. Ahí vimos a Nobuko de pie, cuidando la entrada y vigilándonos con frialdad.
—¿Nada fuera de orden, señora Nobuko? —le pregunté. Ella negó con la cabeza.
Íbamos a revisar el lado derecho de la tarima cuando algo pasó por mi mente. La he revisado ya varias veces, pero no es el único lugar dónde puede pasar algo malo. Miré hacia arriba, y noté los tres pisos circulares que cubren la plaza central del centro comercial. El techo de vidrio iluminaba toda la plaza y dejaba un poco en penumbras los pasillos de cada planta.
—Lucy, revisa la segunda planta. Yo estaré en la cuarta. Cuando revises, sube a la tercera. Ahí nos reuniremos —le ordené. Nos separamos en ese momento, yo dirigiéndome al ascensor mientras Lucy optaba por las gradas.
Tuve que dar dos vueltas al piso para estar convencido de que no había nada sospechoso. Casi toda la gente veía hacia abajo, atraída por nuestro colorido show. Escuché la voz de Luan anunciando que pronto desfilaría la colección de Otoño, y luego a Luna presentando un cambio en la música.
—¡Este Otoño estará funky, chicos y chicas! —exclamó.
https://youtu.be/iyFdOZH4ZrA
La gente empezó a aplaudir y a mostrar su felicidad. Aproveché la nueva distracción para dar una vuelta más. Casi estaba a punto de concluirla cuando alcancé a ver a Stuart. Ahí, lejos del escenario donde debería estar. Se dirigía con claro nerviosismo hacia las gradas.
Tanto Luna como la asistencia empezaron a corear:
Everybody everywhere, feel it in the air
Oh yeah, it's time to take the pressure off
Everybody everywhere, step out into the future
It's time to take the pressure off
Alcancé a oír a una mujer decir: —Todas esas chicas son tan lindas...
—Es verdad. ¿Y la japonesa? —le comentaba otra.
Yo no le perdí la pista al metiche. No le vi una actitud que fuera normal en él.
Recibí un mensaje de texto de Lucy que decía:
"No hallé nada en la segunda planta. Voy a la tercera"
Le llamé de inmediato.
—Lucy, ve hacia las gradas. Por ahí pasará Stuart. Debemos seguirlo.
—Como digas —respondió mi hermanita.
Él bajó a toda velocidad, pero no lo iba a perder de vista. Un repentino grupo de gente en mi camino me hizo bajar la velocidad. Aún así, me tranquilizaba el hecho de contar con Lucy en las plantas inferiores... Sin embargo, no contaba con lo que ella encontraría ahí.
Resulta que la encontré pegada a la vitrina de una librería en la tercera planta, donde la "oferta de la semana" era un fan book de la Princesa Pony.
—¡LUCY! ¿Viste donde se fue Stuart?
—Emmm... Se me escabulló —respondió ella mostrando los dientes. Segundos después los oculto y volvió a su inexpresiva normalidad. Prosiguió: —Emm... El cabello no me dejó ver.
—Sí. Claro —comenté resignado.
Bajé hacia la plaza central para ver si lograba localizarlo, y no fue nada difícil. Logré ver su feo traje gris escabulléndose bajo el lado derecho de la tarima. Corrí a toda velocidad y me abrí paso entre el público con prudencia. Mientras rodeaba los asientos de honor, alcance a oír a Ronnie Anne llamarme. "Lo siento, Ronnie", pensé para mí.
Y ahora me arrepiento de otras cosas también.
—¡STUART! ¿Qué haces con ese cable? —grité al notar lo que tenía en la mano, agachado bajo la tarima. La música sonaba fuerte ya que los parlantes estaban cerca.
—Mira esto, Lincoln. ¿Sabes lo que es?
—Claro que no. Me gustaría que lo explicaras cuanto antes.
El fulano empezó a salir, dejando el cable misterioso aún atado.
Respondió: —Yo tampoco lo sé. Ése es el punto. No estaba instalado hace un rato. ¡Y si algo está en la tarima sin mi autorización debe ser retirado! Peor todavía, si se tensa podría dañar la estructura. Voy a hablar seriamente con el jefe de los instaladores en este momento.
—¿Qué hacías allá arriba? Creí que eras el maestro de ceremonias.
—Lo siento, pero eso no es de tu incumbencia.
Me puse en su camino.
—¿Te importa? Tengo que reportar esto y subir al escenario —protestó.
—Para tu información, no te creo.
—No me estorbes, muchachito.
El público aplaudió. Tras un rato sin modelos, Leni había aparecido con un conjunto de blusa, chaqueta y pantalón. Se veía muy bien. Gracias a la distracción. Stuart intentó pasar, pero yo se lo volví a impedir. Me puso una mano en el hombro con violencia, y el sonido del cable tensándose nos distrajo a ambos y nos hizo girar la mirada.
El otro extremo del cable, cerca de los camerinos, lo sostenía Nobuko con firmeza.
—¿Una de tus amigas? Lo que faltaba —se quejó Stuart, haciendo una pequeña rabieta.
—¿Que está haciendo, señora Nobuko? ¿Qué no ve que puede lastimar a Mizu-chii y mis hermanas?
Respondió: —Sólo a sus hermanas. La ojousama está aquí.
Una voz conocida exclamó: —¡Nobuko-san! ¿Por qué me delataste?
—Sea responsable, dé la cara.
Mizu-chii apareció malhumorada desde el camerino, lista para desfilar usando un poncho y unos jeans ajustadísimos.
¿Por qué ella?
—¿Tú? ¿Qué pretendes, Mizu-chii? —pregunté de inmediato.
—No te lo explicaré, Lincoln. Sólo haz de caso que no has visto nada, ¿okey?. Adelante, Nobuko-san.
Mi impulso al escuchar eso fue correr hacia ellas. Cuando Nobuko dio el primer tirón, yo había sujetado también el cable pero lo halaba en dirección contraria. Stuart intentó ayudarme a halar, pero la fuerza de Nobuko ya me había dominado. Escuché una pieza metálica desprendiéndose de la tarima. Y después otra, y otra...
Cuando empezaron a sonar tablas resquebrajándose, escuché a Stuart gritar: —¡Leni!
La tarima empezó a hundirse. Vi a Leni detenerse, ver confundida hacia el colapsante piso y perder el equilibrio. La gente se puso de pie y gritó de miedo cuando las tablas cedieron, haciendo que Leni cayera hasta el suelo y los camerinos se tambalearan. Mamá abrió la puerta, con Lily en brazos, para que Lola y Lori pudieran salir antes que el cuarto también se derrumbara.
La música se detuvo.
Papá, Lana y Lynn corrieron a auxiliar a Leni, pero cuando estaba a punto de acercarme, logré ver a Mizu-chii y a Nobuko saliendo por uno de los pasillos. Qué cobardía. No las iba a dejar escapar, así que cerré los puños y corrí tras ellas. Doblaron hacia la izquierda, y cuando hice lo mismo sentí que alguien me derribó. Era Mizu-chii, quien me puso una rodilla encima para que no me levantara.
—Esto no es contra ti, Lincoln. Espero que no me odies.
—¡Si es contra mi familia, es en mi contra! ¿Y a qué se debe que de repente yo ya no sea tu Rinkan? ¿Es otra mentira?
—Soy una caja de sorpresas. Pero ésta es mi favorita.
Se agachó y me dio un beso en la boca. Algo con lo que cualquiera hubiera soñado, en ese momento, me pareció repugnante.
—Ojalá te vea pronto, guapo —dijo, y salió huyendo a toda velocidad.
Cuando me levantaba para evitar su escape me di cuenta que Ronnie Anne había visto esa escena desde lejos. Quedé enmudecido al verla con un rostro atónito, y tampoco pude decir ni una palabra al verla alejándose de mí. Cuando corrí hacia ella para explicarle lo que pasó, una maltrecha Leni salió a mi encuentro.
En su rostro perfecto había marcas de golpes. Pero sus ojos llenos de lágrimas me indicaban que había más dolor emocional que físico, en especial porque, según temí, también vio ese odioso beso.
—¡Leni! ¿Estás bien?
Me dio una bofetada.
—Esto... Esto es por hacer llorar a Ronnie Anne.
Papá, mamá y varias de mis hermanas llegaron a traerla y a recomendarle que no siguiera de pie, que reposara. Escuchar llorar a Leni me causó más dolor que el golpe.
Yo me fui a una esquina, aparte de mi familia, y me senté en el suelo casi desplomándome. Sin levantar la mirada sentí la leve presencia de Lucy, quien se sentó a mi lado con lentitud y me fue abrazando. Lo necesitaba como nunca antes.
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